lunes, 3 de octubre de 2011

Mujeres y política. Vigencia del patriarcado


Soledad JARQUIN EDGAR

Lo sucedido en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, institución que ratificó el articulado que en Baja California y en San Luis Potosí confiere derechos al no nacido, es un recordatorio de que el patriarcado sigue vivo, imponiendo su estilo de disminuir a quienes no son como ellos y perpetuando la desigualdad.

Por siglos, las mujeres han sido consideradas como personas sin capacidad de decidir, por la construcción social que sienta sus bases en “el poder de los hombres”, negando de manera sistemática el reconocimiento de los derechos fundamentales de las mujeres, en específico los que tienen que ver con sus cuerpos, que también consideran su propiedad. La trata de personas es un ejemplo, la publicidad, otro. Una discusión trasnochada, dirán algunas personas que no ven ofensa en ambos casos, pero queda bien claro, con estos dos ejemplos, y como el vivido desde la Corte esta semana: nos hablan de la subordinación que el patriarcado pretende perpetuar hacia las mujeres.

Lamentable del todo la forma en que la derecha y el conservadurismo han vuelto a confabularse para actuar en contra de las mujeres. Era de esperarse la intromisión de la jerarquía católica, lo cual no es legítimo o al menos creemos no debe ser en un Estado que se declara laico o ¿es que dijeron “light” y la ciudadanía escuchó y creyó otra cosa?

De esperarse también la actuación de los grupos de poder retrógrados que operan hoy, hay que decirlo, con dinero del pueblo mexicano distribuido a través de programas “sociales” y hasta culturales, gracias a la benevolencia del gobierno que encabeza Felipe Calderón y antes el de Vicente Fox.

No olvidar el caso Jorge Díaz Serrano Limón, del grupo Provida, el antiabortista que se erige como salvador de las almas de las mujeres y que empleó dinero público, entre otras cosas, para la compra de tangas y que esta semana se pasea feliz, con toda la impunidad que le otorgó el sistema de las camisas azules en los recintos de la justicia mexicana. Desde ahí mismo, desde la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se le fotografío levantando el dedo en señal de triunfo ¿de quién se reía? Yo creo que de toda la Nación.

Lo que una no se espera es que la maquinaria del Estado --que implica tiempo, dinero y esfuerzo-- haya intervenido a fin de presionar a quienes buscaban llevar a cabo un debate judicial, aunque también en algunos casos los invadió lo personal.

De esta intromisión nada nos queda claro. Tal es el caso de Felipe de Jesús Zamora Castro, subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, de la Secretaría de Gobernación, quien criticó el proyecto del ministro Fernando Franco González, quien había propuesto invalidar las reformas constitucionales de Baja California y San Luis Potosí para defender el derecho a la vida desde la concepción. Por supuesto que este funcionario se hizo escuchar pagando un desplegado en el que firma como Felipe de Jesús, pero también lo hace con el cargo que tiene. Luego dirían que el desplegado se pagó con dinero de particulares. Más impunidad azul.

La otra intromisión en este asunto fue la de Margarita Zavala, quien habló --especificó-- como mujer y abogada (una especie de subcategoría, porque no he oído ningún caso donde se diga: hablo como hombre y abogado). Pero habría que decir que sus palabras como “mujer y abogada” no son inocentes, porque ella es la esposa de Felipe Calderón, es decir, su peso político es otro y además, no olvidar que ella es militante de Acción Nacional, por tanto dijo -en tono dulce- que la vida empieza desde la concepción.

Peor aún, trascendió que previo al debate, el Vaticano, a través del Papa Benedicto XVI, también intervino. El Vaticano, claro está, lo desmintió, pero sí lo hizo. El asunto es más grave de lo que se puede pensar, porque el Estado vaticano se metió en un asunto que le correspondía sólo a este país y a nadie más, es más, le correspondía debatir únicamente a las y los ministros. Aunque habría que decir que no era necesaria la llamada del Papa a quien se haya hecho, pues la jerarquía católica mexicana hace su tarea con los hombres del poder mexicano. Recordemos los beneficios eclesiásticos que recibieron los llamados “niños de oro” (Jesús Romero y Lenin López) del padre Uvi, para hacerle al tío Lolo en el caso de la reforma al 12 constitucional en Oaxaca hace dos años.

Estas llamadas, desplegados y declaraciones no fueron inocentes y se hicieron con recursos públicos, quizás el Papa llamó por cobrar, y seguramente sumaron a las “buenas conciencias” de quienes se oponen al derecho a decidir de las mujeres (el más preclaro de todos es Serrano Limón, no lo olvide), claro que también hicieron lo suyo los monopolios patriarcales de algunos medios de comunicación, confirmando lo que planteaba en el primer párrafo: lo menos que quieren son ciudadanas plenas de Derecho, de ahí el regateo permanente sobre sus cuerpos, sobre su participación política y el no reconocimiento a la contribución económica que millones de mujeres hacen en este país.

Al final era de esperarse el resultado. El conservadurismo se impuso bajo un disfraz que busca –dicen--reconocer la constitucionalidad de la protección a la vida desde el momento de la concepción, tal y como existe en 17 entidades del país que para ese objetivo reformaron sus constituciones locales entre 2008 y 2010, incluyendo claro está a Oaxaca, gracias a la panista Perla Woolrich, apoyada increíblemente por perredistas, priistas y la demás realeza patriarcal ulisista, que entonces --como ahora-- convivían alegre y amablemente.

En algunos estados existen excepciones de aborto, es decir, hay normas específicas que permiten a las mujeres realizar dentro de determinadas condiciones un aborto, tal es el caso de violación, pero en otros estados hay mujeres presas porque se les acusa de asesinar al producto bajo el argumento de “homicidio en relación de parentesco”.

Como sea, lo cierto es que se ha criminalizado a las mujeres que abortan y se ha llenado de obstáculos el camino para acceder a él cuando es legal. Cientos de niñas violadas son condenadas a tener el producto de la agresión sexual y, como dicen las expertas, el niño o niña se convertirá en el recordatorio permanente de la agresión sufrida y encarna una segunda violación a sus derechos como persona.

Yo me pregunto y le pregunto a ministras y ministros conservadores, a Felipe Calderón y a su abogada esposa Margarita Zavala, a la jerarquía católica y a quienes consideran que las mujeres somos incapaces de decidir sobre nuestros cuerpos ¿qué vida es la que defienden? Porque los hechos muestran que este país, el régimen de guerra contra el crimen organizado ha provocado casi 60 mil muertes, más de mil mujeres entre ellas; y cientos de jóvenes violentadas sexualmente, raptadas y condenadas a la prostitución.

Qué vida protegen si las cifras de muertes siguen aumentando como resultado del feminicidio, con nula eficiencia en la investigación y una enorme impunidad campeando a lo largo y ancho del país. En Oaxaca, esta semana pudimos cruzar información entre un recuento periodístico y datos oficiales. El resultado: 70 mujeres asesinadas en sólo diez meses. En promedio son siete las mujeres asesinadas al mes y las autoridades sólo guardan silencio y dicen verdades a medias, como las expresadas esta semana por el procurador Manuel de Jesús López en el Congreso federal.

Qué vida protegen si las cifras de muerte materna, es decir, como resultado del embarazo, parto y los 40 días posteriores al parto, siguen siendo lacerantes en México y en algunas zonas es tan terrible como en algunos países paupérrimos de África.

Qué vida protegen si la nula existencia de campañas y servicios siguen provocando desatención y olvido frente a enfermedades que van desde la anorexia hasta el marasmo, el VIH-SIDA y todos los cánceres femeninos, aunado, claro está, a la depresión cada vez más frecuente y aguda, consecuencia de la violencia, la crisis económica y la falta de oportunidades.

No entendía bien, ya despejé mis dudas: la vida de las mujeres no les importa.

Al final, lo único que me queda claro es que el patriarcado, el machismo, la intolerancia y la violencia contra las mujeres están vigentes; con estas decisiones judicializadas recobran cartas de naturalidad, mientras los derechos de las ciudadanas son pasados por la intolerancia de los intransigentes de la ultraderecha, tan viva y tan fuerte como la misoginia que las asesina.

P.D. ¡2 de octubre no se olvida!

@jarquinedgar