· * Rememoran tres mujeres cómo han vivido la
política sin ser políticas
Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico. Oaxaca, 16 octubre 2015.- El 17 de octubre de
1953, al publicarse la aprobación de la reforma constitucional del artículo 34
de la Carta Magna, las mexicanas adquirieron la ciudadanía y con ello el
derecho a votar, ser votadas y a ocupar un cargo dentro de la administración
pública.
Los diarios de aquel entonces auguraban un cambio en el
panorama político nacional, eran los tiempos en que este país era gobernado por
el presidente Adolfo Ruiz Cortines (1889-1973), quien se había comprometido
desde su campaña política a hacer realidad este viejo sueño por el que muchas
mujeres habían estado pugnando desde el nacimiento de la nación mexicana.
A 62 años de aquel suceso que llevó a las mexicanas a las
urnas dos años después y a iniciar el que ha sido un camino pausado y difícil,
una cuesta, para quienes determinaron incursionar por el camino de la vida pública,
Luz María González Esperón, Angélica
Cancino Martínez y María del Socorro Castillejos del Pino rememoran su ascenso
a la ciudadanía sin ser políticas.
Luz María González Esperón, es escritora, una cronista de la
capital oaxaqueña donde nació un 16 de noviembre de 1930. Tenía 25 años cuando votó por primera vez en
una casilla instalada en las céntricas calles de la ciudad de Oaxaca y desde
entonces nunca ha dejado de participar en los procesos electorales.
Yo sabía, explica, que el voto estaba casi listo cuando
Lázaro Cárdenas era presidente, pero no cuajó sino hasta 1953 con Ruiz Cortines
y aquel día cuando fui a votar por primera vez yo me sentía feliz, sabía que
era una gran cosa, sostiene con un cierto aire de alegría en sus palabras, que
la llevan a recordar también aquel día fue a votar acompañada de su papá,
Serafín González.
Al igual que la obtención de la ciudadanía para las mujeres,
González Esperón considera que la Paridad, sesenta años después, fue un avance
muy importante en la larga lucha de las mujeres, pero reconoce que a veces las
políticas le han decepcionado, cuando llegan a diputadas no se acuerdan de las
otras mujeres y seguimos viendo condiciones muy desfavorables.
Siempre he dicho que las leyes fueron hecha por hombres y
están hechas para ellos, dice esta mujer sin considerar que su aseveración
podría ser un claro precepto de género, luego agrega que legislaturas van y
vienen, cada vez con mayor presencia de mujeres pero pocas acciones
legislativas que realmente cambien la condición de las mexicanas, pese a que
muchas veces las promesas de campaña están basadas en mejoras para la vida de
las ciudadanas.
La autora de varios libros de historia de Oaxaca, entre
ellos su más reciente publicación, la Trilogía de Esposas Inolvidables, donde
rememora la vida de las compañeras de tres gobernantes oaxaqueños Amalia
Alfaro, María Robledo y María Luisa de la Peña, dice que lo que más le molesta
de las políticas es que actúen como los hombres, caen en los mismos vicios y en
todo lo que a ellos les hemos criticado.
Con el tiempo, agrega, los procesos electorales han
mejorado, pero no dejan de pasar chanchuyos que alteran el rumbo de las
votaciones, porque aclara que la ciudadanía más que elegir vota por aquellas
personas que ya antes han elegido los partidos políticos.
Hay mujeres bien preparadas para gobernar México
En tanto Angélica Cancino Martínez, quien nació en
Tapachula, Chiapas, pero que vive en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, desde
1956, es una asidua lectora que disfruta de su vida en Ixtepec, Oaxaca, analiza
a sus 83 años los avances de las mujeres en la política.
No tiene en su memoria con toda precisión aquella primera
vez que fue a votar en su natal Tapachula, pero lo que sí tiene claro es que
entonces hubo un gran revuelo social por la publicación de las reformas que
reconocían a las mexicanas como ciudadanas, y lo tiene bien presente porque fue
en 1953 cuando se casó.
Entonces llegabas a la casilla, dabas tu nombre y firmabas,
quizá incluso ponías tu huella, dice en referencia a que en aquel entonces
no había credenciales para votar. Para
aquellos años, sostiene, eran pocas las mujeres que íbamos a votar, con el
tiempo hemos ido adquiriendo consciencia de la importancia del voto, de lo muy
importante que es, sobre todo si hacemos caso al dicho ese que sostiene que los
pueblos tienen los gobiernos que se merecen y si no votamos dejamos en manos de
los otros las decisiones.
Cansino Martínez afirma que la paridad en política es otro
gran avance, porque en México hay muchas mujeres y muy bien preparadas, incluso
más que muchos hombres y listas para ser gobernantes.
Lectora de diarios y libros, doña Angélica Cansino no deja
de estar pendiente de los acontecimientos del mundo, “ayer estuve viendo el
debate entre los precandidatos demócratas de Estados Unidos, yo creo que la
mejor es la señora Hilary Clinton, sería bueno que ese país fuera gobernado por
una mujer”, sostiene.
Luego afirma que en México hay muy buenos prospectos para
gobernar la Nación, “a mi me gusta mucho Patricia Mercado, es una mujer muy bien preparada para gobernar
México”.
Como Luz María González Esperón, Angélica Cansino Martínez
opina que sin embargo las mujeres que aspiran a gobernar deben tener
consciencia de lo que ocurre con el resto de las mujeres y también dice que
alguna vez votó por una presidenta municipal en Ixtepec, y ganó, lo malo es que
salió muy mala como munícipe.
Pero así son las cosas, hay que seguir avanzando, algunas
serán buenas y otras no lo serán tanto.
Buen servicio y mal pago
María del Socorro Castillejos del Pino, quien nació en la
capital de Chiapas, ha estado siempre muy cerca de líderes priistas y
gobernadores, pero el poder no ha sido nunca de ella y menos los bienes que en
muchos servidores públicos tienen abundantes resultados. Aunque es contadora
privada de profesión, desde los años sesenta ha sido secretaria.
Desde muy joven estuvo involucrada en diversas actividades
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) dentro de un grupo de mujeres,
que para entonces ya gozaban de la ciudadanía otorgada en 1953.
En los años sesenta, incluso, siendo muy joven fue directora
del sector femenil de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares y
más tarde en 1962, por dedazo, reconoce, fue nombrada regidora del Cabildo de
Tuxtla Gutiérrez, por el sector campesino.
Pero el destino le daría una vuelta a su vida y a la que
prometía una carrera política, cuando en 1964 se convierte en la secretaria del
entonces presidente del PRI en esa ciudad, Rafael Gamboa Cano, con quien se
quedó a lo largo de mucho tiempo y lo siguió a petición del mismo político
durante su gestión como dirigente del PRI en el Distrito Federal.
Entonces dice, con Gustavo Díaz Ordaz los cargos sí duraban
seis años, cuando llegó Luis Echeverría los políticos se dormían con el cargo
pero a veces despertaban sin sus puestos.
Orgullosa muestra su charola como secretaria privada del
Presidente del Comité Directivo del PRI en el Distrito Federal, expedida en
febrero de 1966, posición en la que permaneció durante largo tiempo y llegó incluso
a las grandes ligas del PRI Nacional donde recuerda los liderazgos de mujeres
como Hilda Anderson una destacada dirigente de la Confederación de Trabajadores
de México; a Ofelia Castilla, en la CNOP y a Martha Andrade del Rosal, en el
PRI del DF.
Aunque Coquito, como se conoce cariñosamente a María del
Socorro Castillejos del Pino, no recuerda con exactitud como fueron aquellos
años cuando se reconoció la ciudadanía de las mujeres, expone que entonces
ellas militaban en el tricolor pero no ocupaban grandes cargos, aunque siempre
han sido una gran mayoría de las militantes y por tanto votantes de su partido.
Entonces era difícil que las mujeres destacaran en política,
el ambiente era de puros hombres y poco a poco empezaron a surgir algunos
liderazgos de mujeres, pero todo eso ocurrió ya mucho tiempo después, refiere.
Ahora, es verdad, hay muchas mujeres en política, pero no
todas resultan buenas políticas, igual que como sucede con los hombres, “diría
que son malos tiempos para hacer política para las mujeres, por el desgaste que
existe, por los intereses que ahora persiguen que no siempre son los de la
gente”.
Coquito vivió en la capital del país y por su escritorio
circularon muchos hombres y también mujeres que hoy serían los viejos de la
política, incluso durante su trabajo ahora fortuitamente ha colaborado con
hijos de algunos de esos políticos. Desde 1986 reside en Oaxaca, fue secretaria
del ex gobernador Heladio Ramírez López y terminó con él la gestión de seis
años.
A diferencia de muchos colaboradores del ex mandatario,
Coquito renta una casa, porque nadie le ayudó a tener una casa propia de
interés social, y a sus 73 años de edad sigue trabajando cada día en las
oficinas de gobierno, sin que le reconozcan sus años de servicio, por lo que ve
lejana la posibilidad de una jubilación.