Soledad JARQUÍN EDGAR
En el cotidiano hacer de las mujeres hay muchos cabos
sueltos debido, entre otras muchas cosas,
a la desigualdad, esa condición que no se entiende porque se ha
naturalizado y que causa toda clase de interpretaciones subjetivas, en específico
por parte de quienes tienen la palabra y quienes toman las decisiones.
La imposición de la costumbre como regla de vida es la
piedra angular de la desigualdad. Es normal para muchas personas que las
mujeres sean las “responsables” de la crianza de las niñas y los niños.
Es normal que todas las mujeres aspiren a casarse y
tener hijos.
Es normal que un hombre “controle” a su compañera y es
normal que esa violencia escale. Es normal que los hombres sean los jefes y
ellas las subordinadas.
Es normal que las mujeres se arreglen solo para
parecer bonitas ante ellos.
Es normal que una mujer semidesnuda aparezca en la
televisión como “gancho” publicitario para vender un coche y es normal que las
mujeres sean las principales protagonistas del sufrimiento en las telenovelas…
Es normal que exista la prostitución y que esta sea
ejercida por mujeres, como también es “ciertamente correcto” que sean los
hombres los proxenetas.
Bueno podría llenar todo este espacio con otros muchos
y diversos ejemplos que hablan de lo que es propio para las mujeres de acuerdo
a la cultura, la costumbre, lo cotidiano.
Por eso resulta difícil entender, para la gran mayoría
de la gente, a aquellas mujeres que deciden no tener hijos. Incluso hay expresiones
horrorosas sobre esas mujeres que no voy a repetir aquí, pero que se repiten
reiteradamente porque el mandato de género indica que la maternidad es un fin
en la vida de las mujeres.
Pobres de aquellas mujeres que rechazan la vida en
pareja o tener familia porque sus aspiraciones son profesionales. Sobre ellas
existe una constante presión familiar y social, porque está visto no es lo
mismo ser soltera que soltero, la valoración es diferente.
En el siglo XXI es motivo de escándalo que un grupo
numeroso o pequeño de mujeres se pare en una calle para denunciar a gritos la
violencia machista –que hay que recordar durante el gobierno de Gabino Cué
Monteagudo, ha cobrado la vida de siete mujeres cada mes-.
Tampoco se entiende que hoy las mujeres no sólo quieran
dirigir una empresa y que para ello muchas veces tengan que decidir entre su
carrera y su familia. ¡Ay, de aquella que decida priorizar a su carrera
profesional!
Bueno, hoy todos los días somos protagonistas del
escándalo que sigue causando el asunto de la paridad. He escuchado opiniones
que dicen que ahora sí con eso (de la paridad) las mujeres se volaron la barda
¡Eso sí es una exageración! ¡Un escándalo! ¡Extremistas, a dónde quieren llegar!
A quién se le ocurre que pueden gobernar ¿Quién las preparó?
Desde esos comentarios que más que risa causan
preocupación hasta los hechos concretos de amenazar, golpear y hasta asesinar a
una mujer por pretender dirigir los destinos de un pueblo. Oaxaca tiene muchos
ejemplos en ese sentido, uno reciente y notorio fue la determinación de las y
los diputados de la LXII Legislatura, azuzados por la Cofradía de Mujeres
Guardianas del Patriarcado que legislaron lo que ya conocemos como “paridad sin
paridad”, al dejar fuera a 417 municipios donde el sistema de elección es por
asambleas comunitarias. Como hemos dicho lo que hicieron las diputadas y
diputados del PRI y del PAN fue negar un derecho humano a las mujeres, un acto
de discriminación que podría entenderse incluso como un real prejuicio racista.
Sí porque se olvidaron que al menos en 100 de esos municipios no sólo no pueden
ser electas sino ni siquiera pueden votar, les está prohibido ese derecho
humano.
Pero no somos los únicos, en el vecino estado de
Chiapas algunas presidentas municipales electas, enfrentan el rigor del
machismo. Toma de carreteras y amenazas son el pan de cada día a raíz del
triunfo de mujeres en comunidades indígenas y no indígenas, en la pretensión,
yo diría estúpida, de impedir que ellas ejerzan el poder. Es decir, unos
cuantos, pretende por la fuerza evitar el gobierno de las mujeres y pasar por
encima de la decisión democrática de un pueblo.
Porque estas personas, como la ilustre diputación LXII
de Oaxaca, consideran que no es normal que las mujeres gobiernen porque la
tarea de gobierno es solo un asunto de hombres.
Ustedes saben que se llama machismo. Eso explica porque en Oaxaca no ha
habido nunca una gobernadora, apenas dos candidatas buscaron ese cargo en el
pasado proceso electoral estatal.
Es tan normal que tampoco en México hemos tenido una
presidenta. Apenas seis gobernadoras y habrá una más en los próximos meses en
Sonora y en 2016 algunos estados del norte también podrían ser gobernados por
mujeres, las cuales tendrán que dejar el pellejo en el camino.
Cierto que también hay quienes siguen pensando que los
hombres son los únicos proveedores, pero las estadísticas nos muestran cómo han
crecido los hogares jefaturados por mujeres en México.
Como también es cierto que la gente piensa –y es en
serio- que los hombres tienen una líbido más fuerte que la líbido de las
mujeres y que por eso ellos necesitan tener varias parejas o que nosotras. Pero
la verdad es que a nosotras nos enseñaron a inhibir la sexualidad porque
nuestro deber era llegar vírgenes y puras al matrimonio, en cambio ellos debían
tener “experiencia sexual” y mucha, claro, para demostrar su valía como hombres
y se normalizó por ello la prostitución, cuya base es la trata de mujeres y
niñas, que desaparecen a lo largo y ancho del país, en un país donde todo se
hace costumbre.
Hablar de
sexualidad, cosa del demonio
Bueno hoy todavía hay quienes creen que a la infancia
no hay que hablarle claro y bien de sexualidad, digo esto a propósito de los
manotazos que la derecha prianista está dando en algunas entidades donde, como
en Sinaloa, ya se aprobó la Ley de Niños, Niñas y Adolescentes, con lo que
suman más de 20 entidades, cuya pretensión es que la educación sexual sea
responsabilidad de padres y madres. Para lograr semejante cosa tendrán que
sacar a sus hijos e hijas del mundo virtual en el que hoy vivimos, volverlos
anacoretas para que no tengan contacto con el mundo real y eso quién sabe...Y
todo ello sin considerar que la educación sexual adecuada, científica, inhibe
la iniciación temprana de relaciones sexuales, evita por tanto embarazos
adolescentes, los abortos clandestinos que ponen en riesgo la vida de las niñas
y claro las enfermedades de transmisión sexual, como el VIH-SIDA, que repunta y
repunta entre la población varonil de entre 15 y 19 años de edad. Digo solo por
poner algunos ejemplos de todo lo que provoca la carencia de información.
Estos fundamentalismos suelen ser equivocados y
es la exigencia doblemoralista del
conservadurismo mexicano, vigente como el patriarcado, y que llevan a emitir
posiciones legislativas basados en la subjetividad de lo que llaman “ética
moral”. Ojalá que no le haya pedido consejo a curas pederastas o que sus ideas
sean producto de televisoras que promueven de manera permanente la híper
sexualidad de las niñas y niños ni tampoco que hayan seguido los buenos
ejemplos de algunos “muy destacados” panistas y priistas de conductas
ejemplares, como muchos de los que han sido exhibidos comprando sexo o viendo
pornografía.
Sin duda, son tiempos peligrosos que podrían seguir
marcando retrocesos infames en los derechos de las mujeres y también de la
infancia. En ambos casos consideradas unas inferiores o subordinadas y los
otros vistos como incapaces de entender y comprender sobre sexualidad.
Y todo esto sigue pasando mientras más de la mitad de
Oaxaca vive la telenovela, el drama de la educación, entre en viejo y el nuevo
IEEPO, que como lo adelantamos, no traerá ninguna sorpresa, excepto que como ya
se vio, algunos nuevos funcionarios del nuevo IEEPO mienten en su currículo, lo
cual es desde ahora una metida de pata. Así que entre estos “expertos” y la
junta que componen los funcionarios (que no funcionan), más lo que se sumará
por la respuesta aún incierta del magisterio, lo único que nos queda claro es
que no hay destino real para la educación de la infancia oaxaqueña y sigue
siendo una moneda en el aire cuyo final no se sabe a ciencia cierta.
@jarquinedgar