Mujeres y
Política
Tanivet
Soledad
JARQUÍN EDGAR
Inicia marzo
y durante el mes entero serán visibles las mujeres, so pretexto del próximo Día
Internacional de la Mujer. No es para menos, aunque deberían estar vigentes y
visibles durante todo el año por la condición de desigualdad social, política y
económica producto de la construcción del mundo: lo privado y lo público que
designó un lugar diferente y distinto para las mujeres y hombres, un lugar de
desigualdad para ellas, un sitio de privilegios para ellos. Leyes que no
consideraban la condición de género de las mujeres y por tanto que generaban y
siguen generando la violación sistemáticas de los derechos de las mujeres por
el hecho de ser mujeres.
A las mujeres
a diferencia de los hombres se les despojó, desde los primeros tiempos, de su
primera propiedad: el cuerpo; eso explica, pero sigue siendo inexplicable, el
destino que se creía y sigue creyendo ineludible para las mujeres: la
maternidad; pero también la violencia sexual que sobre ellas de manera
sistemática se comete.
Tarde muy
tarde llegamos al mundo de lo público, tal vez, estamos contando apenas poco
más de medio siglo de la incursión masiva en la educación, el trabajo, los
derechos patrimoniales, la lucha por la potestad de los hijos e hijas, el
divorcio como derecho a vivir libres, principalmente de violencia patriarcal y
luego hoy el derecho a vivir libres pero de violencia machista y el derecho que
sigue costando muchas vidas innecesariamente: a decidir sobre nuestros cuerpos.
Como cada
semana, hoy solo voy a hablar de dos casos que han sucedido en ámbitos diferentes,
incluso, diría distantes, tanto que no se acercan ni tantito, pero qué creen,
tienen el mismo lugar como principio: el nacer y ser mujeres.
Por un lado,
la violación a los derechos humanos de las internas del Centro de Reinserción
Social (Cereso) de Tanivet en Oaxaca, donde la Defensoría de los Derechos
Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) inició una investigación por tortura en
contra de seis reclusas, el resultado tras aplicar el protocolo de Estambul,
que se dará en los próximos meses está en el aire, por lo pronto hoy las
internas piden la salida de la directora del Cereso, Ángela Torres y también de
Baldemar Pérez Canseco, Subsecretario de Reinserción Social.
Pero detrás
de esta demanda, que urge decir le ha costado golpes y aislamiento a seis
internas, además de la amenaza de ser trasladadas a un penal de máxima
seguridad, tiene una larga historia que comienza con el traslado al Cereso de
Tanivet, localidad ubicada en el municipio de Tlacolula.
Hay estudios
concretos que revelan cómo las mujeres, a diferencia de los hombres, son
prácticamente abandonadas por sus familias cuando tienen la desgracia de estar
presas. Los hombres las abandonan y los hijos e hijas menores de edad
difícilmente pueden visitar a sus madres, entonces ellas se convierten en
huérfanas de sus familias. La lejanía de los centros urbanos contribuyen aún
más al abandono. Ese fue durante largo tiempo uno de los motivos por los que
ellas no querían irse del penal de Ixcotel.
Ya en Tanivet
las mujeres se encontraron con una ingrata sorpresa, la salinidad del agua del
cereso, recordemos que Tanivet se ubica sobre un subsuelo que traslada agua con
alto contenido de sales minerales, tanto que en los años setenta la realización
de obras hicieron que brotaran potentes chorros de agua salada, que se creía
venían del mar.
Pues esa agua
salada no es apta para el uso humano, sin embargo es la deben utilizar las
internas, lo que ha provocado -como lo han certificado- enfermedades de la piel
que van desde resequedad hasta hongos, así como la caída del cabello.
Durante este
proceso las mujeres han sido acompañadas por organismos de la sociedad civil,
entre ellos Mujeres Unidas en torno al Género, la Equidad y la Reivindicación
Social (MUGER), el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los
Derechos de la Mujer (Cladem), Mujeres sobrevivientes de violencia, Mujeres
Libres y un Comité pro Defensa de Reclusas de Tanivet, atendiendo desde sus
necesidades legales hasta temas relacionados con su asistencia.
Una de sus
preocupaciones más comunes es la lejanía, de ahí que ocho mujeres provenientes
del Istmo de Tehuantepec pidieran la intervención de MUGER para su traslado a
aquella región. Previendo lo que podía suceder, resultado de la estigmatización
que existe entre quienes trabajaron en el anterior sexenio gubernamental,
Rosario Villalobos decidió triangular la solicitud a través de la DDHPO.
Sin embargo,
ante la falta de respuesta, acude con el subsecretario de Reinserción Social,
Valdemar Pérez Canseco, quien sostiene que lo que piden las ocho internas es
simplemente imposible. Entonces la abogada Villalobos le explica que existe un
caso anterior, donde mediante el amparo cuatro mujeres lograron ser ubicadas en
un penal cercano a donde viven sus familiares, esto de acuerdo a lo que
establece el Artículo 18 Constitucional. El funcionario insiste que eso es
simplemente imposible y sostiene que hablará con el juez federal para “que me
las regrese”.
Por otra parte,
el servidor público estatal agrega que las mujeres de Tanivet son flojas que no
quieren trabajar, además de ser unas “huevonas” porque no quieren ni salir a
hacer ejercicio. Lo peor es que el funcionario admite que su esposa había
puesto una “tiendita” dentro del Cereso donde les vendía de todo, pero que las
internas la sacaron, “les vendía hasta los calzones, yo conozco los calzones de
cada una”, expresó entonces el famoso Subsecretario de Reinserción Social.
Yo pregunto
¿por qué? De qué estaba hablando este servidor público que sigue molesto con
las internas porque truncaron el negocio familiar dentro del Cereso de Tanivet.
De la
solicitud de las cuatro internas tuvo conocimiento el gobernador Gabino Cué,
quien fue abordado en un evento y ordena al entonces Secretario de Seguridad
Pública, Alberto Esteva Salinas, atienda a Villalobos con “su tema”. Molesto el
ex servidor público sostiene que el estará atento desde las 5 de la mañana que
acuda cuando quiera. La cita se concreta para el siguiente día a las 6 de la
mañana. Finalmente, Esteva Salinas sostiene determinantemente que la solicitud
de las internas para ser trasladas a su región de origen es simplemente
imposible.
El pasado 14
de febrero, las internas se inconformaron debido a la permanente y constante
violación a sus derechos humanos, de ahí que como medida de protesta se niegan
a asistir al pase de lista y a tomar sus alimentos. La gota que derramó el vaso
fueron las nuevas disposiciones de la recién llegada directora Ángela Torres,
quien ordena que frente a ella o cualquier otra autoridad del penal las
internas deberán “colocar sus manos detrás de la espalda y hacer una reverencia”.
Se creerá princesa o reinita. Además de
advertirles que ha estado en penales de máxima seguridad en el país y “tengo el
modo de trabajo de EE.UU y vengo hacer un penal como esos”, apunta la
originaria de Sinaloa, quien ha laborado en un penal de Quintana Roo.
Ese mismo
día, las reclusa de Tanivet demandan la presencia del Secretario General de
Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval, quien no se interesa ni ocupa del problema. Las
demandas de las reclusas del Cereso de Tanivet están relacionadas con sus
derechos humanos, de ahí que una de las principales sea la adecuación del
contenido a su dieta diaria. Asistencia médica y medicamentos. Ampliación de
sus prendas de vestir, incluso más abrigadoras. Respeto a la permanencia de sus
hijos e hijas que aún requieren cuidados maternos (en general son 15 menores de
edad). Personal de custodia femenino y no masculino.
La respuesta
de la directora Torres y del subsecretario Pérez Canseco ha sido totalmente
arbitraria, incluso tras la visita del presidente de la DDHPO, Arturo Peimberg,
entró al penal un grupo de policías antimotines, quienes por la fuerza hicieron
que las internas volvieran a sus celdas y posteriormente subieron por seis de
ellas cuyos nombres me reservo. Primero ordenan que se desnuden delante de
todos los elementos de seguridad, quienes se mofan de ellas; uno de los
policías les acerca un perro para que les huela sus genitales, mientras los
otros seguían divirtiéndose con las perversidades de sus compañeros y por esa
humillación no fuera suficiente, las mujeres son brutalmente golpeadas, para
posteriormente aislarlas.
Gabino Cué
tiene sobre sus hombros una grave acusación por la violación a los derechos
humanos de las reclusas, que evidencia indudablemente que entre el discurso y
los hechos hay un abismo hecho por los malos funcionarios, cuyas perversiones
son manifestadas en hechos tan deleznables como el narrado por las mujeres
reclusas de Tanivet y que sucedieron durante la última semana.
Incluso han
tenido que interponer un amparo ante la amenaza de la directora Ángela (o
Demonio) Torres, quien afirma que las enviará al penal de alta seguridad
ubicado en Nayarit. ¿Con qué pretexto? ¿Será posible que Gabino Cué atienda lo
que está sucediendo y reconozca que quizá se equivocó y sigue equivocando en el
nombramiento de algunos funcionarios como son los casos de señor de la tiendita
Valdemar Pérez Canseco y la señora Ángela Torres que en unos cuantos días ha
sacado el cobre?
Este par,
tras la salida Peimberg quien visitó el penal, ordenó retirar los muebles del
comedor, lo que implicó que las mujeres tuvieran que comer en el suelo ¿Como
para qué?
Lo que se
nota en todo este lamentable proceso y que marca de nueva cuenta la violencia
contra las mujeres y la violación a sus derechos es la ausencia de la titular
del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, Anabel López, quien seguramente esta
ocupada preparando una magna “celebración” por aquello del 8 de marzo y sus
“magníficos” resultados al frente de la institución.
Lo que ha
trascendido sobre este mismo Cereso es que la siguen los actos de violencia
contra las internas, es decir, indudablemente la mancuerna de Valdemar y
Ángela, una representación de los bárbaros del patriarcado, se pasan por el
arco del triunfo el amparo interpuesto por las internas y las medidas
cautelares que la DDHPO otorgó a las seis internas golpeadas.
¡Ay Gabino!
¿Qué te hicieron las mujeres?
@jarquinedgar