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Mujeres y Política
¿Confianza?
Soledad JARQUIN EDGAR
La confianza, según la Real
Academia Española, es la esperanza firme que se tiene de alguien o algo. Es
también seguridad que alguien tiene
en sí mismo. Ambas acepciones nos permiten preguntar ¿tiene la
ciudadanía, las y los votantes, confianza en sus candidatos y candidatas? ¿Ven
en ellos y ellas esperanza firme? ¿Se tienen tanta confianza las y los
aspirantes de los partidos políticos en sí mismos como para pensar que pueden
ganar la confianza de quienes acudirán a las urnas el próximo 7 de junio en 16
entidades del país? ¿O en Chiapas el 19 de junio?
Lo que permea en estas elecciones es todo lo
contrario, al menos entre quienes irán a las urnas a elegir a nueve
gobernadores: Baja California Sur, Sonora, Nuevo León, San Luis Potosí,
Querétaro, Colima, Michoacán, Guerrero y Campeche. Otras 16 entidades renovarán
sus Congresos locales, en tanto que en el Distrito Federal serán electas las
personas que integrarán la asamblea, en total serán, entre mayoría relativa y
representación proporcional, 645 futuros legisladores y legisladoras.
El sistema es tan complejo que también habrá
boletas para decidir quienes deben gobernar en 903 municipios más las 17
delegaciones del Distrito Federal, en Oaxaca también serán electas autoridades
municipales mediante la modalidad de sistemas normativos internos, más o menos
cien más; y por si fuera poco en todo el país también habrá elecciones para
renovar a los 300 diputados por voto directo y 200 más plurinominales que integrarán
la nueva legislatura federal.
Ahora mismo los desacreditados partidos
políticos hacen circo, maroma y teatro para elegir a esos personajes de buscan
dominar la escena pública en los próximos meses y ganar la confianza ciudadana
para obtener los votos que los lleven al poder. Y ese es el problema.
Tras los traspiés de los gobiernos municipales,
estatales y federales en todas las estructuras de gobierno, las campañas
políticas y los comicios son verdaderas afrentas para la población mexicana que
no ve la suya y sí puede hoy, más que nunca, observar la grave descomposición
de las aguas negras y putrefactas en se bate la llamada “clase política” con el
resultado que ya conocemos: estos más de dos mil nuevos personajes que serán
electos, lo serán, por cada vez menos votantes.
El
abstencionismo, a pesar de las millonarias campañas políticas, en un país cada
día más pobre, es resultado solo de la desconfianza que la población votante
tiene en los partidos políticos y peor aun en quienes serán sus abanderados.
Salvo casos excepcionales muchas y muchos son ampliamente conocidos por la
ciudadanía. Los mismos o casi las y los mismos de siempre, conocidos por
“defender” sus intereses particulares que los intereses de la población.
Este no es el sentir de un grupo social, no es
el sentir de una parte de la población. El Informe País sobre la Calidad de la
Ciudadanía en México revela datos que demuestran que hay un descrédito del
sistema político mexicano y por ende de los partidos políticos.
Por ejemplo, el 52 por ciento de la población
joven de 18 y 29 años, no se identifica con ningún partido político. Estamos
hablando de poco más de 20 millones de mujeres y hombres de los cuales 12
millones no tienen ninguna afiliación partidista o mejor dicho no se
identifican con esos institutos, la consecuencia lógica es que son apáticos al
momento de votar, no se interesan por quienes son los candidatos ni mucho menos
por sus propuestas de campaña. Del otro lado, los partidos políticos no logran
convencer o ni siquiera acercarse.
Hay un sentimiento que ahonda la separación
entre gran parte de la juventud y el sistema político mexicano, resultado, en
parte, de la indiferencia real mostrada tras la desaparición de los 43
normalistas de Ayotzinapa, además de otros fenómenos que se reflejan desde hace
muchos años en su vida cotidiana y que es real y brutal como la falta de
oportunidades en educación, trabajo y recreación.
Estamos hablando de jóvenes, mujeres y hombres,
de todas las clases sociales y no únicamente de los más afectados por la crisis
que desde las instituciones políticas se ha construido año tras años,
recordemos la frase que dice: México una fábrica de pobres. Frente a esa
condición la pregunta es simple: ¿Cómo generar confianza entre este amplio
sector de la población? ¿Qué dejarán en garantía quienes aspiran a ocupar una
gubernatura, una curul en el ámbito federal o estatal, una presidencia
municipal? ¿Sabrán que ya no confían en sus promesas de campaña, porque
sistemáticamente estas no se reflejan en la vida de las personas?
Entre las revelaciones del Informe País destaca
el hecho de que hoy votan más las mujeres que los hombres. ¿Votarán nuevamente
las mujeres por los hombres? ¿Habrá paridad en las candidaturas? En apariencia
sí pero a los resultados nos remitimos.
En un país permeado por la violencia que afecta
a toda la sociedad, la población joven y las mujeres de todas las edades
resultan ser las más afectadas.
La violencia feminicida, que ha existido como
resultado del patriarcado, el machismo y la misoginia, tiene por lo pronto un
recuento hecho por las propias mujeres con resultados atroces, desgarradores y
muy dolorosos a lo largo de las últimas dos décadas. Un recuento de asesinatos
de mujeres, recordaba la doctora Francesca Gargallo, inició en Ciudad Juárez,
Chihuahua, pero otra vez la realidad supera todo y es inocultable, por lo que
este ejercicio de contar a las mujeres asesinadas se ha extendido en todo el
país y como en el caso de la violencia que golpea a los varones jóvenes, no
tiene respuestas, por el contrario es un caldo en ebullición que cultiva la
injusticia, la corrupción y la omisión derivada de la actuación de quienes hoy
gobiernan México.
La desconfianza es generalizada. No hay
esperanza firme en alguien o algo y menos en los políticos que mienten y
olvidan sus promesas. Menos en los partidos políticos atravesados, como hemos
visto y ahora casi de manera cotidiana lo sabemos, por el narcotráfico, la
tentación del dinero del diablo que aceptan sin chistar gobernantes emanados
del PRI, del PAN o del PRD y también de la chiquillada; ya sea en el norte, en
el centro o en el sur del país.
¿Cómo entonces creer que las elecciones del
2015 podrán marcar o hacer la diferencia? ¿Cómo aceptar que hoy aspiren a
ocupar un cargo de elección popular las mismas personas de siempre? ¿Cómo
explicarse la danza de candidatos de un partido a otro? ¿Qué harán para que la
población joven asista a las urnas? ¿Cómo hacer para que las mujeres, que son
quienes más votan, lo hagan por otras mujeres y qué esas mujeres electas tengan
conciencia de la condición social de las mujeres?
Las elecciones 2015 serán difíciles. La
confianza en el sistema político mexicano está perdida, la desconfianza se robó
la esperanza.
Contra el margen
Sorpresas te da la vida. La semana pasada la
sorpresa la dio Heliodoro Díaz Escárraga conocido también como “el papá del
año”, cuando presumió el regalo que supuestamente le había dado a su hijo, un
lujoso y costoso automóvil. Ambos, padre e hijo del mismo nombre y apellido, perdieron
aparentemente el cargo público federal que tenían como consecuencia de ese
detalle cariñoso, uno en el Infonavit y el junior en Liconsa. Pero como el
cinismo es grande, Díaz Escárraga papá se enlistó en busca de una candidatura
en su partido, el PRI.
Pero la sorpresa de esta semana la dio otro
priista de hueso colorado hasta hace muy poco tiempo, me refiero al istmeño
José Antonio Estefan Garfias, alguna vez aspirante a la gubernatura de Oaxaca
por el tricolor, delfín de Diódoro Carrasco Altamirano, hasta que le ganó la
partida José Murat y lo dejó con todo y propaganda a mitad del camino.
Pues Estefan Garfias, quien en diciembre pasado
renunció al gobierno del Estado, donde era Secretario de Vialidad y Transporte
(y que repartió concesiones a diestra y siniestra como último acto de gobierno
al lado del gobernador Gabino Cué), es ahora pre candidato de MORENA. Es cuando
se entiende que para muchos hombres estar en la política es una prioridad
suprema y que los principios son cosa del pasado.
Pero me resulta aún más difícil entender a
quienes han conformado a lo largo de los últimos tiempos a MORENA y que han
aceptado aparentemente a Estefan Garfias en las filas del enemigo público
número uno del priismo nacional: Andrés Manuel López Obrador. Así es la política.
De ahí que no haya confianza en los políticos. Dicen que para que la cuña
apriete debe ser del mismo palo. Frase que se aplica tanto al ex funcionario
estatal como al dirigente de MORENA. Ambos son hojas caídas del árbol de tres
colores.
@jarquinedgar