Mujer: Elogio de mi cuerpo.
Por: Noemí Domínguez Gaspar *
La boca
(fragmento)
(fragmento)
Entre labio y labio
cuánta dulzura guarda
mi boca abierta al beso,
estuche en que los dientes
muerden vívidos frutos,
cuenca que se llena
de jugos intensos
de ágiles vinos
de agua fresca,
donde la lengua
leve serpiente de delicias
blandamente ondula,
y se anida el milagro
de la palabra.
cuánta dulzura guarda
mi boca abierta al beso,
estuche en que los dientes
muerden vívidos frutos,
cuenca que se llena
de jugos intensos
de ágiles vinos
de agua fresca,
donde la lengua
leve serpiente de delicias
blandamente ondula,
y se anida el milagro
de la palabra.
Alaíde Foppa /
Elogio de mi cuerpo
En el centenario del nacimiento y a
más de tres décadas de la desaparición forzada de Alaíde Foppa, sumamos un
esfuerzo colectivo para sobreponernos a aquellas historias que nos lastiman.
Decidimos honrar con la palabra, con las acciones, a aquellas personas, y en
particular a esta escritora que nos fue arrebatada, como quien arrancará el
resplandor de una luna llena en una noche que parece no tener fin, es esa
oscuridad fría y dolorosa de la violencia de Estado, las desapariciones
forzadas, al igual que los feminicidos, son crímenes de lesa humanidad.
Después de este preámbulo agridulce,
diré que el cuerpo ha sido un tema recurrente en varias corriente literarias,
entre las cuales se encuentran escritoras como Alaíde, quien presento una
particularidad, enunciar a través de este elogio, cada parte de su cuerpo de
mujer, para sí misma, sin duda, para su goce, para dejar evidencia de su paso
por este mundo. Su obra “elogio de mi cuerpo” es un acto sublime de
transgresión, que ella dividió en dieciocho apartados (ojos, cejas, nariz,
boca, orejas, pelo, manos, pies, senos, cintura, sexo, piel, huesos, corazón,
venas, sangre, sueño y el aliento). Reflexionar en torno a esta obra me parece
fundamental en estos tiempos en que nuestros cuerpos, en lo colectivo y en lo
individual no son enajenados, sustraídos, violentados, este conocimiento del
cuerpo ha sido por mucho tiempo, una actividad estrictamente negadora. Hasta no
hace algunas épocas, este era un conocimiento en tercera persona, en torno al cuerpo reinaba una atmósfera de
incertidumbre.
Del racionalismo
devino el dualismo mente-cuerpo que configuraba parte de la ideología en la
modernidad occidental, el cuerpo había sido visto preponderantemente como un
mero "objeto", tolerablemente de ser disociado del verdadero
"ser" la razón o el alma, de la cual, además, se esperaba que
ejerciera el control sobre la materia corpórea y sus siempre sospechosos
impulsos(de la naturaleza, no domesticada, a la cual estábamos- estamos-
asociadas, las mujeres).
Considero que históricamente, dentro de la
conformación de nuestro Estado-nación-capitalista y patriarcal, se han establecido
mecanismo de control que desmovilizan a las personas, particularmente a la
mujeres; parto de que dichos limites se pueden leer en el cuerpo y en la
sexualidad, incidiendo en la vida privada y colectiva, y estas a su vez tienen
expresiones de regulación pero también de una fuerte represión, derivada
principalmente de la instauración de miedos, prejuicios y tabús.
Ahí radica la importancia de nombrar lo invisibilizado, el
placer de la palabra que nos nombra en
el mundo ¡Mujer! ¡Cuerpo! Encuentro totalmente pertinente poner en el centro
del debate, de la creatividad, de la reflexión, la diversidad que permea
nuestros soportes físicos en este mundo material, los cuerpos de las mujeres[1],que
han sido no sólo enfermados, censurados, mediados, cosificados, violentados y
negados en algunos espacios de la vida pública y privada.
Nuestros cuerpos como mujeres, han sido expropiados no sólo
para la reproducción de la vida, sino también como cuerpos para otros, como se
podría analizar a profundidad en el ámbito sexual y erótico, el hecho de
ser-cuerpo no ha podido ser a priori un acto primigenio y “natural”, así
como tampoco lo podría ser la vindicación de autonomía para con nuestros
cuerpos, cuya defensa surge a partir de diversos procesos de reflexión y autoconciencia
en colectivos de mujeres que se cuestionan el orden establecido y su lugar en
el mundo.
Elogio de mi cuerpo, es una muestra de la literatura
feminista abocada al uso del lenguaje metafórico en el ámbito del cuerpo y lo
erótico, una obra cuya estética podría ser tildada de obra narcisista, sin
embargo, me parece que es el reflejo, la declaración abierta y pública del
cuerpo de todas, sin egolatrías ni falsos arquetipos, su obra refleja la
diversidad de mujeres, en cuyos cuerpos hay abundancia, pasiones y amores.
Para la mujer que yo quiero, que
irrumpió en mí, en el tiempo y a la distancia.
* Antropóloga feminista,
nacida en el último suspiro de la Oaxaca de los 80's, ciudadana del mundo
mundial.
[1] Los cuerpos de los hombres
también han sido regulados por el sistema capitalista-patriarcal, sin embargo
considero que presenta otros matices que no giran necesariamente en torno a la
sexualidad, sino a la imposición de una masculinidad hegemónica basada en el
uso de la fuerza a través de la violencia.