Palabra
de Antígona
¡Qué
responda la Secretaría de Salud¡ Cáncer de mama
Por
Sara Lovera
Las
cifras de la Secretaría de Salud son contundentes. En 2013 murieron cinco mil
600 mujeres por cáncer de mama, es decir en promedio 15 cada día. Se trata de la primera causa de muerte
en las mujeres mexicanas y significa que ocho mujeres de cada cien mil en el
próximo tiempo tendrán cáncer de mama. 18 mil nuevos casos fueron detectados el
año pasado. La incidencia, declararon las autoridades, va en aumento.
El
19 de octubre se ha designado como el día mundial de lucha contra este uno de
los dos cánceres femeninos que se llevan a las mujeres en edades productivas.
Por ello desde el 1 de octubre edificios, palacios, monumentos y sedes
parlamentarias, en un acto simbólico se iluminaron con luces rosas. Eso durará
todo el mes y se trata de sensibilizar sobre el problema.
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que unas 400 mil mujeres mueren
al año en todo el mundo por el cáncer de mama. La mayoría de las muertes
ocurren en los países de ingresos bajos y medios, donde la mayoría de las
mujeres se diagnostican en estadios avanzados debido a la falta de
sensibilización sobre la detección precoz. Pero hay que reconocer que existen
obstáculos al acceso a los servicios de salud y, en el caso de México, escasez
de mastógrafos, aparatos fundamentales para el diagnóstico y el tratamiento.
¿Eso
qué significa? Veamos: Las tasas de supervivencia del cáncer mamario varían
mucho en todo el mundo, desde el 80 por ciento o más en América del Norte,
Suecia y Japón, pasando por un 60 por ciento aproximadamente en los países de
ingresos medios, hasta cifras inferiores al 40 por ciento en los países de
ingresos bajos. Se le reconoce como un problema de salud pública, pero no se
invierte en mastógrafos y las campañas mediáticas no tienen un reflejo directo
en las mujeres.
La
bajas tasas de supervivencia observadas en los países poco desarrollados,
explica la OMS, se debe principalmente a la falta de programas de detección
precoz, que hace que un alto porcentaje de mujeres acudan en busca de atención
médica con la enfermedad ya muy avanzada, debido a la falta de servicios
adecuados para el diagnóstico y tratamiento, no sobreviven.
Toda
la campaña, sin embargo, está centrada en nuestros democráticos medios de
comunicación, en la capacidad de las mujeres para hacerse un auto examen y
acudir al médico cuando encuentran una bolita en sus senos, algún tejido
acumulado, una molestia, algo. Y cuando van a sus exámenes, suponiendo que se
hayan detectado alguna de estas cuestiones, las atienden tardíamente; insisto
no hay suficientes mastógrafos. Y me pregunto por qué este descuido, por qué
esta indiferencia, porque en octubre, el octavo mes según el calendario
gregoriano y las lunas románticas, se hace tanta alharaca y no existen medios,
grupos, mecanismos, acciones, para tomar cuentas a la Secretaría de Salud y a
las autoridades del Instituto Mexicano del Seguro Social y qué pasa con los
hospitales de los estados de la República. Las muertes son evitables, no
tendría que multiplicarse esta desgracia.
De
acuerdo con las declaraciones al comenzar octubre, la Secretaría de Salud dijo
que en 2012 la incidencia del cáncer de mama era de 17.1 por cada 100 mil
mujeres y que en 2013 aumentó al 17.5 por ciento. ¿Esto es solo responsabilidad
de las mujeres? Esto es lo que realmente preocupa.
De
acuerdo a un reporte del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se
subutiliza el equipo para detectar cáncer de mama (CaMa), a pesar de que este
mal es la primera causa de muerte por tumores malignos en las mexicanas; en
algunos casos hay mastógrafos que llevan hasta tres años sin usarse, porque
están descompuestos y porque falta personal capacitado que realice las
mamografías.
Encontré
que en el Estado de Hidalgo, la delegación del IMSS no realizó mamografías de
2006 a 2008, debido a que el único mastógrafo con el que contaban “se
encontraba descompuesto”. En esta entidad mueren 8.1 hidalguenses por cada 100
mil mujeres de 25 años y más. Ellas forman parte de las cinco mil 600 mexicanas
de esa edad que murieron por esa enfermedad en 2013. Veracruz, los sabemos por
los estudios, tiene el segundo como hace años, en esta grave incidencia. Si se
sabe, porque no se actúa.
Se
trata de un problema de salud pública, que como la mayoría de las muertes de
mujeres se puede evitar si hay una detección oportuna. Informes oficiales
confirman, lo acaban de hacer el 1 de octubre, el 90 por ciento de los casos se
detecta en etapas tardías. Además, en promedio, las mujeres con cáncer de mama
son diagnosticadas a los 58 años de edad, cuando pudieron tener los primeros
síntomas a los 43, según el
Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva.
Pero
hay más. Pese al crítico
panorama, el IMSS no prioriza la detección de este cáncer mediante la
aplicación de mamografías. Muestra de ello es que en la delegación poniente del
Estado de México, de los 10 mastógrafos con los que cuenta, cinco no funcionan
porque tres de éstos están descompuestos y dos no operan por falta de personal
capacitado para realizar el estudio. ¿Hoy? No sabemos. Los aparatos que funcionan
en ese lugar eran operados por cuatro médicos radiólogos en 2011, quienes entre
2005 a 2010 tomaron 36 mil 362 mamografías a las mexiquenses derechohabientes.
Nada
nos hace pensar que las cosas cambiaron, sobre todo si los datos de 2013 hablan
de un aumento. ¿Por qué nos dejan a las mujeres la responsabilidad? Además de
las luces color de rosa que hoy iluminan los edificios; la campaña de medios
que insiste, reitera, manifiesta que las mujeres deben auto cuidarse, lo
que debía hacerse es una real campaña en los hospitales,
casa por casa, clínica por clínica, suficiente inversión y dinero, prioridad y
no demagogia. Nos llenamos los ojos y las cabezas de promesas con el famoso,
olvidado e inoperante programa del Seguro Popular, por ejemplo. Necesitamos
mastógrafos en todo el país.
De
acuerdo con los estudios el cáncer de mama tiene incidencia especialmente en
los estados del centro, el norte y los cercanos al Golfo de México, según el
diagnóstico. Había que ir más allá que ponerse un bonito lazo rosa. Urge una
cruzada de información fidedigna, ahora que estrenamos y festejamos la paridad
política de 50 por ciento mujeres y 50 por ciento hombres, ahora que nos
aseguran que la tercera línea estratégica del Plan Nacional de Desarrollo es
generar una cultura de igualdad; ahora que las mujeres valemos tanto, según los
discursos y brillantes anuncios de avance.
Cuando
encontré las informaciones referidas, en fuentes serias, diversas y en
testimonios, me acordé que hace unos 20 años, una red de salud en el Distrito
Federal, detectó que el otro cáncer femenino, el cérvico uterino, que significa
el 10 por ciento de las muertes en mujeres productivas. Entonces teníamos la
convicción de que iba en aumento, descubrimos que miles y miles de pruebas
clínicas, no se habían estudiado por falta de reactivos, especialmente en los
estados del sur, como Oaxaca, Chiapas y Veracruz.
Evidentemente
sucede que no hay voluntad política y que si las mujeres acuden al examen
llamado Papanicolaou, no hay forma de diagnosticar el cáncer cérvico uterino,
tampoco hay aparatos. Y cuando ya está en proceso el mal, entonces hay que
tener un servicio que se llama citología de base líquida que confirma el
problema, luego hay que tener una clínica de displasia donde con un colposcopio
se ayuda. Cada clínica (un aparato en realidad) cuesta un millón de pesos,
nada, si se compara con el significado de las mujeres que mueren por cáncer
cérvico uterino. Esta una segunda preocupación.
Me
temo que a pesar de las presiones de grupos de mujeres de aquella época, de los
programas y los anuncios, hoy nos encontraremos con sorpresas muy
desagradables, por ejemplo en el Distrito Federal y seguro en aquellas
entidades donde es claro que los gobernadores desviaron los recursos para
salud.
Hacer
conciencia es fundamental, ponernos el lazo rosa, pero también pedir cuentas es
lo importante. No puede haber un México en paz, en tanto la indiferencia nos
rodea y vemos con tranquilidad tanta desgracia.