“ESTADÍSTICAS A PROPÓSITO DEL…
DÍA INTERNACIONAL CONTRA EL
CÁNCER DE MAMA
(19 DE OCTUBRE)”
DATOS
NACIONALES
·
En 2012, el Distrito Federal es la entidad
que realiza más mastografías a nivel nacional (34.3 por ciento).
· El cáncer de mama es la principal neoplasia que
presenta la población mexicana de 20 años y más en 2012, principalmente en las
mujeres (30.9 por ciento).
·
En 2012, de cada 100 fallecimientos por
tumores malignos en mujeres de 20 años y más, 15 son por cáncer de mama.
· La
entidad con la tasa más alta de mortalidad por cáncer de mama en 2012 es Coahuila
(28.58 de cada 100 mil mujeres de 20 años y más).
Uno
de los cánceres de mayor incidencia a nivel mundial es el de seno. Según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se detectan 1.38 millones de
nuevos casos y fallecen 458 mil personas por esta causa. Actualmente, la incidencia
de este tipo de cáncer es similar en países desarrollados y en desarrollo, pero
la mayoría de las muertes se dan en países de bajos ingresos, en donde el
diagnóstico se realiza en etapas muy avanzadas de la enfermedad. En América
Latina y el Caribe, el cáncer de mama es el más frecuente entre las mujeres, de
acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2012, se detectó
esta neoplasia en más de 408 mil mujeres y se estima que para 2030, se elevará
un 46 por ciento (OMS, 2014c; OPS, 2014).
Considerando que este cáncer se
puede detectar fácilmente en etapas tempranas y así favorecer un tratamiento, es
importante promover la autoexploración mamaria, primer paso para la toma de
conciencia de la enfermedad; por ello a nivel mundial, octubre es el “Mes de
sensibilización sobre el cáncer de mama” y el 19 de dicho mes el “Día
Internacional contra el cáncer de mama”. En este sentido, con el propósito de
apoyar esta ardua labor, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI), presenta un panorama general de esta enfermedad en la población
mexicana.
PREVENCIÓN
Este
tipo de cáncer se origina en el tejido mamario, por lo general en los conductos
lácteos, que llevan la leche materna hacia el pezón (carcinoma ductal) o en
otras partes de la mama llamados lobulillos que es donde se produce la leche
materna (carcinoma lobulillar), aunque otras zonas de la mama también son
susceptibles de desarrollar alguna neoplasia (MedlinePlus, 2013).
Si
bien no existe una causa directa para padecerlo, se han identificado factores
que en combinación con variables ambientales y genéticas (presencia de los
genes BRCA1, BRCA2 o P53) contribuyen a su aparición. Entre estos destacan la
obesidad; el tabaquismo; el consumo de alcohol; la exposición prolongada a
estrógenos endógenos, como en el caso del inicio de la menstruación a edades
tempranas, la menopausia tardía, y el primer parto a una edad madura; la toma
de hormonas exógenas, como las presentes en anticonceptivos orales y
tratamientos de sustitución hormonal. Asimismo, también hay factores
protectores como el ejercicio, una dieta balanceada con baja ingesta de
proteína animal y la lactancia materna (OMS 2013 y 2014b).
Ante este panorama resulta
fundamental la prevención y detección temprana de esta enfermedad. Por ello, es
importante que las mujeres se realicen una autoexploración mamaria mensual para
detectar algún cambio en la forma o textura de las mamas, la aureola y el
pezón, como engrosamiento de la piel o masas debajo de ella, hoyos, piel
escamosa o hinchada, así como secreciones que podrían ser signo de alerta para
ir a consulta con un médico. En los países en desarrollo, la autoexploración es
la medida preventiva del cáncer de mama por excelencia, mientras que en los
países desarrollados es la mastografía, que permite observar imágenes con alguna
alteración, y en caso de tenerla, es necesario realizar una biopsia para
analizar las células para descartar su malignidad o bien, conocer su estadio de
desarrollo (OMS, 2014c; Secretaría de Salud [SSA], Subsecretaría de Prevención
y Promoción de la Salud [SPPS], 2014).
En nuestro país, según la Norma Oficial Mexicana NOM-041-SSA2-2011
para la Prevención, Diagnóstico, Tratamiento, Control y Vigilancia
Epidemiológica del Cáncer de Mama, se deben contemplar tres medidas de detección:
la autoexploración, el examen clínico de las mamas y la mastografía. La
autoexploración debe realizarse a partir de los 20 años, el examen clínico a
partir de los 25 años y la mastografía de los 40 a los 69 años, cada dos años.
En las mujeres mayores de 70 años, la mastografía se realiza bajo indicación
médica ante antecedentes heredofamiliares de cáncer de mama; este estudio no se
recomienda en mujeres menores de 40 años, pero puede realizarse si existe algún
indicio de alteración de los senos en el examen clínico de mamas (Diario
Oficial de la Federación [DOF], 2011).
Durante 2012, las entidades
que realizaron el mayor número de mastografías en instituciones de salud
públicas son el Distrito Federal (34.3%), Nuevo León (7.8%) y Veracruz (5.6%),
mientras que en el otro extremo se encuentran Tabasco, Tlaxcala (0.5% cada una)
y Campeche (0.3 por ciento).
Las campañas anuales de
mastografías de tamizaje, dirigidas a toda la población femenina de 40 años y
más fueron instauradas hace más de 20 años en países desarrollados; y en México
se ha realizado un gran esfuerzo en los últimos años para cubrir al mayor número
de mujeres de esa edad, lo que permite una detección temprana de cáncer de mama
en mujeres aparentemente sanas mejorando la atención oportuna y la calidad de
sobrevida, además de constituir una de las medidas más importantes frente a
esta enfermedad (Lara Tamburrino y Olmedo Zorrilla, 2011).
MORBILIDAD
La mastografía además de ser
útil para el tamizaje, es un examen de diagnóstico, que se realiza para evaluar
el estado de salud de la mujer cuando existe alguna sospecha o síntomas
clínicos de cáncer mamario (DOF, 2011). En este diagnóstico es relevante
conocer el estado del tumor, que es la gravedad o avance del mismo, el cual se
determina con base en el tamaño o extensión y su diseminación en el cuerpo, lo
que permite planificar el tratamiento a seguir y el pronóstico de la persona.
Para el cáncer de seno, los estadios son cinco, que van del 0 que es un cáncer
in situ o focalizado al IV, donde el cáncer se ha diseminado a otras partes del
cuerpo, generalmente a los huesos, pulmones, hígado o cerebro (Instituto
Nacional del Cáncer, 2014).
En
2012, el cáncer de mama es la principal causa de morbilidad hospitalaria por
tumores malignos entre la población de 20 años y más (19.4%) y en las mujeres tres
de cada 10 son hospitalizadas por esta causa, en tanto que en los varones representa
apenas 1.2 por ciento.
Como
se observa, esta enfermedad no es exclusiva de las mujeres, aunque las afecta más
a ellas, debido a sus características biológicas y fisiológicas. Por eso, es importante
sensibilizar a toda la población para su identificación temprana, porque el retraso
en el diagnóstico adecuado impacta en la sobrevivencia de la persona; los
varones generalmente llegan a consulta con cáncer en estadios III o IV, dificultando
o imposibilitando el tratamiento terapéutico (Martínez-Tlahuel, Arce, y Lara,
2006).
Durante los últimos siete
años en México, la incidencia de cáncer de mama (número de casos nuevos por
cada 100 mil personas de cada sexo) para la población masculina de 20 años y
más se ha mantenido relativamente estable y a la baja desde 2011, al pasar de
0.70 a 0.37 casos nuevos en 2013. En las mujeres, la tendencia no es tan clara,
con años de ligeros descensos y posteriores repuntes, pero destaca que en 2012 se
presenta la incidencia más alta del periodo con 26.64 casos nuevos por cada 100
mil mujeres de 20 años y más. Lo que significa que desde 2012 por cada caso
nuevo detectado en hombres, se detectan 26 en mujeres.
En 2013 la incidencia más
alta de neoplasias mamarias se presenta en las mujeres de 60 a 64 años (67
casos nuevos por cada 100 mil mujeres del mismo grupo de edad), seguidas por
las del grupo de 50 a 59 años (53 casos nuevos) y de las de 45 a 49 años (46 casos
nuevos). Estos datos concuerdan con lo reportado a nivel internacional, donde
se señala que son las mujeres mayores de 40 años en quienes principalmente
incide la enfermedad, aunque se ha encontrado que en países de bajos y medianos
ingresos se está dando un incremento de casos en mujeres en edad reproductiva (de
15 a 49 años) (Knaul, Bhadelia, Gralow, Arreola-Ornelas, Langer y Frenk, 2012).
Por entidad federativa,
durante 2013 los estados con el mayor número de casos nuevos de tumores malignos
de mama son Campeche (119.00 casos por cada 100 mil mujeres de 20 años y más),
Aguascalientes (53.91 de cada 100 mil) y Jalisco (50.26 de cada 100 mil);
mientras que en Hidalgo, Guerrero y México, la detección de casos nuevos de
neoplasias mamarias es la más baja del país (9.90, 8.19 y 8.04 por cada 100 mil
mujeres de ese grupo de edad, respectivamente). Se observa que de las 32
entidades federativas de nuestro país, la mitad de ellas presentan una
incidencia superior a la media nacional y la otra parte está por debajo.
Las tasas más altas de
morbilidad hospitalaria de mujeres por cáncer de mama, las presentan las de 60
a 64 años (212.51 casos por cada 100 mil mujeres de ese grupo de edad),
seguidas por las mujeres de 65 a 74 años de edad (183.03) y las de 50 a 59 años
con 172.81 egresos hospitalarios. Como se puede observar, de los 20 a los 64
años de edad, la tasa muestra una tendencia al alza y desciende a partir de los
65 años. Destaca la importancia de la autoexploración, al observar que cinco de
cada 100 mil mujeres de 20 a 29 años y 36 del grupo de 30 a 39 años, egresen
por esta enfermedad, a pesar de que las mastografías de tamizaje se realizan a
partir de los 40 años en el sector público de salud.
Otra medida que permite
observar el impacto del cáncer de mama entre las mujeres, es la tasa de
letalidad hospitalaria, con la cual se obtiene el número de personas fallecidas
por esta enfermedad respecto del total de egresos hospitalarios. Para 2012, se observa
que a partir de los 40 años esta tasa aumenta conforme se incrementa la edad de
la mujer, y alcanza su punto máximo en aquellas de 80 años y más, al fallecer
10 de cada 100 mujeres con cáncer. Esto se puede explicar considerando que a
mayor edad es más probable que junto con el cáncer estén presentes otras
enfermedades crónico-degenerativas que dificulten la respuesta del cuerpo ante
las opciones terapéuticas (cirugía, quimioterapia o radioterapia) y ante la
agresividad del propio tumor.
MORTALIDAD
A nivel mundial, el cáncer de
mama se ubica entre las principales causas de muerte por cáncer junto con las
de pulmón, hígado, estómago y colon (OMS, 2014a). En México, para la población
de 20 años y más, es la cuarta causa de mortalidad por tumores malignos (7.9%)
y la segunda entre las mujeres de ese grupo de edad (15.4 por ciento); en tanto
que en los hombres, apenas representa 0.1% de las defunciones por cáncer.
Por otra parte, la tasa de
mortalidad observada por cáncer de mama, durante los últimos 6 años en México,
no ha mostrado grandes variaciones; de forma general de 2007 a 2011, 14 de cada
100 mil mujeres de 20 años y más han fallecido por esta enfermedad, mientras
que para 2012, hay un ligero incremento (15 de cada 100 mil mujeres). En cuanto
a los varones del mismo grupo de edad, la tasa más alta es la registrada en
2012 (0.14).
Por grupos de edad, los
fallecimientos de mujeres de 20 años y más muestran un incremento conforme
aumenta la edad. Entre las mujeres de 40 a 49 años, la tasa de mortalidad observada
por cáncer de mama es de 14.36 y de 29.50 para las mujeres de 50 a 59 años; en las
de 75 a 79 años es de 47.27, alcanzando la tasa de mortalidad más alta en el grupo
de 80 años y más con 64 fallecimientos por cada 100 mil mujeres de ese grupo de
edad.
Por entidad federativa,
Coahuila tiene la tasa más alta de mortalidad por cáncer de mama entre mujeres mayores
de 20 años, con 28.58 por cada 100 mil, superando ligeramente al Distrito
Federal, con 20.12 y a Sonora con 19.75 fallecimientos por cada 100 mil
mujeres. Por otro lado, Quintana Roo, Campeche y Oaxaca, son los estados con
las tasas más bajas (8.00, 7.60 y 7.13 por cada 100 mil mujeres de 20 años y
más, respectivamente). De manera general, se observa que en el norte del país,
así como en Jalisco, Colima, Aguascalientes, Morelos y el Distrito Federal, presentan
tasas superiores a 15.92, mientras en el sur, no rebasan el 10.69.
CONSIDERACIONES FINALES
El cáncer de mama, es uno de
los cánceres que junto con el cervicouterino, el bucal y el colorrectal tienen
tasas de curación elevadas cuando se detectan de forma temprana y se tratan
adecuadamente, por tal motivo, un diagnóstico de cáncer de mama no debe significar
una sentencia de muerte. A nivel internacional, la OMS fomenta programas que
permitan la detección temprana, ya sea mediante la sensibilización (uso de la
autoexploración mamaria) y de preferencia por medio de las mastografías de
tamizaje. Esta última opción lamentablemente no es viable en todos los países,
por los costos que supone para los sistemas de salud (OMS, 2014c).
México implementa una
estrategia combinada en la cual se promueve la autoexploración mamaria y la
mastografía de tamizaje, tratando de cubrir a la mayor cantidad posible de
mujeres de 40 años y más, que como se observa, son las que tienen mayor riesgo
de padecerlo. El Programa Sectorial de Salud 2013-2018, plantea dentro de la Estrategia 2.5 Mejorar el proceso para la
detección y atención de neoplasias malignas, principalmente cáncer
cérvico-uterino, de mama y próstata, la promoción y focalización de
acciones para la detección temprana de esta enfermedad y como parte de las
estrategias transversales con perspectiva de género, el desarrollo de
protocolos y códigos de conducta para los prestadores de servicios de salud,
con la finalidad de que brinden una atención sin discriminación ni misoginia
(Gobierno de la República, 2013).
Al respecto, es necesario
destacar la importancia de una atención integral al paciente con cáncer de
mama, que requiere la colaboración de diversos prestadores de salud, como son
oncólogos, enfermeras, psicólogos, así como la comprensión y apoyo de la
sociedad, no estigmatizando ni discriminando a quienes la padecen y
fortaleciendo la red de apoyo de estos pacientes, pues es una enfermedad que
desde que se diagnostica puede generar angustia, depresión y estrés crónico lo
que incluso puede interferir en la aceptación del tratamiento a seguir o en su
abandono (American Psychological Association [APA], 2014).
Finalmente, cabe destacar que
existen factores de riesgo como la obesidad, el alcoholismo y el tabaquismo que
pueden ser modificables por medio del ejercicio, la ingesta de una dieta
adecuada, y el control del consumo de las sustancia mencionadas, así como la
promoción de la lactancia materna que a largo plazo pueden disminuir la
incidencia de cáncer de mama (OMS, 2014b).
REFERENCIAS
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Psychological Association [APA]. (2014). Cáncer
de mama: Cómo puede la mente ayudar al cuerpo. Recuperado el 1 de octubre
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Arreola-Ornelas, H., Langer, A. y Frenk, J. (2012). Meeting the emerging
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Martínez-Tlahuel,
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