Mujeres y Política
El tamaño de las complicidades
Soledad JARQUÍN EDGAR
El conflicto eterno de la educación ha pasado, por lo
menos unos días a un segundo término, como resultado del paro de labores que
realizan los policías estatales que demandan básicos fundamentales y también
mejores condiciones de trabajo.
El timón no tiene rumbo y la tecnología de la buena
navegación del barco gubernamental hace agua día tras día con las consecuencias
que ya conocemos: la inconformidad ciudadana que poco o nada importa a las
autoridades.
Oaxaca de Juárez, la ciudad de las protestas, es el
espacio geográfico donde todos los días se realiza un claro ejercicio de grupos
y organizaciones que ven en esta modalidad la única forma de ser visibles ante
la indudable incapacidad del funcionariato de hacer lo posible y lo necesario
para que la administración de los recursos se haga de manera satisfactoria y
con beneficios directos a la población.
Pero…Salvo sus muy honrosas excepciones no todos los
grupos u organizaciones tienen como objetivo al grupo que representan. Las
personas son con frecuencia carne de cañón para los fines aviesos de los
líderes. Cierto que la sociedad organizada busca ventajas y el cumplimiento de
sus derechos, pero en alguna parte “los dirigentes” encontraron que la
combinación de la agrupación de personas y la presión daba resultados. Incluso
se activan en fechas específicas como los informes de gobierno, las fiestas
patrias y, en el caso de Oaxaca, durante la temporada del espectáculo de la
guelaguetza.
La deformación de la protesta social ante demandas
genuinas, está basada hoy en una enorme corrupción y el engaño de los
seguidores, fraguado entre la clase dirigente y el funcionariato. Son quizá más
décadas de las que imaginamos en las que se ha empleado este método de protesta
que ha escalado niveles escandalosos, ante la mirada de otro sector de la
población que protesta por las protestas.
A través de las organizaciones y el funcionariato desfilaron
y siguen desfilando grandes cantidades de dinero que se depositan en una
especie de barril sin fondo, no solucionan los problemas de la gente, pero
abultan las carteras de los “líderes” que como se ha visto llegan a mocharse
hasta con el funcionario en turno. El ejemplo más claro y contundente es sin
duda el conflicto político en que ha derivado la protesta del magisterio.
Estamos ante una nueva generación de líderes, la
segunda generación. Sus padres pasaron de las organizaciones sindicales,
obreras y campesinas a los partidos políticos de izquierda. Esta segunda
generación de hoy son los titulares de dependencias públicas, regidores, diputados
y presidentes municipales. Hombres de negocios que emprendieron con dinero
público. Algunos estudiados, incluso, en universidades extranjeras.
Del otro lado, tenemos también una segunda generación
de hijos de funcionarios, algunos tan jóvenes e inexpertos, que lo único que
traen consigo es el apellido de sus respectivos padres, la alfombra roja y la
posibilidad de abrir puerta tras puerta, hasta llegar a ocupar un cargo
político o público sin mérito alguno. Hoy están incrustados en todos los
niveles de la administración pública, es más, hay quienes aspiran a gobernar
Oaxaca y han iniciado –también con dinero público- sus campañas políticas,
disfrazadas de tarea pública.
En esa historia, al menos en la primera línea, no
están las mujeres.
Ese es el nivel que hoy tiene a Oaxaca en la lona,
como seguramente a todo el país. Por un lado, la voracidad de un movimiento y
por el otro el apetito, yo digo, siempre insaciable de los funcionarios. Todos
ellos tan capaces o tan rapaces de que en un solo sexenio pueden obtener
ganancias que podrían superar toda la vida de trabajo de otra clase de
servidores públicos, como por ejemplo los policías.
Las corporaciones policiacas -esas en las que ya no
creemos como ciudadanía, esas que han sido utilizadas para la represión, para
el hostigamiento, para joder a la gente-, han puesto en jaque al gobierno de Gabino Cué y han
mostrado, una vez más, la incapacidad de otro de sus colaboradores-amigos,
Alberto Esteva Salinas.
La protesta de los policías de la Secretaría de
Seguridad Pública muestra la forma en que la voracidad hace presa a los más
débiles, a los que “por disciplina” no pueden denunciar la violación casi
permanente de sus derechos humanos, que también tienen, por ende, sus derechos
laborales.
Hoy, Esteva Salinas puede asegurar que el pichicateo
de uniformes (además, uniformes clonados y no originales), el salario indigno
que reciben, la falta de seguro de vida, el pago de viáticos y otras
prestaciones, además de la nulidad de sus equipos de trabajo, son lastres de
antaño. Sin embargo, la administración de Gabino Cué tiene ya casi cuatro años,
los mismos en que “la honestidad” debió operar, al igual que “la transparencia”
en el empleo de los recursos públicos y resolver eso que los corruptos del
pasado no hicieron en Oaxaca.
Pero no, pensar en que una administración va a
resolver los problemas es un sueño, considerando que se trata de los políticos
de siempre o de sus descendientes con el aprendizaje que ya les conté.
Ya es del dominio público: en la Secretaría de
Seguridad Pública impera la corrupción. Incluso, el diputado de Nueva Alianza,
Jefté Méndez Hernández, declaró a los
medios de otro hecho que debe ser aclarado hasta las últimas consecuencias y
que podría ser interpretado como el exceso de personal “administrativo”
burocrático o una nómina donde cobran más de cinco mil policías fantasmas.
La cosa es así. Méndez Hernández y otros diputados
pidieron auditar la nómina de la dependencia porque asegura tener ocho mil
policías, en tanto en el Registro Único de Policías (RUPO) existen dos mil 600
uniformados.
Habría que decirle a este grupo de diputados
encabezados por el aliancista que muchos de esos funcionarios públicos son
utilizados para lo que ya sabemos: espiar a toda clase de personas que pudieran
“entorpecer la carrera política” del gran jefe Esteva Salinas, así como para
aplaudir, pero también para amedrentar y denostar a periodistas, diputados,
servidores públicos.
Todo eso sabe el titular de la Secretaría de Seguridad
Pública, todo opera así porque él así lo quiere. Sabe a dónde y en qué se gasta
el dinero, aunque ello no signifique que ese gasto sea específicamente en la
tarea de cuidar la vida y los bienes de la ciudadanía.
Gabino Cué no está ante ninguna encrucijada, la
actitud pasiva y complaciente que muestra ante la probabilidad de actos
diversos de corrupción, es una actitud asumida con anterioridad con otros de
sus amigos a quienes hizo funcionarios públicos, unos para saldar deudas
políticas producto de la campaña política y a otros que han estado con él, como
Esteva Salinas, y como el Secretario de Salud, Germán Tenorio, ex priista; o
los perredistas y petistas que lo acompañan como el Secretario del Trabajo, Daniel Juárez
López, uno de los herederos de la tradición coceista, quien como otros hacen
caso omiso a la ciudadanía, tanto o más que el actual Secretario General de
Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval, el buen Alfonso, quien ha sido demandado por
la organización Consejo Democrático en un acto que podría configurarse como
discriminación política. Ahí están otros como el titular de Coplade, Gerardo
Albino, a quien se le olvidó su origen, su militancia, su consigna de acabar
con la pobreza, aún utilizando la fuerza y las armas, si era necesario…Sueños
de juventud.
Todos ellos son herederos de la clase política
oaxaqueña: todos vienen de la vieja guardia. Todos, excepto la familia López y
la familia de Albino, militaron en el viejo PRI, al igual que el propio
gobernador Gabino Cué. Eso tal vez nos ayude a explicar el tamaño de las
complicidades, los pactos, las alianzas que siguen enriqueciendo a unos como
los denunciados una y otra vez por el ex gobernador interino don Jesús Martínez
Álvarez.
En fin, en tanto la cifra funesta crece 328 mujeres
asesinadas en la actual administración pública. Más de 70 en lo que va de este
año. ¿Acaso cuidar la vida de las mujeres no es tarea de Esteva? Si claro por
eso viste de naranja los días 25 de cada mes, pero la colorida y mágica fórmula
no tiene ningún resultado para las víctimas, sí tiene efectos directos en las
carteras de quienes siguen viendo en esto el negocio de las mujeres. Así es el
patriarcado.
@jarquinedgar