¿Yo
feminista?
Marcela
Lagarde:
Cada día me
refrendo feminista
* Fui
educada para ser la que soy
Soledad JARQUÍN EDGAR
Marcela Lagarde y de los Ríos es considerada una de
las feministas académicas más importantes de América Latina, dice que es muy
hija de su mamá, doña Concha.
Nació en la ciudad de México en 1948. Doña Concha, su
madre, fue una figura central en su
vida, con ella adquirió el hábito de la lectura siendo muy niña. En específico,
recuerda cómo doña Concha le enseñó a leer libros de Historia y numerosas
biografías de mujeres que fueron parte fundamental de lo que en el futuro haría
en la vida.
Espigada y de voz grave, Marcela Lagarde ha acumulado
una larga experiencia de investigación y estudios de las mujeres y el feminismo,
resultado de la formación que recibió en casa.
Doña Concha, añade Marcela Lagarde, hacía casa,
familia, hogar, cocinaba como las diosas, yo toda la cocina la aprendí de mi
madre y cada vez que cocino la tengo conmigo, para mí es formidable, dice en
presente aunque murió hace algunos años y Marcela ha dicho de esa ausencia “que
se siente muy huérfana”. Doña Concha fue una ama de casa dedicada a su casa y a
sus hijos, una madresposa, apunta refiriéndose a una de las categorías de
estudio de las mujeres en su libro Los Cautiverios de las Mujeres: madresposas,
monjas, putas, presas y locas (UNAM 2000).
Estudiosa de las mujeres no podía no conocer la
historia de su madre, por eso dice orgullosa que aunque sólo estudió hasta el
sexto grado de Primaria supo abrirse camino cuando siendo hija de un hacendado
español, que emigró a México y se instaló en Celaya, Guanajuato, lo perdió todo
con el reparto agrario y junto con su familia decidieron emigrar a la ciudad de
México, cuando doña Concha tenía apenas
12 años de edad. Muy joven tuvo que
trabajar en un restaurante como cajera y años más tarde se casó con su papá
Luis Andrés, médico ginecólogo “muy progresista, de izquierda, culto y muy avanzado
que a los 12 años a mi hermana y a mí nos dio la píldora anticonceptiva para
que sean libres –nos dijo- y se lo agradezco infinitamente”, cuenta con una
enorme satisfacción.
Marcela Lagarde sostiene con gran satisfacción que su
padre y su madre los educaron maravillosamente. Con ella compartió las lecturas
de historia y las biografías de mujeres que la “cautivaron” y de él aprendió
sobre el mundo público.
“Fui educada para ser lo que soy, no me tuve que
revelar, más bien fui cumpliendo anhelos de mis padres”, concluye sobre la
familia en la que se crió al lado de su hermana y dos hermanos, una educación
familiar que descartaba la discriminación hacia otros y también hacia ella
misma.
Pero si en el hogar se sembraron para Marcela Lagarde
los cimientos más fuertes, no deja de reconocer a otras mujeres fundamentales
en su vida: sus maestras de Secundaria. Maestras de la educación pública en la
que se formó, “de lujo, una joya, nos enseñaban el mundo, eran maestras
sindicalistas en un México muy diferente al de ahora, que me dieron una gran
perspectiva de conciencia social”.
Pero la vida se complica, narra, cuando se refiere a
su divorcio cuando apenas tenía 28 años y ocho de casada y al mismo tiempo se
siente afortunada por haber podido acceder al divorcio. Sin embargo, destaca su
maternidad cuando tenía apenas 22 años. “Soy mamá de una hija a la que amo
muchísimo”, señala con una gran sonrisa que ilumina su rostro apacible.
Desde muy joven y siendo estudiante universitaria,
Marcela Lagarde fue activista de izquierda, militante de partidos políticos
(entre ellos el Partido Comunista, Partido Socialista Unificado, Partido
Socialista Mexicano y finalmente el Partido de la Revolución Democrática) y al
mismo tiempo ingresó al movimiento feminista, por los derechos de los pueblos
indígenas, en distintos ámbitos y organizaciones.
Resulta difícil preguntarle si es feminista a una
feminista que lleva 40 años impartiendo clases en la Universidad Nacional
Autónoma de México (UMAN) de donde también es egresada como Etnóloga y doctora
en Antropología. Ella misma lo dice en su libro Para mis Socias de la Vida:
“Soy una mujer feminista de tiempo completo. Soy toda mi ser”, pero le hago la
pregunta y asegura que “ser feminista es un proceso, no es algo que pasa de un
día para otro”.
“Desde niña fui educada para desarrollarme y para ser
una persona autosuficiente, con educación, trabajo, fui educada de una manera
muy positiva, con una visión igualitaria y tuve condiciones maravillosas de
estudio, familiares de apoyo de mis padres”, complementa.
Aun así, reconoce que fue en 1968 cuando esa construcción
de su persona la lleva al feminismo, justo en el movimiento estudiantil, donde
como otras mujeres entró en él con conciencia de estudiante pero salieron con
conciencia de género.
A partir de entonces, agrega, se formaron grupos
feministas (que por su cuenta y sin maestras se dieron a la tarea de leer todo
lo que sobre el feminismo y las feministas tenían a la mano). Fue un momento
marcador en sus vidas, lo mismo que algunas de esas lecturas y por supuesto
señala a Simone de Beauvoir como una de las claves más importantes, pero no fue
la única también leyeron textos de Alejandra Kollontái, la primera francesa y
la segunda rusa, ambas fundamentales en la construcción del feminismo.
Largarde y de los Ríos sostiene que fue la escritora y
poeta Rosario Castellanos, también feminista, la que introdujo en México la
lectura de Beauvoir y quien escribió el análisis más potente sobre el Segundo
Sexo, aunque nunca estuvo involucrada con los grupos feministas de
universitarias.
Tanto Beauvoir como Kollontái –dice la doctora
Lagarde- me dieron argumentos que me parecieron lucidos, me abrieron un
universo maravilloso y la militancia en el activismo feminista una parte
importante y luego ya como académica, estudiar el feminismo, investigar conocer
la ciencia desde el feminismo, la antropología y todas las materias, ha sido
una pasión permanente no se ha acabado.
Por eso afirma convencida hasta los huesos que ella se
referendo feminista todos los días “porque descubro nuevas cosas que me
entusiasman en el feminismo”.
La conversación periodística con Marcela Lagarde y de
los Ríos es la extensión de una clase: explica, detalla, analiza, tiene
paciencia, cita textos, autoras, amigas entrañables de su vida, sus maestras y
colegas. Se mantiene seria y sonríe
cuando es indispensable, no se inquieta, proyecta serenidad mientras permanece
sentada, mueve las manos de vez en cuando, toma agua, se le ha resecado la
garganta de tanto hablar, dice y luego tras menos de un minuto sigue
conversando-enseñando.
Lo que ha aportado el feminismo al mundo que es una visión
analítica de la realidad distinta de las ideologías dominantes y una percepción
que permite encontrar causas de problemáticas ligadas al género en las mujeres y en los hombres,
explica.
Luego agrega, sonriente y satisfecha, que a ella el
feminismo le ha fascinado “mucho”, recalca, en específico en la forma en que ha
denunciado y exigido en distintas épocas, por ejemplo, los derechos de las
mujeres y mejores condiciones de vida.
El feminismo, sigue conversando, ha construido todo
para las mujeres en la modernidad, tiene una fuente filosófica y política. “Eso
me ha pegado y me ha fascinado la lucidez de muchas feministas, capaces de
desarrollar sus propias teorías, sus caminos, frente al conocimiento
patriarcal. Me ha gustado mucho aprender a ser disidente y la disidencia
feminista, siempre creando alternativas”.
Marcela Lagarde es considerada como la feminista
académica más importante contemporánea, le digo y ella modesta responde: ¿de
veras?
Para luego añadir que lo que encuentra son espacios de
enorme sintonía “y eso es para mí un gran placer, que me reciban, que les
interese lo que diga, o lo que escribo o cuento, es un reconocimiento y eso me
hace sentir muy bien, a mi me hace sentir muy bien ser reconocida en lo que hago,
yo trabajo todo el tiempo con los derechos humanos de las mujeres y me importa
mucho que otras personas se convenzan de esto y bueno en ese actuar me lleno de
mucho cariño”.
Sostiene que el feminismo que “vamos construyendo”
está cargado de mucha cercanía, de mucho reconocimiento, de mucho cariño. Luego
vuelve a ella: “Tengo queridas amigas, compañeras, colegas, alumnas, amigas en
muchos países, porque me ha tocado vivir una vida en que el feminismo es
global, siempre fue internacional, pero ahora es más global que nunca, me toca
ir y venir, la verdad me fascina que tengamos una causa común, que tengamos
percepciones compartidas, que vayamos construyendo, que aprendamos de una parte
del mundo a la otra y que haya enormes influencias de unas a otras”, cita esta
especialista que ha caminado el mundo dictando conferencias, presentando libros
o protestando por el feminicidio en Ciudad Juárez justo en la línea divisoria
entre México y Estados Unidos.
Marcela Lagarde sostiene además que la cultura
feminista es innovadora, de mucho aprendizaje, pero también de gran resistencia
y de una convicción muy fuerte.
Y es que no todo es miel sobre hojuelas, porque
reconoce que no todo el mundo reacciona igual, “como lo hacemos entre nosotras,
nos ven peligrosas, nos desestiman, nos desvalorizan muchísimo, hacen críticas
muy desconsideradas a nuestros aportes”.
Inevitablemente habla de un tema fundamental, el
feminicidio. Marcela Lagarde diputada independiente por el PRD en la LIX
Legislatura (2003-2006) fue presidenta de la Comisión Especial para Conocer y
dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la
República Mexicana y a la Procuración de la Justicia Vinculada, misma que
impulsó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia.
Misma comisión realizó la investigación Diagnóstica sobre Violencia Feminicida
en la República Mexicana, que incluyó inicialmente a 10 estados, y en la que
participaron hasta 60 investigadoras, expertas en violencia de género.
Sostiene que para el feminismo debe ser importante lo que se ha alcanzado hasta ahora, sobre todo, destaca lo hecho por las familias de las víctimas del feminicidio en Ciudad Juárez, que con su tesón, su exigencia y el apoyo de grupos de derechos humanos, feministas y comunicadoras, se logró llevar al “banquillo de los acusados” al Estado Mexicano, dice refiriéndose al caso Campo Algodonero, en el que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado Mexicano, por tres de los asesinatos de dos niñas y una adolescente, aunque aclara no se han cumplido todas las recomendaciones emitidas.
Sostiene que para el feminismo debe ser importante lo que se ha alcanzado hasta ahora, sobre todo, destaca lo hecho por las familias de las víctimas del feminicidio en Ciudad Juárez, que con su tesón, su exigencia y el apoyo de grupos de derechos humanos, feministas y comunicadoras, se logró llevar al “banquillo de los acusados” al Estado Mexicano, dice refiriéndose al caso Campo Algodonero, en el que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado Mexicano, por tres de los asesinatos de dos niñas y una adolescente, aunque aclara no se han cumplido todas las recomendaciones emitidas.
En ese sentido explicó el trascendente papel del
feminismo y señaló que “las feminista somos una minoría, pero tenemos una
enorme incidencia política”.
¿Eso nos debe dar esperanza?
Mucha, responde, porque muchas mujeres que nunca han
estado en los movimientos de mujeres ni feministas, nos ponemos a hablar juntas
y nos identificamos rápidamente, dice en referencia a lo sucedido a lo largo de
muchos años en Ciudad Juárez.
“El feminismo solo elabora y sistematiza anhelos, necesidades
de las mujeres, para darle la vuelta a la hoja y construir la igualdad entre
mujeres y hombres, para mí es esperanzador, me pega muchísimo el grado terrible
de violencia y de discriminación que vivimos las mujeres en México”.
¿Qué nos faltaría por hacer?
Nos falta todo, pero debemos entender que estos son
procesos históricos y que el feminismo no es algo que descubres y aprendes de
un día para el otro, tenemos que aprender lo que han hecho otras, hasta dónde
llegaron, avanzar desde ahí, esa parte nos falta mucho y para ello es tan importante
la actividad educativa, donde las estudiantes salen fortalecidas, con un nivel
superior de conocimiento, distinto. Explica la maestra Lagarde al referirse a
su reciente intervención en una de las últimas clases del Diplomado
Internacional Estudios de las Mujeres, Feminismos y Descolonización que se
impartió en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UABJO.
Luego añade que a través de su tarea como docente en
la UNAM, en los últimos 40 años, ha visto cómo “las chavas se mueven, les cae
el veinte, encuentran razones para cosas que ya sabían pero que no podían
explicarse, se identifican con otras mujeres, aprenden a ir bajándole a la misoginia,
aprenden a ir tratando mejor a otras mujeres, todas vivimos un aprendizaje
maravilloso, sobre todo de cómo queremos ser tratadas las mujeres en el mundo”
y todo ello lo aprenden, añade, a pesar de que la mayoría están en una etapa
difícil porque se les junta la escuela, los matrimonios, sus parejas, las
maternidades, el trabajo, sus familias, pero a pesar de todo ahí están.
Marcela Lagarde sostiene que la puerta de su casa está
abierta para la gente que la quiere y me respeta, mis alumnas siempre han ido a
mi casa, mis amistades, mis amigas y ahí mi casa es un espacio abierto para
todas y las aulas que son mi otra casa, las universidades donde enseño siempre
han sido espacios a donde llega la gente más diversa buscando sintonizar.
Las noticias sobre Marcela Lagarde son buenas. Este
año se editarán de nueva cuenta dos sus libros: uno es Los Cautiverios de las
Mujeres, por parte de la Editorial Siglo XXI y el otro El Feminismo en mi Vida
será publicado por el Instituto Nacional de las Mujeres.
Por eso Marcela Lagarde concluye la conversación
periodística afirmando que ella sí es profeta en su propia tierra. No solo es
bien recibida en las universidades del país sino en todas partes a las que
acude, las comunidades, los municipios o las capitales de los estados. Le
encanta trabajar con las mujeres, lo disfruta mucho y contribuye a encontrar
soluciones…
La verdad es que la paso muy bien, el feminismo en mi
vida ha sido una maravilla, frente a horrores terribles que nos toca vivir, nos
comprometemos, me he comprometido con cosas difíciles, suena raro que diga me
la paso muy bien, pero si yo no fuera feminista no podría haber hecho todas
esas cosas que yo hice y que he hecho con otras colegas, siempre, pequeños
grupitos nos asociamos para hacer grupos, en pactos, aliadas, un aprendizaje
feminista, de no ir a la confrontación, sino aprender cómo colarlos.
Y así nos deja Marcela Lagarde. Como en clase y tras
revelar su yo feminista, ahora en afirmativo.