sábado, 8 de febrero de 2014

¿Yo feminista? Marcela Lagarde: Cada día me refrendo feminista



¿Yo feminista?
Marcela Lagarde:
Cada día me refrendo feminista
* Fui educada para ser la que soy

Soledad JARQUÍN EDGAR
Marcela Lagarde y de los Ríos es considerada una de las feministas académicas más importantes de América Latina, dice que es muy hija de su mamá, doña Concha.
Nació en la ciudad de México en 1948. Doña Concha, su madre,  fue una figura central en su vida, con ella adquirió el hábito de la lectura siendo muy niña. En específico, recuerda cómo doña Concha le enseñó a leer libros de Historia y numerosas biografías de mujeres que fueron parte fundamental de lo que en el futuro haría en la vida.
Espigada y de voz grave, Marcela Lagarde ha acumulado una larga experiencia de investigación y estudios de las mujeres y el feminismo, resultado de la formación que recibió en casa.
Doña Concha, añade Marcela Lagarde, hacía casa, familia, hogar, cocinaba como las diosas, yo toda la cocina la aprendí de mi madre y cada vez que cocino la tengo conmigo, para mí es formidable, dice en presente aunque murió hace algunos años y Marcela ha dicho de esa ausencia “que se siente muy huérfana”. Doña Concha fue una ama de casa dedicada a su casa y a sus hijos, una madresposa, apunta refiriéndose a una de las categorías de estudio de las mujeres en su libro Los Cautiverios de las Mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas (UNAM 2000).
Estudiosa de las mujeres no podía no conocer la historia de su madre, por eso dice orgullosa que aunque sólo estudió hasta el sexto grado de Primaria supo abrirse camino cuando siendo hija de un hacendado español, que emigró a México y se instaló en Celaya, Guanajuato, lo perdió todo con el reparto agrario y junto con su familia decidieron emigrar a la ciudad de México,  cuando doña Concha tenía apenas 12 años de edad.  Muy joven tuvo que trabajar en un restaurante como cajera y años más tarde se casó con su papá Luis Andrés, médico ginecólogo “muy progresista, de izquierda, culto y muy avanzado que a los 12 años a mi hermana y a mí nos dio la píldora anticonceptiva para que sean libres –nos dijo- y se lo agradezco infinitamente”, cuenta con una enorme satisfacción.
Marcela Lagarde sostiene con gran satisfacción que su padre y su madre los educaron maravillosamente. Con ella compartió las lecturas de historia y las biografías de mujeres que la “cautivaron” y de él aprendió sobre el mundo público.
“Fui educada para ser lo que soy, no me tuve que revelar, más bien fui cumpliendo anhelos de mis padres”, concluye sobre la familia en la que se crió al lado de su hermana y dos hermanos, una educación familiar que descartaba la discriminación hacia otros y también hacia ella misma.
Pero si en el hogar se sembraron para Marcela Lagarde los cimientos más fuertes, no deja de reconocer a otras mujeres fundamentales en su vida: sus maestras de Secundaria. Maestras de la educación pública en la que se formó, “de lujo, una joya, nos enseñaban el mundo, eran maestras sindicalistas en un México muy diferente al de ahora, que me dieron una gran perspectiva de conciencia social”.
Pero la vida se complica, narra, cuando se refiere a su divorcio cuando apenas tenía 28 años y ocho de casada y al mismo tiempo se siente afortunada por haber podido acceder al divorcio. Sin embargo, destaca su maternidad cuando tenía apenas 22 años. “Soy mamá de una hija a la que amo muchísimo”, señala con una gran sonrisa que ilumina su rostro apacible.
Desde muy joven y siendo estudiante universitaria, Marcela Lagarde fue activista de izquierda, militante de partidos políticos (entre ellos el Partido Comunista, Partido Socialista Unificado, Partido Socialista Mexicano y finalmente el Partido de la Revolución Democrática) y al mismo tiempo ingresó al movimiento feminista, por los derechos de los pueblos indígenas, en distintos ámbitos y organizaciones.
Resulta difícil preguntarle si es feminista a una feminista que lleva 40 años impartiendo clases en la Universidad Nacional Autónoma de México (UMAN) de donde también es egresada como Etnóloga y doctora en Antropología. Ella misma lo dice en su libro Para mis Socias de la Vida: “Soy una mujer feminista de tiempo completo. Soy toda mi ser”, pero le hago la pregunta y asegura que “ser feminista es un proceso, no es algo que pasa de un día para otro”.
“Desde niña fui educada para desarrollarme y para ser una persona autosuficiente, con educación, trabajo, fui educada de una manera muy positiva, con una visión igualitaria y tuve condiciones maravillosas de estudio, familiares de apoyo de mis padres”, complementa.
Aun así, reconoce que fue en 1968 cuando esa construcción de su persona la lleva al feminismo, justo en el movimiento estudiantil, donde como otras mujeres entró en él con conciencia de estudiante pero salieron con conciencia de género.
A partir de entonces, agrega, se formaron grupos feministas (que por su cuenta y sin maestras se dieron a la tarea de leer todo lo que sobre el feminismo y las feministas tenían a la mano). Fue un momento marcador en sus vidas, lo mismo que algunas de esas lecturas y por supuesto señala a Simone de Beauvoir como una de las claves más importantes, pero no fue la única también leyeron textos de Alejandra Kollontái, la primera francesa y la segunda rusa, ambas fundamentales en la construcción del feminismo.
Largarde y de los Ríos sostiene que fue la escritora y poeta Rosario Castellanos, también feminista, la que introdujo en México la lectura de Beauvoir y quien escribió el análisis más potente sobre el Segundo Sexo, aunque nunca estuvo involucrada con los grupos feministas de universitarias.
Tanto Beauvoir como Kollontái –dice la doctora Lagarde- me dieron argumentos que me parecieron lucidos, me abrieron un universo maravilloso y la militancia en el activismo feminista una parte importante y luego ya como académica, estudiar el feminismo, investigar conocer la ciencia desde el feminismo, la antropología y todas las materias, ha sido una pasión permanente no se ha acabado.
Por eso afirma convencida hasta los huesos que ella se referendo feminista todos los días “porque descubro nuevas cosas que me entusiasman en el feminismo”.
La conversación periodística con Marcela Lagarde y de los Ríos es la extensión de una clase: explica, detalla, analiza, tiene paciencia, cita textos, autoras, amigas entrañables de su vida, sus maestras y colegas. Se  mantiene seria y sonríe cuando es indispensable, no se inquieta, proyecta serenidad mientras permanece sentada, mueve las manos de vez en cuando, toma agua, se le ha resecado la garganta de tanto hablar, dice y luego tras menos de un minuto sigue conversando-enseñando.
Lo que ha aportado el feminismo al mundo que es una visión analítica de la realidad distinta de las ideologías dominantes y una percepción que permite encontrar causas de problemáticas ligadas  al género en las mujeres y en los hombres, explica.
Luego agrega, sonriente y satisfecha, que a ella el feminismo le ha fascinado “mucho”, recalca, en específico en la forma en que ha denunciado y exigido en distintas épocas, por ejemplo, los derechos de las mujeres y mejores condiciones de vida.
El feminismo, sigue conversando, ha construido todo para las mujeres en la modernidad, tiene una fuente filosófica y política. “Eso me ha pegado y me ha fascinado la lucidez de muchas feministas, capaces de desarrollar sus propias teorías, sus caminos, frente al conocimiento patriarcal. Me ha gustado mucho aprender a ser disidente y la disidencia feminista, siempre creando alternativas”.
Marcela Lagarde es considerada como la feminista académica más importante contemporánea, le digo y ella modesta responde: ¿de veras?
Para luego añadir que lo que encuentra son espacios de enorme sintonía “y eso es para mí un gran placer, que me reciban, que les interese lo que diga, o lo que escribo o cuento, es un reconocimiento y eso me hace sentir muy bien, a mi me hace sentir muy bien ser reconocida en lo que hago, yo trabajo todo el tiempo con los derechos humanos de las mujeres y me importa mucho que otras personas se convenzan de esto y bueno en ese actuar me lleno de mucho cariño”.
Sostiene que el feminismo que “vamos construyendo” está cargado de mucha cercanía, de mucho reconocimiento, de mucho cariño. Luego vuelve a ella: “Tengo queridas amigas, compañeras, colegas, alumnas, amigas en muchos países, porque me ha tocado vivir una vida en que el feminismo es global, siempre fue internacional, pero ahora es más global que nunca, me toca ir y venir, la verdad me fascina que tengamos una causa común, que tengamos percepciones compartidas, que vayamos construyendo, que aprendamos de una parte del mundo a la otra y que haya enormes influencias de unas a otras”, cita esta especialista que ha caminado el mundo dictando conferencias, presentando libros o protestando por el feminicidio en Ciudad Juárez justo en la línea divisoria entre México y Estados Unidos.
Marcela Lagarde sostiene además que la cultura feminista es innovadora, de mucho aprendizaje, pero también de gran resistencia y de una convicción muy fuerte.
Y es que no todo es miel sobre hojuelas, porque reconoce que no todo el mundo reacciona igual, “como lo hacemos entre nosotras, nos ven peligrosas, nos desestiman, nos desvalorizan muchísimo, hacen críticas muy desconsideradas a nuestros aportes”.
Inevitablemente habla de un tema fundamental, el feminicidio. Marcela Lagarde diputada independiente por el PRD en la LIX Legislatura (2003-2006) fue presidenta de la Comisión Especial para Conocer y dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de la Justicia Vinculada, misma que impulsó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia. Misma comisión realizó la investigación Diagnóstica sobre Violencia Feminicida en la República Mexicana, que incluyó inicialmente a 10 estados, y en la que participaron hasta 60 investigadoras, expertas en violencia de género.
Sostiene que para el feminismo debe ser importante lo que se ha alcanzado hasta ahora, sobre todo, destaca lo hecho por las familias de las víctimas del feminicidio en Ciudad Juárez, que con su tesón, su exigencia y el apoyo de grupos de derechos humanos, feministas y comunicadoras, se logró llevar al “banquillo de los acusados” al Estado Mexicano, dice refiriéndose al caso Campo Algodonero, en el que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado Mexicano, por tres de los asesinatos de dos  niñas y una adolescente, aunque aclara no se han cumplido todas las recomendaciones emitidas.
En ese sentido explicó el trascendente papel del feminismo y señaló que “las feminista somos una minoría, pero tenemos una enorme incidencia política”.
¿Eso nos debe dar esperanza?
Mucha, responde, porque muchas mujeres que nunca han estado en los movimientos de mujeres ni feministas, nos ponemos a hablar juntas y nos identificamos rápidamente, dice en referencia a lo sucedido a lo largo de muchos años en Ciudad Juárez.
“El feminismo solo elabora y sistematiza anhelos, necesidades de las mujeres, para darle la vuelta a la hoja y construir la igualdad entre mujeres y hombres, para mí es esperanzador, me pega muchísimo el grado terrible de violencia y de discriminación que vivimos las mujeres en México”.
¿Qué nos faltaría por hacer?
Nos falta todo, pero debemos entender que estos son procesos históricos y que el feminismo no es algo que descubres y aprendes de un día para el otro, tenemos que aprender lo que han hecho otras, hasta dónde llegaron, avanzar desde ahí, esa parte nos falta mucho y para ello es tan importante la actividad educativa, donde las estudiantes salen fortalecidas, con un nivel superior de conocimiento, distinto. Explica la maestra Lagarde al referirse a su reciente intervención en una de las últimas clases del Diplomado Internacional Estudios de las Mujeres, Feminismos y Descolonización que se impartió en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UABJO.
Luego añade que a través de su tarea como docente en la UNAM, en los últimos 40 años, ha visto cómo “las chavas se mueven, les cae el veinte, encuentran razones para cosas que ya sabían pero que no podían explicarse, se identifican con otras mujeres, aprenden a ir bajándole a la misoginia, aprenden a ir tratando mejor a otras mujeres, todas vivimos un aprendizaje maravilloso, sobre todo de cómo queremos ser tratadas las mujeres en el mundo” y todo ello lo aprenden, añade, a pesar de que la mayoría están en una etapa difícil porque se les junta la escuela, los matrimonios, sus parejas, las maternidades, el trabajo, sus familias, pero a pesar de todo ahí están.
Marcela Lagarde sostiene que la puerta de su casa está abierta para la gente que la quiere y me respeta, mis alumnas siempre han ido a mi casa, mis amistades, mis amigas y ahí mi casa es un espacio abierto para todas y las aulas que son mi otra casa, las universidades donde enseño siempre han sido espacios a donde llega la gente más diversa buscando sintonizar.
Las noticias sobre Marcela Lagarde son buenas. Este año se editarán de nueva cuenta dos sus libros: uno es Los Cautiverios de las Mujeres, por parte de la Editorial Siglo XXI y el otro El Feminismo en mi Vida será publicado por el Instituto Nacional de las Mujeres.
Por eso Marcela Lagarde concluye la conversación periodística afirmando que ella sí es profeta en su propia tierra. No solo es bien recibida en las universidades del país sino en todas partes a las que acude, las comunidades, los municipios o las capitales de los estados. Le encanta trabajar con las mujeres, lo disfruta mucho y contribuye a encontrar soluciones…
La verdad es que la paso muy bien, el feminismo en mi vida ha sido una maravilla, frente a horrores terribles que nos toca vivir, nos comprometemos, me he comprometido con cosas difíciles, suena raro que diga me la paso muy bien, pero si yo no fuera feminista no podría haber hecho todas esas cosas que yo hice y que he hecho con otras colegas, siempre, pequeños grupitos nos asociamos para hacer grupos, en pactos, aliadas, un aprendizaje feminista, de no ir a la confrontación, sino aprender cómo colarlos.
Y así nos deja Marcela Lagarde. Como en clase y tras revelar su yo feminista, ahora en afirmativo.