Mujeres y
política
Revelaciones
de la desigualdad
Soledad JARQUÍN EDGAR
Los 60 años del sufragio femenino en México motivaron una serie de actos
públicos muy interesantes, que fueron desde el repaso histórico hasta el
análisis para saber dónde estamos las mujeres como ciudadanas o como militantes
de partidos políticos; en cargos de elección popular y como funcionarias.
Entre las revelaciones destaca la hecha por Consulta Mitowsky que el
actuario Roy Campos dio a conocer en la mesa análisis sobre los Medios de
Comunicación y la Visión de Género organizado por el Tribunal Federal
Electoral, realizado en las instalaciones de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.
Roy Campos reveló los resultados de la encuesta realizada a propósito de
los 60 años del voto de las mujeres. Ver para creer. Mitowsky preguntó: Voto de
la Mujer: ¿Buena o mala decisión? La respuesta asusta pero es reveladora y
explica estadísticamente la posición que las mujeres tenemos en el ámbito
público-político a seis décadas de que Adolfo Ruiz Cortines publicara el
decreto.
(A) “60 años del decreto que otorga el
derecho al voto de la mujer, aún existe un cinco por ciento de mexicanos que
considera que fue una mala medida, porcentaje que no por minoritario se debe
ignorar por su evidente discriminación”.
Más claro ni el agua, por
eso me encantan las estadísticas. ¿A qué porcentaje de la población mexicana
equivale el cinco por ciento que considera como una equivocación el sufragio
femenino? Estamos hablando de casi ¡SEIS MILLONES! de personas, no es poca cosa
y como señala la propia interpretación de la encuesta “no se puede ignorar por
su evidente discriminación”.
Claro, las mujeres a través de estas seis décadas, como lo hicieron durante
casi 130 años antes de 1953, han sufrido discriminación y por tanto han sido
víctimas de la desigualdad en el ámbito político y este tipo de opiniones nos
explican el por qué persisten las altas cifras de analfabetismo en mujeres, la
muerte materna, la feminización de la pobreza, la violencia en todas sus
expresiones y ámbitos y claro la falta de acceso a oportunidades como el trabajo,
pero sobre todo al reconocimiento pleno, totalmente pleno, de sus derecho
humanos.
Si casi seis millones de mexicanos siguen creyendo en la minusvalía
femenina, los cuales pueden ser un amplio porcentaje de tomadores de
decisiones, en la cúpulas empresariales de los medios de comunicación,
políticas y eclesiásticas, eso explica que lleguemos al 60 aniversario de la
publicación en el diario oficial de la reforma al artículo 34 de la
Constitución, sin que en las 31 entidades federativas ni en el Distrito Federal
gobierne una sola mujer y que en su “historia” solo cuatro mujeres hayan
ocupado ese cargo por elección y dos interinas.
En el gobierno federal, el poder ejecutivo tiene una especie de cojera de
género: solo hay tres secretarias de Estado, entonces es menester que así como
ha enviado Enrique Peña Nieto una iniciativa para que exista paridad en las
candidaturas para diputaciones federales y senadurías, tendrá que modificar la
plana y tal vez integrar por lo menos a cuatro mujeres más como secretarias de
Estado. En el caso de Oaxaca en el gabinetazo solo una mujer.
En el Poder Judicial no es la excepción: sólo una de cada siete magistrados
es mujer, y en Poder Legislativo a pesar de muchos esfuerzos de mujeres y
feministas, vemos que las mexicanas no alcanzamos ni siquiera un 40 por ciento
de curules y escaños. En las entidades, la cifra oscila entre el 30 y el 40 por
ciento.
¿Deuda histórica? Así le llaman eufemísticamente algunos en sus discursos.
Yo diría Cinismo Histórico del patriarcado en el poder con las mujeres que se
confabula con ese cinco por ciento de la población que increíblemente, reitero,
sigue pensando que las mujeres valemos menos que los hombres.
El resultado de la encuesta realizada por Mitowsky es como ponerle carne a
los huesos de las investigaciones, cavilaciones y análisis realizadas por las
mujeres durante décadas y que no tiene una respuesta humanamente posible, ni
simplista, pero cada vez es más clara y “entendible”, por que sigue presente el
pensamiento arcaico, anacrónico y patriarcal de que las mujeres valemos menos
que los hombres.
Sí, en pleno siglo XXI esa imagen, ese símbolo, ese concepto está vivo,
deshumanamente, se sigue negando la contribución de las mujeres, se les ignora
y se les descalifica, incluso se les llevó y sigue llevando a la hoguera real o
simbólica para que sus pensamientos, su actuar, sus ideas, sus propuestas no
lleguen a las esferas del poder y eso “explica” y cada vez hace más evidente la
desigualdad que no se entiende.
Desigualdad que podemos
contabilizar, mirar y tocar, incluso, en la realidad que en números señalaba
arriba que puede ir de cero como en el caso de las gobernadoras a no alcanzar
el 40 por ciento en las cámaras federales y estatales o en las representaciones
municipales o a grados extremos de misógina escudada en las costumbres de una
comunidad.
Recién entrevisté a mujeres de San Nicolás Yaxe, Ocotlán, en la parte
central de Oaxaca, quienes en voz de la señora Carmelina Méndez Ramírez, han
denunciado la exclusión de la que son objeto por parte de las autoridades. Hace
tres años, ella fue regidora de Educación, hoy no las dejan ni siquiera
acercarse a las asambleas y por supuesto se niegan a incluir a las mujeres en
el Cabildo. Estos son los botones de muestra que exhiben de qué manera se
encarna la violencia contra las mujeres y muestran que hay que cerrar el trecho
entre los dichos y los hechos, para no seguir cayendo en la demagogia como pasa
en el gobierno actual de Oaxaca.
Esto sucede a 60 años de que las mexicanas tenemos derecho a votar y a ser
votadas, pero que en nombre de los usos y costumbres se permite, se vale, se
puede, se garantiza estatutariamente y hasta por “ley”. Así que en tanto las
mujeres de esas comunidades no tengan forma de denunciar seguirá pasando, no tendrán
acceso a uno de sus derechos fundamentales y primordiales: gobernar.
¿Pero para qué quieren gobernar las mujeres? Se preguntan hoy en día muchas
personas y hay muchas respuestas, una de ellas, porque tienen derecho a hacerlo
y la otra porque su visión, sus conocimientos, su fuerza, sus anhelos, su
convicción de lo que ha faltado, sin duda, podría cambiar las cosas en unos
años, muchos años claro, porque resarcir el daño de la ausencia de las mujeres
en la política, en la toma de decisiones no ha sido poca cosa, es una tarea
difícil y complicada, pero se empieza por llevarlas al poder, al menos con
paridad.
La de la casa: Qué es lo que no sabemos, las y los ciudadanos de Oaxaca sobre la
inseguridad. Pregunto porque el pasado jueves tuve la suerte y el privilegio de
viajar con la niña y los niños triquis que regresaban de Argentina luego de
ganar.
En la sala donde entregan el equipaje y donde por lo general es muy
estricta la seguridad, había todo un desorden provocado por la seguridad
personal de la señora Mané Sánchez, quien esperaba a la y los pequeños. La
señora Sánchez estaba rodeada de elementos de seguridad, que parecían jugar A
la rueda de San Miguel, todos estaban de burros, es decir volteados, ahora sí
que rodeando a Doña Blanca.
Por eso pregunto ¿para qué tanta parafernalia dentro de una sala que ya
estaba rodeada de la seguridad del aeropuerto y elementos de la Policía
Federal? ¿qué no sabemos sobre la inseguridad? ¿A qué le temen? Toc, toc ¿hay
alguien ahí?
XV años. El próximo domingo 27 de octubre,
El Imparcial publicará un número especial por el aniversario número XV de Las
Caracolas, no se lo pierda.