¿Yo feminista?
Zoila Ríos Coca:
La congruencia valor del feminismo
Soledad JARQUÍN EDGAR
Comprometida con su trabajo, Zoila
Ríos Coca es de las personas que se quita el pan de la boca para dárselo a
otras. Es clara y por demá
Médica de profesión ha atendido a
más mujeres violentadas que partos en los últimos 20 años, pero fue en 2006
cuando se descubrió feminista.
El feminismo –dice- te lleva a
darte cuenta de las desigualdades que ocurren en todos los ámbitos y aspectos
en la vida de las mujeres y, obviamente, he intentado trabajar para que
disminuyan esas desigualdades.
Activista de tiempo completo,
empezó como voluntaria en la Casa de la Mujer Rosario Castellanos, más tarde
formó parte de otras organizaciones, entre ellas el Centro de Atención Integral
del Valle, formó colectivos como Mujeres Lilas, Diáspora Feminista y
actualmente pertenece a la Red Oaxaqueña por la Diversidad Sexual y la Clínica
de Atención Psicológica. Además de haber sido parte del Colectivo Huaxyacac. En
todas ha dado talleres, pláticas o acompañamiento, ha estado en las marchas y
protestas o en asuntos de tipo formativo como diplomados o debates de cine.
Ríos
Coca considera que el problema fundamental de la desigualdad radica en el
contexto social basados en los estereotipos de género, donde las mujeres
debemos cubrir ciertos roles que nos asigna la familia o las instituciones. “Tu
por ser mujer, incluso, tienes menos posibilidades de elegir una carrera, yo viví
una situación de desigualdad desde mi familia, porque provengo de una familia
numerosa, donde éramos seis mujeres y cinco hombres. Fui una hija sándwich
quedé en medio de un hermano y una hermana, el mayor tuvo la posibilidad de
estudiar la carrera de Medicina y yo quería estudiar Arquitectura, pero mi
madre me obligó a estudiar medicina, porque era mujer y porque ya tenía los
libros de mi hermano”. Ese es un ejemplo de desigualdad, sostiene.
¿Esta arquitecta que no fue, es hoy una médica satisfecha?
Si padecí un rato, tal vez un año
de estar en una escuela donde no quería estar, y obviamente difícil, diferente
a lo que pensaba que pasaría. Había que teorizar o memorizar mucho y eso no me
gustaba, cuando iba en segundo año de la facultad me di cuenta que había otras
posibilidades de crecer y me empezó a gustar, sobre todo porque te involucras
con las personas y eso es un plus en mi profesión.
Zoila Ríos o la doctora Coca como
se le conoce afirma que su madre falleció hace algún tiempo, pero alguna vez le
agradeció por obligarla a estudiar Medicina, “porque me puso en un camino que
ha enriquecido mi vida de muchas maneras, puedo ser empática con las personas
que sufren alguna enfermedad, que viven violencia o están en condiciones de
desigualdad, de ellas aprendo y al mismo tiempo me sano, porque me pongo en los
zapatos de esas personas”.
En ese aspecto reconoce que su
práctica médica es contraria a lo que le enseñaron en la escuela, donde
aprenden a “guardar la compostura”, aun cuando tengan que dar un diagnóstico
fatal, “yo decidí ponerme en los zapatos de las personas y lo decidí muy
pronto, mientras hacía mi internado, por eso, al final creo que no fue
equivocada la determinación de mi madre, su intuición fue certera”.
El parteaguas 2006
En 2006 tomó el diplomado la
República de las Mujeres que en ese entonces impartió la periodista Graciela
Atencio a través del Instituto de la Mujer Oaxaqueña (IMO) eso fue abrir un
panorama impresionante, después se siguió preparando con otras compañeras y
terminó por hacerlo sola.
Hasta antes de ese año se
consideraba una defensora de los derechos humanos y se dio cuenta de que era
feminista gracias a su trabajo terapéutico, porque como muchas mujeres palpaba las desigualdades hacia las mujeres
pero no tenía ni las herramientas ni la formación necesarias para generar
acciones que provocaran un cambio mínimo.
Sin embargo, a raíz del conflicto
político-social de 2006 surgieron colectivos como Huaxyacac donde las
activistas palparon que había desigualdad ejercida por algunos líderes
sociales, incluso que algunos de ellos ejercían violencia contra sus compañeras
de las organizaciones.
“No se sí lo habían naturalizado,
era una practica habitual para muchos compañeros de las organizaciones, yo
estaba molesta porque no concebía lo que estaba pasando y mi actitud les
pareció a algunas compañeras y compañeros como hembrista, así me lo decían,
pero en realidad no quería que esos hechos se invisibilizaran, callaran o
taparan, lo aceptaban otras personas”.
Entonces estudié más, para tener
suficientes argumentos, más herramientas y no permitir que se quedara como si
nada, porque estábamos frente a una situación delicada, como es una violación
sexual y aún cuando otras activistas lo sabían nadie se atrevió a ir más allá,
a denunciar los hechos.
Ríos Coca si denunció los hechos
ante el Comisionado de la ONU, pero tampoco pasó nada, hoy ese líder (cuyo
nombre no quiso revelar) es colaborador de la Defensoría de Derechos Humanos
del Pueblo de Oaxaca.
Estaba molesta, añade, intentamos
formar un grupo para hablar con los líderes o dirigentes cuya compañeras o
esposas habían denunciado ante nosotras, pero a “esos líderes” se les
consideraba defensores de los derechos humanos, incluso defensores de los
pueblos indígenas y las compañeras me decían “No Coca, no podemos hacer nada
porque es un compañero de la sociedad civil y no es lo mismo que ellos
violenten los derechos a que los violente un ulisista”.
¿Cuál era su parámetro?
Qué eran compañeros. Que eran
defensores de derechos humanos. Y fueron al menos cuatro casos graves.
Desde entonces decidí que no quería
pertenecer a grupos que maquillan situaciones, no tenía ningún caso. Al final
de cuentas me dijeron que era radical porque no era posible evidenciar a los
compañeros ni tampoco éramos un tribunal para acusar a los compañeros.
Eso provocó algunas discusiones
entre las activistas que terminaron por decirle que no hiciera eso delante de
los compañeros, porque por eso decían que las mujeres siempre se estaban
peleando.
Por congruencia me deslindé y dejé
de asistir a las reuniones del colectivo Huaxyacac y finalmente la elección de
la actual titular del IMO fue otro momento difícil que me llevó a darme cuenta
que no estaba equivocada, porque al final se impuso la voluntad de un grupo.
Mis protestas y críticas fueron tomadas a mal por muchas personas.
En ese sentido, Zoila Ríos Coca
sostiene que el feminismo enseña primero que nada a ser congruentes y en esos
momentos muchas mujeres del movimiento feminista no estaban actuando como debía
ser.
La incongruencia no va con el feminismo
Sin embargo, meses más tarde
aceptaste trabajar en el IMO. ¿No es así?
Sí es cierto, pero mi primera
reacción ante la directora del IMO fue proponer a otra compañera. Fue difícil,
me quitó el sueño tomar la decisión y acepté porque me veía haciendo algo por
otras mujeres desde la Unidad de Atención de Mujeres Víctimas de Violencia de
Género.
Tengo experiencia, había trabajado
en la atención a víctimas de violencia desde 1993 en la agencia especializada
en delitos sexuales de la Procuraduría General de Justicia del Estado y acepté,
claro que eso me llevó a recibir críticas severas de otras compañeras que me
dijeron que no era congruente, otras se burlaron de mi diciéndome
“funcionaria”, pero al estar ahí me di cuenta que sí se podían hacer cosas y
resolver casos. Era necesaria una persona con formación sensible y humanizada
para poder hacer algo y yo tenía esa oportunidad.
“Pero no me la pasé bien”, dice con
un dejo de tristeza, porque la primera advertencia que recibí es que ya no
podía criticar las acciones del gobierno. Sin duda, señala que al reflexionar a
la distancia de esos acontecimientos se dio cuenta que empezó a sufrir
violencia psicológica por parte de quien era su jefa, era una violencia sutil
no sólo conmigo sino incluso con otras compañeras de la sociedad civil que
habían sido invitadas a trabajar en el IMO. “Se violenta a las trabajadoras, a
las mujeres que asisten a pedir ayuda al no dar respuestas inmediatas ni el
acompañamiento necesario en los casos que lo requieren, que son la mayoría”.
Muchas veces, explica, tuvo que
poner de su sueldo para pagar la alimentación de las mujeres que eran
resguardadas en la Unidad porque no había dinero para ello, pero sí había
dinero para pagar ponentes que venían de fuera o presentaciones en
restaurantes. “Eso me tronó, la insensibilidad de las que se decían defensoras
de los derechos de las mujeres”.
Si desde tu propia experiencia la burocracia del género no da
resultados ¿qué requiere la sociedad, qué se necesita para atender a las
mujeres?
“Creo que lo que se necesita son
hombres y mujeres congruentes, que se pongan en los zapatos de las que viven
algún tipo de desigualdad o violencia, no es necesario que te pase a ti o a
alguien cercano a ti para ser sensibles, para responder a lo que la sociedad te
ha encomendado. Hace falta conciencia feminista en las funcionarias para
trabajar a favor de las mujeres, más aún cuando estas funcionarias vienen del
activismo feminista y tienen desde puestos claves la posibilidad de cambiar las
cosas, llegan y simplemente se montan en el sistema establecido, en el sistema
patriarcal, machista, violento, burocrático que se las come”.
Eso quiere decir que lo único que
había era un discurso y no una feminista. Con qué cara te atreves a decir soy feminista
si tienes actitudes de incongruencia. Lo que necesitamos es un valor que nos
diga que tenemos que ser personas congruentes y el feminismo te lo dice,
sostiene sin titubear la entrevistada.
¿Hay futuro para el feminismo?
En este momento yo lo veo muy
difícil. Creo que estamos muy sectorizadas, aisladas, poco sóricas, lo veo
difícil en Oaxaca, no sé si tenga futuro, no veo por donde.
El reconocimiento
El pasado mes de marzo, el Congreso
del Estado entregó a Zoila Ríos Coca un reconocimiento por su trabajo a favor
de las mujeres. Ella sostiene que se sintió identificada con el reconocimiento,
porque luego de 20 años de trabajo con mujeres que viven violencia sintió que
muchas de esas mujeres a las que ha ayudado estaban representadas en ese
diploma.
Este reconocimiento, añade, es el
primero que he recibido por mi trabajo, entonces estoy satisfecha y agradecida
de que así haya sido.
Y es que la doctora Coca se ha
quitado el pan de la boca para dárselo a otras mujeres y no es solo una frase,
ha sido parte de su tarea, para ella la palabra burocracia no está inscrita en
ningún manual, sabe que el ejercicio de la medicina es humanista y cuando te
enfrentas a situaciones graves de violencia no tienes ni horario ni día de
descanso, afirma satisfecha.
En su vida, siguen presentes los
casos de mujeres como sucedió con la señora Nely, quien durante una década
luchó para que finalmente el asesino de su hija fuera condenado a 30 años de
prisión, sin embargo, en esta familia el miedo y el terror siguen presentes.
También recuerda un caso de
impunidad que sufrió una mujer y sus hijas, cuya pareja y padre era comandante
de la policía ministerial que las violentaba de manera terrible, pero como es
policía obligó a la mujer y a sus propias hijas a negar los hechos, al final
parecía que quienes habían fabricado los hechos eran las instituciones.
El no quedarse callada provocó que
hace algunos años las mujeres fueran atendidas primero por el área
psicológica-médica y después por los agentes del Ministerio Público, petición que
planteó junto con la psicóloga Rosario Sánchez Pacheco, misma que llegó a la
entonces presidenta del DIF Estatal, Clara Scherer Castillo, y había un
compromiso serio en la atención hacia las mujeres.
De acuerdo a tu experiencia ¿La violencia hacia las mujeres es hoy más
visible o más grave?
Es más visible y más grave. Lo que
esperábamos con el gobierno de la alternancia es que hubiera un cambio de
actitud en las instituciones, pero no es así, incluso la violencia ha
aumentado, un tanto porque sí es cierto se denuncia más, pero los casos
denunciados muestran más gravedad.
Y hablando de las instituciones ¿Qué pasa con las instituciones que
atienden la violencia de género contra las mujeres?
Primero que no se ponen de acuerdo
entre ellas; segundo hacen doble trabajo; tercero el personal es insensible y
violentan a las mujeres; cuarto, el personal no tiene experiencia y la ruta
para llevar a buen término los casos simplemente no la conocen, no tienen ni
idea. Eso, añade, provoca que la gran mayoría de los casos queden en la
impunidad, terminan por desgastar a las víctimas usuarias entre vueltas y
papeles, la burocracia se impone.
¿Crees que mejorará con el Centro de Justicia para Mujeres?
Abre los ojos y exclama ¡Pues
ojalá! En otras entidades ha dado buenos resultados esperemos que pase lo mismo
en Oaxaca, sin embargo, el problema empieza con la directora que cree que lo
que necesitan las victimas es elevar su autoestima, que las maquillen y les
pongan buena ropa…pero no es por ahí, esa no es la solución
¿Cuál es la solución?
Se necesita establecer rutas que
lleven a las mujeres a la justicia, con trabajo desde la perspectiva de género,
mas recursos y que los recursos asignados se gasten en eso y no en otra cosa.
¿Qué le dices a las mujeres que
viven violencia?
Que siempre crean que puede haber
otro modo de vivir sin violencia, hay posibilidades de tener una vida
diferente, no sé si mejor, pero sí diferente. Y que hay personas que estamos
comprometidas, que caminamos con ellas, las acompañamos.