Mujeres y política
La reforma fiscal ¿será?
Soledad JARQUÍN EDGAR
Un debate nacional está en puerta:
la reforma fiscal. El cómo recaudar más impuestos; el qué hacer para que esa
recaudación sea equitativa, es decir, sin privilegios para nadie, y cómo el
gobierno logrará convencer a la ciudadanía de que empleará bien o gastará bien
esos recursos, incluyendo el intocable asunto del Impuesto al Valor Agregado en
medicinas y alimentos, prueba de fuego para la nueva administración del PRI y
que no lograron los gobiernos del PAN.
Carlos Elizondo Mayer-Serra, doctor
y maestro en Ciencia Política, parte del Sistema Nacional de Investigadores de
México desde 1991 y embajador de México ante la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), entre otros muchos cargos, sostiene
que México necesita, y con urgencia, de un nuevo pacto fiscal, reconoce que es
una ecuación complicada, lo explica en su libro Con dinero y sin dinero (Ed.
Debate/2012) y lo dijo con claridad en una conferencia impartida este viernes
en Oaxaca. Las razones: Uno. Un equilibrio fiscal ineficaz, precario e injusto
(parte del título del libro).
Dos. A ninguna sociedad le gusta
pagar impuestos pero toda la sociedad espera recibir buenos servicios.
Tres. El excesivo gasto en salarios
de la burocracia, los titulares de esa burocracia (que dicho sea de paso, se
pagan como si fueran parte de un principado) y los otros gastos que implica la
burocracia.
Cuatro. Los subsidios a todo,
gasolina, agua, transporte, actividades del campo que paralizan al
campesinado…y pocos resultados a la vista.
Cinco. La corrupción de quienes
basados en su poder logran privilegios y pagan menos impuestos. Esos
privilegios que ya conocemos. Pequeños y medianos contribuyentes que van desde
el chagarrito foxiano hasta un hotel o un restaurante, inequitativo pues.
Seis. Huecos que provocan que
personas que reciben iguales ingresos paguen de forma distinta sus impuestos,
todo depende del origen del ingreso. Profesionistas que pagan toda clase de
impuestos y privilegiados como los intelectuales que pagan impuestos tan luego
rebasan los 300 mil pesos de ventas por sus libros, por ejemplo, citaba el
doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, Inglaterra.
Siete. La sociedad ha sido incapaz
de exigir una mejor forma de gastar el dinero proveniente de los impuestos.
Ocho. Los ingresos provenientes del
petróleo se destinan no a la inversión que genere riqueza ni ahorro para el
futuro de las generaciones venideras sino se emplean para cubrir la diferencia
entre los impuestos que se recaudan y el gasto público que ejerce el gobierno.
Nueve. Dinero que no ha salido de
nuestras bolsas y, por tanto, le hemos prestado poca atención, dice Elizondo.
Diez. La reforma fiscal no es tarea
fácil: “cobrar impuestos y la manera de gastarlos es el nudo central de la
relación entre ciudadanos y gobierno”, que pasa por la legalidad.
Los problemas:
a) No hay una relación directa entre
impuestos y calidad de vida, es decir entre lo que la gente paga de
recaudaciones y lo que recibe por servicios (ejemplos concretos la educación,
el agua potable que no es potable, las banquetas, los baches de las calles y
carreteras, el deficiente alumbrado público y hay más sistemas de atención de
salud que ponen en riesgo la vida de las personas). Se trata no sólo de
recaudar más sino además de gastar bien esos recursos…Difícil, pero tal vez no
imposible y un ejemplo es la forma de recaudación de Ecuador, un país pequeño
donde todo el mundo paga impuestos, como me comentaba recién una viajera que
vino asombrada de la equidad recaudatoria, al menos en apariencia y de los
resultados que se observan –de acuerdo con los testimonios de la gente- en las
transformaciones de zonas antes paupérrimas ahora hasta turísticas.
b)La clase política (presidente y la
bancada priista en la Cámara de Diputados) deben convencer a la sociedad de que
las cosas van a cambiar, una primera demanda social es que no habrá más
enriquecimiento de políticos con dinero público (una esperanza poco creíble y,
para creer decía mi abuela, está la iglesia), pues esa realidad mexicana, más
común y cotidiana en todos los niveles de gobierno y en cualquiera de sus
poderes es una de las razones que duelen a la ciudadanía que paga impuestos, el
enriquecimiento ilícito de la clase política mexicana y el alcance permanente de
algún nivel de pobreza de alguna buena parte de la sociedad. Los contrastes del
“ineficaz, precario e injusto equilibrio fiscal”, como dice Carlos Elizondo,
aunado –claro está- al secuestro de la sociedad por parte de la delincuencia
organizada y la nula respuesta de seguridad por parte del Estado.
Cómo convencernos de que en México,
como plantea el doctor Elizondo, es necesario mejorar el sistema de recaudación
y hacerlo equitativo, que es la otra parte de la injusticia y, finalmente, como
hacer que el gobierno gaste de forma adecuada ese dinero y de esa manera se
legitime ante los ojos de la ciudadanía, incluyendo claro está a quienes no
votaron por el PRI.
Mejorar el sistema de bienestar
social, mejor educación, seguridad pública, obras y hasta el sistema de
pensiones pasa necesariamente por una mejor forma de recaudación de impuestos,
por un gasto eficiente de ellos, es decir, sin corrupción ni privilegios para
grupos en el poder (el poder que estrangula) o seremos nosotros mismos quienes
pagaremos las consecuencias de esas equivocaciones, aunque en realidad ya las
pagamos, pero el futuro se pondría peor.
Lo cierto es que el futuro es ahora.
Cientos de jóvenes recién egresados de las universidades encuentran un sistema
laboral que no les es atractivo por las pocas expectativas que les ofrecen, si
trabajan por su cuenta, están obligados a pagar impuestos, los huecos del
sistema favorecen que sus derechos laborales ni siquiera los lleguen a conocer
ni mucho menos a disfrutar, en consecuencia, como plantea el doctor Elizondo,
¿cómo obligarlos a pagar impuestos que más tarde o más temprano se destinarán
al pago de pensiones de la burocracia mexicana y no a su propia seguridad
social?
Y, por otro lado, el sistema de
seguridad social (seguro popular, por ejemplo) lejos de incentivar la
formalidad, favorece la informalidad, es más barato, pues, ha señalado quien
fuera director del CIDE, quien pone sobre la mesa que es mejor un IVA del 15
por ciento en medicinas y alimentos que una tasa cero, mejor por increíble que
parezca para las personas con menores ingresos, ya que la proporción está
directamente relacionada con el ingreso, paga más IVA quien más tiene o quien
más adquiere o quien más gana. El problema ahora es que no se paga IVA por un
jarabe para la tos lo mismo que por una cirugía plástica, compara. La tarea
será convencernos de ello y de lo segundo, insiste, lo segundo es vital, es
decir, que esos recursos serán destinados a mejorar la calidad de vida de toda
la población mexicana.
También señala que es necesario que
los estados hagan su propia tarea fiscal. En Oaxaca por ejemplo es altísimo el
porcentaje de los recursos que provienen de la federación. Estados como el nuestro
tienen una nula recaudación, obras y servicios son a expensas de lo que envíe
la federación, por eso de nada o de poco sirven los casi 70 millones de pesos
de presupuesto para Oaxaca. Condición que sin duda merece todo un análisis
profundo para poner los mitos y las realidades bien claras y sobre la mesa, asunto del que nadie quiere hablar.
Las propuestas del doctor Carlos
Elizondo no son populares para una sociedad que ha vivido refunfuñando por el
pago de impuestos por el mal destino que se le da al dinero recaudado, pero
asegura que si queremos un país más igualitario y con mayor capacidad para
impulsar y proveer los bienes públicos se necesita pagar más impuestos y gastar
bien ese dinero. Por eso propone impuestos generales con tasas bajas y, por supuesto,
con menos excepciones. En el caso del ISR menos deducciones y un IVA
generalizado a una tasa más baja que la actual. La democracia exige cumplir
obligaciones, empezando por la fiscal.
En suma, lo que viene es un debate
nacional por la reforma fiscal que se pinta difícil y de cuyos resultados, al
menos en parte, dependerá cumplir o cumplir a medias o no cumplir de plano, las
promesas de campaña del actual presidente mexicano, por ejemplo, en la
seguridad social universal, diferente claro está a la ofrecida por los
gobiernos de derecha que alentaron más informalidad, pues no necesita pagar
impuesto alguno para tener acceso a la atención médica (mala o buena según su
suerte) a través del seguro popular, que como dicen por ahí no es nada seguro y
se ha vuelto bastante impopular.
Sin duda, escuchar al doctor
Elizondo resulta muy agradable pero sobre todo da luces sobre lo que ocurre en
México y una prospectiva de lo que podría pasar si hoy el barco no cambia de
rumbo, viendo ante todo las crisis internacionales en materia financiera y que
sólo por el petróleo (que no es eterno) México pasó sin problema, aunque esa no
fuera la solución, no porque reiteró es una forma irresponsable de pensar en el
futuro.
Sujetos de derechos y responsables
de nuestras obligaciones, un buen principio en materia fiscal sin olvidar claro
está la perspectiva de género en la recaudación y mucho menos en la aplicación
de los beneficios que deberían acarrear el pago de impuestos.
Lograr el equilibrio fiscal pasa
también por una igualdad de género que histórica y socialmente están rotas. No
es lo mismo ser mujer trabajadora que ser hombre trabajador. Se privilegia el trabajo remunerado al que no se
paga. Uno tiene valor, el otro no. Aunado a ello, las condiciones de trabajo a
pesar de que las mujeres constituyen una importante fuente de ingresos dentro y
fuera de su hogar no parecen caminar bien, lo que genera es una condición que
permite apenas escapar de algún tipo de pobreza. Esto derivado a la
desvalorización del trabajo que realizan las mujeres, existen muchas empresas
que emplean mujeres desde sus propias casas, no sólo se ahorran gastos de luz,
agua y otras rentas, sino que además provocarán graves problemas para ellas,
como el no reconocimiento de sus derechos sociales, ese trabajo se observa como
una extensión de su trabajo doméstico (que es a su vez el trabajo invisible en
la macroeconomía) y sin duda es una de las fisuras para la evasión fiscal.
Esa forma de discriminación sexual
tiene datos duros, como en algún momento lo explicaba Patricia Mercado, directora
de la Iniciativa Suma: 57 por ciento de
mujeres que trabajan (aunque sí deben pagar impuestos) no tienen seguridad
social. Los sueldos de las mujeres en comparación con los hombres son menores, y
en el sector de las ventas la diferencia alcanza es brutal, los hombres ganan
hasta un 51 por ciento mas (la razón la disposición de tiempo). Hay más, 30.4
por ciento de las mujeres realizan actividades informales y aún más del 10 por
ciento deben presentar examen de no gravidez al momento de solicitar un empleo.
Aunque la participación económica de
las mujeres es del 41.8 por ciento, solo el 10.6 por ciento de esas mujeres
acceden al derecho a una jubilación ¿y el resto?
Equilibrio en la reforma fiscal y
equilibrio en el reconocimiento al trabajo de las mujeres dos aspectos
pendientes en México, hacer una sin la otra favorece la inequidad.
Bien por la conferencia del doctor
Elizondo promovida por el diputado Martín Vásquez, en coordinación con el
Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito
Juárez de Oaxaca en el marco del ciclo de conferencias Oaxaca en el Debate
Nacional.
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