lunes, 4 de febrero de 2013

Mujeres y política: La reforma fiscal que viene ¿será?



Mujeres y política
La reforma fiscal ¿será?

Soledad JARQUÍN EDGAR
Un debate nacional está en puerta: la reforma fiscal. El cómo recaudar más impuestos; el qué hacer para que esa recaudación sea equitativa, es decir, sin privilegios para nadie, y cómo el gobierno logrará convencer a la ciudadanía de que empleará bien o gastará bien esos recursos, incluyendo el intocable asunto del Impuesto al Valor Agregado en medicinas y alimentos, prueba de fuego para la nueva administración del PRI y que no lograron los gobiernos del PAN.
Carlos Elizondo Mayer-Serra, doctor y maestro en Ciencia Política, parte del Sistema Nacional de Investigadores de México desde 1991 y embajador de México ante la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), entre otros muchos cargos, sostiene que México necesita, y con urgencia, de un nuevo pacto fiscal, reconoce que es una ecuación complicada, lo explica en su libro Con dinero y sin dinero (Ed. Debate/2012) y lo dijo con claridad en una conferencia impartida este viernes en Oaxaca. Las razones: Uno. Un equilibrio fiscal ineficaz, precario e injusto (parte del título del libro).
Dos. A ninguna sociedad le gusta pagar impuestos pero toda la sociedad espera recibir buenos servicios.
Tres. El excesivo gasto en salarios de la burocracia, los titulares de esa burocracia (que dicho sea de paso, se pagan como si fueran parte de un principado) y los otros gastos que implica la burocracia.
Cuatro. Los subsidios a todo, gasolina, agua, transporte, actividades del campo que paralizan al campesinado…y pocos resultados a la vista.
Cinco. La corrupción de quienes basados en su poder logran privilegios y pagan menos impuestos. Esos privilegios que ya conocemos. Pequeños y medianos contribuyentes que van desde el chagarrito foxiano hasta un hotel o un restaurante, inequitativo pues.
Seis. Huecos que provocan que personas que reciben iguales ingresos paguen de forma distinta sus impuestos, todo depende del origen del ingreso. Profesionistas que pagan toda clase de impuestos y privilegiados como los intelectuales que pagan impuestos tan luego rebasan los 300 mil pesos de ventas por sus libros, por ejemplo, citaba el doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, Inglaterra.
Siete. La sociedad ha sido incapaz de exigir una mejor forma de gastar el dinero proveniente de los impuestos.
Ocho. Los ingresos provenientes del petróleo se destinan no a la inversión que genere riqueza ni ahorro para el futuro de las generaciones venideras sino se emplean para cubrir la diferencia entre los impuestos que se recaudan y el gasto público que ejerce el gobierno.
Nueve. Dinero que no ha salido de nuestras bolsas y, por tanto, le hemos prestado poca atención, dice Elizondo.
Diez. La reforma fiscal no es tarea fácil: “cobrar impuestos y la manera de gastarlos es el nudo central de la relación entre ciudadanos y gobierno”, que pasa por la legalidad.
Los problemas:
a) No hay una relación directa entre impuestos y calidad de vida, es decir entre lo que la gente paga de recaudaciones y lo que recibe por servicios (ejemplos concretos la educación, el agua potable que no es potable, las banquetas, los baches de las calles y carreteras, el deficiente alumbrado público y hay más sistemas de atención de salud que ponen en riesgo la vida de las personas). Se trata no sólo de recaudar más sino además de gastar bien esos recursos…Difícil, pero tal vez no imposible y un ejemplo es la forma de recaudación de Ecuador, un país pequeño donde todo el mundo paga impuestos, como me comentaba recién una viajera que vino asombrada de la equidad recaudatoria, al menos en apariencia y de los resultados que se observan –de acuerdo con los testimonios de la gente- en las transformaciones de zonas antes paupérrimas ahora hasta turísticas.
b)La clase política (presidente y la bancada priista en la Cámara de Diputados) deben convencer a la sociedad de que las cosas van a cambiar, una primera demanda social es que no habrá más enriquecimiento de políticos con dinero público (una esperanza poco creíble y, para creer decía mi abuela, está la iglesia), pues esa realidad mexicana, más común y cotidiana en todos los niveles de gobierno y en cualquiera de sus poderes es una de las razones que duelen a la ciudadanía que paga impuestos, el enriquecimiento ilícito de la clase política mexicana y el alcance permanente de algún nivel de pobreza de alguna buena parte de la sociedad. Los contrastes del “ineficaz, precario e injusto equilibrio fiscal”, como dice Carlos Elizondo, aunado –claro está- al secuestro de la sociedad por parte de la delincuencia organizada y la nula respuesta de seguridad por parte del Estado.
Cómo convencernos de que en México, como plantea el doctor Elizondo, es necesario mejorar el sistema de recaudación y hacerlo equitativo, que es la otra parte de la injusticia y, finalmente, como hacer que el gobierno gaste de forma adecuada ese dinero y de esa manera se legitime ante los ojos de la ciudadanía, incluyendo claro está a quienes no votaron por el PRI.
Mejorar el sistema de bienestar social, mejor educación, seguridad pública, obras y hasta el sistema de pensiones pasa necesariamente por una mejor forma de recaudación de impuestos, por un gasto eficiente de ellos, es decir, sin corrupción ni privilegios para grupos en el poder (el poder que estrangula) o seremos nosotros mismos quienes pagaremos las consecuencias de esas equivocaciones, aunque en realidad ya las pagamos, pero el futuro se pondría peor.
Lo cierto es que el futuro es ahora. Cientos de jóvenes recién egresados de las universidades encuentran un sistema laboral que no les es atractivo por las pocas expectativas que les ofrecen, si trabajan por su cuenta, están obligados a pagar impuestos, los huecos del sistema favorecen que sus derechos laborales ni siquiera los lleguen a conocer ni mucho menos a disfrutar, en consecuencia, como plantea el doctor Elizondo, ¿cómo obligarlos a pagar impuestos que más tarde o más temprano se destinarán al pago de pensiones de la burocracia mexicana y no a su propia seguridad social?
Y, por otro lado, el sistema de seguridad social (seguro popular, por ejemplo) lejos de incentivar la formalidad, favorece la informalidad, es más barato, pues, ha señalado quien fuera director del CIDE, quien pone sobre la mesa que es mejor un IVA del 15 por ciento en medicinas y alimentos que una tasa cero, mejor por increíble que parezca para las personas con menores ingresos, ya que la proporción está directamente relacionada con el ingreso, paga más IVA quien más tiene o quien más adquiere o quien más gana. El problema ahora es que no se paga IVA por un jarabe para la tos lo mismo que por una cirugía plástica, compara. La tarea será convencernos de ello y de lo segundo, insiste, lo segundo es vital, es decir, que esos recursos serán destinados a mejorar la calidad de vida de toda la población mexicana.
También señala que es necesario que los estados hagan su propia tarea fiscal. En Oaxaca por ejemplo es altísimo el porcentaje de los recursos que provienen de la federación. Estados como el nuestro tienen una nula recaudación, obras y servicios son a expensas de lo que envíe la federación, por eso de nada o de poco sirven los casi 70 millones de pesos de presupuesto para Oaxaca. Condición que sin duda merece todo un análisis profundo para poner los mitos y las realidades bien claras y sobre  la mesa, asunto del que nadie quiere hablar.
Las propuestas del doctor Carlos Elizondo no son populares para una sociedad que ha vivido refunfuñando por el pago de impuestos por el mal destino que se le da al dinero recaudado, pero asegura que si queremos un país más igualitario y con mayor capacidad para impulsar y proveer los bienes públicos se necesita pagar más impuestos y gastar bien ese dinero. Por eso propone impuestos generales con tasas bajas y, por supuesto, con menos excepciones. En el caso del ISR menos deducciones y un IVA generalizado a una tasa más baja que la actual. La democracia exige cumplir obligaciones, empezando por la fiscal.
En suma, lo que viene es un debate nacional por la reforma fiscal que se pinta difícil y de cuyos resultados, al menos en parte, dependerá cumplir o cumplir a medias o no cumplir de plano, las promesas de campaña del actual presidente mexicano, por ejemplo, en la seguridad social universal, diferente claro está a la ofrecida por los gobiernos de derecha que alentaron más informalidad, pues no necesita pagar impuesto alguno para tener acceso a la atención médica (mala o buena según su suerte) a través del seguro popular, que como dicen por ahí no es nada seguro y se ha vuelto bastante impopular.
Sin duda, escuchar al doctor Elizondo resulta muy agradable pero sobre todo da luces sobre lo que ocurre en México y una prospectiva de lo que podría pasar si hoy el barco no cambia de rumbo, viendo ante todo las crisis internacionales en materia financiera y que sólo por el petróleo (que no es eterno) México pasó sin problema, aunque esa no fuera la solución, no porque reiteró es una forma irresponsable de pensar en el futuro.
Sujetos de derechos y responsables de nuestras obligaciones, un buen principio en materia fiscal sin olvidar claro está la perspectiva de género en la recaudación y mucho menos en la aplicación de los beneficios que deberían acarrear el pago de impuestos.
Lograr el equilibrio fiscal pasa también por una igualdad de género que histórica y socialmente están rotas. No es lo mismo ser mujer trabajadora que ser hombre trabajador. Se  privilegia el trabajo remunerado al que no se paga. Uno tiene valor, el otro no. Aunado a ello, las condiciones de trabajo a pesar de que las mujeres constituyen una importante fuente de ingresos dentro y fuera de su hogar no parecen caminar bien, lo que genera es una condición que permite apenas escapar de algún tipo de pobreza. Esto derivado a la desvalorización del trabajo que realizan las mujeres, existen muchas empresas que emplean mujeres desde sus propias casas, no sólo se ahorran gastos de luz, agua y otras rentas, sino que además provocarán graves problemas para ellas, como el no reconocimiento de sus derechos sociales, ese trabajo se observa como una extensión de su trabajo doméstico (que es a su vez el trabajo invisible en la macroeconomía) y sin duda es una de las fisuras para la evasión fiscal.
Esa forma de discriminación sexual tiene datos duros, como en algún momento lo explicaba Patricia Mercado, directora de la Iniciativa Suma:  57 por ciento de mujeres que trabajan (aunque sí deben pagar impuestos) no tienen seguridad social. Los sueldos de las mujeres en comparación con los hombres son menores, y en el sector de las ventas la diferencia alcanza es brutal, los hombres ganan hasta un 51 por ciento mas (la razón la disposición de tiempo). Hay más, 30.4 por ciento de las mujeres realizan actividades informales y aún más del 10 por ciento deben presentar examen de no gravidez al momento de solicitar un empleo.
Aunque la participación económica de las mujeres es del 41.8 por ciento, solo el 10.6 por ciento de esas mujeres acceden al derecho a una jubilación ¿y el resto?
Equilibrio en la reforma fiscal y equilibrio en el reconocimiento al trabajo de las mujeres dos aspectos pendientes en México, hacer una sin la otra favorece la inequidad.
Bien por la conferencia del doctor Elizondo promovida por el diputado Martín Vásquez, en coordinación con el Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca en el marco del ciclo de conferencias Oaxaca en el Debate Nacional.
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