A Reserva
Frente a la violencia, la
cultura de paz
Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
En México la violencia rebasa cualquier límite imaginado,
existen profundas desigualdades que
incrementan día a día la pobreza, desempleo y bajo crecimiento
económico, aumento de la delincuencia y la consabida inseguridad, y en los
últimos meses se ha fraguado y crecido la violencia que generan las maledicencias
políticas electorales que con pocos escrúpulos no solo descalifican y
estigmatizan a personas y acciones llamando al linchamiento mediático que se
desborda en una población con grandes rezagos y resentimientos, potenciando emociones y actitudes violentas,
muy peligrosas cuando se conjugan con la necesidad y la ignorancia, el hartazgo
frente a gobiernos pasados y el anhelo de un cambio que ofrezca mejores
condiciones de vida; por cierto sin descontar la religiosidad y el caudillismo
mexicano.
Es cierto, al respecto cito a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
al recibir la medalla Belisario Domínguez…
“Éste no es el México que la mayoría de los mexicanos queremos, y éste
no es ni puede ser el destino fatal de nuestra patria; la violencia y la
desigualdad que privan en México resultan insoportables e inadmisibles, generan
tensión y elevan los riesgos de descomposición y atraso.”
No cabe duda, México está dividido, la clase política busca
y encuentra formas y mecanismos depredadores que hagan daño a sus contrincantes,
la guerra es encarnizada y la carne de cañón es la ciudadanía, el arma mortal
son las palabras que corren y dan vuelta en las redes sociales, como insulto, o
rumor, o incluso como chistorete; el caso es hacer el mayor de los daños,
ensanchar el encono y el resentimiento, ojalá no hasta el grado de generar
terrorismo urbano, atentando contra las y los propios.
Ante los últimos sucesos en la ciudad de México, violencia
inaudita, queda sentarse a reflexionar, detener la vorágine de la exabrupta
andanada de “información” que cruza con
insólita rapidez tecnológica e impacta confusamente al cerebro que no logra
sacar sus propias conclusiones, que lo mismo culpa de nuestra desgracia y de la
ajena a unos como a otros, que nos hace pasar de la indignación irreflexiva a
la desesperanza deprimente.
Es tiempo de la autodefensa, es tiempo de ponernos en paz
¿Qué queremos? ¿Qué esperamos? Evidentemente la violencia maquinal no nos ha
llevado a mejorar la calidad de nuestra vida, son otros mecanismos de
participación ciudadana que modificarán los alcances democráticos y de justicia
social, en los que se verán reflejadas las posibilidades de vislumbrar otra
forma de vivir.
El año 2000 fue proclamado Año Internacional de la Cultura
de Paz. Según la definición de las Naciones Unidas la cultura de paz consiste
en una serie de valores, actitudes y
comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando
de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la
negociación entre las personas, los grupos y las naciones. La Declaración y el
Programa de Acción sobre una Cultura de Paz identifica ocho principios de
acción:
1. Promover una cultura de paz por medio de la educación.
2. Promover el desarrollo económico y social sostenible
mediante la reducción de las desigualdades económicas y sociales, rumbo a la
erradicación de la pobreza y garantizando una seguridad alimentaria sostenible,
la justicia social, el fomento de la autonomía de la mujer, medidas especiales
para grupos con necesidades especiales y la sostenibilidad ambiental.
3. Promover el respeto de todos los derechos humanos cuando
predominan la violencia, no se pueden garantizar los derechos humanos, se
consignan acciones inmediatistas y generalizadas desde la recurrencia de la violencia
por el estado.
4. Garantizar la igualdad entre mujeres y hombres por medio
de la plena participación de las mujeres en la toma de decisiones económicas,
sociales y políticas, la eliminación de todas las formas de discriminación y de
violencia contra la mujer. La procuración e impartición de justicia debe
garantizar la integridad y la vida de las mujeres en condiciones de igualdad y dignidad.
5. Promover la participación democrática en la consecución y
el mantenimiento de la paz y la seguridad que concreten principios, prácticas y participación
democráticos en todos los sectores de la sociedad, con acciones de los
gobiernos transparentes y responsables.
6. Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad para
acabar con las guerras y los conflictos violentos; es preciso aprender de
nuestras diferencias por medio del diálogo y del respecto para la diversidad cultural.
7. Privilegiar la comunicación participativa y la libre circulación
de información y conocimientos, desechando la violencia mediática, la mentira y
el ensalzamiento de gobiernos y monopolios, promoviendo los espacios ciudadanos
desde la pluralidad y el multiculturalismo.
8. Promover la paz y la seguridad internacional enfatizando
la seguridad humana y la negociación de soluciones pacíficas.
Esta propuesta, de ninguna manera significa abandonar
nuestro derecho a pedir cuentas a los gobiernos y cuestionar la corrupción e
impunidad, que resultan tan violentas como las balas, y se deben denunciarse
sin duda, utilizando los cauces legales y el derecho a la información
responsable y sin doble intención. La violencia y la inestabilidad resultan distractores
muy efectivos a los intereses de la economía monopólica que saca ventaja de los
gobiernos, de algunas organizaciones no gubernamentales y al final acaban
financiando también a partidos políticos. Ojo.
ADEMAS..
El viernes pasado, en la capital oaxaqueña una nueva forma
de participación ciudadana se hizo presente desde la cultura a través del canto
de jóvenes, mujeres y hombres, que en el teatro Juárez, cantaron música
oaxaqueña contemporánea, canlgentelibre en acuerdo con la Secretaría de Cultura
estatal, convocó y desarrollo una sana competencia donde el objetivo
fundamental es la democratización de la cultura, la visibilización del arte y
la participación de las y los jóvenes como categóricos representantes de una
sociedad que busca otras formas de relacionarse y crecer en paz.
Entre música y canciones desde el escenario se escuchó:
“Defendemos los principios de paz y justicia social cuando
promovemos la igualdad de género o los derechos de los pueblos indígenas y de
los migrantes”.
“Promovemos la paz y la justicia social cuando eliminamos
las barreras que enfrentan las personas por motivos de género, edad, raza,
etnia, religión, cultura o discapacidad”.
“La justicia social integra la inclusión social en nuestras
prácticas cotidianas y sin duda permite alcanzar la paz y la felicidad”.
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