lunes, 6 de junio de 2011

Mujeres y Política. No, es no, la marcha de las putas

Soledad JARQUÍN EDGAR

El próximo fin de semana en la ciudad de México se realizará la Marcha de las Putas, donde mujeres de todas las edades y actividades saldrán a decir No, es No. A través de las redes sociales y algunas publicaciones se difunde esta movilización que busca dejar en claro que las mujeres no son responsables de la violencia sexual ni agresiones por su forma de vestir, el lugar o la compañía, entre otros aspectos que se siguen empleando para justificar lo injustificable.

La palabra puta se ha utilizado para agredir a las mujeres, para humillarlas, considerando otro estereotipo impuesto a las mujeres, el buen deber ser: madres-mujeres, santas y puras. Así que la marcha que se realizará el próximo domingo en la ciudad de México, rompe con ese estereotipo para decir ¡basta! ante la violencia que sufren todas las mujeres, incluidas, por supuesto las santas y puras.

Todo comienza en la palabra y en cómo creamos el estereotipo. La palabra puta se convierte como por arte de magia en una mala palabra –en el diccionario puta es igual a prostituta-, esto nos lleva a pensar –porque así lo aprendimos- que una puta es una mala persona (mala persona para la sociedad, claro está). Por tanto, la deducción es que siendo una mala persona carece de la posibilidad de derechos frente a los demás, se consuma el estereotipo.

Ellas explican: “¿Por qué putas? Históricamente el término “puta” se encuentra cargado de un significado negativo y peyorativo; puta es una mujer promiscua, que tiene relaciones sexuales por dinero, por placer, que viste de manera inapropiada, que no es una buena mujer. El término sirve como una forma de insulto o etiqueta para el comportamiento de mujeres que se encuentran fuera de lo que la sociedad considera adecuado y aceptable. Bajo esos parámetros y criterios, en cualquier momento de nuestras vidas, las mujeres somos putas y como putas debemos aceptar y callar que se desplieguen comportamientos sexuales sin consentimiento”.
La Marcha de las Putas, que en México promociona Minerva Valenzuela, será una manifestación a la que muchas mujeres deberíamos sumarnos, porque lo único que se busca, exponen sus organizadoras, es decirle “a la sociedad civil, política, religiosa y cualquiera que sea su función en este país, que no importa la vestimenta, el lugar, ni la compañía; nada justifica la imposición de relaciones sexuales o el acoso sexual. La mujer no provoca VIOLENCIA, ni AGRESIÓN; por el sólo hecho de ser responsable y libre al ejercer su personalidad, ideas y principios”.

Lo leí hace muchos años en el suplemento DobleJornada que dirigía la maestra Sara Lovera, ya no recuerdo el título de aquel artículo ni su autora, pero habrá quien se acuerde bien. Ahí quedaba claro, muy claro. El acoso sexual, los piropos molestos y el ataque sexual nada tienen que ver con la forma de vestir, la forma de ser o el sitio donde están, porque a las mujeres las violan desde que son niñas de cuna hasta que son personas mayores. Las violan por usar minifalda o por traer hábitos. Por traer cuello de tortuga o escote. Las violan en la iglesia o en la cantina. Sus padres o los padres. Las violan porque son rubias o morenas. Las violan porque sonríen o están serias… Las mujeres por ser mujeres no provocan la violencia, esa actitud se genera en el imaginario falo-céntrico, en el androcentrismo, en el machismo y, por supuesto en la misoginia. Entonces, queda claro que las mujeres no son responsables de nada, no provocan, lo que hacen es ejercer su derecho a vestir, decir, estar, caminar, pararse, divertirse o dormir donde quieren hacerlo. Y cuando una mujer dice NO, debe aceptarse ese NO. Es cuestión de derechos.

Se trata de desmoronar esa vieja idea que se ha “perpetrado y naturalizado” en la supuesta culpabilidad de las mujeres de ser responsables del acoso y ataques sexuales, porque al final de cuentas no es otra cosa que una forma de discriminación a las mujeres.

El comunicado de la Marcha de las Putas indica que cuando las mujeres dicen NO, la palabra NO, debe tener esa connotación negativa y por tanto sólo puede significar eso: NO, por lo que no deben ser forzadas a tener relaciones sexuales.

Esta movilización se realizó por primera vez este año en Toronto, Canadá, tras una declaración realizada por el policía Michael Sanguinetti durante una conferencia en la Universidad de York, sobre seguridad civil indicó que “las mujeres deben evitar vestirse como putas para no ser víctimas de la violencia sexual”. El policía mostró su ignorancia y las mujeres que están organizadas, ya que el 3 de abril tomaron la calle vestidas con tacones altos, ligueros, escotes y minifaldas.

Emulando a las canadienses, las mexicanas harán una protesta, se apropiarán –explican- de la palabra puta para rechazar cualquier tipo de violencia ejercida hacia nosotras con el pretexto de nuestra apariencia y manifestamos que ni las trabajadoras sexuales ni ninguna mujer debe ser violentada “por puta”. No quiero dejar de transcribir algunas de las frases que se utilizan en la promoción de la Marcha de las Putas y que buscan que todas personas aprendan a respetar:

¡Basta! Yo decido sobre mi cuerpo y No, es No.
Si me pongo medias de red y tacones de aguja: no, significa no.
Si la apertura de mi falda sube hasta mi muslo: no, significa no.
Si en cualquier momento decido no consumar el acto sexual: no, significa no.
Si me pongo una borrachera marca no se asuste: no, significa no.
Si bailo de forma sensual: no, significa no.
Si el escote de mi vestido es épico e invitador: no, significa no.
NO, SIGNIFICA NO.

Sería fantástico que las organizadoras pudieran invitar a las mujeres de los municipios donde sus alcaldes opinan, piensan y actúan de forma misógina y creen que usar minifalda provoca a los hombres o en su defecto que usar minifalda puede generar embarazos, como sucede con los muy ignorantes de Huatulco, Oaxaca, y Novolato, Sinaloa, por citar a dos de otros muchos. Bien harían las mujeres de estos y quizá de todos los municipios del país en salir a la calle en marchas de putas para exigir sus derechos como mujeres a decidir sobre sus cuerpos y a gritar a todo pulmón que No es No.

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