martes, 8 de febrero de 2011

A RESERVA Justicia, interés supremo del pueblo.

Bárbara GARCÍA CHÁVEZ

¿Qué significa el interés supremo del pueblo? En la retórica del discurso político implica en principio que el interés del pueblo es también interés del actor político que lo refiere; es decir, pretende demostrar que le importa el pueblo al que gobierna; eso no implica necesariamente que el gobernante y el pueblo tengan los mismos intereses, a menudo son diferentes y hasta opuestos.

Primero que tendríamos que saber con certeza ¿qué le implica al gobernante ese interés? Los que saben de Ciencia Política señalan que el interés supremo de los pueblos consiste en el bienestar general en condiciones de libertad, justicia e igualdad.

Todo buen gobierno debe otorgar y garantizar a sus gobernados bienestar, implicando las oportunidades de acceso a una vida digna, en su calidad humana y el respeto irrestricto de sus derechos. En un Estado democrático republicano, la justicia es el fin de la ley. En toda ley debe contenerse lo justo.

¿Desde qué ángulo político se refiere el gobernador democrático de Oaxaca “al interés supremo del pueblo”? ¿Considera el flagelo inmenso de la pobreza y desigualdad de este pueblo? Si es así, seguramente se refiere a consolidar la soberanía popular, la igualdad, la libertad y la abolición de toda opresión y privilegios, asegurando las condiciones que permitan el desarrollo productivo y la satisfacción de las necesidades materiales, sociales, culturales de hombres y mujeres, el acceso a la alimentación y vivienda digna, salud, educación y trabajo. Estará este hombre y sus colaboradores y no camarillas ¿en disposición verdadera de garantizarlo? ¡Ojalá!

Si pensamos que el interés supremo del pueblo es o debe ser el interés superior del Estado y la teoría general del Estado lo describe como el imperio de la ley, la paz y la justicia, entonces coincide visiblemente en un ideal superior “La justicia”.

Para alcanzar tan loables fines, la justicia debe estar implícita en la igualdad y ambas deben insertarse en las leyes para realmente regular las condiciones y libertades que garanticen a la población el acceso a la justicia. Es la justicia un valor ineludible en derecho y la política.

La justicia, concepto engrandecido y esperanza de los pueblos, ha sido entendido y descrito en el transcurso de la historia de múltiples maneras, desde la concepción filosófica hasta la científica; desde la antigüedad a la modernidad.

En la antigua Grecia se decía por los filósofos, que algo es justo cuando su existencia no interfiere con el orden establecido, la visión de justicia cósmica es que cada cosa ocupe su lugar en el mundo. Los sofistas, entendieron que es justo o injusto todo aquello que se acuerde que es así, lo convenido socialmente.

Platón en su obra “La República” define la justicia como virtud y fundamento de la constitución del Estado. Considera que hay una estrecha relación entre la justicia y la felicidad. En una sociedad justa, hay justicia para toda la población y una sociedad que sea justa es una sociedad feliz.

Aristóteles divide a la justicia en distributiva y correctiva. La primera consiste en la distribución de honores, de fortuna y de todas las demás cosas que debe repartirse entre los que participan de la sociedad, mientras que la segunda hace referencia a la justicia que regula las relaciones de unos ciudadanos con otros y la sanciones que se imponen cuando no se acatan las normas.

Trasímaco, pensador y político sofista célebre, aseguraba que la justicia es aquello que beneficia, interesa y conviene al gobierno establecido y, por lo tanto, beneficia al más fuerte. Los Estados justifican sus abusos de poder a través de las leyes, de tal manera que en nombre de la justicia se termina justificando dicho abuso.

Durante el Imperio Romano, la justicia permanecía ligada absolutamente con la ley.

El término Ius es la palabra en latín que hace referencia al Derecho. Es llamado así por derivar de justicia, como se define en el Digesto, la compilación de textos jurídicos del derecho romano por Ulpiano:

“El Derecho es la técnica de lo bueno y lo justo. En efecto, los juristas rinden teórico culto a la justicia y profesan el saber de lo bueno y de lo justo, separando lo justo de lo injusto, discerniendo lo lícito de lo ilícito, anhelando hacer buenos a los hombres, no sólo por el temor de los castigos, sino también por el estímulo de los premios, dedicados, si no yerro, a una verdadera y no simulada filosofía”.

Con la introducción del cristianismo, hay un cambio en la concepción de justicia, aparecen elementos que están por encima de esta y que a su vez son los pilares de la formación de la justicia, son la caridad y la misericordia. Es Dios quien determina la distribución y el castigo, lo que llaman “justicia divina”.

En el siglo XVI, Maquiavelo a lo largo de su obra “El Príncipe” entiende que la justicia es particular a cada pueblo, por tanto no existe una medida de lo justo y lo injusto, y lo demuestra con las grandes diferencias entre los distintos pueblos, por lo que la justicia debe ser la que imponga la o el soberano. El es el único que está capacitado para determinar lo justo y lo injusto.

Autores como Hobbes, filósofo inglés, también defienden esta idea. El soberano a quien una sociedad delega la autoridad, aceptando las leyes impuestas por este, por más que estas no sean justas, y acatando las mismas, sin derecho a desobedecerlas o a criticarlas. Hobbes entiende a la justicia dentro del carácter formal de las leyes.

Hacia mediados del siglo XVIII, Hume y los utilitarios, corriente política inglesa que influye a los países monárquicos, estimaron que lo justo es lo que está en conformidad con el interés de toda la sociedad. La justicia dicen es equiparable a la utilidad pública.

Esta idea es conocida como la concepción material de la justicia, porque se funda en una realidad concreta, que es la utilidad de toda la ciudadanía, o el mayor bien posible para el mayor número posible de personas.

La modernidad democrática en los Estados, se debate entre la justicia platónica y la utilitarista, la justicia romana y la de Maquiavelo; lo cierto es que no podemos entender la justicia sin atender al derecho. Hoy, la justicia está regida por el derecho, y existe una gran carga de ética en el derecho.

Es cierto, la clase política es quien tiene en sus manos la justicia. Sin duda que las leyes son hechas pensando en la población, pero los intereses personales han llevado a que estas no representen a la mayoría sino a selectos grupos de poder.

Nos hemos sumergido en una justicia que podríamos denominar maquiavélica, ya que lo que privilegia son los fines y no lo que cause y a quienes perjudique.

Citando a Yepes y Aranguren en su obra “Fundamentos de antropología” -la autoridad de la ley y su imperio pacífico sobre la vida humana se cifra en dos grandes asuntos: su valor educativo (por facilitar a las personas libres la realización de aquello que quieren) y su preservación de la seguridad-, esto conlleva la carga de justicia, objetivo de aquellos que gobiernan.

Así debe ser, ojalá tenga este contenido el airado discurso del gobernador. Así sea.