lunes, 10 de enero de 2011

Mujeres y política El mole indigesta

Soledad JARQUIN EDGAR

Los moles políticos tienen espejos. Son buenos porque dejan satisfechos a quienes se los comen. Pero al cabo de un tiempo, causan indigestión, como todo mole, esto debido a lo que ya sabemos, la gran diversidad de condimentos.

Un viaje de trabajo me trajo hasta el bello y “prospero” estado de Chiapas. En 1994, el mundo supo de esta entidad por las razones que recordaremos siempre: el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Fue esa insurrección la que catapultó a esta entidad, donde frente a la vergüenza que produce la pobreza, la marginación extrema, pero sobre todo, la discriminación por razones étnicas, se volvió la mirada a los pueblos indígenas. Vimos el tamaño del abandono, la realidad de un país que estaba en vísperas de un nuevo milenio. El retroceso para unos, la conformación para el resto.

A partir de dejar al desnudo, lo que creíamos eran los peores escenarios del caciquismo, de la imposición y la intolerancia, ese estado creció, hoy Chiapas es el campo de prueba –error y ensayo- la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y del populismo neoliberal de seudo izquierda, como dice la cancioncita: “muy a la mexicana”.

El caso de Chiapas no se repitió en ninguna otra parte del país, aunque sobraran razones y esas razones fueran creciendo. Oaxaca, por ejemplo, concentra a la mitad de los municipios con mayor pobreza de todo el país, la inconformidad tuvo su manifestación en 2006, pero se impuso “el desdoblamiento moral”, a pesar de la pobreza real, donde como en Guerrero, las mujeres se mueren por partos mal atendidos, donde las mujeres mueren por la violencia extrema que existe en sus hogares, donde las mujeres mueren porque no tuvieron acceso a ningún tipo de información. La ignorancia ha sido aliada de ciertos poderes, sobre todo aquellos donde se enseña a rezar, a idolatrar, en lugar de leer y analizar. En Chiapas, dice el gobernador Juan Sabines, eso ya no pasa y la ONU avala esa información.

El problema es que todo parece estar sostenido con esas políticas de contento que han vuelto a la vida de las personas, como pasaba hace 30 años en los años setenta. Contentas y muy reconocidas las mujeres en edad adulta que reciben una compensación y despensas cada mes. ¡Qué bueno! Contentas y muy feliz la juventud que estudia su educación media superior y es becada ¡Felicidades! Así toda la población chiapaneca vive una especie de sexenal luna de miel.

Lo que me parece muy extraño es la pasividad en la que vive el gremio periodístico, salvo sus rigurosas y muy destacables excepciones. La critica no existe, se vive feliz, una especie de repetición de los treinta años de la hegemonía del partido de Estado, cuando sólo era posible “seguir la línea del señor presidente” y que habría de colapsar hasta el verano de 1968. Se repite la historia, solo que los protagonistas son otros varones que supuestamente llegaron al gobierno de Chiapas por otra vía política distinta: las alianzas.

Es preocupante también porque esta entidad, tan combativa, de permanentes marchas y protestas en demanda de justicia social, está hoy en silencio. Ya nada de eso sucede en Chiapas, se vive como decía mi abuela: una calma chicha, se acabaron las protestas pero no los problemas. Una tendría que preguntar si eso es posible, si ese silencio de las organizaciones es resultado de las buenas políticas o los buenos oficios políticos del hijo de su padre, el también gobernador populista de los años setenta en Chiapas y del mismo nombre, recordado como “don” Juan Sabines.

En el fondo, hay un contrasentido y otra sensación -en buena parte de la población chiapaneca, gente de muy diversas esferas sociales, empresariales y políticas- que opinan otra cosa. Hay temor, el populismo gubernamental mantiene a las personas contenta, que no siempre felices y coinciden en que será temporal, pues en el fondo nada tienen resuelto. Hay temor de lo que sucederá cuando este populismo llegue a su fin. Es una especie de “error de diciembre” cuando la economía se vino abajo con Ernesto Zedillo porque todo estaba sostenido con alfileres.

El mole es muy rico, pero tanto condimento causa indigestión. Las políticas de atención social son buenas cuando resuelven de fondo los problemas. En el Distrito Federal, desde los tiempos de Andrés Manuel López Obrador hay una sonrisa extra, pero no la felicidad. Cierto, es el único gobierno que ha reconocido a las mujeres mayores al otorgarles una pensión, independientemente de su estado civil. Antes se debía ser viuda o jubilada para recibir este beneficio. Eso es bueno. Los mismos pasos siguen los gobernadores aliancistas como Ebrad en el DF, lo hace Sabines en Chiapas y lo repite Gabino Cué en Oaxaca. Algunos gobernadores priistas y panistas también se aplican en ello y reparten despensas a diestra y siniestra, otorgan becas y hasta ponen pistas de hielo. Una política copia al carbón de la que inició AMLO de quién se dijo y se repitió hasta el cansancio que era un peligro para México.

Ahora estados como Oaxaca repiten la historia. Chiapas, que ha avanzando en el tiempo de aplicación de esas políticas, debe ser espejo-reflejo. No me cabe duda que pronto habrán de cesar las protestas en el Palacio de Gobierno y cómo no, si ahora hay un blindaje policiaco permanente en la plaza de todas las batallas de la inconformidad oaxaqueña. Para entrar a la audiencia que se realizó la semana pasada había que pasar un filtro y otro. Pero lo impresionante para mí como ciudadana, fue ver a tanto policía. Nada ha cambiado en ese sentido. Nada.

Hoy observamos una concentración de información por parte de la oficina de Comunicación Social como no se veía desde hace tiempo, todas las notas institucionales, es decir, los boletines de prensa, salen de la misma computadora. Incluso, inusualmente esta semana se difundió un comunicado de la misma Zona Militar y su relevante y trascendente combate al narco en Oaxaca. Eso se llama control de la información, control de Estado, de la misma manera que sucedía en aquellas décadas cuando quien gobernaba era el PRI-Gobierno, el mismo al que se enfrentan todos los que no son, los que no están, los que surgieron de ahí, como Juan Sabines y Gabino Cué o el mismo López Obrador.

Ahora, la prensa debe tener mucho cuidado para que no empiece a suceder lo que ha pasado en Chiapas y otras entidades con los gobiernos aliancistas, donde el hilo se corta por lo más delgado y se hace de forma tan sutil que casi nadie se da cuenta. Recordemos al don Pablo Salazar, quien mandó cerrar a los periódicos chiquitos por molestos. O cómo hacen ahora de cerrar las fuentes de empleo y que los más “furiosos entre los furiosos” –como Jean Paul Marat a través del Amigo del Pueblo, en plena Revolución Francesa- sólo tengan como espacios de expresión los blogs y otras herramientas de la Internet y se cierran las puertas de la contratación en medios impresos o electrónicos.

Cuidado, no sea que un día salga un “buen amigo” a decir algo así como “no pago para que me pegues”, recordando a José López Portillo o que tal si se nos vuelven más cínicos de lo que son y nos dicen: “ni los veo, ni los oigo”, como planteaba Carlos Salinas. Ojalá no se equivoquen. Las lluvias inesperadas suelen convertirse en tormentas.

Las políticas populistas, una práctica que se repite y se repite en este país, década tras década, es como darle una manita de gato a una comunidad tras la inundación. Es como hacer frijoles y echarle agua para que alcance para todos. Es como ese mole condimentado que al final nos hará daño.

Las amenazas están a la orden del día. En el gobierno municipal así empezó a operar. Así se las gastan. Luego sueltan rumores de auditorias realizadas por empresas privadas para revisar el desvío de recursos, eso suena bien. Ojalá revisen con lupa a los ex presidentes municipales y encargados del despacho que bajo el lema de “chinto tapa chinto” han omitido el desvío de recursos.

Ejemplo: Oaxaca Linda, programa estrella del legislador José Antonio Hernández Fraguas. O qué tal las obras entregadas y no concluidas de Manuel de Esesarte, también legislador y que nos indican un desfalco de 25 millones de pesos, que sumados a los 10 millones de Oaxaca Linda, estamos ante una suma nada despreciable. El fuero, como dice un queridísmo amigo, no significa impunidad. Menos cuando existen incluso observaciones de la propia federación al respecto.

Eso es lo que debe investigar el nuevo gobierno municipal, todo lo demás es basurita y nimiedades, aunque si quiere investigar a algunos funcionarios que no son afines al grupo de café del señor Luis Ugartechea estaría bien, se llevará gratas sorpresas al descubrir cómo con tres pesos algunos funcionarios hicieron maravillas. No nos quieran dar atole con el dedo con su populismo verbal y amenazante