Soledad JARQUIN EDGAR
En este agosto, en la soledad de su casa, Antonia Ramírez, madre de Daniela y Virginia, espera por ellas como siempre lo hace y esperó este mes tenerlas en casa para celebrar sus cumpleaños, para abrazarlas. Daniela nació un 14 de agosto de 1992 y habría cumplido 18 años, Virginia nació en 1986 un 15 de agosto, en 2010 tendría 24 años. Sin embargo, no hay certeza, ambas están desaparecidas desde el 5 de julio de 2007.
Este agosto, como el resto del año, la violencia sigue penetrando con sus balas los cuerpos de las mujeres y hombres, desde la infancia hasta la vejez, en la región triqui. La noticia se ha vuelto cotidiana y empieza a sufrir un efecto invisible para lo que ya era invisible.
Tratar de describir lo que vive Antonia desde la ausencia forzada de sus hijas en la mixteca oaxaqueña, es una tarea difícil, no hay palabras posibles para narrar el dolor interno de Antonia que todos los días sostiene la esperanza de que ellas volverán y al mismo tiempo sabe que quizá eso no suceda nunca.
Pero es aún más difícil entender las razones, si es que existieran, de la autoridad que se paraliza frente a un hecho como este. ¿Cuáles son esas razones? No las hay, pero una puede hacer sus propias conjeturas:
Ellas, Daniela y Virginia, se apellidan Ortiz Ramírez. Son indígenas triquis. Pobres y, por si fuera poco, son mujeres. Razones suficientes para el patriarcado que se piensa supremo y que ignora a estas mujeres. Esa y no otra, fue la “razón” por lo que estas jóvenes y su familia no tuvieron ninguna respuesta de quienes han estado al frente de lo que se llama procuración de justicia, es más, han ignorado el caso desde su inicio un 5 de julio de 2007.
La voz de Antonia no alcanzó ni siquiera al entonces procurador (quien la oyó pero no la escuchó ¿en qué piensan los funcionarios como Evencio cuando la gente les habla?). Tampoco tuvo eco entre los círculos cercanos a la burbuja de la política local, porque para ellos “en la triqui siempre se están matando, su problema es ancestral” (vergonzosa declaración, repetida mil veces). Por si todo esto fuera poco, la voz de Antonia Ramírez no alcanzó a atravesar la enorme distancia que hay entre el pueblo y quien vive en Los Pinos: Felipe Calderón.
Las amigas y amigos oaxaqueños de Margarita Zavala, quienes aseguran se reúnen con esa “bonita” familia en eventos sociales y hasta son invitadas a actos políticos, no pudieron comentar el caso, porque tampoco se enteraron de que en Oaxaca dos jóvenes indígenas estaban desaparecidas. El individualismo impera siempre, el para qué meterse, paraliza y empaña la imaginación.
La voz de Antonia Ramírez no era la voz de Alejandro Martí, el empresario a quién lamentablemente -en agosto de 2008- le habían secuestrado y asesinado a su hijo Fernando, casi un año después de la desaparición de Virginia y Daniela. Por tanto, Antonia no tuvo la capacidad para hacer posible una reunión del Consejo Nacional de Seguridad.
Antonia no pudo decirle a Evencio Nicolás Martínez Ramírez, a todo el gabinete de seguridad, a los diputados locales, federales y a los senadores por Oaxaca y menos a Ulises Ruiz, lo que sí pudo hacer Alejandro Martí, quien aseveró frente a Felipe Calderón: "Si no pueden renuncien, pero no sigamos usando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un sueldo por no hacer nada porque eso también es corrupción", aquel muy comentado 21 de agosto de 2008.
Entonces el propio Martí aseguró que el dolor y la muerte de su hijo le daban el honor de poderse expresar “a nombre de todos aquellos que han sufrido una pena como yo”, entre los otros y las otras personas seguramente debía estar el nombre de Antonia Ramírez, la mujer triqui que desde un año antes (hoy son 37 meses después) había estado demando justicia, había dado santo y seña sobre quiénes habían cometido la desaparición forzada de sus hijas. Porque a diferencia de Fernando Martí, en el caso de Daniela y Virginia no pidieron rescate.
Pero al igual que en el caso de Fernando Martí, en la desaparición de Daniela y Virginia estaban involucrado delincuentes de “altos vuelos” o como decía mi abuela Lucha “pájaros de cuenta” y es cuando volvemos al sitio inicial: la procuración de justicia en Oaxaca, en esta entidad más que en ninguna otra parte del país, es algo que se negocia, se compra o se vende.
José Ramírez y Francisco Herrera, por ejemplo, habían sido detenidos anteriormente por portación ilegal de armas. La organización a la que pertenecía –Ubisort- negoció con las autoridades, el resultado es que fueron puestos en libertad en muy poco tiempo. Para eso sirven algunos líderes.
Un año antes de la desaparición de Virginia y Daniela, una niña de apenas 13 años fue violada tumultuariamente. Entre los agresores estaba Alejandro Timoteo (éste último fue asesinado junto con su esposa este año). Las tres personas antes referidas fueron señaladas por un testigo como tres de los cuatro hombres que se llevaron a Virginia y Daniela.
Esa es la razón por la que no se puede entender por qué “las autoridades” no hacen nada. Permanecen impávidas viendo el recuento de las agresiones que ha dejado varias docenas de víctimas, como si esa zona habitada por el grupo étnico Triqui no perteneciera al mapa oaxaqueño, esas llamadas autoridades han omitido a ese pueblo dividido y confrontado, han ignorado lo que ahí pasa con los más pobres y con las mujeres, convertidas en muros de contención contra las balas y en botín de guerra entre los grupos que se disputan el pequeño poder. Como si no fuera suficiente, Adela, agredida el 30 de julio de 2010, tendrá que pasar el resto de sus días en una silla de ruedas y sin la mínima expresión de calidad de vida que le favorezca en su nueva condición. Eso no existe.
Todavía esta semana una nueva emboscada dejó otras tres víctimas mortales y dos heridos, todos varones, pero la cuenta de viudas y huérfanos ya no tiene fin ni límite en esa zona marginada de Oaxaca, donde los tres grupos políticos MUTL, UBISORT y MULTI se acusan mutuamente, todo depende de qué lado sea la víctima. La última emboscada señalan en la agencia de San Juan Copala (municipio autónomo) es responsabilidad de MULT. La muerte de las locutoras Teresa Bautista y Felícitas Martínez se atribuyó a UBISORT. La violación de la menor de 13 años, el balazo que dejó semiparalizada a Sofía se responsabilizó a UBISORT-MULTI, de la desaparición de Virginia y Daniela se dice que los responsables fue gente de MULTI-UBISORT y así sucesivamente por todos los tiempos. Todos se acusan mutuamente de tener grupos paramilitares, de interrumpir la paz con emboscadas y balaceras a cualquier hora y por cualquier motivo. Todos afirman que hay grupos paramilitares y todos acusan al gobierno estatal.
Hay parálisis de las autoridades, en especial de quienes tienen la responsabilidad de investigar los hechos, la cruenta venganza entre Abel y Caín, azuzados por el interés ajeno. Así para Antonia han pasado 37 meses de espera, tiempo en el que se han sumado nuevas víctimas de violación, nuevas víctimas de las balas que terminan con la vida, victimas de abandono de toda clase de abandonos, víctimas de orfandad y de tristeza que muerde y carcome su existencia abandonada entre las inhóspitas tierras mixtecas donde se asentó la etnia Triqui.
Parte de ese sistema patriarcal que olvida son algunas y algunos funcionarios. En esta administración que termina, la actual procuradora Luz María Candelaria Chiñas, tiene todos los años, entró con Patricia Villanueva, la dejó Lizbeth Caña Cadeza, permaneció el oscuro Evencio Nicolás Martínez Ramírez –ahora Secretario General de Gobierno- y finalmente la hicieron Procuradora. Pero la señora Candelaria Chiñas (como parte de la política de Estado) y como su antecesor invisibilizaron a la etnia Triqui, para ellos siempre hubo otros asuntos más importantes que atender.
Por eso no encuentro ninguna razón para que el próximo gobierno sostenga, como se ha dicho entre la gente cercana, un año o más a Luz María Candelaria Chiñas en la Procuraduría General de Justicia del Estado. Ella, más que los otros, ha ignorado los hechos, no ha cumplido su deber, de ahí que no haya tenido ni siquiera cinco minutos para la familia de Virginia y Daniela en los meses que lleva al frente, porque tal vez no tiene nada que explicar porque nunca investigaron los hechos, porque Evencio Nicolás Martínez Ramírez cerró el caso, en enero de 2008, cuando un rumor señaló que ambas mujeres habían sido asesinadas. ¿Y los cuerpos? ¿Los responsables? ¿La justicia? Eso sí como decía Alejandro Martí, siguen cobrando su sueldo y ocupando una oficina que no sirve para nada.
El lazo profundo entre Gabino Cué y Luz María Candelaria Chiñas está en el pasado inmediato de ambos, cuando uno fue presidente municipal de Oaxaca de Juárez y la otra directora del DIF Municipal.
Y, por cierto, sigue el PAN, la derecha, sigue disponiendo en las tareas previas del gobierno que prepara Gabino Cué y qué pensará de esto la supuesta izquierda o de verdad como se ha dicho la izquierda se volvió diestra.