Por Bárbara García Chávez*
Hasta hace pocos años el desempeño de los partidos en la geometría política no tenía la mayor complejidad, se les consideraba de izquierda, de derecha o de centro, de acuerdo a su ideología, programa y principios.
En base a las marcadas diferencias que existían entre los partidos políticos, la ciudadanía mexicana escogíamos no sólo una opción electoral cada tres o seis años, según fuera el caso, sino el proyecto de sociedad con el que nuestros ideales, convicciones y anhelos se identificaban. Sin embargo, el comportamiento de los partidos en tiempos recientes, dificulta reconocer la tendencia que identifica a cada uno y se desdibujan los aspectos programáticos, imponiéndose urgencias pragmáticas, confusas y peligrosas.
En efecto, en el pasado proceso electoral oaxaqueño, vivimos un proceso de descomposición ideológica política, resultado de una coalición entre la derecha, la izquierda y el centro (PAN, PRD-PT y PC); que independientemente de los resultados obtenidos dio lugar a una especie de desvanecimiento de las expresiones básicas que delinean el contorno político. Las grandes coaliciones electorales como vía para acceder a un nuevo modelo de gobierno lograron su objetivo; pero en este contexto, pareciera que la prioridad para la nueva-vieja clase política y uno que otro novato, es obtener el poder por el poder, es decir, “un quítate tú para que me ponga yo”.
Conocemos las grandes diferencias ideológicas que existen entre la izquierda y la derecha, por lo que no resulta una empresa fácil lograr una coalición de este tipo que en efecto alcance bienestar y desarrollo para la sociedad, ya que para ello resulta indispensable contar con planes y programas de gobierno con una visión plural, resultado de acuerdos y consensos logrados después de analizar las diferentes visiones de cada partido que cogobierna. Es decir, poner en práctica el respeto y la tolerancia.
Por supuesto, las contradicciones geométricas deben resolverse, sin que esto de ninguna manera signifique renunciar al proyecto de sociedad que cada una de las opciones políticas han postulado y que representan el fundamento de su ideología, como sí lo ha planteado Manuel Camacho Solís al decir que temas como el aborto y los matrimonios homoparentales no serán parte de la agenda de la próxima legislatura local, por tratarse de “temas escabrosos”. ¿Ahora resulta que las banderas de la izquierda se han convertido en “temas escabrosos”? ¿Será acaso que la coalición de partidos, en realidad fue un amasiato político en el que la izquierda juega el papel de consorte dominada? Muchas y muchos seguramente se sorprendieron ante las declaraciones vertidas por el coordinador del DIA (Diálogo por la reconstrucción de México) no obstante me parece que no hay motivo para ello, sobre todo tomando en cuenta los antecedentes de este personaje, quien ha demostrado a lo largo de su trayectoria, que el único proyecto que el interesa es el suyo; lo que sí da que pensar es el silencio de la izquierda (PRD-PT) ante tales afirmaciones, que de esta manera reconocen que con tal de acceder al poder, traicionaron la parte central y crítica de sus postulados.
Así, la izquierda como opción política representada por estos partidos se desdibuja, sucumbe ante sus poderosos aliados, otrora acérrimos detractores, para lograr los ansiados espacios de poder, con lo que están a punto de convertirse en comparsa de la derecha. Históricamente la política tiene una geometría: la Izquierda identifica sus objetivos con la justa distribución de la riqueza que acabe con la desigualdad, reconociendo derechos para todas y todos. La Derecha con el conservadurismo de un sistema de injusticia y privilegios, despojando de derechos a quien considera inferiores. La Izquierda actúa por principios y la Derecha por intereses.
En esta dicotomía, una mujer o un hombre de izquierda puede perder el empleo, la libertad o la vida, menos sus convicciones, porque al hacerlo desestima la causa que defiende y sus objetivos, cancela su destino, allanando el camino a la derecha.
A reserva de que la verdadera izquierda -que por supuesto no es la que representan los actuales partidos- resurja como opción política seria y responsable, moderna y moderada, que verdaderamente enarbole las causas sociales con claras prioridades de acción en el marco de la legalidad y un verdadero proyecto de nación plural e incluyente, estaremos ante la reafirmación y fortalecimiento de la derecha en el poder, apuntalada por lo que un día fue la izquierda mexicana.
* Regidora de Equidad y Género del Municipio de Oaxaca de Juárez.
Hasta hace pocos años el desempeño de los partidos en la geometría política no tenía la mayor complejidad, se les consideraba de izquierda, de derecha o de centro, de acuerdo a su ideología, programa y principios.
En base a las marcadas diferencias que existían entre los partidos políticos, la ciudadanía mexicana escogíamos no sólo una opción electoral cada tres o seis años, según fuera el caso, sino el proyecto de sociedad con el que nuestros ideales, convicciones y anhelos se identificaban. Sin embargo, el comportamiento de los partidos en tiempos recientes, dificulta reconocer la tendencia que identifica a cada uno y se desdibujan los aspectos programáticos, imponiéndose urgencias pragmáticas, confusas y peligrosas.
En efecto, en el pasado proceso electoral oaxaqueño, vivimos un proceso de descomposición ideológica política, resultado de una coalición entre la derecha, la izquierda y el centro (PAN, PRD-PT y PC); que independientemente de los resultados obtenidos dio lugar a una especie de desvanecimiento de las expresiones básicas que delinean el contorno político. Las grandes coaliciones electorales como vía para acceder a un nuevo modelo de gobierno lograron su objetivo; pero en este contexto, pareciera que la prioridad para la nueva-vieja clase política y uno que otro novato, es obtener el poder por el poder, es decir, “un quítate tú para que me ponga yo”.
Conocemos las grandes diferencias ideológicas que existen entre la izquierda y la derecha, por lo que no resulta una empresa fácil lograr una coalición de este tipo que en efecto alcance bienestar y desarrollo para la sociedad, ya que para ello resulta indispensable contar con planes y programas de gobierno con una visión plural, resultado de acuerdos y consensos logrados después de analizar las diferentes visiones de cada partido que cogobierna. Es decir, poner en práctica el respeto y la tolerancia.
Por supuesto, las contradicciones geométricas deben resolverse, sin que esto de ninguna manera signifique renunciar al proyecto de sociedad que cada una de las opciones políticas han postulado y que representan el fundamento de su ideología, como sí lo ha planteado Manuel Camacho Solís al decir que temas como el aborto y los matrimonios homoparentales no serán parte de la agenda de la próxima legislatura local, por tratarse de “temas escabrosos”. ¿Ahora resulta que las banderas de la izquierda se han convertido en “temas escabrosos”? ¿Será acaso que la coalición de partidos, en realidad fue un amasiato político en el que la izquierda juega el papel de consorte dominada? Muchas y muchos seguramente se sorprendieron ante las declaraciones vertidas por el coordinador del DIA (Diálogo por la reconstrucción de México) no obstante me parece que no hay motivo para ello, sobre todo tomando en cuenta los antecedentes de este personaje, quien ha demostrado a lo largo de su trayectoria, que el único proyecto que el interesa es el suyo; lo que sí da que pensar es el silencio de la izquierda (PRD-PT) ante tales afirmaciones, que de esta manera reconocen que con tal de acceder al poder, traicionaron la parte central y crítica de sus postulados.
Así, la izquierda como opción política representada por estos partidos se desdibuja, sucumbe ante sus poderosos aliados, otrora acérrimos detractores, para lograr los ansiados espacios de poder, con lo que están a punto de convertirse en comparsa de la derecha. Históricamente la política tiene una geometría: la Izquierda identifica sus objetivos con la justa distribución de la riqueza que acabe con la desigualdad, reconociendo derechos para todas y todos. La Derecha con el conservadurismo de un sistema de injusticia y privilegios, despojando de derechos a quien considera inferiores. La Izquierda actúa por principios y la Derecha por intereses.
En esta dicotomía, una mujer o un hombre de izquierda puede perder el empleo, la libertad o la vida, menos sus convicciones, porque al hacerlo desestima la causa que defiende y sus objetivos, cancela su destino, allanando el camino a la derecha.
A reserva de que la verdadera izquierda -que por supuesto no es la que representan los actuales partidos- resurja como opción política seria y responsable, moderna y moderada, que verdaderamente enarbole las causas sociales con claras prioridades de acción en el marco de la legalidad y un verdadero proyecto de nación plural e incluyente, estaremos ante la reafirmación y fortalecimiento de la derecha en el poder, apuntalada por lo que un día fue la izquierda mexicana.
* Regidora de Equidad y Género del Municipio de Oaxaca de Juárez.