Soledad JARQUÍN
EDGAR
Conmemorar cien años del Primer Congreso Feminista de Yucatán es
algo más que tomar un avión (con recursos propios o públicos, según sea el
caso), llegar a Mérida y tomarse una foto, para luego postearla en redes
sociales, como lo hicieron varias docenas de diputadas y funcionarias públicas.
Conmemorar cien
años del Primer Congreso Feminista de Yucatán es mucho más que un acto
protocolario o dos o tres. Va más allá de las vallas de metal que rodearon el
Congreso local donde el nombre de Elvia Carrillo Puerto tiene desde estos días
su nombre en letras de oro, o como pasó en el teatro José Peón Contreras donde
hubo desde la oficialidad una inauguración, el mismo sitió donde se realizó el
congreso hace cien años. Recintos rodeados de cercas metálicas por donde solo
pasaban funcionarios de “primer nivel”, senadoras, diputadas federales, servidoras
públicas estatales con sus respectivos guaruras, sus respectivas secretarias
privadas, incluso, peinadoras.
Conmemorar la
reunión que cien años atrás realizaron más de 600 mujeres, va más allá de lo
superfluo, de la pose y de las equivocaciones tipo “bluper” de televisión que
se quedarán para la historia o de los apuros de un puñado de diputadas
federales y estatales que este mismo mes de diciembre propusieron sesionar en
la capital yucateca para honrar la memoria de las congresistas feministas de
1916.
Un dato curioso
fue que el nombre de Elvia Carrillo Puerto “promotora del Reconocimiento de los
Derechos de la Mujer”, se pusiera en letras de oro en el recinto de la Cámara
de Diputados, lo cual está bien, fue una de las tres primeras diputadas locales
de esta entidad junto con otras dos mujeres, Beatriz Peniche Barrera y Raque
Dzib Cicero, a quienes la historia apenas recuerda. Lo curioso, decía, es que
como lo señaló reiteradamente la ex gobernadora e historiadora Dulce María
Sauri Riancho, Elvia Carrillo Puerto no estuvo en el Primer Congreso Feminista
de Yucatán, el primero de este tipo que se celebró en México.
Sin duda, la
determinación de las diputadas locales, empujadas por las federales de rendir
reconocimiento a la también llamada Monja Roja, fue por un asunto coyuntural o
si soy mal pensada porque pensaron que sí estuvo hace cien años entre las
mujeres convocadas, casi todas maestras y otras mujeres cuyo requisito para
asistir era que supieran leer y escribir. Así que nos quedamos con la duda.
Al final no
estuvo mal lo hecho desde la parte oficial. Lo que siempre me parece pésimo es
el agotamiento de muchas mujeres que están o han estado en el poder y que más
tarde que temprano se aburrieron cuando Ana Lau Jaiven, considerada como una de
las más importantes historiadores feministas, las ilustraba sobre lo sucedido
en Mérida, en el mismo teatro donde ellas estaban ahora “chateando”, mandando
mensajes por whats app, posteando sus fotos para el Facebook o para tuiter,
ordenando a sus empleadas que les trajeran café, platicando entre ellas,
dándole masajito a la enfrente…fue todo un espectáculo el que ofrecieron.
Por fortuna esta
semana en la que se enmarcó la conmemoración de un centenario fundamental para
la vida de las mexicanas, fue más allá de todo lo antes descrito, más allá de
las miles de notas sobre la captura del Chapo y el que algunos especulan es ya
un romance con la actriz Kate del
Castillo, más allá incluso de la detención del ex gobernador de Coahuila,
Humberto Moreira, y mucho más allá de la caída al vacío del precio del petróleo
y cuya consecuencias serán insufribles en cada persona.
En Yucatán las
activistas feministas y académicas feministas lanzaron, estas sí hace meses,
una convocatoria para invitar a las mujeres a presentar los trabajos desde la
perspectiva del feminismo en todas las materias.
El encuentro
que se realizó en sedes distintas y como lo hicieron hace cien años las
yucatecas las sesiones se realizaron de 13 al 16 de diciembre, jornadas
extenuantes donde se analizaron en retrospectiva y en prospectiva los derechos
humanos de las mujeres: educación, sexualidad y ciudadanía, como propuso entonces
Hermila Galindo, El Sol de la Libertad, parafraseando el título del libro de
Ana María Valles Ruiz. Y esta vez las discusiones fueron entre mujeres
progresistas, menos moderadas y ninguna exposición de conservadoras.
El análisis en
retrospectiva es indispensable no cabe la menor duda. Conocer la vida de una
sociedad emergente como era la yucateca, en específico, de principios del siglo
XX. Entender el entramado social que en apariencia se abría a las mujeres pero
que en el fondo tenía sus limitaciones, y sorprenderse ante las iniciativas y
el trabajo la maestra Rita Cetina, de su revista La Siempreviva y el Instituto
Literario de Niñas.
Por ello, dicen
las historiadoras, que por cierto vinieron muchas, la tierra yucateca fue
fértil ante las ideas del general constitucionalista Salvador Alvarado,
promotor que no organizador del Primer Encuentro Feminista de Yucatán, como
asegura la historiadora Piedad Peniche. Alvarado también ha sido objeto de
estudio, con lupa es visto y analizado por las feministas.
En las tierras
yucatecas, como ya se ha dicho, se sembró muy pronto la idea del feminismo, la
lucha por los derechos, la reivindicación de las mujeres ante una sociedad
patriarcal y, como se le llama ahora con todas sus letras, una sociedad
machista. Tal vez por ello Martha Lamas, antropóloga feminista, propone el
diálogo con los hombres para explicarles y hacerles comprender. Una postura
utópica desde el punto de vista de otros feminismo y feministas, pues son los
hombres quienes han ignorado las luchas de las mujeres y optan por ignorar los
altos costos que para sus vidas ha tenido la supuesta supremacía varonil.
Sin duda, en
este encuentro homenaje a las feministas de hace cien años, lo explicado por
Sara Lovera, periodistas con larga experiencia. Tras hacer un recorrido
histórico de los hitos y hechos más trascendentes en la historia de las
mexicanas, concluye que las mujeres en todas las épocas y etapas, hemos
conseguido avances cuando trabajamos colectivamente y de manera plural, sin
dogmatismos ni prejuicios, con un estado de confianza en las otras y de respeto
a su capacidad y desarrollo. Y como diría ella misma: más claro ni el agua.
Durante tres
días consecutivos se escucharon las voces de las especialistas, de la
ciudadanía, de las activistas, de las más grandes y de las más jóvenes con
temas distintos, sus preocupaciones, los retos, las esperanzas y como ya
planteé antes también el pasado que como dice la frase común nos permite
entender el presente. Ahí quedó claro qué pasó después y nos quedó como lección
para no repetir la historia.
Sin duda el
trabajo de Nancy Walker Olvera, de Ciencia
Social Alternativa/ Kookay; Piedad Peniche Rivero, Historiadora Feminista;
Leticia Paredes Guerrero, de la Universidad Autónoma de Yucatán; George Ann
Huck, de Mujeres en Red; Leticia Murúa Beltrán Aragón, Apis Sureste: Fundación
para la Equidad A.C.; Sharon Renee Cano Chulim, Instituto de Liderazgo Simone
de Beauvoir y Red Péepeno'ob; Bertha Elena Munguía Gil- Centro de Apoyo
Solidario, Documentación y Estudio A.C.; Colectiva Reflexión y Acción
Feminista- Vínculos: Brenda Ortiz y Dioné León; Adelaida Salas Salazar, del
Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, y Alejandra Gómez Terán,
Fotógrafa, todas ellas integrantes del comité organizador, que sin menos poses,
luces ni guaruras llevaron a cabo la conmemoración que se merecían las ex
alumnas de la maestra Rita Cetina, la constitucionalista que no vino pero puso
los temas Hermila Galindo, Rosa Torre González, Consuelo Zavala y de otras
tantas y tantas mujeres que como dicen por ahí nos dieron matria feminista.
Oaxaca…
Eufrosina Cruz Mendoza ya lo dijo. Se lanzará por la vía
ciudadana en busca de la gubernatura de Oaxaca. Ya lo veremos. De ser así,
tendremos una voz distinta, una visión diferente. Lástima que la misoginia no
se haya ido con el tiempo y haya voces mostrando discriminación por sexo y por
etnia. Nada raro en este país donde la deshumanización sigue pensando que las
mujeres valemos menos que los hombres.
@jarquinedgar