Soledad
JARQUÍN EDGAR
Todavía
no alcanzo a entender el “trabajo” a medias que en materia de paridad ha
realizado la LXII Legislatura local, lo cual dicen quienes saben leer el “cuadernito
de reglas no escritas” tiene que ver con la víspera de la elección de un nuevo
gobierno, donde las manos largas se estiran para alcanzar un hueso con quienes
vengan o ya de perdis una “compensación” millonaria, como aseguran sucedió con
la aprobación de la deuda pública por dos mil 400 millones de pesos.
No
alcanzo a entender el cinismo de las y los diputados que legislaron la paridad
sin paridad, como le hemos llamado a la reforma, en específico del artículo
113, en lo que resultó una exhibición digna de la comedia de las carpas de los
años treinta en México.
Una
presidenta de la mesa directiva, Leslie Jiménez Valencia, que hace magia y de
dos propuestas saca cuatro de la chistera, pero además muestra tener serias
deficiencias. ¡Magaza!
Otra
del PAN, como la anterior, Alejandra García Morlan que hace un ejercicio de
falta de memoria y muestra cómo además puede ubicarse fuera del espacio-tiempo,
tomarse la atribución del yo soy porque soy, desconociendo el pasado.
El
tercer acto lo encabeza otro panista, Adolfo García Morales, cuya intervención
revela cuán introyectado es el machismo en su formación como persona, y lo es a
tal grado que no se da cuenta, le sale natural. Un discurso molesto,
anquilosado, aposcaguado. Quien al final, voto a favor de la propuesta que no
pasó para que se garantizará la paridad en los 570 municipios de Oaxaca.
Del
mismo modo que la misoginia brota de otro Alejandro pero de apellido Avilés, del
PRI, el que compraba las medias a sus hermanas de color sangre de pichón o ala
de mosca, recuerdo que aún tiene en su memoria y que comenta como ejemplo de lo
solidario que fue con sus hermanas y que, por tanto, lo sería con el resto de
las mujeres…
Solo
que al término de la sesión, Alejandro Avilés, conocido por otras villanías,
habría sido quien envío a sus porros-guaruras a apedrear a las feministas que
exigían paridad en los 570 municipios justo en el momento en que emprendían la
retirada, luego de reventar una veintena de huevos en la puerta del Congreso
local. ¡Ah, bárbaras!
En
suma y tras tres horas de hacerse literalmente bolas ante los desatinos de la
Mesa Directiva y otros yerros que afloraron en el jardín de San Raymundo Jalpan
y que dejan entrever que son 43 y no 42 las y los diputados locales,
considerando la intervención tenaz y activa del hombre de la Lira que no de la
Rosa, y todo ¿por qué?
Había
nerviosismo. Suponían que el asunto de la paridad estaba planchado. El tránsito
difícil sería lo demás, la aprobación de la deuda para quedar bien con el
patrón Gabino Cué; pero sobre todo la reforma política, como reducir de cinco a
tres años la residencia de quien busque gobernar Oaxaca para quedar bien con el
otro patrón, el innombrable. ¡Satanás! Como dice nuestra amiga la muy destacada
periodista María de los Ángeles Fernández Mondragón.
El
espectáculo de la carpa número 62 consumó para muchas mujeres un acto de
discriminación y exclusión, como pomposamente se llama al racismo hoy en día,
justo cuando en este país el 3 de julio se cumplieron 60 años cuando las
ciudadanas de aquel entonces votaron por primera vez en una elección federal.
No
hay hasta este momento razón alguna para creer lo que creen las diputadas y
diputados de haber cumplido con su mandato. No, porque al excluir a las mujeres
de las municipalidades donde se rigen por los sistemas normativos internos,
antes denominados como de usos y costumbres, volvieron a cometer el error de
mantener la hegemonía patriarcal del comunitarismo.
Ahora
resulta que en Oaxaca hay mujeres con todos los derechos, al menos escritos, y
mujeres con menos derechos, quienes tendrán que seguir regateando ante los
tribunales electorales la posibilidad de ser parte de la vida política de sus
ayuntamientos, porque serán sujetas, de acuerdo con la reforma, de las
obligaciones comunitarias establecidas en los sistemas normativos internos. Una
historia reciente y muy repetida en el caso de Oaxaca.
Las
obligaciones comunitarias son cargos que se traducen en ataduras impuestas por
el comunitarismo, ya que muchos de estos son inaccesibles para las mujeres de
acuerdo a la construcción social –y de paso a los intereses caciquiles- que
indica lo propio para las mujeres y determina lo correcto para los hombres.
El
Pacto de Mujeres por la Paridad, rumbo al 2016 había hecho, desde meses antes
una propuesta de paridad horizontal y vertical, había cabildeado con los
diputados y diputadas locales, pero la contraparte, es decir los representantes
del comunitarismo habían también hecho su propuesta, señalando que esta paridad
horizontal y vertical podría ocasionar problemas en las comunidades porque las
mujeres en algunos de estos municipios ni siquiera gozan del derecho de votar
por sus autoridades municipales, vigente en este país desde 1948, por sus
autoridades federales aprobado en 1953 y por sus autoridades estatales en 1956.
Detener
la participación de las mujeres es antidemocrático y eso es lo que confirmaron
las y los diputados dela LXII Legislatura, exceptuando a la bancada del PRD, al
diputado Manuel Pérez Morales del PSD y al panista Adolfo García.
Pero
el negrito en el arroz fue el legislador de sangre priista de abolengo pero
convenientemente perredista Jaime Bolaños Cacho Guzmán, a cuyo pariente
eligieron el 3 de julio de 1955 las mujeres y los hombres de Oaxaca como su
diputado, me refiero a la histórica elección donde por primera vez las mujeres
salieron a las urnas.
Este
mismo diputado Bolaños Cacho se había comprometido a respaldar la propuesta de
las integrantes del Pacto, lo mismo que otros diputados que al final le dieron
la espalda. Pero minutos antes de la votación, el neo-perredista se acercó al
grupo de mujeres del pacto para enseñarles que ya estaba todo listo y de su
teléfono celular mostró un mensaje enviado por la titular del IMO, Anabel López
Jiménez, con una propuesta diferente, la que excluyó a 417 municipios de un
total de 570 de la paridad horizontal y vertical.
No
hubo poder humano que cambiara el destino de las mujeres, al menos en este
trabajo mal planteado de legisladores oaxaqueños, quienes tendrán que enmendar
la plana desde la misma constitución hasta en las leyes secundarias o darán
mucho trabajo a los tribunales electorales. Amén de que la tan cacareada
reforma político-electoral tiene otros indicios de inconstitucionalidad que no
todas las personas están dispuestas a dejar pasar, aunque haya sido orden de
los patrones de Oaxaca: Gabino Cué y José Murat.
El
fluir de la información oficial es parte del espectáculo de carpa. Yo no sé si
algunas o algunos funcionarios piensan que quienes se enteran a través de la
prensa sufren algún tipo de retraso mental. Tal es el caso de la titular del
IMO que en la prensa califica la reforma al 113 constitucional “perfectible,
falto contundencia y precisión, pero con elementos para continuar construyendo”
(aplausos) y, lo que es peor, confirma que: “En los municipios de partidos
políticos habita el sesenta y dos punto por ciento de la población y eso es un
avance”.
Perdón ¿me perdí de algo? Lo que la funcionaria quiso decir es que no
importa lo que suceda con el otro 38 por ciento de la población que vive en los
municipios que eligen a sus autoridades por sistemas normativos internos.
¿Avance? Ese tipo de avance, a pedacitos, por poquitos…es el que tiene a las
mujeres en esta zanja de la desigualdad de la cual, habría que decirlo, se
beneficia la titular del IMO. De verdad la nota periodística es una joya, una
trampa para la funcionaria que se exhibe en todo sentido, usted la puede
consultar en http://m.rioaxaca.com/estado/123-politica/95512-reforma-politica-con-una-paridad-a-medias-imo-
@jarquinedgar