domingo, 19 de julio de 2015

Mujeres y Política Compartir el poder




Soledad JARQUÍN EDGAR
Compartir el poder no será tarea fácil para los hombres y eso es, precisamente, lo que implica la paridad.
Desde su planteamiento se han inventado toda clase de pretexto y se han puesto una serie de obstáculos para concretar la paridad en toda la extensión de la palabra. Y ha sucedido de todo, ese todo incluye lamentablemente la violencia, las agresiones de todo tipo.
Por ejemplo, los partidos políticos argumentaron que “no había mujeres” para ser electas. La mentira más grande considerando que la militancia de esos partidos políticos está compuesta por una cantidad igual o superior a la de los varones.
Luego inventaron que las mujeres, a diferencia de los hombres, tenían que prepararse para ser candidatas. Bueno prepararse nunca está de más, sin embargo, nadie ha cuestionado la capacidad de los militantes para ser designados presidentes de la República, senadores, diputados, presidentes municipales, concejales y todo lo que podamos imaginar. Esa es quizá una de las razones por las cuales tenemos el país que tenemos.
“La paridad a golpe de sentencias” es una frase acuñada por el feminismo mexicano, resultado de lo que hemos planteado aquí, de esa negativa a compartir el poder con la otra mitad que conforma la humanidad, consecuencia clara de la división sexual del trabajo que ordenó, en los confines de la historia humana, que las mujeres tendrían un lugar en lo privado y los hombres otro en lo publico.
Ese podría ser el futuro de Oaxaca. Ya lo ha sido en parte. Estas son algunas de las historias que terminan en los tribunales electorales, los casos más recientes: San Bartolo Coyotepec, Santo Domingo Nuxaá, San Juan Cotzocón y otros.
Por si fuera poco, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación emitió  dos sentencias, la SUP-REC-39/2015, para el caso de Nuevo León, y la sentencia SUP-REC-46/2015, para el caso de Morelos, sobre paridad horizontal en presidencias municipales (postulación de mujeres en por lo menos 50 por ciento de las candidaturas a las presidencias municipales) como una manifestación de principios constitucionales de paridad de género e igualdad material.
Oaxaca estará en ese escenario como resultado de la “paridad sin paridad” que diputados de la LXII Legislatura aprobaron el pasado fin de mes de junio y principios de julio, violentando un derecho humano de las mujeres, como lo es la participación política, al dejar fuera a las mujeres y sin obligatoriedad alguna para las autoridades en los municipios regidos por sistemas normativos internos.
Caso diferente el de Chiapas donde el Consejo General del Instituto de Elecciones de Participación Ciudadana aprobó la integración de las planillas para las candidaturas a las presidencias municipales y a diputados locales que fueron integradas de manera paritaria, respetando las dimensiones horizontal, vertical y transversal, incluyendo las zonas indígenas.
Sin duda, la diferencia entre lo ocurrido en Chiapas y Oaxaca es solo una cuestión de percepción, de voluntad política, de cumplimiento a un mandato constitucional. En Chiapas, a diferencia de Oaxaca, se entendió. Y Chiapas, el vecino estado de Oaxaca y que tanto se parecen, es ejemplo de lo que podría ocurrir en 2016, únicamente que en otro nivel de competencia legal.
A raíz de las críticas planteadas por el Pacto de Mujeres por la Paridad rumbo al 2016, en Oaxaca se conformó la CMDP una Cofradía de Mujeres Guardianas del Patriarcado, integrado por políticas de la derecha, académicas sabiondas, funcionarias públicas y hasta supuesta defensoras de los derechos humanos de las mujeres, todas ellas que entienden que las indígenas son ciudadanas de segunda y no de primera. Eso queda bien claro.
Las integrantes de esta cofradía pusieron por sobre todas las cosas los privilegios masculinos que no las tradiciones, las tradiciones son otra cosa, pero les sirve de pretexto para engañar, tergiversar y enredar el ya complicado mapa político de Oaxaca y por supuesto seguir usufructuando del famoso concepto de los usos y costumbres.
Este tipo de actos de violencia, que vienen desde las mismas instituciones de gobierno, como pasó recientemente en el poder Legislativo de Oaxaca, tiene otros reflejos crudos y terribles, como los denunciados esta semana por candidatas en el vecino estado de Chiapas a solo unas horas de las elecciones que se efectúan precisamente este domingo.
La corresponsal de Chiapas de la agencia SemMéxico, Candelaria Rodríguez, explica cómo las candidatas sufrieron toda clase de actos violentos “desde bajar propaganda de las candidatas, hasta descalificativos, bloqueos carreteros y amenazas de muerte, pero hay un nuevo ingrediente: la descalificación por ser las esposas de los candidatos que bajaron de las planillas para que los partidos políticos cumplieran con la paridad, sentenciados por el TEPJF”.
En Chiapas más de 500 mujeres buscan ser presidentas municipales, sindicaturas y regidurías, algunas de ellas solo hicieron unos días de campaña debido a que fueron nombradas de última hora al aplicarse la sentencia SUP-REC-294/2015 del TEPJF, del 8 de julio que ordenó la reposición del proceso en selección de candidaturas por la falta de paridad y en cumplimiento, entre otras cosas a la reforma al artículo 40 de la Constitución mexicana.
Lamentable violencia que las autoridades tendrán que resolver y para ello la única vía es no permitir la impunidad frente a hechos como el ocurrido a Yesenia Alamilla Vicente, el pasado 11 de julio, candidata del PAN, quien denunció que fue amarrada y golpeada por encapuchados enviados por el candidato del Partido Verde Ecologista de México, Herminio Valdez Castillo.
No es una historia nueva, es una historia repetida, es una constante y, en el peor de los casos, esa violencia tiende a incrementarse. No tengo idea de cuantos casos se pueden documentar ahora en el país entero, pero son tantos y con resultados tan funestos como el asesinato. Igualito, pensaran ustedes pasa con los candidatos, cierto, solo que nos debe quedar claro que esta es violencia política y se emplea por el hecho de que ellos no quieren compartir el poder.
En este Oaxaca enfiestado por la Guelaguetza que se regocija de la belleza de las mujeres que componen el 70 por ciento de las delegaciones que se presentarán este julio en dicha fiesta, también hay una historia medio oculta, medio dicha, medio explicada, y de tanto a medias que poco se entiende. El asesinato de mujeres en Oaxaca, durante el actual gobierno de Gabino Cué Monteagudo, alcanza ya la terrible cifra de 395 mujeres asesinadas. Simplemente terrible.
@jarquinedgar