domingo, 26 de abril de 2015

Mujeres y Política Bipolaridad conveniente





Soledad JARQUÍN EDGAR
La histórica demanda de las mujeres, en específico de las feministas, revela el profundo silencio, la apatía y la simulación con la que gobiernos de todas las tendencias ideológicas pueden actuar, al no mirar ni escuchar lo que las mujeres quieren, no porque consideren que no desean ser madres, lo cual es una opción, sino porque no hay condiciones, político, sociales, económicas, geográficas y humanas, en general, para la vida y el desarrollo de las personas, pero sobre todo, porque ser madres tendría que ser una decisión personal de las mujeres.
Sin embargo, bien lo dice la antropóloga Marta Lamas: “México ha dado pasos notables en la liberación de las leyes de aborto”, en referencia a la despenalización del aborto que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó en abril de 2007. “Este logro es parte de un largo camino que ubica a México a la vanguardia de América Latina en el tratamiento humanitario del aborto”. (La despenalización del aborto. El Cotidiano. 2008).
El aborto han, dicho las feministas y académicas del género, no es un problema que tiene que ver con penas carcelarias, como ha sucedido en los últimos años a partir de que 18 entidades del país dieron marcha atrás como parte de las complacencias que el sistema político mexicano ha tenido con la derecha y, sobre todo, con las jerarquías eclesiásticas. No, el aborto es un problema de salud pública.
En este abril es motivo de reflexión el octavo aniversario de la despenalización del aborto en la ciudad de México cuyos resultados son afirmativos y contradicen los pronósticos catastrofistas que esgrimieron los providas, el terrorismo de la ultraderecha y otros organismos de las iglesias. También en abril, se ha puesto el foco en parte de la opinión pública en otro problema que ha crecido desmesuradamente: el embarazo adolescente y al que tendríamos que agregar el silencioso crecimiento de contagios de VIH entre la población joven.
Una fórmula simple parece estar al frente de nuestras miradas. Los 12 años de gobierno de la derecha, acompañados, por no decir de la mano, por las distintas expresiones de la izquierda mexicana, el priismo y el resto de los adendos de partidos que se multiplican, todos doblemoralistas, han ocasionado serios retrocesos para las mujeres y, en general, para la sociedad mexicana, con una afectación mortal para las y los jóvenes, pero sobre todo en ellas, lo que debería ser una vergüenza.
El hecho de que cada año, después del “avance” de la derecha, es decir, de los gobiernos del PAN, entre 430 mil y 450 mil niños y niñas nacieran de madres cuya edades fluctúan entre los 10 y los 18 años, como revela el INMUJERES, nos muestra que lo que más urge en México es construir una verdadera educación sexual y, sobre todo, se despenalice el aborto en todo el país.
¿Qué necesitamos? Hacer conciencia de la importancia que tiene en el mundo enseñar a las mujeres y a los hombres sobre un ejercicio libre, pleno y responsable de la sexualidad y no existe otro camino que la educación algo que hasta ahora se ha negado en México. Se requiere hablar en serio y bien, quitarse el escozor, la vergüenza, la pena que impide no hablar ni en las familias ni en la escuela, por supuesto nunca en las iglesias y de manera distorsionada en los medios de comunicación, que salvo contadísimas excepciones, en la programación la sexualidad es un asunto carente de verdad, lo cual resulta contrario a cualquier principio de ética.
La despenalización del aborto tendría que estar a la vuelta de la esquina, es como explica Lamas una opción humanitaria, para todas aquellas mujeres que decidan abortar no sólo para las víctimas de una violación sino para todas las mujeres que considerando su condición social o económica, etaria, familiar o profesional sean sorprendidas con un embarazo. Habrá quien tome al toro por los cuernos y actúe según su conciencia y sus creencias, pero es real no todas las mujeres habrían deseado ser madres.
El aborto es la demanda más antigua del feminismo. En México, la primera propuesta formal en ese sentido se realizó en 1931 por Ofelia Domínguez Navarro, señala Lamas. Si hacemos cuentas pasaron 76 años hasta que, finalmente, en la capital mexicana se despenalizó el aborto, pero además se brinda atención médica oportuna y gratuita. Algo que Ofelia Domínguez y sus contemporáneas no imaginaron nunca ni en sus más optimistas sueños, pero es ella una pionera histórica de una larga lucha feminista.
El problema es que sólo es una porción del territorio mexicano donde es posible realizar la interrupción legal del aborto, sin temor a ser denunciadas, detenidas y encarceladas por esa condición de ser mujeres sin derecho a decidir sobre sus cuerpos, lo que, otra vez en sus vidas, deja en una desventaja total y absoluta a las más pobres.
Mi referencia en el tema del aborto es Marta Lamas, porque ella ha puesto el dedo sobre el renglón sin desviar esa tarea a lo largo de más de 40 años, sin duda merece todo reconocimiento en ese sentido, a ella como símbolo de las otras mujeres que han sumado sus tareas dentro del feminismo para alcanzar el objetivo de despenalizar el embarazo en la doceava semana.
Esta semana en Oaxaca, como en el resto del país, hubo llamados de las mujeres para que el Estado cumpla con su obligación constitucional de legislar para convertir en realidad los compromisos asumidos por el país en materia de derechos de las mujeres, como el Consenso de Montevideo, como lo explica la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos (ddeser Oaxaca) y otras organizaciones que firmaron un desplegado en el que preguntan ¿Cuánto tiempo más vamos a esperar las mujeres de Oaxaca para tener acceso a estos servicios? ¿Cuándo habrá justicia social para nosotras, en materia de derechos sexuales y reproductivos?
En ese sentido, consideran que es imprescindible que el Congreso del Estado ejerza su voto laico y libre de intereses fácticos para salvar las vidas y la salud de las mujeres.
A ocho años de distancia con resultados positivos, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) dio a conocer que desde mayo de 2007 a marzo de 2015 se han practicado 138 mil 792 interrupciones legales y la mayoría de quienes han sido asistidas legalmente son jóvenes de 18 a 24 años, las que procentualmente representan el 47 por ciento.
Sin  duda alguna la interrupción legal del aborto en la ciudad de México es, como se ha señalado, un avance democrático y en específico el reconocimiento de un derecho humano de las mujeres a decidir tener o no un hijo porque como explica GIRE “no desean estar embarazadas”.
Esta fecha emblemática e importante para el feminismo y para el avance real de las mujeres, me pone a pensar cómo hemos transitado en un sube y baja interminable que revela el poder de la sociedad civil, a pesar de los muchos años que tuvieron que pasar; lo que también trasluce el poder de la iglesia sobre los gobiernos federal, estatales y municipales, y el poder patriarcal en todos los niveles institucionales y de la vida cotidiana, que determinan qué, cómo, cuándo, dónde y por qué una sociedad debe ser y actuar, asumir y callar de acuerdo a lo que hombres y mujeres tienen determinado.
Por un lado, a pesar de que el gobierno federal estaba en manos de la derecha, con Felipe Calderón, mucho tuvo que ver quienes tenían el poder en la capital del país, en manos del PRD.
Y a pesar de que vemos el vaso medio lleno, con leyes y reconocimientos a los derechos humanos que ponen al país como punto de referencia, al menos en el papel, resulta inaudita la violencia contra civiles, contra organizaciones, contra periodistas, contra defensores de los recursos naturales y hasta contra defensores de derechos humanos emanados de la iglesia, como el padre Alejando Solalinde, en esa lucha emprendida a favor del libre tránsito y en contra de la violación a los derechos de la población migrante.
Resulta superior a toda imaginación, lo sucedido en Ayotzinapan hoy a siete meses de ausencia de 43 estudiantes desaparecidos, cuyas familias no ven respuestas lógicas ni creíbles en los dichos del gobierno de Enrique Peña Nieto y peor aún la investigación de la periodista Laura Castellanos con el que parece una inaudito crimen por parte de policías federales en contra de civiles en Apatzingan.
Mucho nos falta, lo principal ha sido la justicia en todos los sentidos, como a las víctimas de abortos mal practicados, debido a la negligente actitud de las instancias gubernamentales, así por un lado se castiga el hecho de interrumpir un embarazo y por el otro se asesina a los hijos e hijas de miles de miles de mujeres en este país, como los casos arriba descritos y claro la reprochable violencia feminicida y el feminicidio, todos nadando en un mar de impunidad. Una bipolaridad conveniente que no le quita el sueño al poder.
@jarquinedgar