Palabra de Antígona
25
de noviembre: No a la impunidad
Por
Sara Lovera
Sucede
que en este país hace 40 años descubrimos que los agravios contra las mujeres,
violentadas física o psicológicamente, asesinadas por ser mujeres, fue un
descubrimiento al que le pusimos nombre: patriarcado.
El
patriarcado solo se sostiene en el autoritarismo. Sus expresiones se hallan en
la vida de relación cotidiana, en la pareja, en la casa, en los hogares, sin
duda. Pero sus efectos van mucho más allá, es la historia de la guerra y el
poder: están en el sistema de jerarquías, en el gobierno y en los diferentes
niveles del Estado; en donde, cada vez más, se pospone la democracia y la
justicia, tras varios siglos de discursos y análisis. Ahí estamos las mujeres.
Un
sistema jerárquico y autoritario que no entiende que la violencia contra las
mujeres y contra quienes no tienen poder, es un sistema con las más variadas
acciones que afecta la vida de relación entre las personas, la democracia y
todos los gobiernos. Es ahí, en ese núcleo de poder donde la violencia es un
mecanismo para que sobreviva el estado de cosas.
De
ahí proviene el mal entendimiento. ¿Por qué habríamos de sorprendernos de que
se use la violencia para combatir lo que violenta al sistema? Al sistema lo
violenta la movilización de las y los ciudadanos pidiendo cuentas; al sistema
lo violenta que haya quienes denuncian la corrupción, la injusticia, el estado
de debilidad de quienes deben impartir justicia; lo violenta que no se le
obedezca y no se respete a las instituciones que le dan vida y justifica sus
horrores; al Estado y sus gobiernos los violenta quienes no se venden por
tres mendrugos y quienes lo cuestionan porque piensan.
La
marcha de 20 de noviembre es en sí misma, por su expresión, por quienes se
reunieron espontáneamente, organizadamente o simplemente, para decir que no
soportan que a cada tramo de su vida nadie escuche que se ha llegado a un
límite. Encabezado por las madres y los padres, con participantes, como muchos
y muchas, que en el camino de la injusticia hemos perdido a nuestros seres
queridos, sin que nadie nos responda.
Es
muy peligroso para el gobierno no saber ver ni saber oír. Es peligroso que se
vuelva a prácticas usadas antaño, crear un ambiente que produzca miedo, que
contribuya a poner una cortina de humo sobre la verdadera protesta. Los
testaferros del sistema solamente ven a los aguerridos, desesperados, que
reaccionan con una violencia proporcionalmente desigual a la que se ha venido
soportando por la población. Los autodenominados anarquistas, son un pequeño
grupo localizado, ¿Por qué entonces tanta alharaca? Seguramente para tapar la
verdadera violencia cotidiana que la ciudadanía sufre, vive, soporta
diariamente.
"Los asesores del presidente de la República le están mintiendo".
Los
asesores del presidente de la República le están mintiendo. El tema es que urge
una reforma del Estado, por una parte, para rearmar las reglas de convivencia,
como propone ahora Cuauhtémoc Cárdenas, que no tiene más armadura que su propia
vida y su calidad moral; lo mismo que hizo antes denodadamente Porfirio Muñoz
Ledo; otros piden la reforma del Estado de Derecho, eso incluye a sus amigos, que
tienen micrófono para distraer; algunos más se revelan con distintas
manifestaciones, cartas, quejas, demandas, marchas, gritos y hasta esa terrible
equivocación juvenil de los petardos.
Estamos
en una situación muy complicada. No es tan simple como dice el Secretario de
Gobernación, ni tiene sentido hablar de paz en medio de las diatribas y las
mentiras; ni se trata de defender al gobierno apabullado con tanto problema
heredado de los múltiples gobiernos de los últimos 70 años; ni se trata de
pensar que es necesario “matar” a los violentos o encarcelarlos, se trata de
entender qué está pasando. Volver a cerrar la válvula de escape es simplemente
posponer lo que ya nadie puede parar.
Los
asesores ¿entenderán? Por ejemplo qué significa la revolución de las comunicaciones;
sabrán medir, mapear, analizar los efectos de las reformas y quiénes se sienten
afectados; sabrán qué significa para las mujeres tener un hijo, verlo
crecer, mirar como aprende a comer, como da sus primeros pasos, ¿entenderán que
el tema no se resuelve con promesas, detenciones sin explicación? Entenderán
los egresados de Harvard, del Instituto Tecnológico de Massachusetts y del
ITESO, ¿entenderán algo? los opinadores que no saben la fuerza que una
sola madre puede tener para mantener su protesta porque su hijo o hija ha
desaparecido.
Además de su falta de entendimiento, tampoco saben historia.
Además
de su falta de entendimiento, tampoco saben historia. Es verdad que La Madre,
de Gorki es una novela fundada en un proceso que no entendió el Zar de Rusia, y
que no entendió Porfirio Díaz, ni entendieron los dictadores de América
Latina; no entienden cuál es la liga vital entre una madre y sus hijos, no por
subordinada y utilizada situación explotada por los intereses del sistema,
sino la madre que como las madres de Plaza de Mayo, pueden protestar cada jueves
durante años, con la herida abierta. A ellas no les conformó nada,
absolutamente nada ¿sabrán eso en Bucareli?
Recuerdo
que las abogadas intelectuales buscaron para las madres de las asesinadas en
Cd. Juárez la reparación del daño: ¿reparación? Y hasta le pusieron una
cantidad y un culpable: debía pagarlo el Estado o el Gobierno, nada de ello fue
suficiente para Marisela Escobedo, que al final fue asesinada porque
quería saber si la justicia era posible y el autor del asesinato de su hija iba
a pagar. Y quién en medio de tanta bulla recuerda a Margarita
Santizo, quien durante cinco años buscaba a su hijo, Esteban
Morales, un policía federal desaparecido en Michoacán, ella se presentó en un
féretro a recordar a las autoridades que su última voluntad era reclamarlo
frente a Gobernación. Su cuerpo estuvo ahí, nadie hizo la historia precisa,
pero ella nunca pudo perdonar.
Se han preguntado los asesores si es
posible olvidar.
Se
han preguntado los asesores si es posible olvidar. A qué le tiran, a lo de
siempre e histórico: que el movimiento amainará en unas cuantas semanas, que la
protesta se diluirá, que no haya bronca, que la gente no protestará toda la
vida y menos si se la llena de miedo y le presentan directamente a los
anarquistas.
De
buena fuente estoy enterada, sí hay grupos enviados a aumentar la gresca y el
enojo, como aquellos que se confundían con los estudiantes en 1968. ¿Quién y
por qué están ahí? Sencillamente porque andan buscando a los culpables, los
malos, los violentos, los que efectivamente se equivocan y apoyan al sistema a
tener un culpable, pero que finalmente son la expresión del hartazgo, la
frustración y la desesperación que se agolpa en el pecho. No entienden que eso
no convence a miles.
Por
qué, me pregunto, sólo un cronista que yo conozco, ha destacado el tamaño
fenomenal de la protesta, su capacidad de tolerancia y su esperanza
pacífica, pero entera y mayúscula. De qué habló la marcha, de que la gente
está harta, que ha dejado de creer en las patrañas, vengan de donde
vengan. Y ahí están devastados e insufribles los políticos armando orquesta y
concierto con el discurso oficial. Y muchos que se conocían como de
izquierda. Los “violentos”, sirven para apoyar el olvido, y ahí
está el foco, y ¿lo demás?.
México
era uno antes de Ayotzinapa (en Náhuatl: río de calabacitas) y después será otro. Ayotzinapa, una población del Estado
mexicano de Guerrero, conurbada con la ciudad de Tixtla de Guerrero, cabecera
del municipio del mismo nombre y sede de la Escuela Normal Rural “Raúl
Isidro Burgos”. El lugar que se volverá imborrable, donde se concentra el odio
a la juventud, el deseo de que no exista la pobreza, ni el abandono de más de
12 millones de indígenas mexicanos y mexicanas; el sitio que recuerda que no
hay progreso, reformas ni modernidad porque se puede matar de esa manera,
desaparecer de esa otra, mantener como si nada la impunidad, dejar un reguero
de cenizas en un río, o tenerlos por secuestrados a quienes algunos voceros de
siempre pretenden formarles una historia miserable como la que ellos tienen.
El
sistema quiere borrar del mapa a quienes protestan desde que Guerrero, sus
montañas y su atraso, ha sido cuna de la guerrilla y cuna de la dignidad que
cientos, miles, millones de mexicanos y mexicanas han olvidado con tal de
un mendrugo porque el hambre, el consumismo y la desventura son parte,
dicen, de la condición humana.
Las
mujeres tampoco podemos olvidar a las asesinadas sin justicia, ni nos cabe en
el alma explicación alguna que no tenga que ver con la voluntad de justicia; no
nos convencen, los sabemos históricamente capaces de cualquier cosa para evitar
por autoritarismo ser cuestionados. México empieza a ser tierra de nadie, donde
cualquier fuego nuevo puede ser el comienzo de otra vida, lo verdaderamente
grave será que no podamos evitar otro y otro y otro baño de sangre, contra el
que se reveló Antígona.
www.almomento.mx/