Mujeres y Política
Nada, nadie
Soledad JARQUÍN EDGAR
La palabra del gobierno, por cierto
harto y muy cansado como se manifestó Jesús Murillo Karam, por la presión y los
regaños, ya no es suficiente ni para las familias de los 43 estudiantes de la
Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, Guerrero, ni mucho
menos para las personas con conciencia social en México.
La noticia parece sacada de la chistera
de un mago más que resultado de las investigaciones y encarna nuevamente la
tragedia, el dolor se dimensiona, se multiplica. Había una urgencia por decir
algo, el viaje de Enrique Peña Nieto desencadenó en una semana la detención de
quienes se dice podrían ser los autores intelectuales. Luego, el anuncio
funesto, la sospecha general se vuelve una realidad indeseable, una realidad
que no convence por sus circunstancias y la pregunta surge ¿por qué hasta
ahora?. ¡Pruebas! Gritan las familias al procurador que ve pasar su suerte en
las últimas semanas, para las familias “sus hijos siguen vivos”.
El ex alcalde José Luis Abarca y María
de los Ángeles Pineda, la pareja imperial como los llaman los colegas
guerrerenses, ya están uno detenido y la otra arraigada, y desde ese momento la
presión aumentó ¿dónde están? Se trataba de detener a la pareja imperial pero
también de encontrar a los muchachos y encontrarlos con vida. Sin estar
satisfechas las familias, nadie lo estaría en realidad, el dedo sigue en la
llaga punzante y cada día más hedionda. Pero el gobierno tiene prisa, debe
encontrar respuestas, un avión espera a Enrique Peña Nieto.
El cuarto de guerra busca respuestas.
Las mismas que quieren cientos de policías que "peinan Guerrero" y no
encuentran. Ni el avión tripulado que se despista ante todas las fosas
clandestinas que pueblan la zona. ¿Quiénes son? ¿Desde cuándo? ¿Qué país puede
decirse en paz y democrático si su territorio está lleno de cadáveres, sin
rostro, sin nombre, sin pasado, sin rastro. Nada es nada en Guerrero y el temor
se extiende por todo el país.
Hay muchas voces clamando justicia, la
juventud del país toma las plazas, las calles, protesta, enciende veladoras, organizan
un paro de universidades, llaman a la desobediencia civil… en las conferencias
de prensa y en las entrevistas el tema es inevitable…los partidos políticos se
lanzan bolas de fuego y luchan en el fango por sus omisiones, por sus
complicidades…nadie ha escapado, las manos sucias serán indelebles en la
memoria del pueblo, Ayotzinapa y Tlatelolco la misma historia, la intolerancia
del Estado, el crimen de Estado.
Ayotzinapa es el rostro de la vergüenza
y del temor. Se han escrito cientos y cientos de textos periodísticos y
académicos…el clamor es el mismo: ¡Justicia! Muchas personas que sí alcanzan a
ver la terrible desgracia de un Estado atravesado, penetrado por el
narcotráfico convertido en narcopolítica, siguen clamando justicia por ellos y
por las personas asesinadas en Tlataya a manos de elementos de ejército y por
las y los miles de desaparecidos a lo largo y ancho del territorio nacional.
Cada minuto es más desolador conocer la
verdad sobre Ayotzinapa. Qué los mataron, qué los torturaron, qué los echaron a
los perros, qué los quemaron…crueldad total e inhumana, un país desollado. Pero
nada más doloroso saber que en esos hechos terribles estaban involucrados
policías y elementos del ejercito mexicano convertidos en sicarios, en los
brazos derechos e izquierdos del narcotráfico, inyectados por la codicia que
los lleva a pensar y a creer que la vida de las demás personas no vale nada ni
le importa a nadie. Nada, nadie, parafraseando a Elene Poniatowska.
Somos una sociedad huérfana por los hijos de Ayotzinapa. A ellos
les lloramos de muchas formas, por ellos no podemos guardar silencio.
No se puede hacer como si nada pasara. Frente a las
manifestaciones de desolación de las y los jóvenes, que como decía la semana
pasada cada día más expuestos a la violencia, a la falta de protección de las
instituciones y sin posibilidades de futuro.
Retomo el pensamiento de Miguelangel, un joven universitario que
escribió en su Facebook: “Me siento
abrumado, confundido, sobre todo triste. No se a dónde iremos a parar si los jóvenes
rebeldes de este país son criminalizados, algunos hasta quemados vivos,
mientras en la sala de las casas siempre hay una televisión prendida como
ventana de escape a la realidad. ¿Pero que creen? esa realidad ya nos esta
viniendo a tocar a la puerta, la realidad de que en este país, "en aras
del progreso", las cosas no van como deberían, porque se asesina gente
todo los días, se torturan personas todos los días, los derechos humanos son
pisoteados diariamente.
Esta maldita
realidad que nos escupe en la cara cuando vemos niños con hambre en las calles
vendiendo dulces, cuando vemos que en las calles hay más policías y militares
que bibliotecas, escuelas o hospitales. Cuando nuestro presidente que
estrenando nuevo avión nos impone leyes que perpetúan la desigualdad social sin
que nosotros tengamos voz ni voto.
La libertad en este país es una quimera, si no me creen pregunten a un campesino, a un obrero que trabaja 10 horas diarias si se siente libre. ¿Pero que creen? nadie va a venir a salvarnos, las cosas no van a cambiar con rosarios y oraciones, y ya esta demostrado que desde los de "arriba" jamás llegará la igualdad que tanto deseamos, la tenemos que construir nosotros.... la pregunta abierta para todos (incluyéndome) es ¿Hasta cuando empezaremos a actuar?”.
La libertad en este país es una quimera, si no me creen pregunten a un campesino, a un obrero que trabaja 10 horas diarias si se siente libre. ¿Pero que creen? nadie va a venir a salvarnos, las cosas no van a cambiar con rosarios y oraciones, y ya esta demostrado que desde los de "arriba" jamás llegará la igualdad que tanto deseamos, la tenemos que construir nosotros.... la pregunta abierta para todos (incluyéndome) es ¿Hasta cuando empezaremos a actuar?”.
@jarquinedgar