Mujeres y política
Triunfalismo vs realidad
Soledad JARQUÍN EDGAR
El triunfalismo es uno de los más
frecuentes compañeros de quienes nos gobiernan. En sus dichos, más que en sus
hechos tangibles para los gobernados hay más futuro que presente y vivimos
(presente y futuro) entre frases y frases: No pasa nada. ¡Vamos bien! Saldremos
adelante. Hemos hecho las inversiones más exitosas. Tendremos nuevos programas
para acabar, ahora sí, con la pobreza. México ha dado pasos fundamentales con
las históricas reformas constitucionales. La gasolina y la luz serán más
económicas pero hay que esperar. Tendremos más canales de televisión y mejores
tarifas de telefonía. Estamos en diálogo con los maestros. ¡Qué no hay
vandalismo! En Oaxaca se reactiva la economía y México está en movimiento.
Esa es la sintomatología del
optimismo de los gobernantes, cuya desafortunada estrategia triunfalista, que
nos cuenta millones y millones de pesos en propaganda, no tiene efectos
positivos entre la población, aunque así lo quisieran. Hoy, una masa ciudadana
tiene otra mirada en cada palabra, dicho o hecho que plantea el gobierno sea
municipal, estatal o el mismísimo “muñeco” como algunas personas llaman a
Enrique Peña Nieto. Un muñeco que parece estar a la baja a pesar de su segundo
informe que lo puso en la picota con sus “trascendentales” anuncios y su
sonrisa que no contagia ni tranquiliza.
Analistas políticos de todo el país
durante la semana y tras el mensaje de su segundo informe de Gobierno desde el
Palacio -allá frente a la plancha del estacionamiento público, perdón la
plancha del zócalo capitalino-, han dicho una y otra vez que en las palabras
del Presidente de México hay un exceso de triunfalismo. Yo digo que no es de
ahora, es la otra mirada optimista que los gobiernos ponen a sus productos y en
la que gran parte de la ciudadanía no coincide, por el simple y sencillo hecho
de que esas peroratas triunfalistas no tienen repercusión alguna en sus vidas
privadas.
Otra mala noticia es que las tan
vanagloriadas reformas estructurales no tendrán repercusión alguna en el corto
plazo, es decir, seguiremos viviendo en el descontento, aunque ese descontento
no se note tanto como en Oaxaca. Y la peor noticia para Peña es que su gobierno
y, tal vez hasta la continuidad del PRI en el poder, dependan de los resultados
que las reformas estructurales tengan en la vida cotidiana de las y los
mexicanos.
Eso nos llevará, los próximo cuatro
años, que aún faltan para que concluya el sexenio de la vuelta del PRI con
Peña, a una permanente campaña buscando convencer de forma mediática a la
audiencia o público -como nos convierten los estrategas de la propaganda tipo
Goebbels desde la Presidencia de México-. Lo malo de todo esto es que la
ciudadanía quiere resultados no anuncios.
Fueron muchos anuncios futuristas
los lanzados en torno a la capital del país, como el mega-aeropuerto que de
inmediato levantó ámpula, cuando se dio a conocer que el diseño será ejecutado
por arquitecto británico Norman Foster y su socio mexicano Fernando Romero,
cuya vida privada le acarrea desconfianza. Fernando Romero está casado con Soumaya
Slim, que para conocimiento general es
hija del hombre más rico de México, Carlos Slim. Lo cual no tendría ninguna
repercusión pero el parentesco de Romero (yerno) con Slim (suegro) lo hace
odiado desde el primer momento y de paso se convierte en arma para
Otra de las cosas que dijo el
Presidente fue que la reforma educativa “facilita y acelera” la
profesionalización de las y los maestros mexicanos. Lo que para desgracia de
Oaxaca ni siquiera tiene visos de realidad, porque aún no sabemos qué va a
pasar en Oaxaca. Si la reforma educativa se apega a la que fue aprobada de
manera constitucional en la Cámara federal, habrá un berrinche tremendo y una
especie de revolución que podría poner en peligro el gobierno de Gabino Cué. Y
si la reforma se apega a los dictados de la Sección 22, tendremos una
controversia constitucional, por tanto la decisión cambia de arbitro y quiérase
o no también será un tache para el gobierno estatal, quien ha llevado las cosas
a una especie de callejón sin salida y al hartazgo de la ciudadanía que paga
los platos rotos.
Parte de esa ciudadanía (mil 200
personas) respondieron a una encuesta levantada por Volt Comunicación sobre la
actuación de Cué Monteagudo como gobernador de Oaxaca. Casi el 80 por ciento de esas personas tiene
entre 18 y 59 años de edad.
Una de las preguntas fue ¿Cómo
califica el trabajo del gobierno del Estado que encabeza Gabino Cué? La
respuesta podría asustar a los optimistas pero no a quienes están fuera del
círculo de los triunfalistas. Un resultado que debe poner a pensar, si no es
mucho pedir, al gobernante en turno pues el 72 por ciento de las personas dijo
que es malo el trabajo desarrollado por el gobierno que encabeza Cué y sólo 19
por ciento dijo que sí aprueba las acciones del gobernador, en tanto nueve por
ciento dijo no saber.
También preguntaron si recuerdan
alguna obra o acción por parte del Gobierno Estatal: 31 por ciento se acuerda
del distribuir vial, 5.5 por ciento se refirió a la infraestructura vial. Pero
22 por ciento no recuerda ninguna obra y 34 por ciento no sabe de ninguna de
estas obras. Grave de verdad que Cué no pueda convencer a la población de sus
acciones y obras. Cierto la población en general olvida pronto, pero aquí lo
que se nota es un vacío de miedo.
Como era de esperarse, Volt
Comunicación encontró también que la ciudadanía identifica como principales
problemas aquellos que están relacionados con la educación y el movimiento
magisterial: 19 por ciento el conflicto magisterial, 14 por ciento la educación
y 11 por ciento marchas y bloqueos, frente a un 40 por ciento que mencionó todas
las anteriores, además de la seguridad pública como problema prioritario que
fue mencionado por 16 de cada cien personas entrevistadas.
Por difícil que parezca, concediendo
que aún quedara algún resquicio de confianza en el mandatario, el 79 por ciento
de encuestados considera necesario que en Oaxaca se realice un plebiscito para
saber si desean que continúe Gabino Cué al frente del Gobierno del Estado.
Esta es una respuesta seria. Es un
avance ciudadano llevar a este cuestionamiento a los gobernantes. Lo que
resultara del plebiscito será otra cosa y podría o no ser favorable al
gobernante, pero el hecho de llevarlo a reafirmar su mandato, por una muy
amplia mayoría encuestada, no es cosa menor.
También se preguntó si estarían de
acuerdo en la asignación de un gobernador interino por parte del Congreso local
y el 54 por ciento dijo no. Como también una mayoría compuesta por 55 por
ciento dijo no a la pregunta ¿Estaría de acuerdo que el Presidente de la
República envíe un comisionado a Oaxaca?
No hay contradicción alguna en los
resultados. Si llegara a suceder la destitución del mandatario (asunto remoto)
queda claro que quienes desean decidir son las y los propios electores de
Oaxaca.
El trabajo desarrollado por Volt
Comunicación, en diversas secciones electorales de la zona metropolitana a la
capital oaxaqueña es apenas una muestra de lo que planteaba al principio: el
triunfalismo tanto federal como estatal y municipal no tiene más efecto en el ánimo
de la población. Es tiempo de cambiar la estrategia mediática por resultados
efectivos y directos en la vida de las personas. ¿Será mucho pedir?
Contra el margen
La imparable violencia, esa que
insisto no se resuelve con frases de amor y paz en las paredes, ni vistiendo
colores en días determinados, sino con acciones concretas o políticas públicas
que no existen, suma y suma víctimas
mortales. Esta semana que terminó son ya, según recuento hemerográfico de
Consorcio Oaxaca, 322 las mujeres asesinadas en Oaxaca en el tiempo que lleva
la administración de Gabino Cué Monteagudo y como ya se ha dicho son los valles
centrales, donde está la pacífica ciudad de Oaxaca, la más peligrosa para la
vida de las mujeres. Y el funcionariato durmiendo el sueño de los (in)justos,
no es para menos tienen guaruras, jodidas las mujeres.
@jarquinedgar