domingo, 7 de septiembre de 2014

Mujeres y política Triunfalismo vs realidad


Mujeres y política
Triunfalismo vs realidad

Soledad JARQUÍN EDGAR
El triunfalismo es uno de los más frecuentes compañeros de quienes nos gobiernan. En sus dichos, más que en sus hechos tangibles para los gobernados hay más futuro que presente y vivimos (presente y futuro) entre frases y frases: No pasa nada. ¡Vamos bien! Saldremos adelante. Hemos hecho las inversiones más exitosas. Tendremos nuevos programas para acabar, ahora sí, con la pobreza. México ha dado pasos fundamentales con las históricas reformas constitucionales. La gasolina y la luz serán más económicas pero hay que esperar. Tendremos más canales de televisión y mejores tarifas de telefonía. Estamos en diálogo con los maestros. ¡Qué no hay vandalismo! En Oaxaca se reactiva la economía y México está en movimiento.
Esa es la sintomatología del optimismo de los gobernantes, cuya desafortunada estrategia triunfalista, que nos cuenta millones y millones de pesos en propaganda, no tiene efectos positivos entre la población, aunque así lo quisieran. Hoy, una masa ciudadana tiene otra mirada en cada palabra, dicho o hecho que plantea el gobierno sea municipal, estatal o el mismísimo “muñeco” como algunas personas llaman a Enrique Peña Nieto. Un muñeco que parece estar a la baja a pesar de su segundo informe que lo puso en la picota con sus “trascendentales” anuncios y su sonrisa que no contagia ni tranquiliza.
Analistas políticos de todo el país durante la semana y tras el mensaje de su segundo informe de Gobierno desde el Palacio -allá frente a la plancha del estacionamiento público, perdón la plancha del zócalo capitalino-, han dicho una y otra vez que en las palabras del Presidente de México hay un exceso de triunfalismo. Yo digo que no es de ahora, es la otra mirada optimista que los gobiernos ponen a sus productos y en la que gran parte de la ciudadanía no coincide, por el simple y sencillo hecho de que esas peroratas triunfalistas no tienen repercusión alguna en sus vidas privadas.
Otra mala noticia es que las tan vanagloriadas reformas estructurales no tendrán repercusión alguna en el corto plazo, es decir, seguiremos viviendo en el descontento, aunque ese descontento no se note tanto como en Oaxaca. Y la peor noticia para Peña es que su gobierno y, tal vez hasta la continuidad del PRI en el poder, dependan de los resultados que las reformas estructurales tengan en la vida cotidiana de las y los mexicanos.
Eso nos llevará, los próximo cuatro años, que aún faltan para que concluya el sexenio de la vuelta del PRI con Peña, a una permanente campaña buscando convencer de forma mediática a la audiencia o público -como nos convierten los estrategas de la propaganda tipo Goebbels desde la Presidencia de México-. Lo malo de todo esto es que la ciudadanía quiere resultados no anuncios.
Fueron muchos anuncios futuristas los lanzados en torno a la capital del país, como el mega-aeropuerto que de inmediato levantó ámpula, cuando se dio a conocer que el diseño será ejecutado por arquitecto británico Norman Foster y su socio mexicano Fernando Romero, cuya vida privada le acarrea desconfianza. Fernando Romero está casado con Soumaya Slim, que  para conocimiento general es hija del hombre más rico de México, Carlos Slim. Lo cual no tendría ninguna repercusión pero el parentesco de Romero (yerno) con Slim (suegro) lo hace odiado desde el primer momento y de paso se convierte en arma para
Otra de las cosas que dijo el Presidente fue que la reforma educativa “facilita y acelera” la profesionalización de las y los maestros mexicanos. Lo que para desgracia de Oaxaca ni siquiera tiene visos de realidad, porque aún no sabemos qué va a pasar en Oaxaca. Si la reforma educativa se apega a la que fue aprobada de manera constitucional en la Cámara federal, habrá un berrinche tremendo y una especie de revolución que podría poner en peligro el gobierno de Gabino Cué. Y si la reforma se apega a los dictados de la Sección 22, tendremos una controversia constitucional, por tanto la decisión cambia de arbitro y quiérase o no también será un tache para el gobierno estatal, quien ha llevado las cosas a una especie de callejón sin salida y al hartazgo de la ciudadanía que paga los platos rotos.
Parte de esa ciudadanía (mil 200 personas) respondieron a una encuesta levantada por Volt Comunicación sobre la actuación de Cué Monteagudo como gobernador de Oaxaca.  Casi el 80 por ciento de esas personas tiene entre 18 y 59 años de edad.
Una de las preguntas fue ¿Cómo califica el trabajo del gobierno del Estado que encabeza Gabino Cué? La respuesta podría asustar a los optimistas pero no a quienes están fuera del círculo de los triunfalistas. Un resultado que debe poner a pensar, si no es mucho pedir, al gobernante en turno pues el 72 por ciento de las personas dijo que es malo el trabajo desarrollado por el gobierno que encabeza Cué y sólo 19 por ciento dijo que sí aprueba las acciones del gobernador, en tanto nueve por ciento dijo no saber.
También preguntaron si recuerdan alguna obra o acción por parte del Gobierno Estatal: 31 por ciento se acuerda del distribuir vial, 5.5 por ciento se refirió a la infraestructura vial. Pero 22 por ciento no recuerda ninguna obra y 34 por ciento no sabe de ninguna de estas obras. Grave de verdad que Cué no pueda convencer a la población de sus acciones y obras. Cierto la población en general olvida pronto, pero aquí lo que se nota es un vacío de miedo.
Como era de esperarse, Volt Comunicación encontró también que la ciudadanía identifica como principales problemas aquellos que están relacionados con la educación y el movimiento magisterial: 19 por ciento el conflicto magisterial, 14 por ciento la educación y 11 por ciento marchas y bloqueos, frente a un 40 por ciento que mencionó todas las anteriores, además de la seguridad pública como problema prioritario que fue mencionado por 16 de cada cien personas entrevistadas.
Por difícil que parezca, concediendo que aún quedara algún resquicio de confianza en el mandatario, el 79 por ciento de encuestados considera necesario que en Oaxaca se realice un plebiscito para saber si desean que continúe Gabino Cué al frente del Gobierno del Estado.
Esta es una respuesta seria. Es un avance ciudadano llevar a este cuestionamiento a los gobernantes. Lo que resultara del plebiscito será otra cosa y podría o no ser favorable al gobernante, pero el hecho de llevarlo a reafirmar su mandato, por una muy amplia mayoría encuestada, no es cosa menor.
También se preguntó si estarían de acuerdo en la asignación de un gobernador interino por parte del Congreso local y el 54 por ciento dijo no. Como también una mayoría compuesta por 55 por ciento dijo no a la pregunta ¿Estaría de acuerdo que el Presidente de la República envíe un comisionado a Oaxaca?
No hay contradicción alguna en los resultados. Si llegara a suceder la destitución del mandatario (asunto remoto) queda claro que quienes desean decidir son las y los propios electores de Oaxaca.
El trabajo desarrollado por Volt Comunicación, en diversas secciones electorales de la zona metropolitana a la capital oaxaqueña es apenas una muestra de lo que planteaba al principio: el triunfalismo tanto federal como estatal y municipal no tiene más efecto en el ánimo de la población. Es tiempo de cambiar la estrategia mediática por resultados efectivos y directos en la vida de las personas. ¿Será mucho pedir?
Contra el margen
La imparable violencia, esa que insisto no se resuelve con frases de amor y paz en las paredes, ni vistiendo colores en días determinados, sino con acciones concretas o políticas públicas que no existen,  suma y suma víctimas mortales. Esta semana que terminó son ya, según recuento hemerográfico de Consorcio Oaxaca, 322 las mujeres asesinadas en Oaxaca en el tiempo que lleva la administración de Gabino Cué Monteagudo y como ya se ha dicho son los valles centrales, donde está la pacífica ciudad de Oaxaca, la más peligrosa para la vida de las mujeres. Y el funcionariato durmiendo el sueño de los (in)justos, no es para menos tienen guaruras, jodidas las mujeres.
@jarquinedgar