Palabra de Antígona
Infranqueable la violencia contra las mujeres
Por Sara Lovera
Este martes, Mujeres de cuatro continentes se reúnen en
México convocados por el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa
de los Derechos Humanos de las Mujeres (CLADEM), con el fin de analizar su
mediación e incidencia en el cumplimiento de los compromisos de los gobiernos
para asegurar los derechos humanos de las mujeres, a propósito de ello decidí
buscar información para ver qué dicen las agencias oficiales sobre la
condición social de las mujeres de América Latina.
CLADEM asegura que los estados de la región de América
Latina tienen una gran deuda pendiente con los derechos humanos de las mujeres,
considerando retrasos de cumplimiento en Convenciones y/o acuerdos
internacionales, sobre las leyes que han creado en los últimos lustros y las
políticas públicas que anuncian para mejorar la vida de la mitad de la
población, fundados en el reconocimiento de que las mujeres tenemos iguales
derechos y somos parte de sociedades democráticas.
Las cuentas son malas. Hay un tremendo hoyo de atraso,
que se cuenta y evalúa, pero que nadie para, la violencia contra las mujeres se
yergue como un manantial inagotable.
Lo que hallé fue un fenomenal e inmenso documental de
estudios contradictorios y reveladores. Hay consenso en organismos como CEPAL,
Banco Mundial, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y ONU Mujeres
(entidad de las Naciones Unidas para la igualdad de género y el empoderamiento
de las Mujeres), sobre una mejoría económica en la región, donde ha disminuido
la pobreza, mejorando la vida de muchas mujeres, a pesar de que aumentó la
indigencia y la pobreza alimentaria de un porcentaje respetable. Coinciden en
que ha mejorado la participación política y disminuido la brecha educacional
entre hombres y mujeres, pero no el trabajo decente y bien remunerado. También
se dice que mejoró, en muchos sentidos la salud, incluso que disminuyó la
muerte materna. Excepto en la incidencia de VIH/Sida y la muerte por aborto
inducido.
Los claroscuros tienen que ver con regiones específicas o
países en concretos. Por ejemplo, en Haití no puede documentarse ningún avance,
lo mismo que en las zonas con población indígena o afroamericana de la región.
Reconocen estos estudios que se va lento en cuanto a la cultura de la igualdad pero
advierten que no hay que derrotarse, que con todo -políticas públicas y
funcionamiento de aparatos estatales de atención a las mujeres-, realizan
muchos esfuerzos, aunque reconocen que sus presupuestos son exiguos. El gran
avance que ven estos organismos es que hay más diputadas, senadoras y dos jefas
de estado.
Sin embargo…
Esos estudios señalan con reveladoras cifras, opiniones y
preocupaciones que es la violencia contra las mujeres algo insoportable, que se
incrementa, que destruye la inteligencia de quien la sufre, que limita su
desarrollo, que condiciona su libertad y que es una verdadera catástrofe: entre
17 y 53 por ciento de las mujeres latinoamericanas y caribeñas son afectadas
sistemáticamente por esta violencia, por ser mujeres.
La violencia sexual significa en América Latina 500
episodios al día. Sólo en febrero hubo cinco asesinatos de mujeres en Argentina
y en Uruguay seis; en Colombia se abusa de seis mujeres cada hora; en México
siete de cada 10 han sufrido violencia y sólo entre junio de 2010 y junio de
2012 se reportaron cuatro mil mujeres desaparecidas. En Brasil hay una agresión
contra las mujeres cada 15 segundos, sin considerar que en un solo año hubo dos
mil 982 violaciones sexuales. Según la OPS, el 69 por ciento de las
latinoamericanas sufrieron de violencia sexual y fueron atendidas en los
hospitales, significando gastos impresionantes.
En México, el último informe presentado por la Secretaría
de Gobernación, en el noreste del país la violencia contra las mujeres creció
un 400 por ciento y en todo el país se duplicó; sin considerar que la Cámara de
Diputados documentó al menos 15 mil violaciones sexuales anuales.
¿Qué hay detrás? Los estudios de CLADEM señalan que no
hay avances visibles en la cultura de la igualdad, que los países se
desentienden de un asunto clave que es la educación de género, donde
autoridades, operadores de políticas públicas y sociedad en general han
naturalizado la violencia.
Esto es, que todo el mundo consiente y acepta que se “corrija”
a las mujeres a grado tal que se les asesina y nadie se desvela porque el 92
por ciento de esos casos queda impune. En Venezuela donde se ha podido
documentar una baja en la violencia contra las mujeres en general, cada 45
segundos en sus hogares las mujeres sufren vejaciones, abuso y mal trato.
Llama poderosamente la atención que estos estudios
señalan que crece la trata por explotación laboral y sexual; que cada día se
reduce la edad de las víctimas hasta de cuatro o cinco años, en todos los
países sólo el dos por ciento de los sujetos responsables son juzgados. Es
decir, se transcurre por una absoluta impunidad.
El asunto tiene preocupado al Secretario General de la
ONU, Ban Ki-moon, quien apenas en marzo último señaló que los gobiernos no
cumplen con políticas de contención de la violencia contra las mujeres y
parecen inútiles todas las leyes decretadas.
¿Dónde estará el problema? En una inmensa masa de
hombres, mujeres, políticas y políticos, y de responsables de la justicia, que
tienen un pensamiento misógino. Que dentro de su conciencia no hay ningún
cambio. La pregunta es entonces ¿Qué han hecho estos gobiernos con la cantidad
de recursos para cambiar las mentalidades? Respuesta: nada.
Es posible que pongan recursos para mejorar la pobreza,
pero no para mejorar las relaciones dentro de los hogares entre las mujeres y
los hombres; ponen dinero para aportar con programas, a veces condicionados,
para proyectos productivos que a veces funcionan, pero nada para fomentar el
respeto y la dignidad humana. Es como una acción que va por dos caminos. Si no
hay una revolución cultural cuyos resultados no dan votos, no dan prestigio, no
se puede contar en los informes presidenciales, no habrá un cambio y estaremos
perdiendo, día a día, vidas y capacidades humanas de la mitad de la población.
De ahí la importancia de la anunciada reunión. Tras 25
años de intervención de la red CLADEM, que está en 15 países, que busca el
cumplimiento de las leyes, que se ocupa de casos jurídicos, a veces con gran
éxito, que vigila las recomendaciones concretas para restaurar derechos humanos
de muchas mujeres, presas, indígenas, desplazadas, sin recursos…hoy habrá un
balance.
¿Cómo mejorar su intervención? Ya que es la violencia
contra las mujeres el mejor ejemplo de que nuestras sociedades son salvajes,
antihumanas y creen que con más derechos políticos o con más programas sociales
“se ayuda a las mujeres”, quienes de todas las clases sociales viven un infierno
cotidiano. Son vejadas y maltratadas; golpeadas y violadas; asesinadas
impunemente. Valdrá la reunión para volver sobre estos pasos. Y preguntarse
¿Cuándo pararemos esta tremenda espiral de violencia contra las mujeres?
¿Alguien puede darse cuenta que disminuye todas las capacidades humanas y
conspira contra el ansiado desarrollo?
Veremos.