A ReservaMigración y mujeres, destino oscuro
Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
La migración es “el desplazamiento de una persona o conjunto de
personas desde su lugar habitual de residencia a otro, para permanecer en él
más o menos tiempo, con la intención de satisfacer alguna necesidad o conseguir
una determinada mejora”.
Por supuesto esta definición ampliada es producto de diferentes
estudios multidisciplinarios que reflejan una realidad actual globalizada de
uno de los fenómenos sociales imperantes que reducen la calidad humana en las
diferentes esferas de los derechos universales.
En este contexto, se asume que la migración es un proceso que abarca
tres subproceso conocidos como la emigración, que es la salida de personas de
su lugar de origen; la inmigración que refiere a la entrada de personas a un
espacio ajeno; y el retorno, considerado el regreso de los emigrantes al lugar
de origen.
Para determinar con mayor precisión los desplazamientos de población
que pueden ser considerados como migraciones, se dimensionan los ámbitos:
• Espacial: el movimiento ha de producirse entre dos delimitaciones
geográficas significativas
• Temporal: el desplazamiento ha de ser duradero, no esporádico.
• Social: el traslado debe suponer un cambio significativo de entorno,
tanto físico como social.
Por otra parte, la migración es un fenómeno de causas esencialmente
sociales, vinculadas generalmente a la estructura social y económica de una
población y que tiene consecuencias e impactos sobre la misma. Generalmente las
personas realizan los procesos migratorios en busca de mejorar su condición de
vida. La migración produce efectos en las comunidades de origen y destino que
no refieren únicamente a la alteración de las estructuras demográficas, sino
también de las socioeconómicas y culturales, que a su vez repercuten en la
órbita de los derechos de las personas.
La migración a fin de cuentas, es
producto de las desigualdades y diferenciales territoriales en materia
de calidad de vida, acceso a servicios, costos de vivienda, cercanía al
trabajo, etc.
Así, afirman las y los estudiosos del tema, que las migraciones serán
consideradas como los movimientos que supongan para el sujeto un cambio de
entorno político administrativo, social y/o cultural relativamente duradero; o
bien cualquier cambio permanente de residencia que implique la interrupción de
actividades en un lugar y su reorganización en otro.
Además, finalmente la migración es un derecho de las personas, ejercido
con la perspectiva de mejorar su
situación o enfrentar circunstancias adversas.
Sin embargo la migración tiene efectos colaterales potencialmente negativos y no siempre los
objetivos se logran, el hecho es que es una alternativa para la búsqueda del
progreso individual, familiar y hasta comunitario.
En la actualidad hay en el mundo
casi 200 millones de migrantes internacionales, lo que constituye alrededor del
3.9 por ciento de la población global – aproximadamente la mitad son mujeres, a
pesar de la común y errada noción de que los hombres son los principales migrantes.
Si bien es cierto que la migración puede ofrecer nuevas oportunidades
para mejorar las vidas de las mujeres y transformar relaciones de género
opresivas que conduzca a cambios en los roles y responsabilidades de género
para beneficio de las mujeres, la migración también puede afianzar los roles y
desigualdades tradicionales y exponer a las mujeres al estigma y discriminación
en cada etapa del ciclo migratorio por su disminuida condición legal, su
exclusión y aislamiento.
La experiencia determina que las mujeres migrantes, en condiciones de
pobreza, estén expuestas durante el tránsito y en el lugar de destino a abusos
verbales, físicos y sexuales, a una vivienda o deficiente, a mercados de
trabajo segregados por sexo, bajos salarios, largas jornadas de trabajo,
contratos inseguros y una condición legal precaria.
En México a pesar de las reformas legales, y las implicaciones en la
Ley de Igualdad, en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) como instrumento
rector de las políticas públicas del país,
la ausencia de las mujeres migrantes en su texto implica que este sector
de la población no resulta prioritario en su atención.
Otra cara de la
migración es la de miles de mujeres y hombres inmigrantes de ascendencia
centroamericana, jóvenes la mayoría, que transita por la frontera sur de México,
huyendo de la pobreza tras el sueño americano, México solo es el camino para
llegar al norte, un camino tortuoso y mortal, donde la violación sistemática a
sus derechos fundamentales ha sido el vergonzoso statu quo de las autoridades
migratorias y demás sistemas policiacos en la región.
El Movimiento
Migrante Mesoamericano ha informado que durante el sexenio de Felipe Calderón
desaparecieron al menos 80 mil inmigrantes, de los cuales un 30 por ciento (24
mil) son mujeres y niñas procedentes de Honduras, Guatemala o El Salvador;
abundó que las mujeres que cruzan la frontera sur son moneda de cambio para las
bandas del crimen, son víctimas de trata
de personas, secuestro y extorsión e incluso hay testimonios de mujeres
abusadas sexualmente cuando son detenidas por la policía municipal o las
autoridades migratorias.
Así en este tenor,
hace unos días el Congreso de la Unión, la UNAM y algunas ONG’s firmaron la
Declaración por los Derechos Humanos de las
Mujeres Migrantes, acordando una
serie de postulados casi imberbe, que más parecía un listado de buenas intenciones
sin fuerza legislativa, básica y distraída, perdiéndose en formalidades
partidarias que cuando menos retrasa las acciones políticas pertinentes.
Además…
En Oaxaca se ha
visto desde hace algunos meses a un grupo de jóvenes entusiastas visitando
agencias, colonias, escuelas públicas, hospitales y casas hogar, contando cuentos que dramatizan actuando o
con marionetas, promoviendo la lectura en círculos interactivos. Pues resulta
que lo hacen como servicio social y lo hacen muy bien; Cuenta Mundos, así se
llama éste colectivo de estudiantes de secundaria y prepa que sin duda es un
ejemplo de participación ciudadana en beneficio de quien tiene menos. Bien
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