domingo, 4 de noviembre de 2012

A Reserva: Noviembre de la no violencia contra las mujeres


A Reserva
Noviembre de la No Violencia Contra la Mujer
                                              
Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
El 17 de diciembre de 1999, a través de la resolución 54/134, la Asamblea General de la ONU declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una conmemoración previamente establecida por las feministas latinoamericanas en memoria de las hermanas Patria Mercedes, María Argentina Minera y Antonia Teresa asesinadas a garrotazos un 25 de noviembre de 1960 por ordenes del dictador de República Dominicana, Leonidas Trujillo.

La resolución de la ONU invitaba a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales a que organicen en ese día actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto al problema de la violencia contra las mujeres.

En el marco de esta conmemoración el año pasado diversas organizaciones civiles y mujeres “totalmente indignadas” de Oaxaca salieron a la calle a denunciar que en los últimos 10 años se hubieren registrado 550 asesinatos de mujeres y 95 en el 2011. Asesinatos perpetrados en el breve periodo del gobierno del cambio.

Después de esa acción ciudadana, se declaró al 2012 como Año de la no Violencia contra las Mujeres por el gobernador Gabino Cué Monteagudo, claro que fue solo una declaración mediática, de esas que se le ocurren al gobernador de Oaxaca en momentos de calentura política, pues a pesar de ello las mujeres siguen padeciendo la violencia, no nada más la consabida en los espacios “privados”, también y ante todo resisten el desinterés del gobierno estatal. Una vez más confirma que eso de decretar “sin ton ni son” resulta puro engaño, en este caso para infortunio de las oaxaqueñas.

Sí, la inacción, la impunidad, la prepotencia, la injusticia, la falta de programas serios y oportunidades reales, se traducen en violencia institucional, dejando al grupo mayoritario de la población: las mujeres en situación vulnerable frente a la terrible discriminación, sujetas  a una serie de abusos a sus derechos fundamentales.

La mujer ha protagonizado múltiples vejaciones que se reproducen en todos los ámbitos sociales, el hecho de su reciente visibilización-de lo que se han encargado las mujeres, no los gobiernos- muestra que la situación de dominio patriarcal ha perdurado por siglos y que solo podrá dar un viraje  importante a través de un cambio cultural significativo, desde la estructura normativa jurídica pasando por políticas públicas que refieran verdadera voluntad política, desde su priorización en la agenda pública y una comprometida planeación que disponga de los recursos necesarios y, por supuesto, con la disposición que ordene y vigile la debida transversalización con perspectiva de género.

La violencia hacia las mujeres ha tenido vigencia milenaria, es resultado de la discriminación múltiple y se encuentra arraigada en todas las manifestaciones de la cotidianidad humana, en Oaxaca se ha acrecentado considerando que las mujeres de los pueblos y las comunidades indígenas conforman un sector de la población en el que los niveles de pobreza son más profundos y que sus propias actividades y roles atentan contra sus derechos.

Sin duda las mujeres indígenas de Oaxaca conforman el sector de la población femenina más lastimado, pues históricamente han sido discriminadas y afectadas por la pobreza.

La violencia hacia las mujeres implica para el gobierno estatal solo una oportunidad política para el discurso mediático y seguramente en los próximos días, estaremos oyéndolo de nuevo, rodeado de luces y cámaras, otra vez con su retórica vetusta, prometiendo lo que no tiene agallas o no sabe cómo cumplir. Fuera de cámaras, indiferencia y silencio.

Desde su pronunciamiento de hace casi un año “por nuestras mujeres” –forma sutil de apropiación-  en Oaxaca sigue la violencia en todas sus expresiones y modalidades, el Estado se hace a un lado en la precaria o nula prestación de servicios básicos (salud, agua, educación, vivienda) favoreciendo la feminización de la pobreza.

El marco jurídico de Oaxaca aun criminaliza el derecho a decidir de las mujeres sobre sus cuerpos sin pronunciamiento alguno del gobernador que hoy se ostenta como de izquierda progresista.
Igualmente se obstruye paradójicamente la iniciativa de reforma integral que el propio gobernador entregara al legislativo local para modificar las normas penales del estado, destinadas a sancionar los actos que atenten contra los derechos de las mujeres. La tipificación del feminicidio y  la violencia obstétrica entre otras disposiciones. Situación que hace responsable a la falta de consenso político de los poderes aliancistas de la paz y el progreso de la inacción e impunidad que ha permitido -en lo que va del año 2012-  70 asesinatos de mujeres, sin considerar la gravedad jurídica requerida, en la investigación por demás ineficiente de las instancias de procuración de justicia.

La desarticulación de las instituciones del estado en materia de prevención han sido poco menos que nulas, resultan aisladas y sin refrendo las pocas que existen, los recursos presupuestales en esta materia son insuficiente y en el peor de los casos inexistentes.

La corrupción y la impunidad en las áreas de justicia  hacen que las mujeres no tengan confianza en las instituciones y la denuncia se disminuye sustancialmente.

La violencia de género, se entrecruza con las condiciones marginación social y económica que no encuentra salida sin programas serios que refuercen las capacidades de las mujeres y ofrezcan serias alternativas laborales, es necesario que los asuntos de las mujeres dejen de estar en la escala pública del asistencialismo y solo fomenten el culto a personalidad de mujeres voluntarias que se apropian del quehacer  que le corresponde en estricto derecho al gobierno y sus instancias.

De hecho, con relación a los hombres, hay aún en Oaxaca un mayor número de mujeres analfabetas y monolingües, sus niveles de escolarización son inferiores, y tienen altos niveles de fecundidad, reportando un alto riesgo de muerte por complicaciones derivadas del embarazo, parto y puerperio que el gobierno estatal no ha podido revertir.

En Oaxaca se ha descuidado la acción de los medios, incluyendo por supuesto los propios medios del gobierno, donde se siguen socializando imágenes estructuradas en una relación violentamente jerarquizada. Estos medios no solo son vía de transmisión de discursos, además, se convierten en factores esenciales para la construcción de una sociedad violenta.

Señor gobernador, las oaxaqueñas no tenemos que agradecer ninguna de sus acciones en este año porque simplemente no las hay.