Soledad JARQUIN EDGAR
¿Fanfarreas y vivas? 2012 será decretado como “el año de la no violencia contra las mujeres”, dio a conocer la titular del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, Anabel López Sánchez, quien explicó que fue una instrucción del gobernador Gabino Cué.
Efectivamente así fue. El pasado 24 y 25 de noviembre, ante la magnitud del feminicidio, mujeres dedicadas a muy diversas tareas realizaron un movimiento denominado ¡Totalmente Indignadas! Para demandar el accionar de las autoridades ante esa tragedia provocada por el machismo, una de las principales fuentes de la violencia extrema contra mujeres.
Así que reunido el gabinetazo en pleno, justamente mientras las mujeres llegaban al zócalo para plantarse 24 horas y hacer visible el problema de la violencia misógina extrema llamada feminicidio, el gobernante escuchó la lamentación de la subprocuradora Ileana Hernández Gómez, quien sin que nadie se lo pidiera explicó que no eran 86 mujeres asesinadas como decían “ellas”, “las otras”, sino 70. Y su voz cantó. Yo soy la que tiene la realidad, pensaría Hernández Gómez pretendiendo no dar importancia al recuento que sobre los medios de comunicación hacen las organizaciones.
Entonces se hizo un breve silencio, era como si algo viniera, la pausa se interrumpió cuando vino la ocurrencia: “2012 será el año contra no la violencia hacia las mujeres”. Y será una ocurrencia más en tanto no haya resultados inmediatos, hechos concretos, acciones reales y efectos contundentes en ellas.
Irremediablemente ante estos hechos a mi me surgen preguntas y más preguntas. El buen juez –dice la sabiduría popular- por su propia casa empieza. Me inclino por hacer un repaso de los dichos y los hechos sociales a lo largo de nuestra historia humana. Porque todo lo que impida el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres es violencia, detrás de lo cual está uno o tal vez un entramado costumbrista de misoginia que sigue disminuyendo su potencial por el hecho de ser mujeres, consideradas objetos y no personas.
Para las mujeres los avances han sido parciales porque no han sido parejos. No todas las mujeres han disfrutado de su derecho a la educación por razones culturales y no es cosa del pasado. Consideremos sólo el daño que provoca la pobreza en los 172 municipios con muy bajos índices de desarrollo, donde las niñas no tienen ninguna otra oportunidad para sus estudios, su futuro es irremediable: o se casan o son enganchadas para el servicio doméstico en la ciudad de Oaxaca, Puebla y México, principalmente. Hoy, se corre un peligro brutal, la trata, otra de las ramificaciones de la delincuencia organizada que sabemos también le pega a las oaxaqueñas. Conocemos historias de esfuerzo sobresalientes y extraordinarias, pero son excepciones. Detrás de cada una de ellas hay relatos dolorosos de explotación laboral y muchas veces de abuso sexual.
¿Entonces qué política o acción afirmativa emprenderá este gobierno para revertir esa lacerante tragedia? Porque el hecho de que una sola niña de Oaxaca no estudie porque tiene que trabajar es un acto de violencia. Tendrían sin duda que darse un vuelta por los muchos comercios, tiendas de abarrotes y comedores que hay en los mercados públicos para mirar la enorme cantidad de niñas que son explotadas por sus “patrones” y por las noches por sus “padrotes”. Pero para dar ese paso es necesario que se salgan de sus oficinas y se den baños de pueblo.
Otro ejemplo de la violencia contra las mujeres es la falta de representación femenina en cargos públicos. Con esa facultad de nombrar a quienes son “los mejores hombres de Oaxaca”, el propio gobernante oaxaqueño se olvidó de las que pudieran hacer o tener un papel digno, algunas de ellas con capacidad académica y gran experiencia laboral no alcanzaron un sitio por sus relaciones de parentesco, otras porque militan en partidos que no eran afines a la coalición. Claro había que pagar por los favores recibidos y las sacrificadas fueron ellas.
Ahora, a reírse, al final nadie cuestiona a un funcionario varón por su militancia ni la familia a la que pertenece su esposa o compañera sentimental, ni tampoco tiene empacho en llamar a los priistas de corazón a su gabinete, curándose su propia y reciente herida. Si este va a ser el año de la no violencia contra las mujeres, Cué tendrá ineludiblemente que mejorar las cosas en su gabinete, ser justo y parejo con las mujeres o estará cometiendo violencia contra las mujeres, porque lo que se necesita es cambiar no repetir.
Deberá sin duda hacer una que otra limpia, muchas más limpias frente a la inoperancia, la ineficacia y la mentira. Tal es el caso del joven Héctor Iturribarría Pérez a quien premió con nuevo cargo inmerecidamente a pesar de que su nombre está inscrito en una denuncia ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos por violentar los derechos humanos de una trabajadora, precisamente en 2011 año de los derechos humanos en el gobierno de Cué.
En suma, habría que decirle al gobernante en turno que las mujeres pueden hacer mucho mas que pasar tasa de café, pastillas y cigarros. ¿Será posible?
Si este es el año de la no violencia contra las mujeres, sin duda, finalmente tendremos el tan anhelado Hospital de la Mujer, que sigue siendo una ilusión y ellas tienen que seguir yendo de la seca a la meca para atenderse. Tendrán entonces que doblegar el orgullo de quién sin ninguna perspectiva positiva decidió que ya no habría dicho hospital en Oaxaca, me refiero al titular de Salud, Germán Tenorio. En salud, se requiere de mucho dinero, bien invertido, para que las mujeres dejen de morir por los cánceres femeninos y como consecuencia de la maternidad, por cierto, tan venerada pero tan dejada “a la mano y voluntad” de Dios.
Y sin que parezca utópico, porque se puede, es cosa de voluntad, si este es el año de la no violencia contra las mujeres tendrá que entrar la barredora a todas las dependencias gubernamentales y aplicarles un test que permita medir sus niveles de misoginia y bueno se aprovechará también para medir su nivel de confianza. Así matará dos pájaros de un tiro y ahora sí tendrá a los mejores hombres en su gabinete.
Si este va a ser el año de la no violencia contra las mujeres, tendrán que acabar con la impunidad y ahora sí, de verdad, aplicar la frasecita cuasi “célebre” de CERO TOLERANCIA ello significa que habrá un programa para esclarecer, al menos, los 95 (NOVENTA Y CINCO) asesinatos cometidos contra mujeres en lo que va de la actual administración gubernamental. Los diarios, aclaro, no tendrían por qué mentir en este sentido.
Y la última pregunta ¿cómo decretar un año de la no violencia contra las mujeres cuando ya estaban hechos los programas operativos anuales de gobierno, ahora a qué le van a quitar dinero para que esto se haga realidad, qué cambios sustanciales harán para que se acabe la violencia contra las mujeres empezando por las instituciones?
Por eso digo, a menos que demuestren lo contrario, podremos echar las campanas al vuelo. Si nada de esto ocurre estaremos frente a una ocurrencia mediática y sólo eso.
@jarquínedgar
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