Con admiración a Charito por sus primeros 16 pasos
Soledad JARQUIN EDGAR
¡A patinar todo el mundo! En especial quienes nada tienen seguro debajo de sus pies, que deben ser montones de personas en Oaxaca, donde la pobreza, agudizada por la falta de empleos bien remunerados y la inseguridad social con la que enfrentan presente y futuro.
Eso sí, como lo ha dicho el propio gobernador Gabino Cué habrá “miles de sonrisas”, en referencia a la pista de patinaje de hielo que se inauguró por segundo año consecutivo en la capital oaxaqueña, “cueste lo que cueste”.
Por cierto, nadie podrá ver las sonrisas de niñas y niños de las comunidades alejadas, la pista es “un entretenimiento” sólo para quienes viven en poblaciones cercanas, para lograrlo, el gobierno estatal contrató a una empresa que llama telefónicamente a las casas particulares invitándolos a disfrutar del gélido espectáculo. Si usted no tiene teléfono se perdió de la posibilidad de recibir una llamada a nombre, claro está, del mandatario oaxaqueño.
La realidad en Oaxaca no cambia aunque los dichos de algunas autoridades expresen lo contrario, esta entidad caracterizada por la pobreza por décadas, no ha podido superar los rezagos que se muestran en su calidad de vida cotidiana: educación, salud, bienestar en general, empleo y buena remuneración, y respeto a los derechos sociales.
Frente al drama las autoridades han puesto en marcha programas que no resuelven de fondo los problemas y pulverizan los recursos, aunque les dan –piensan- “buena imagen”. Sin embargo, ese es el problema y ese es el fondo real de la frase de “cueste lo que cueste”.
Quizá para algunos servidores públicos 10 millones de pesos, aun cuando digan que ocho millones son producto de la “buena voluntad” de patrocinadores, esa cantidad resolvería y –claro está- le devolvería la sonrisa a varias familias, no por un instante sino tal vez por mucho tiempo.
¿Qué significado tendría, por ejemplo, en alguno de los 172 municipios con muy bajos índices de desarrollo, esos 10 millones de pesos? Habría –sin duda que preguntarle a quienes habitan en San Lorenzo Texmelúcan, San Lucas Camotlán, Santa María Zaniza, San Juan Petlapa y Santo Domingo Nuxáa, donde el porcentaje de población con “pobreza alimentaria” oscilaba hace unos años entre el 94.7 y el 96.8 por ciento. Dicho en otras palabras, casi toda la población de estos cinco municipios no tenían forma de alimentarse cada día.
El problema es que están muy lejos, no es un asunto mediático importante instalar clínicas, equipadas y con personal médico los 365 días del año, construir aulas dignas o pavimentar unos cuantos kilómetros de carretera. El resultado sería salvar vidas en toda la extensión de la palabra, dar una vida digna a las personas, por cierto, la verdadera obligación de quienes dirigen el circo, perdón, el gobierno.
El propio mandatario dijo recientemente ante quienes integran el Legislativo con motivo de su primer informe gubernamental que en la entidad "el hambre y la desnutrición golpean a casi el 30 por ciento de las familias… donde más de una tercera parte de nuestra población carecen de agua potable, drenaje y electrificación".
Un dato sobre medición de la pobreza en 2010 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) nos muestran que 67.2 por ciento de quienes viven en Oaxaca, y seguramente desde la perspectiva de género son una mayoría de mujeres, enfrentan alguna forma de pobreza. De estas personas, 40.5 padecen todos los días lo que los economistas y expertos llaman “pobreza moderada” y un 26.6 se duelen cada día de la pobreza extrema, la misma de la que hablaba Cué cuando refiere que es una población que carece de servicios; otro porcentaje no tiene trabajo, sueldo, en general, bienestar social, esto que llaman población “vulnerable por carencias sociales” y que porcentualmente representan el 22.1 por ciento, según la misma fuente informativa.
¿A esta gran mayoría de la población (67.2 por ciento, es decir, más de dos millones y medio de habitantes) de qué les sirven las banalidades de servidores públicos, legisladores e integrantes del intocado poder judicial? Quizá ellos y ellas representen la “población no pobre y no vulnerable” que no alcanza ni siquiera al 10 por ciento de total de habitantes de Oaxaca.
Un cambio real en Oaxaca significaría terminar con eso que ya sabemos que existe y década, tras década o sexenio tras sexenio: la pobreza que nos sigue situando entre los primeros lugares. Pobreza que tendríamos que decir se nota en la ya “legendaria” expulsión de mujeres y hombres, a pesar de las cada vez más difíciles barreras interpuestas por el gobierno de Estados Unidos para detener la migración.
Pobreza que se agudizó la década pasada y que vuelve a tener reflejos severos en algunas comunidades, debido a la violencia por problemas de tierras, de límites e interétnicas.
Pobreza que lamentablemente fomenta el tráfico de personas, principalmente mujeres y niñas, ¿porque sin dinero quién puede tener justicia? Ejemplos sobran.
CONEVAL sostiene también que en los últimos cinco años de la década pasada hubo una disminución de la pobreza alimentaria, algo pasó, pero nunca fue suficiente, la realidad sigue lacerando a muchas personas. Una acción que por supuesto estuvo atravesada por la corrupción que ha marcado a México, al priismo que gobernó y que hoy sigue gobernando a través de otros partidos políticos y expresiones “ideológicas”. Ejemplos sobran, están a la mano, pero esta semana tuvo su más lamentable expresión en el asesinato de dos jóvenes normalistas en Chilpancingo, Guerrero, donde gobierna “la izquierda” pero la que se le pudrió a la derecha tricolor.
Hoy gracias a la guerra contra el crimen organizado, emprendida por Felipe Calderón, segundo presidente de México del PAN, tenemos una realidad que ha despojado a muchas comunidades de la posibilidad para impulsar el desarrollo, millones y millones de pesos destinados a la guerra, millones y millones de pesos se destinarán en 2012 a la contienda electoral y entonces sí, los pueblos marginados con sus muy pocos habitantes serán números que pueden favorecer a uno u otro aspirante presidencial.
Pistas de hielo y armas. Pan y circo. La pobreza, la inseguridad y un piso frio y resbaloso es la constante en Oaxaca y en México. Habrá quien les compre el boleto y les regale desde unos segundos de sonrisas para la foto, mientras no muy lejos la falta de empleo y la violencia le siguen haciendo hoyos cuadrados a la sociedad.
Informe Municipal
No se qué fue lo que informó el presidente municipal citadino, Luis Ugartechea. Mientras uno pone una pista de hielo, el otro sale todos los días en los medios de comunicación electrónicos anunciando sólo dos cosas. ¿Quién paga el costo de esos comerciales? Por supuesto que usted y yo, el ejemplo está en los malísimos servicios públicos. Lo cierto es que la falta de gobierno en la ciudad de Oaxaca se nota. La vox populi dice que ya no es Oaxaca de Juárez sino Oaxaca de Harp por las concesiones que se le han dado al empresario para disponer de los monumentos históricos de esta ciudad que dicen es Patrimonio Cultural de la Humanidad; mientras que en la colonia Reforma es de Chedrahui, porque frente a la falta de autoridad, fueron los dueños de esa empresa quienes decidieron qué hacer y dejar de hacer con esa zona de la capital oaxaqueña.
Permea en ellos la idea de que poner pavimentos y supermercados, más algunos semáforos, le darán ese aire que nos hacía falta en Oaxaca y no me refiero al aire de “gran metrópoli” sino al que perdimos tras la consumación del ecocidio en el predio que hoy ocupa la tiendota.
Lo que se nota mucho es que no hay autoridades, un ejemplo simple es el caos vial y donde quienes brillan por su ausencia son agentes viales y el mundo se puede caer a pedacitos y nada, nadie aparece en el escenario. El resultado intolerancia de quienes conducen automóviles, accidentes y lo que llamamos embotellamientos. ¿Quién dice que importa la ciudadanía? ¿Ugartechea?
El caso María Elena
La Comisión Nacional de Derechos Humanos aceptó la queja de María Elena López Bretón (CNDH/4/2011/10278/Q) en contra de Jesúswaldo Martínez Soria, Héctor Iturribarría y Luis Salvador Aguilar Rodríguez, el primero Coordinador de Evaluación del Desempeño, adscrito a la Jefatura de la Oficina de la Gubernatura del gobierno estatal; el otro jefe de esa misma oficina y el tercer médico encargado de la coordinación del Departamento Clínico de Ginecología del Hospital General de Zona Número 1, del IMSS.
Lo anterior, porque habrían sustraído de forma irregular un documento médico, que por norma debe ser manejado con discreción y discrecionalidad, “atendiendo a principios científicos y éticos que orientan la práctica médica”.
El caso ya está más allá del ámbito local. María Elena López Bretón fue amenazada de forma velada con la desaparición de su plaza y, además, se le ofreció un cargo cinco categorías más debajo de la que actualmente desempeña; marginada, claro está, sigue laborando y soportando un tipo de propaganda de “mano negra” implementada por el nacismo, debido a que tuvo el valor civil de denunciar a quienes han violentado sus derechos laborales, al grado de orillarla a perder a su bebé aún en gestación.
Su caso muestra cómo hay un abismo grande entre lo que se dice y se hace en materia de derechos humanos en Oaxaca. Es como los gastos superfluos que se realizan por doquier y el combate a la pobreza. Lo que sí es que ahora que “la prole” (parafraseando a tan popular muchacha) ya tiene pista, uno que otro servidor público seducido por la magia de la navidad, se dispone para en familia tomar unas merecidas vacaciones decembrinas y patinar en hielo de verdad.
Bueno, el sábado es Navidad, a pasarla bien y bonito. ¡Felicidades!
@jarquinedgar
Caracolasfem.blogspot.com