Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
Vale recordar las fechas conmemorativas para dar cuenta de qué tanto impactan en nuestra sociedad y el sentido que revisten para el actuar de quienes nos gobiernan. Se dice que la historia sirve para no repetir errores ¿será?
La celebración del día de la niñez, tiene su origen en 1924, cuando la Liga de las Naciones Unidas, precursora de la actual Organización de las Naciones Unidas (ONU), dio a conocer la primera declaración de los derechos del niño y convocó a los países a designar una fecha dedicada a la niñez.
En México, instituido por el presidente Álvaro Obregón y José Vasconcelos, ministro de Educación Pública, se acordó que fuera el 30 de abril. Posteriormente, el proyecto del “Día Universal de la Niñez” del entendimiento y la fraternidad entre los niños y niñas del mundo, fue aprobado por la ONU en una asamblea general en 1954.
El 1 de mayo de 1886, sindicalistas anarquistas, iniciaron en Estados Unidos una huelga por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, la mayor concentración fue en la ciudad de Chicago. En los siguientes días se unieron a esta demanda más de 350 mil trabajadores de toda la Unión Americana que iniciaron una huelga nacional que afectó más de mil fábricas.
El movimiento fue severamente reprimido, sus dirigentes detenidos y ejecutados, años después por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, se declaró jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago.
La niñez es sin duda el futuro de nuestra estirpe, como la formemos, como impactemos su desarrollo, se determinará la continuación de nuestro pueblo, lo que será dentro de esos veintitantos años que refiere el gobernador Gabino Cué se tardará en llegar la transformación de Oaxaca.
Veamos, el INEGI informa de acuerdo al censo 2010, que Oaxaca es de las tres entidades con más alta mortalidad infantil del país, 11 por ciento de niños recién nacidos, atribuibles al atraso, marginalidad y pobreza.
Oaxaca se encuentra entre las entidades que concentran el mayor porcentaje de personas menores de 18 años en pobreza multidimensional, lo que quiere decir que casi siete de cada diez niños de la entidad vive algún tipo de miseria.
Seis de cada cien niñas y niños oaxaqueños no sabe leer ni escribir. De un total de 278 mil 976 de niños indígenas, de tres a catorce años, casi la mitad no habla español.
Más del treinta por ciento de la población en Oaxaca son menores de 14 años, de estos 13 de cada cien trabajan y la mitad, o sea seis o siete niñas o niños, no asisten a la escuela.
De todas las defunciones en general que hubo en Oaxaca, mil 527 correspondió a menores de 15 años, lo que en términos porcentuales representa el 7.5 por ciento. Ni duda cabe, el sector más vulnerable es la niñez, como la nombra retóricamente el gobernador en los discursos: “nuestros niños”; pues no lo parecen, no los ve, aunque se retrate con alguno de vez en cuando. Señor gobernador, los datos institucionales son terribles y nos muestran que los niños y niñas de Oaxaca no requieren juguetes, no prioritariamente, juegan con la tierra, con sus manos, ¿no los ve?
La niñez tiene derechos, no los inventamos, es ley obligada a cumplirla por usted, por su gobierno, a garantizarles vivir en una familia en condiciones saludables, a una alimentación adecuada, a servicios de salud, a una educación eficiente, a no ser explotados ni abusados, en fin, a vivir su niñez en relativa felicidad.
Sin embargo, la realidad es otra, tal vez requiera un o una comisionada que se lo recuerde, que garantice que se cumplan esas leyes, no con dádivas o bondades anunciadas. Parece que la intención de los gobiernos es que la libertad, la verdadera no se alcance, que se detenga con hambre; que mujeres y hombres del futuro estén inmersos, empantanados en la tristeza, la violencia y la muerte.
Su gobierno, como los de antes, le apuesta a seres humanos sin dignidad, que puedan seguir manipulando con la dádiva y la permanente ignorancia que pervierte y anula las capacidades. El bienestar general comienza con la educación que debe procurarse desde los primeros años de vida, aunado a condiciones plausibles de vida, reguladas por el propio estado.
En cuanto a las manifestaciones sociales, como pasó hace más de 110 años por reivindicar derechos laborales y que dio origen a la conmemoración del 1 de mayo, por los simbolismos, resulta coincidente que en Oaxaca, una vez más, se repitan los actos de represión social ahora en la agencia Lachixao del municipio de Textitlan, al parecer por conflictos agrarios, como declaró con insolente ineptitud, la de por sí cuestionada Secretaria General de Gobierno, Irma Piñeyro, responsable política del terrible evento.
El mensaje de la paz y el progreso, eslogan de la coalición de partidos que ahora gobiernan, pareciera ser la utilización excesiva e irresponsable de la fuerza pública, a falta de buen quehacer político, de nulas acciones negociadoras en ese y otros muchos conflictos, la mayoría a estas alturas, todavía pos electorales, que no son atendidos por la señora secretaria sin título profesional y que han ocasionado innumerables problemas, desde el secuestro carretero a cientos de vehículos con sus pasajeros, hasta graves reyertas entre las comunidades y sus pobladores, que al parecer, ha sido mejor que las fuerzas del orden no acudan a “resolver”.
Quedamos nuevamente a merced del abuso y la prepotencia de quién utiliza la fuerza y la violación sistemática a los derechos humanos como forma salvaje de demostrar autoritarismo e incapacidad política. Todo el discurso demagógico y la importación, desde las oficinas del gobierno del D.F., de la comisionada para el resguardo de los derechos humanos ¿De qué nos sirven?
Señor gobernador hay que salir un poco de los actos que mediáticamente lo colocan en titulares y pantallas nacionales -y habría que decir que muestran su desdén por los medios locales-. Trabajar es planear, decidir con autoridad y conocimiento de causa, construya, sin plazos, con resultados.
En cuestión de seguridad habrá que formar -ya- una policía moderna y profesionalizada, con criterios de legitimidad, transparencia, control y eficiencia en su actuación, que garantice que el ejercicio de la fuerza se mantendrá dentro de la esfera del derecho y de la justicia.
Lo únicamente posible, lo que debe ser, es la institucionalización de las fuerzas de seguridad civil, las que deben estar estrictamente bajo sus órdenes, su vigilancia, no permitir discrecionalidad en funcionarios sin ética comprobada. ¿Por qué el ejército en asuntos de orden civil? No lo permita.
Los deberes legítimos de cualquier policía deben contenerse expresados en la legislación vigente, refiriéndose siempre a la preservación del orden público, resguardo de la seguridad pública y protección de los derechos humanos.
Gobernador Cué, tome las riendas de su gobierno, si bien es cierto, no está de más la intervención evaluadora de algunos diputados oficiosos, no es un asunto del poder Legislativo; la participación ciudadana no debe confundirse con los asuntos públicos, podemos exigir, cuestionar, contribuir, pero de eso a que en la comisión investigadora del legislativo se agregue impertinentemente un sacerdote, viola los principios mínimos republicanos…es un exceso. La división de poderes inicia con el conocimiento de lo que la ley determina como funciones de cada uno sin avasallarse, sin tropezarse.
Por último, es importante hacer eco a las voces que se oyen cada vez más fuertes sobre la evidente recesión económica que se agudiza y fortalece la idea de que no hay cambio, por lo menos no para bien; retomo las palabras del legislador del PRD Francisco Martínez Neri: “Oaxaca tiene hoy el mayor presupuesto público de su historia, casi 52 mil millones de pesos”. “El peor error de este gobierno es no aplicar con oportunidad el presupuesto”.