Soledad JARQUIN EDGAR
Frente a la víspera de las fiestas de fin de año, donde se busca que todo sea paz, felicidad, armonía, concordia y mucho, pero mucho amor, una tiene que olvidar casi por la fuerza lo desagradable que resultan las mentiras, los fracasos gubernamentales y las promesas de siempre.
El asesinato de Maricela Escobedo en Chihuahua, frente a la puerta del palacio de gobierno estatal, nos indigna sin duda, porque en este caso, como hay muchos otros en el país, el único responsable es el Estado, incapaz de preservar la vida de las mujeres. Frente a eso nada o casi nada queda, todo se esfuma, como la posibilidad de que algo cambie cuando quienes ocupan las sillas de los gobiernos son otros. Lo cierto que lo que no cambia en realidad es la forma de mirar a las mujeres. Hay ejemplos, uno tras otro.
Por eso, quisiera negarme rotundamente a dejar de pensar en los gastos infructuosos que deja una pista de patinaje sobre hielo que costó ocho millones de pesos, en una entidad en la que viven marginados, en la pobreza y en el olvido institucional cientos y cientos de habitantes de Oaxaca y para quienes el gobierno estatal, a través de la presidenta del DIF, Mané Cámara, ha iniciado una colecta de 78 mil cobijas para apoyar a 212 municipios con mayor vulnerabilidad al frío.
Esta mi conciencia, me lleva a pararme frente a muchas personas como una aguafiestas, como una perversa del “progreso” porque piensan que poner una pista de hielo y repartir cobijas a los pobres es progresar. Yo, en cambio, pienso que sí, que sería fantástico tener una pista de hielo, pero sería mejor no tener que repartir cobijas, acabar con la pobreza y la verdad es que está comprobadísimo que el asistencialismo no sirve para acabar con la pobreza, insisto, le pone curitas a la cesárea. Escribo esto por el reclamo de quienes se han molestado con esta mi posición.
Sin embargo, reitero, no puedo dejar de escribir en este espacio sobre esa desigualdad que opera en las políticas públicas y que tasan la vida de la población oaxaqueña con aquella vieja consigna de pan y circo, (aquí pan sería el PAN y el circo lo están poniendo los “funcionarios” del PAN y del PRD, que junto con la pista, son toda una botana) donde a una parte se le entregan cobijas y a la otra se le instala una divertida pista de hielo para patinar placenteramente y se olviden de vivir ahorcados en una ciudad sitiada por la inconformidad de otros. Sí, la juventud adormecida patina y patina… como si estuviera en cualquier ciudad de “primer mundo”. Esa es la triste idea, adormecer la realidad social con “políticas públicas” somníferas.
Ahora que todavía hay algo de esa cruda que nos deja la fiesta del relevo institucional, provocada por esa conjunción diversa de la derecha y la supuesta izquierda, ¿hay izquierda? cómo me preguntó una querida amiga, que ahora reside en Argentina y ve a este su país deshacerse, convertirse en “un hinche” país. Pues, sí, tiene razón cuando pregunta eso.
Esa derechaizquierda que llega con su guadaña para cortar de tajo a trabajadores y trabajadoras de confianza y de contrato de las instituciones públicas, porque han cometido el pecado de trabajar para los gobiernos priistas, confunden -como dice otra querida amiga- lo laboral con lo político. ¿Por qué cuántos de esos trabajadores habrían votado por este nuevo gobierno? ¿Cuántos vieron en esa posibilidad la esperanza de cambio real? El mismo que los deja fuera de la posibilidad de insertarse o quedarse en la burocracia estatal, el gran empleador de este Oaxaca empobrecido.
Sí, me dirán, si el gobierno de Gabino Cué ya dio marcha atrás al despido, ya no van a correr a los 12 mil, pero ¿qué creen? la orden llegó tarde, muchas y muchos ya habían sido despedidos y a pesar de lo dicho en otras instancias de gobierno seguían pidiendo las renuncias y ¿otra sorpresa? la mayoría de las personas despedidas son mujeres jóvenes, madres de familia o mujeres que nunca tuvieron la “suerte” de tener una base sindical y que dejaron ahí entre esas paredes de la burocracia 20 o quizá más años de su vida.
Cualquiera diría que tengo un gran afán de empañar las bonitas fiestas buscándole tres pies al gato, como decía mi querida abuela Lucha, pero no se trata de eso, sino de todo lo contrario, se trata de no dejar de mirar lo que sucede a nuestro alrededor, en esta enorme borrachera de la conciencia que significan para muchas personas estas frías fiestas, que por cierto se han visto empañadas, además, por el circo que se traen con los títulos profesionales, los falzatis y el cinismo de otros y otras que nos han aparecido y que muestra realidad educativa. Las cabezas han rodado. Hay quienes opinan que lo tenían fríamente calculado, yo no concedo tanta inteligencia ni tanta perversidad, lo que digo es que a Gabino se le salió el tiro por la culata, ojalá no se quede solo para la cena de navidad porque Oaxaca no se lo merece.
De verdad que no quiero ser el Greench, ese personaje holliwoodesco que odia la Navidad, porque de eso nada. Pero no puedo dejar de decir que me parece imposible creer que las mujeres seamos ciudadanas de segunda, tercera o cuarta, por la actitud que asume el funcionariado al pasarse literalmente por el arco del triunfo una orden de Cabildo de aprobar los presupuestos públicos con perspectiva de género y dejar sólo la mitad de las acciones que se habían propuesto. Peor, aún, algunas dependencias obligadas a hacerlo por lo que son, como el Instituto Municipal de las Mujeres, simple y llanamente omitieron incluir las acciones.
Es entonces cuando digo que el discurso está vacío, cuando pienso que nada hay detrás, que las mujeres somos ciudadanas de segunda, tercera o cuarta, y que a las funcionarias públicas les da lo mismo, no les interesa. Ya vendrá un nuevo gobierno municipal, el de Luis Ugartechea, quien sin duda está enterado de este presupuesto rasurado para las mujeres. Sólo resta decir que al menos algo quedó, por aquello de las 35 políticas públicas para posicionar a las mujeres en una situación mejor, reducir las brechas de la desigualdad y respetar sus derechos humanos. Lo malo, es que las propias autoridades toleran ese ejercicio de violentar la ley, igualito como pasa con Gabino Cué y sus funcionarios dispensados de tener título profesional. Insisto, no soy mala leche, pero es más de lo mismo. Aunque algunos crean que era otra cosa y que aquel sistema político ¡ya cayó!
Esta semana se discutirá en el Congreso el presupuesto de egresos. Y aquí es donde una ratifica eso de las ciudadanías de segunda, tercera o cuarta. Tal y como está la propuesta habrá una reducción sustancia al presupuesto destinado a los programas de Equidad de Género al dejarlo en sólo 9 millones 310 mil 128 pesos 76 centavos, no sólo casi cuatro millones menos que este año que termina, sino que es sólo un 1.3 millones de pesos más que lo que se destina a la famosa pistita de hielo. ¿Entonces para donde vamos? Sin duda que vamos para atrás, ojalá que las vacaciones, las fiestas y la cruda no nos haga despertar en la isla de la fantasía. Aquí el contrapeso lo tendrán que dar las 15 mujeres diputadas –si eso fuera posible-, los diputados conscientes que no pueden permitir este retroceso en las políticas públicas de igualdad. Ya veremos qué pasa el próximo miércoles. Si seguimos así, los resultados serán las mismas y lastimosas tasas de muerte materna, feminicidio, violencia feminicida, analfabetismo entre las mujeres, abortos y embarazos adolescentes que cuestan la vida a las mujeres…
Silencio, amenazas y corrupción
De verdad lo digo, a mi me da vergüenza hablar de estos temas, no por las víctimas sino por la clase de gobiernos que tenemos. El gobierno municipal que terminará pronto, deja una ciudad en retroceso cosa que casi siempre sucede. Pero permitir que un delito cometido por servidores públicos, como la violencia y violación sexual contra cuatro mujeres policías, quede en total impunidad es, como decía tres líneas arriba, una vergüenza.
Los meses han pasado y las autoridades le apuestan al olvido, pero no toda la gente olvida y recordaba aquel pusilánime hecho cometido, entre otros, por Delfino Cruz, entonces director de la corporación y Alberto Sibaja, entonces comandante de la Dirección de Seguridad Pública Municipal.
Por acuerdo, conclave o por hermandad, desde el presidente municipal, un síndico y otro, uno o dos regidores, elementos de seguridad pública, todos varones, decidieron que el caso terminaba con el despido de Delfino Cruz y Alberto Sibaja. A las cuatro víctimas las amenazaron para que no hablaran, algo se dijo en la prensa y luego todo volvió al mismo redil: el silencio.
Por ello, me parece que no sólo se debe iniciar un proceso judicial contra los agresores, existen vídeos de los hechos, tenemos cuatro víctimas y hay muchos testigos, sino contra los funcionarios que conociendo el caso pidieron silencio o peor aún obstaculizaron el ejercicio de la justicia, ocultaron los hechos y mantienen hasta la fecha amenazadas a las policías mujeres que fueron abusadas sexualmente.
Me refiero, sin más vueltas, al hoy diputado local y presidente municipal con licencia, José Hernández Fraguas, el síndico Pablo Ireneo Calderón, quienes molestos por los hechos acordaron el silencio como la mejor estrategia y supusieron que el escándalo quedaba saldado con el despido de estos dos personajes que son sin duda aberraciones humanas. Fraguas, claro está, no será llamado a cuentas porque siendo legislador goza de fuero, pero los otros no.
Fueron cuatro las policías agredidas, previamente drogadas y de acuerdo a un video que existe de los hechos fue otro orangután de nombre Margarito López quien habría llevado las pastillas y marihuana suministrada a las policías.
Lo lamentable de tan terrible episodio para las víctimas y vergonzoso para la sociedad por la clase de autoridades que tiene es que haya quedado en el olvido, en el silencio total y nadie hizo absolutamente nada más allá de amenazar y obstaculizar el ejercicio de la justicia, incluso a algunas funcionarias que tendrían que haber pedido justicia les ordenaron callar y para que la sociedad viera que algo se hacía, se contrató a una organización de la sociedad civil para que les diera un cursito de género a los policías y así taparle, ahora sí, el ojo al macho. Todo debía quedar en el más profundo silencio.
Otro enterado fue el regidor Eduardo Castillo, quién sabiéndolo todo también consideró que no era necesario el escándalo ni mucho menos la justicia para las mujeres y ¿saben cuál es la razón “política”? Estaban cuidando la imagen de quién aspiraba a ser candidato al gobierno del estado. Visiones cortas y bastante ciegas. Tendría que aprender el ahora legislador que la justicia no se negocia y que otro gallo le cantara si hubiera hecho lo que tenía que hacer.
En contraparte, cito a Marcela Lagarde, feminista, antropóloga y ex legisladora federal, de esas que no nos ha tocado ninguna en Oaxaca, quien sostiene que la erradicación de la violencia contra las mujeres ocupa hoy un sitio prioritario en la conciencia política de las mujeres, en la agenda democrática de cada país y en el mundo. Por los hechos pasados y presentes, tendría que decir que en Oaxaca no y seguramente en todo el país. Hay gobiernos que siguen tapando las heridas con curitas y otros, como en Chihuahua no siguen dejando sin palabras.
Además agrega que la violencia de género, esa violencia que padecen las mujeres por el hecho de serlo, sintetiza formas de violencia sexista y misógina, clasista, etárea, racista, ideológica, religiosa, identitaria y política. Sin duda, como ella plantea, la violencia de género es un problema político. Tenemos el dedo puesto en el renglón y seguramente alguien tendrá que tomar el caso de forma legal, para eso necesitamos que las víctimas se quiten ese terrible miedo que les han infundido estos gorilas de la política municipal, quitarse el miedo para denunciar los hechos como en 2006, 14 mujeres violadas sexualmente por elementos del ejército mexicano en Coahuila. De norte a sur, este país está atravesado por la violencia, el cinismo, la corrupción y un Estado que deja a las mujeres en total indefensión. De eso ya nadie tiene duda.