Violencia
machista asunto de Estado
Soledad
Jarquín Edgar
SemMéxico,
12 diciembre 2016.- En días recientes he escuchado con mucha atención como
algunas personas aseguran que estamos frente a tiempos de cambio, que hay una
nueva esperanza. Se refieren a los cambios de personas en los gobiernos
estatales no a otra cosa.
Lo
cierto es que los cambios no se producen mágicamente. Menos cuando las prácticas
son las mismas, cuando el amiguismo, el compadrazgo y el pago de favores se
refleja en algunas designaciones y entonces…se derrumba la expectativa, la
posibilidad de algo distinto en el horizonte y claro se cae la esperanza,
porque abrazamos el camino conocido, el de siempre.
Es
como echar al agua una pastilla efervescente: burbujea, hace ruido y después,
de manera visual, no pasa casi nada, y una quiere que las burbujas sigan en esa
fiesta de aire nadando hacia arriba…deja, eso sí, un sabor distinto en la boca,
muchas veces no agradable. Así los nombramientos como pastillas efervescentes.
Por
eso necesitamos poner sobre estas líneas la condición social de las mujeres
que, dicen, hoy está bajo un escrutinio feroz, yo diría que es de siempre. Hace
muchos años que lo hemos planteado, es uno de los primeros hechos que
aprendemos cuando miramos los medios desde la perspectiva de género, y
encontramos que hay un trato desigual que se da a las mujeres con respecto a
los hombres. Pese a todo, hay quienes opinan que no, que eso no es cierto.
Esta
semana, por ejemplo, se organizó una conferencia de prensa para denunciar una
serie de vergonzantes acciones ejercidas algunos poderes fácticos en las
comunidades oaxaqueñas, como ha sucedido antes, donde las mujeres han sido
electas como regidoras, síndica, presidentas municipales o, incluso, como
diputadas.
Una
segunda categoría presentada es la misoginia con la que algunas mujeres son
expuestas por ser mujeres y no por su quehacer como servidoras públicas, que al
final de cuentas es lo que nos debe interesar, como en el caso de los hombres,
pero en ellos, la corrupción, la violencia y la ignorancia son normales. Así
son, escucho, por eso se pone el dedo sobre las mujeres, porque pensamos que
ellas son distintas.
Una
tercera cosa que salió a la luz pública esta semana es el señalamiento y con
ello una forma de culpabilizar a una víctima de una violencia machista, a cuyo
agresor, de un modo arcaico, retrógrado e irracional, lo lincharon. A ella la
señalaron por haber denunciado. Igual que sucede cuando una mujer es agredida y
todavía, a pesar de todo, se les sigue cuestionando por estar en un lugar que
no le corresponde: la calle y ¿cuándo sucede en su casa? Por cómo viste, por la
hora qué es, por cómo caminó y por lo que dijo, pero también porque se aguantó
o se calló. Lo que desvía la atención del ejercicio real de violencia sobre una
mujer.
Y claro la agresión vía redes sociales contra la periodista Citlalli López por parte del arcaico líder sindical de la burocracia de Oaxaca, Felipe Noel Cruz Pinacho, quien la llamó “prófuga del metate”. Para él, toda mujer en un escenario público ha escapado del espacio privado, ese de dónde las mujeres no deberían salir porque es un macho. Pero se le olvida que él es lo que es y está donde está por las mujeres, no únicamente por las cercanas, las de su familia, sino por todas las que sostienen la base trabajadora de la que él se dice “dirigente”. Las periodistas seguimos esperando que se disculpe públicamente.
Durante
los últimos 16 días, vimos las cifras de la violencia, cada vez más atroz, más
desmedida contra las mujeres de todas las edades. Desde las demostraciones
“sinceras” de algunos funcionarios federales que se auto exhibieron como lo que
son, hasta el hecho de conocer que pese a todos los avances la violencia
aumenta y que deja cada día siete asesinatos en este país contra mujeres por
ser mujeres. Por ello el grito de que la violencia machista es hoy un asunto
que debe ser tratado como emergencia nacional. Y como ya se ha dicho, aún hay
quienes creen que estamos exagerando.
Violaciones
todas al derecho humano de las mujeres a vivir sin violencia, sin esa
permanente custodia de algunos hombres, la mayoría, de creer que las mujeres
pueden ser agredidas de cualquier forma porque son mujeres.
Esta
generación que somos hemos visto como se devela en el territorio de nuestros
cuerpos, nuestras iniciativas, nuestros deseos y de todo lo que hacemos las
muchas formas de violencia, tanto que se tuvo que hacer una especie de catálogo
de las violencias. Desde la violencia que llamaron íntima y que permaneció en
el silencio varios siglos porque se decía que eran cosas familiares, hasta la
violencia política de género. Todo para tratar de explicar que en el fondo la
violencia contra las mujeres tenía la misma raíz, el mismo entramado.
El
1 de enero próximo, en Oaxaca, hasta hoy, 56 mujeres asumirán el cargo de
presidentas municipales. Algunas de ellas se enfrentan amenazas directas y
otras veladas.
La
advertencia hecha por un grupo de mujeres organizadas debe dejar bien claro a
las autoridades y específico al gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, que esas
mujeres requieren respuestas, necesitan tranquilidad para asumir sus cargos
hasta el último día de sus mandatos, es decir, requieren custodia permanente, porque
no es cosa menor, aunque hayan sido expresadas por mensajes telefónicos, como
sucede en el caso de la presidenta electa de Santiago Lachiguiri, Itaisa López
Galván, a quien le exigen no tomar posesión porque en lugar de llegar al
palacio municipal, el 1 de enero llegará al panteón municipal de esa población
istmeña. Si el gobierno estatal no responde a esta solicitud, me pregunto
¿quién responde por las mujeres entonces?
Ni que decir del caso de Elisa Zepeda Lagunas, quien es presidenta electa en Eloxochitlán de Flores Magón, quien en 2014 fue torturada, junto con su madre y abuela por hacer visible que las mujeres tienen derechos.
Además de las marcas
que le dejaron los machetazos recibidos en su cabeza, tiene marcas terribles en
el corazón porque en aquella ocasión, los caciques, asesinaron a su hermano y a
un amigo. Fue electa, tiene la confianza del pueblo, pero con sobrada razón
teme por su vida. ¿Ya tomaron nota?
O
la síndica electa de Pinotepa Nacional, Yareli Cariño López, a quien un
diputado local de quien inexplicablemente no quiso revelar su nombre, la quiere
destituir desde su poder fáctico, porque no quiso acceder a sus proposiciones
al hostigamiento y acoso sexual que ha ejercido en contra de ella. ¿Cómo un
señor de esa calaña puede ser diputado local? ¿cuántos más de ellos están
sentados en las curules de este país?
Y
como esos casos hay más, hay otros sumamente delicados que demandan la atención
urgente y real, no de palmaditas ni de promesas, para que las mujeres puedan
ejercer sus cargos de elección popular o los servicios que el pueblo les
demanda. La pregunta es ¿atenderá el gobierno? Sin duda, la violencia machista
ha generado una emergencia nacional que requiere menos discursos y más acciones.
La decisión la tiene el gobernador de Oaxaca y claro el presidente Enrique Peña
Nieto.
@jarquinedgar