lunes, 2 de diciembre de 2013

Mujeres y Política Tarea pendiente



Mujeres y Política
Tarea pendiente

Soledad JARQUÍN EDGAR
La violencia feminicida es un fenómeno imparable. Esta semana una mujer asesinada se sumó a la larga cuenta de estos aberrantes hechos. De igual forma han sucedido hechos que son emblemáticos en el sentido de lo que significan y porque realmente no deberían suceder.
Pero cómo hacemos para que esta violencia no se repita. No hay recetas concretas dirán algunas personas, lo que resulta cómodo para quienes gobiernan, que amparados en ese dicho hacen como que trabajan. Sin embargo, hay muchas formas de eliminar la violencia y sin duda la más importante es no permitir la tolerancia y con ello la impunidad.
Hasta hoy están tipificados algunos delitos de género contra las mujeres: la violencia sexual y trata; la violencia familiar y el feminicidio con todo y protocolo para realizar la investigación de los asesinatos de mujeres.
Es sobresaliente la responsabilidad que tienen las y los integrantes del poder legislativo, los que recién tomaron sus curules y que ya se repartieron las comisiones. Su responsabilidad no sólo se centra en hacer leyes, reglamentos, normas. También tienen responsabilidad en la aprobación de los presupuestos públicos, que generalmente se revisan, por razones de tiempo, a groso modo. Y si a eso le agregamos que a ningún partido político, de donde vienen las y los legisladores, les interesa observar los fenómenos sociales que atañen a las mujeres, observarla, claro, desde la perspectiva de género, nos podemos explicar, en parte, por qué a la erradicación de la violencia no se le destinan suficientes recursos ni se ha tipificado la violencia de género.
Y bueno qué decir de las instituciones, que cumplen metas, que siguen repartiendo dádivas y no derechos a las mujeres. Recién en una entrevista para una presentación invitada por el Colegio de Abogadas del Estado de Oaxaca, la maestra en Género y Ciudadanía y postgraduada en Derechos Humanos de las Mujeres, Erika Lili Díaz Cruz, me explicaba que el problema fundamental es que en Oaxaca no existe el tipo penal de violencia de género. Es decir, un tipo penal que pueda dar claridad del bien jurídico tutelado en las leyes, que en el caso de las mujeres tendría que tutelar no sólo su vida, sino también su integridad y su dignidad.
Reitero, los delitos contra las mujeres tipificados en Oaxaca son los de carácter sexual, la violencia familiar y el feminicidio. Pero no está tipificado desde la perspectiva de género el acoso sexual, y no me refiero al que desarrolla un jefe en el ámbito laboral –que dicho sea de paso, tampoco favorece en justicia a las mujeres, es el reino de la impunidad-.
Este acoso sexual que no está tipiticado, que no está en el código penal, es la que podría ocasionar una ex pareja o una pareja que ya no vive con la mujer afectada. Como tampoco se tipifica como violencia de género la agresión verbal o física de uno o varios hombres en contra de mujeres por el hecho de ser mujeres, como ocurre todos los días en la calle mientras caminamos o conducimos un vehículo; en el trabajo y no por el jefe inmediato; en la escuela y no la cometida por el profesor, y hasta en las iglesias como ocurre cuando se limitan los derechos de las mujeres, y sin que exista relación de parentesco con la víctima en todos estos casos.
Estos son dos ejemplos no llegan entonces a las mesas de la Subprocuraduría de Atención de Delitos contra la Mujer por razón de Género, es común que las mujeres nos quedemos calladas ante este tipo de agresiones que finalmente si impactan nuestra vida, nuestra tranquilidad y muchas veces hasta nuestros deseos personales. Nos provocan un miedo terrible y nos llenan de impotencia.
Cierto a la subprocuraduría para atender delitos contra la mujer, tampoco llegan los feminicidios por razón o razones inexplicables de género, pero que sin duda son de carácter político y hasta pienso y creo firmemente que esta decisión tiene un carácter misógino al poner en duda la capacidad de quienes trabajan en la dependencia, en el sentido de que no podrían. La subprocuraduría –dicho con bombo y platillo- sólo atiende violencia familiar y violencia sexual y el Cejum es hoy, como también se ha señalado, un kiosco de información.
De ahí la exigencia a las diputadas y diputados locales para que atiendan la propuesta de tipificación de diversos delitos que se cometen contra las mujeres, como el piso fundamental para contrarrestar la violencia feminicida y el feminicidio, éste último al día de hoy ha cobrado la vida de más de mil mujeres en Oaxaca desde 1999 a la fecha en que las organizaciones no gubernamentales y algunas periodistas nos dimos a la tarea de contabilizarlas, como una forma de hacer visible este fenómeno y cuyo recuento aparece hoy en el suplemento Las Caracolas.
Otra mala noticia para las mujeres es que a diferencia de otras entidades del país, en Oaxaca el mayor número de feminicidios no ocurrió dentro de la casa, no fue la pareja o ex pareja, no fue ningún familiar quien les arrebató la vida, las estadísticas señalan que es la calle el sitió donde las mujeres son mayormente asesinadas: 2011, el 66 por ciento; 2012, el 79 por ciento, y 2013 (hasta noviembre) el 74 por ciento. Una llamada de atención para la Secretaría de Seguridad Pública y una responsabilidad para el Estado quien debe velar por la vida de las personas en cuanto ponemos los pies en la calle.
En suma si la violencia de género fuera un delito las mujeres sufriríamos mucho menos o quizá se habrían eliminado las agresiones verbales y el acoso sexual que son cotidianos, no están eliminados. Claro, por eso hablo de la importancia de la seguridad pública, tal vez botones de pánico o policías educados en la condición social de las mujeres en cada esquina como si estuviéramos conmemorando un congreso mundial de ciudades patrimonio.
Si la violencia de género estuviera tipificado las personas que agredieron esta semana a una agente especial de investigaciones en Tlaxiaco, cuando cumplía con su deber de recuperar a un menor, estarían ya detenidos.
Si la violencia de género estuviera tipificado el próximo presidente municipal de San Bartolo Coyotepec, porque durante una asamblea él violentó los derechos de las mujeres.
Si la violencia de género estuviera tipificado, las mujeres recibirían atención eficiente en las clínicas de salud y no tendrían que parir en el jardín, cerca de las clínicas o en un baño.
Si la violencia de género estuviera tipificado el presidente municipal de Santo Domingo Tepuxtepec, Juan Bautista Jiménez, tendría que haber recibido algo más que una recomendación por la violación a derechos humanos.
La legislatura, el ejecutivo y el judicial tienen sobre sus hombros una enorme responsabilidad en el consentimiento de los hechos de violencia contra las mujeres y en el feminicidio, explicable porque a los hombres en el poder poco les importa la vida las mujeres, eso queda claro.
Pero, como observan las especialistas, detener la violencia contra las mujeres implica tolerancia cero a la impunidad y cobijar la impunidad los hace cómplices. Estamos hablando de la vida de miles de mujeres, que igualmente pueden ser sus hijas, sus parejas, sus hermanas o sus propias madres.
Tipificar la violencia de género no es un asunto político, es una prioridad para la vida de las humanas.
Y mientras a las mujeres nadie escucha, resultó toda una complacencia instalar una escuela para reeducar varones que contrariamente fue inaugurada el 25 de noviembre, Día Internacional para Eliminar la Violencia contra las mujeres, dinero que se irá por el hoyo más grande del firmamento.
@jarquinedgar