domingo, 19 de abril de 2015

Mujeres y Política Inaceptables omisiones


Mujeres y Política
Inaceptables omisiones

Soledad JARQUÍN EDGAR
En México tres mil 892 mujeres fueron asesinadas entre los años 2012 y 2013, según datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, pero sólo el 15.7 por ciento de los casos son investigados (613 casos).
Situación que no es sino resultado de la cultura de omisión e impunidad que prevalece en nuestro país, aunado claro, al machismo. ¿Para qué investigar estos asesinatos si la violencia contra las mujeres es un asunto aún normalizado como parte de nuestra cultura? Esa que considera que las mujeres deben callar, obedecer, someterse…
Estas estadísticas no solo nos revelan el tamaño del hoyo que tiene la impunidad o el déficit de justicia para las víctimas de asesinatos de mujeres -que alcanza al 84.2 por ciento-, aunque no lo queramos aceptar, esta cifra también nos muestra el hoyo negro de impunidad y la forma en que ha prevalecido esa cultura machista y patriarcal.
Imposible decir que nada se ha movido. Sí, se movieron las leyes y eso gracias al impulso, la insistencia y la tarea que se echaron a cuestas muchas feministas hace apenas poco más de 20 años cuando el fenómeno de la violencia feminicida y el feminicidio se puso sobre la mesa a raíz de la denuncia de las madres de las víctimas en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Sin embargo, la misma fuente señala que 17 estados del país cuentan con tipos penales “difíciles o imposibles de acreditar”, en 14 se “podría” aceptar el delito, solo Chihuahua decidió no tipificar el feminicidio, decidió “no meterle la camisa de fuerza” y sí penalizar todo asesinato contra mujeres con una elevada condena a los victimarios, y siete entidades tienen protocolos con perspectiva de género para investigar los feminicidios.
El resultado es atroz. Terrible. De los casi cuatro mil asesinatos de mujeres cometidos en 2012-2013, en solo 1.6 por ciento sus víctimas han tenido justicia, al ser sentenciados por sus crímenes 62 feminicidas. Eso es prácticamente nada. Y peor aún, en el 80 por ciento de los casos se desconoce al agresor. Se requiere entonces investigación profunda, científica, para dar con los responsables de estos actos machistas, misóginos.
En Oaxaca se han reportado 19 asesinatos de mujeres en lo que va del año -, según datos de Consorcio Oaxaca e incluyendo el caso de la mujer localizada este domingo en Teotitlán de Flores Magón. En entrevista con esta reportera, el procurador Héctor Joaquín Carrillo Ruiz, dice que en este año se han cometido 13 feminicidios. La suma de asesinatos contra mujeres en Oaxaca, en los últimos cuatro años, es de 370. Casi dos asesinatos de mujeres por semana ocurren en esta entidad.
“Estos datos deberían alarmar al país completo”, una frase que hemos escuchado y repetido muchas veces pero que en realidad parecen despreocupar a buena parte de quienes habitamos el país, en específico, para nuestra mala suerte a quienes gobiernan. En un acto que como dicen en la jerga política “presidió” el gobernador Gabino Cué, y en el que estuvo presente la titular del Instituto Nacional de la Mujeres, Lorena Cruz Sánchez, el problema del feminicidio se redujo a unas cuantas frases.
Del público que había sido invitado, un grupo pequeño de feministas decidieron salirse del salón de gobernadores en el Palacio donde se realizó el acto en protesta por esa visión “misógina y despreocupada” que provocaron las palabras del Procurador Carrillo Ruiz; otras no se dieron cuenta y otras hicieron como si nada pasara. Era realmente abrumador escuchar los discursos del mandatario y del Procurador, pero aún más preocupante el sentido festivo que le imprimió la titular del Instituto de la Mujer de Oaxaca, Anabel López.
Al menos tres veces, el gobernador, el procurador y la titular del IMO de manera reiterada refirieron las acciones que se han hecho en Oaxaca, es como si quisieran que nos aprendiéramos de memoria las bonanzas a favor de las mujeres. Se habló de la violencia y la importancia de que en Oaxaca haya más recursos, vía la federación, para atacar el problema…pero nadie, ninguno se inmuto en mencionar, lamentar, disculparse o lo que fuera necesario ante la sociedad sobre los cuatro asesinatos ocurridos en días anteriores. Nadie, como si el silencio pudiera borrar de la memoria y del imaginario colectivo estos hechos.
Esta omisión de las autoridades responsables de la seguridad de quienes vivimos en Oaxaca es simplemente inaceptable.
Pero si en el Ejecutivo hay omisión y sí mucha simulación, en el Legislativo no cantan mal las rancheras. So pretexto de no llegar a un acuerdo en la reforma constitucional político-electoral, sigue en veremos el asunto de la paridad, que fue postergado para un próximo periodo de sesiones.
Lo que muestra, una vez más, lo mucho que no importa a la diputación local preparar el terreno para el proceso electoral de 2016 y mientras eso pasaba a nivel estatal, en la LXII Legislatura federal nos quedaron a deber a las mujeres, porque en los cuatro meses que les resta ya no será posible que legislen, y por tanto tipifiquen, el delito de violencia política que como ya hemos dicho aquí tiene costos altísimos como la vida humana.
Y sí, Eufrosina Cruz Mendoza, diputada federal logró una reforma constitucional, cuando el Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos declaró reformada la fracción III del Apartado A del Artículo    de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
De esta forma se garantiza a las mujeres de comunidades indígenas el disfrute y ejercicio de su derecho a votar y a ser votadas en condiciones de igualdad con los varones, así como acceder y desempeñar los cargos públicos y de elección popular para los que hayan sido electas o designadas, en un marco que respete el pacto federal y la soberanía de los estados. En ningún caso las prácticas comunitarias podrán limitar los derechos políticos y electorales de los y las ciudadanas en la elección de sus autoridades municipales.
Un hecho fundamental si consideramos que en más de cien municipios de Oaxaca y en otros tantos del país, las mujeres, como en la prehistoria no votan ni son electas, pero eso tendrá que ser cosa del pasado en las elecciones del 2016 para lo cual tendrán que hacer su propia talacha las instancias responsables.
Lo que nos queda muy claro también es la nula productividad de los legisladores federales oaxaqueños. Porque aunque no lo crea pasaron siete legislaturas entre la aprobación de una reforma constitucional impulsada por un legislador o legisladora oaxaqueña y la declarada el pasado 14 de abril que propuso y cabildeó en todo sentido, a veces sola, muy sola, Eufrosina Cruz Mendoza.
@jarquinedgar




Palabra de Antígona Las dificultades de la democracia de género


Palabra de Antígona
Las dificultades de la democracia de género

Por Sara Lovera
No hay nada más importante para un jefe de familia que heredar su visión y sus valores. En las familias tradicionales esto es importante  no sólo para el patriarca, sino para la abuela, para una madre amorosa y para la parentela; que los hijos continúen la vocación del jefe y hasta sus actitudes, lo aprendimos mexicanas y mexicanos  en la época de oro del cine nacional que se incrustó en alma popular. Que las hijas y los hijos continúen con la obra o el negocio de un médico, un industrial, un hacendado o un artista.
Claro, dirán las y los jóvenes ni se acuerdan, es posible. Pero para varias generaciones estas repetidas escenas que nos hacen recordar a los hermanos Soler y a doña  Sara García, se convirtieron en parte de nuestro pensamiento y  en el terreno de la política y en el pensamiento crítico, en una colisión de intereses y hasta en muchos y muy variados conflictos.
Y son un valor. Valor patriarcal que trasciende generaciones, culturas de otros lares y que está profundamente arraigada. No la podemos borrar, hasta que no desmantelemos este sistema de pensamiento.
Mientras tanto existe. Se ha fomentado y está internalizado en cada persona como signo de orgullo. Se practica, promueve y es sembrado. De la cuna,  a  la escuela, la religión y en los medios de comunicación. Hay excepciones y hay feminismo que desea eso no pase con sus hijas e hijos.
¿No es por ello que se habla en nuestra historia de las familias? Las que mantienen por 50 o 100 años un restaurante, un terreno cultivado, una industria o una cadena de tiendas, como positivo y contradictoriamente las mismas que mantienen por generaciones un banco, un monopolio televisivo, una marca, malo. ¿Locura, frenesí, contradicción, absurdo?
He llegado a pensar estos días que esta es una contradicción que conspira contra la democracia.
En la  realpolitik, este “valor”  es un gravísimo pecado que contribuye, desde mi punto de vista, también, a la desmesura y la antidemocracia.  Es decir, es crítico en la política liberal, pero es al mismo tiempo un deseo compartido y fomentado.
Pecado que mi hija siga mis pasos para convertirse en dirigente; que mi sobrina haya heredado el afán de hacer y participar en una organización social que “ha sido el motivo de mi vida”; que mi esposa “se vuelva al poder y no a la familia”,  a estas esposas, hijos e hijas, en el terreno político, no se les concede el derecho a la duda. Se les fustiga, a veces con una superficialidad que asusta. Mientras he visto a muchas feministas que les brillan los ojos cuando te cuentan que sus hijas también son feministas.
Parece que siendo mexicanas y mexicanos, esas personas, esposas, hijos e hijas,  no tienen derechos ciudadanos, y sus aspiraciones son permanentemente calificadas como nepotismo, tráfico de influencia, impropio, inoportuno, improcedente, incorrecto, en una palabra indecente. ¿Alguien le preguntó al hijo del abogado? ¿A la pareja de médicos? ¿O a la hija de una periodista? ¿O a la hija de una actriz? O alguien pone en duda que el vástago no sólo siga los pasos de su familia, sino que los supere; o la vida intelectual de sus padres o se dedique a cantar, a tocar, a pintar, a bailar, porque su familia se dedica a ello.
Y como bien se sabe de esas hay cientos de familias quienes a partir de sus lazos sanguíneos construyen el andamiaje para que las futuras generaciones de ese apellido, nombre, industria, vocación, continúen lo que alguna vez iniciaron sus antepasados. Los críticos de hoy, siendo hermanos de varios con su actividad, de todas maneras a las familias de industriales, comerciantes o artesanas las van a criticar. Hablo de hermanos politólogos y críticos: los Reyes Heroles, los Peterson, la pareja Aguilar Camín, los herederos de Granados Chapa, etc.
¿Cuál sería la diferencia entre heredar a una o un descendiente una gerencia comercial en una empresa, la vocación intelectual  y un cargo de elección popular en política? Ese es el dilema en una sociedad como la nuestra, fundada en la desconfianza. Todo está prohibido en la ley, pero nadie la cumple.
Hay una palabra clave, para equivocarse ¿realmente se hereda?, como un virus, una bacteria, un mal congénito o se aprende y desea. Esto es un debate abierto.
Yo creo que hay casos diferenciados, que no es posible generalizar, como lo hacemos en esta manera de hablar de las y los demás, siempre buscando o pretendiendo “purezas” que con frecuencia se convierten en otro tipo de demagogia. La demagogia de la denuncia.
Las mujeres 50 por ciento: les guste o no les guste
Esta forma de vivir plantea una contradicción profunda, choca, se colisiona con las prácticas democráticas. Si una persona, por poner un ejemplo, es hermana de un potentado, está bajo sospecha si quiere ser diputada o si quiere ser funcionaria pública. Son las fulanitas, esas que llegaron, y lo lograron porque son de hijas de. Fue ¿por herencia y no son ellas mismas? Hace tiempo las feministas hemos considerado, esto, una visión misógina. Salvo aquellas que luchan hoy por un lugar en la política, y practican esa visión patriarcal de la que somos presa. Si ellas no son, nadie es igual a ellas y nadie puede: se llama envidia y competencia.
Qué me dicen del baluarte de los herederos de los jefes revolucionarios, como los Ávila Camacho, los Zapata, los Obregón, los Ortiz Rubio, los Cárdenas, los Alemán  o los herederos de la industria televisiva, los Azcárraga, los Salinas, y tantos otros.
Todavía en muchas conversaciones se considera, para bien y para mal, la trascendencia de la genealogía como una forma de explicarse la historia triunfal  de muchas familias. Como la  de los hermanos Revueltas, los Rivera,  los Orozco, los Legorreta, los Soler, los Guerrero, los Zabludovsky, los Chávez, los Aguirre, los Álvarez, los Tovar y de Teresa, para no hablar de herederos y herederas de vocaciones sociales y “revolucionarias”.
Y todo esto viene a cuento por la cantidad de tinta y papel que hoy se invierte para decir que si habrá 50 por ciento de mujeres en las listas electorales es porque son las hijas, las esposas, las sobrinas, las tías, las parientas de los hombres en distintos poderes. A ellas nadie las ensalza porque heredaron la vocación política, no, de ninguna manera, seguramente ha sido la influencia de sus progenitores la  única y principal razón para enlistarse en estas elecciones. Como si fuera biológico y no de género o social.
A nadie se le ocurre descubrir sus biografías, sus intereses, sus títulos y sus hechos. Me dirán que también se hace con los hombres. Sin duda. Hemos vivido en ese vaivén: la genealogía como orgullo y la desgracia de no “hacerse a sí misma”, según quien lo dice.
Se dirá que el nepotismo o el  tráfico de influencias nos han hecho mucho daño. No hablo de eso ni la prevaricación, ni del mal uso de las relaciones para hacer negocios, ni de los políticos que favorecen a sus familiares; ni hablo tampoco de prebendas documentadas.
Ayer me topé con una nota, de estas que menudean. La cabeza de la nota o el título es simple: PRI y PAN registran a hermanas y esposas de ex candidatos en Querétaro, donde el tribunal electoral ha decretado que se aplique la paridad a las candidaturas de  ayuntamientos.
Aun cuando quien hace la información, no logró especificar quién es esposa de quien, o hija de cuál, afirma que los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) acataron la sentencia que emitió la sala regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de registrar a por lo menos nueve candidatas a las 18 alcaldías, que estarán juego el próximo 7 de junio, pero lo hicieron con esposas o hermanas de los aspirantes iniciales.
Y agrega: el PRI informó que cinco de las nueve mujeres que registró ante el Instituto Electoral del Estado de Querétaro (IEEQ) son esposas y una es hermana de los candidatos que ya habían realizado campaña por 10 días. El PAN indicó que cuatro de sus candidatas sustitutas son esposas y dos más, hermanas de los abanderados originales.
Todo ello no obstante que uno de los dirigentes de partido hizo ver que: “se buscará garantizar que, en caso de ganar el ayuntamiento por el cual contenderán, esas mujeres ahora candidatas no soliciten licencia para que su esposos o hermanos desempeñen las funciones”.
Hace una semana se dedicó un amplio reportaje a 3 o 4 aspirantes a diputaciones federales hijas de una ex gobernadora, una secretaria de Estado y una sobrina de un dirigente. Se habló de las bodas, los divorcios y otras cosas.
Nadie duda que por su origen, recursos y habilidades, muchas candidatas hayan tenido más posibilidades para participar, o más conocimientos, o más oportunidad  luego de vivir 20 o 25 años con una familia dedicada a la vida pública y política. Los reportajes hablaron de sus bodas y sus divorcios; sus atuendos o sus gustos o colecciones. No se habló de su formación, intereses o biografías.
Cierto, nadie pone en tela de juicio que muchas de estas mujeres, como ha sucedido con muchísimos hombres, puedan no responder al deseo e intereses “de la Nación”. Pero tendremos que juzgar a mujeres y hombres de la misma forma. Al final estamos frente a una política antidemocrática, donde cada una y cada uno le ponemos, también pensamos antidemocráticamente, juzgando y excluyendo. Denostando o hablando sin fundamento y, lo peor, sin investigación.
Me parece que debíamos aspirar a la democracia donde cada persona legítimamente pueda dedicarse a la política sin ser juzgada su sólo por su cuna; tanto como hemos demandado a lo largo de varias décadas que una mujer abusada sexualmente, no sea juzgada o denostada por su vida personal, sino reivindicada por su derecho a no vivir violencia.