lunes, 28 de junio de 2010

Daniela y Virginia, tres años de silencio institucional

• Sin investigación: la autoridad otorga pasaportes de impunidad

Soledad JARQUIN EDGAR
Oaxaca.- El lunes 5 de julio, cuando la efervescencia política tome otro rumbo, se hagan los recuentos, se celebren los triunfos o se anuncien fraudes electorales; cuando no haya nadie despierto aún del somnífero letal del mundial de futbol, en una casa de El Rastrojo, Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca, Antonia Ramírez hará su propio recuento por la pesada ausencia de sus hijas: Virginia y Daniela Ortiz Ramírez.
El 5 de julio de 2010 se cumplirán tres años desde que salieron de su casa para, de acuerdo a los planes, regresar al tercer día, pero el destino fue otro. Ellas, Virginia y Daniela se convirtieron en dos heridas que laceran a una familia, a una etnia, a una sociedad cuando no volvieron a casa y nadie investigó los hechos.
Frente a la nada, la familia, la etnia y la sociedad se preguntan y buscan respuestas. El dolor corre entre las palabras de Antonia que se esfuerza por no enmudecer frente al silencio de las autoridades. El sistema no escucha la demanda de justicia, no ve el sufrimiento de una familia e ignora el reclamo social. La inacción de las autoridades para investigar y detener a los responsables hiere tanto como el acto mismo que cometieron quienes atentaron contra la libertad y tal vez contra la vida de las dos jóvenes.
Durante los últimos mil 95 días, Antonia Ramírez, madre de Virginia y Daniela, da muestras de su valentía y coraje para enfrentar a las autoridades que prometieron investigar los hechos y que después, bajo el argumento de un conflicto político-social, archivaron la denuncia.
Su silencio es una apuesta al agotamiento, al olvido por el paso del tiempo. Pero la conciencia social se mantiene y crece sobre los escombros de un sistema que, contrario a lo que piensa, se desmorona, pierde poder.
La impunidad en la que vagan los delincuentes que cometieron el aberrante delito de desaparecer a las hermanas Ortiz Ramírez, es un caldo maloliente, descompuesto, procurado por el dejar pasar y dejar hacer, por el abandono, la miseria, el olvido que a cuenta gotas cae sobre los campos de la zona mixteca que ocupa el divido pueblo triqui.
Es el mismo caldo donde hoy se sostiene la autoridad inactiva, incapaz de responder, de investigar, de encontrar a las dos jóvenes triquis que en 2007, cuando fueron desaparecidas, tenían 20 y 14 años de edad; una maestra bilingüe, la otra estudiante de secundaria; las dos hermanas e hijas, con sueños y construyendo su futuro. Su desaparición y la herida que dejaron, son la muestra exacta de que la vida de las mujeres carece de valor, se les puede insultar y golpear, se les puede desaparecer y asesinar.
Es la misma sustancia que permite concluir un caso, sin empezar a investigarlo, como sucedió el 18 de enero 2008, cuando la Procuraduría estatal cierra el caso; Daniela y Virginia se convierten en números, se convierten en parte de la suma de atrocidades que durante décadas se han cometido contra las mujeres triquis, las desoídas mujeres de huipil rojo de algodón inmersas en una confrontación política, social o económica que las convierte en botín de guerra, una confrontación que no se entiende ni desde afuera ni desde adentro de la pequeña nación Triqui.
El cuerpo de las mujeres como botín de guerra, es quizá esa y no otras las sin-razones empleadas por grupos confrontados en guerras civiles, como pasó en Sudán, Colombia, Irak, Rwanda, Perú, Croacia o Bosnia. Como pasó en Argentina, Chile, Bolivia y Brasil durante las dictaduras militares. Son miles y miles los casos de violencia extrema, de violencia feminicida, donde no sólo se castiga a quien no tiene poder sino también se “deshonra” al vencido. El cuerpo de las mujeres de los enemigos, se convierte en la zona de venganza, pues al ser su propiedad se les humilla.
Fueron estas las sin-razones que emplearon los militares que en 1979 violaron a 14 mujeres triquis y que siguieron cometiendo atropellos, la misma que utilizaron las fuerzas policiacas y paramilitares con mujeres en Loxicha en 1997 y antes y después en zonas indígenas de Chiapas y Guerrero.
Esta sin-razón es la misma que siguen empleando los militares que hoy están en las calles de todo el país y que han cometido atrocidades de violencia sexual como sucedió en Castaños, Coahuila, en la sierra Zongolica, Veracruz, o en poblaciones de Michoacán, o como lo hizo la policía en Atenco, Estado de México, y en el Distrito Federal.
En todos estos lugares siempre hubo víctimas, pero nunca victimarios visibles que pudieran ser castigados. De esta forma, a cada uno de los militares, policías o paramilitares, la autoridad les da un pasaporte de impunidad, que imitan otros grupos de poder o los solitarios esposos a lo largo y ancho de esta nación, como sucede en Ciudad Juárez o en Oaxaca.
Las huellas no visibles de la violencia patriarcal quedan. Ahí están las mujeres de Castaños, Coahuila, violentadas sexualmente por un grupo de militares tratando de reconstruirse solas, tras ese intento de justicia o justicia a medias que el Estado dio a sólo una tercera parte de los militares que violaron a 14 mujeres.
Son esas, las huellas invisibles de la impunidad las que ahora marcan a la familia Ortiz Ramírez, a la etnia triqui y a la sociedad oaxaqueña. La falta de justicia ha cobrado más víctimas inocentes, como las propias locutoras de radio Copala, “La voz que rompe el silencio”, Teresa Bautista y Felícitas Martínez, asesinadas en abril de 2008 y cuyas investigaciones también están en el limbo judicial.
La impunidad es el permiso, la llave para seguir cometiendo actos de violencia extrema contra las mujeres triquis y los hombres sin poder; sin castigo, los asesinos, violadores, torturadores reciben una concesión que las instituciones otorgan, cuando sobre la vida de las mujeres se anteponen los intereses de grupos políticos y hasta económicos.
La historia de Daniela y Virginia es clara. Existe un expediente. Hay testigos que vieron cuando fueron llevadas, amordazadas y con pistolas apuntándoles sobre sus cuerpos, hay nombres de los presuntos responsables. Alejandro Timoteo, asesinado este año, estaba entre los victimarios. Este 5 de julio de 2010, Antonia cumplirá mil 95 días de haber perdido el apetito y el sueño, son tres años desde que perdió la sonrisa y mantiene en vilo la esperanza de recibir algo de sus hijas Virginia y Daniela.

Sin las mujeres no hay democracia

Soledad JARQUIN EDGAR
En política a las mujeres se les desprecia por ser mujeres, aunque habría que aclarar que hay casos indefendibles, la razón es simple, ellas aunque tienen cuerpo de mujeres su pensamiento es totalmente subordinado y están al servicio de los hombres aunque por ello tengan que pasar sobre el resto de sus iguales, esta es una condición que debe cambiar y algunas lo entienden, otras no, un ejemplo de la negación permanente es la actual candidata del PRI a la alcaldía de la ciudad de Oaxaca, Beatriz Rodríguez, “La Titi”.
La cantidad de mujeres que competirán en el proceso electoral el próximo domingo 4 de julio, es una muestra de la idea expuesta en el párrafo anterior. Los partidos políticos, coaligados o no, revelaron el tamaño de su condición y disposición para cambiar las cosas y lograr la paridad. Sin las mujeres, entonces, irán al proceso electoral tan campantes como siempre, porque en el fondo prevalece la antigua y retrógrada idea de que el espacio público es sólo para hombres. Pero sin las mujeres no hay democracia.
Estas son algunas de las cifras que demuestran lo que expongo: Las dos coaliciones y los dos partidos políticos que compiten en este proceso electoral propusieron, todos juntos eh!, la escasísima cantidad de 22 mujeres como candidatas propietarias en busca de una diputación de mayoría relativa. Se trata del 22 por ciento del total, que suman 100 candidatos, considerando que son 25 propuestas por cada grupo competidor.
Por partido o coalición la cifra es vergonzosa para las mujeres: la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso (PAN-PRD-Convergencia y PT) propuso al 40% de mujeres como candidatas propietarias; la Coalición por la Transformación de Oaxaca (PRI-VERDE) alcanzó el 20%; Partido Nueva Alianza 16 por ciento y Partido Unidad Popular el 12 por ciento. En las suplencias hay 36 mujeres. Lo extraño e inentendible es como el llamado “arbitro” electoral acepta y aplaude a los partidos “por cumplir con la cuota de género”, decía mi abuela Luz con toda certeza “Dios los hace y ellos se juntan”.
En las fórmulas de candidatas a diputadas de representación proporcional propietarias todos los partidos propusieron a 61 mujeres en las ocho listas que de forma separada presentan cada partido político; otras 43 son suplentes. Sin embargo, a ojo de buen cubero, es posible que sólo seis o siete de esas 61 lleguen a ocupar una curul.
En relación al número de mujeres que pretenden de una primera concejalía en 152 municipios donde habrá procesos electorales por la vía de partidos políticos (en Oaxaca 418 ayuntamientos son electos por usos y costumbres), tenemos que Unidos por la Paz y el Progreso presenta siete mujeres de 150 planillas que propuso (4.6%). La Coalición por la Transformación de Oaxaca tiene 17 propuestas de 152 que presenta (11%). Nueva Alianza por problemas internos, quitaron a Yesenia Nolasco quien aspiraba a la alcaldía en Tehuantepec, le quedan seis de 58 planillas (10.3%) y Unidad Popular tiene tres candidatas a presidentas municipales de 55 planillas (5.8%).
Es elocuente, la participación política de las mujeres no interesa a los partidos políticos, más aún cuando funcionan coaligados, cuando responden a todo menos a la paridad.
Pero no sólo no las proponen, son ninguneadas por los machos, un caso concreto es el de Yesenia Nolasco, quien es una víctima del problema interno que vive Nueva Alianza, por lo que después de hacer su campaña desde el perfil de candidata ciudadana fue revocada por Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TFPJF). Antes, Yesenia Nolasco había sido “bateada” por la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso que en el fondo creen con firmeza que todavía no es tiempo de que las mujeres gobiernen, es más así se lo dijeron como me cuenta en una entrevista, aunque eso sí los partidos políticos en la boca de sus candidatos hacen promesas que en los hechos no cumplen.
Yesenia no es una improvisada, a pesar de su juventud, es una mujer preparada en una prestigiada universidad en Derecho, formó una asociación civil denominada Juana C. Romero encaminada a la educación de las mujeres y el impulso de empresas productivas allá en Tehuantepec donde pretendía ser alcaldesa. Sin duda, la ceguera partidista, los acuerdos políticos de grupo, llevaron tanto a Nueva Alianza como a la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso a desaprovechar el capital político de Yesenia, situación que no resultó un desperdicio para la Coalición por la Transformación de Oaxaca, que tan pronto como pudo y con la aguda visión que tienen, llamó a Yesenia y todo su capital político a unirse a la campaña de Eviel Pérez Magaña. Así el esfuerzo de Yesenia quedó concentrado en el trabajo del PRI-PVEM.

Un cura pedófilo y una Fiscalía de vergüenza

En medio del proceso electoral, otras cosas importantes pasan de largo. Hace unos días se denunció la agresión sexual de un sacerdote contra una adolescente. El delito que se persigue de oficio tiene casi 60 días sin que pase de la denuncia, el sacerdote no ha sido requerido por autoridad alguna; las autoridades eclesiásticas ni se enteran o si se enteran hacen mutis y mantienen al sacerdote en su parroquia del municipio de Xoxo. Este que podría ser parte del tortuguismo de las instituciones como la Fiscalía para la Atención de Delitos por Violencia de Género contra la Mujer, tiene todo un mar de fondo. Tal parece que hay “línea” para no actuar en contra del victimario, por lo que la víctima sigue siendo victimizada por las propias autoridades.
Esta “línea” de la que hablo no significa que detrás de esto esté autoridad alguna, se trata de la educación, las creencias y el arraigo permanente de creer que un sacerdote siempre será un hombre bueno, comulgante con sus doctrinas y, por tanto, hay un rechazo automático a creer que pueda cometer un acto de violación sexual. Pero el vergonzoso caso de Marcial Maciel por sus prácticas pedófilas es una realidad, como muchos otros que hay en todo el mundo, estos hechos aberrantes si suceden.
El caso es indignante, porque lo cometió un hombre con poder que se esconde detrás de su sotana de cura y que incluso amenazó a la víctima con hacerle daño a su familia si lo denunciaba –lo clásico- y advirtió además que “nadie le iba a creer” y, efectivamente, hay quienes todavía toman con reserva el hecho y me refiero a las autoridades. Pero lo inaudito y extraño es la conducta del personal de la Fiscalía, incluyendo a su titular, Ileana Hernández Gómez, quien a decir de la pequeña la maltrató y regañó, exponiendo en sus dichos que la víctima fue responsable de lo que le sucedió, cosa que también escuchó la madre de la niña. Increíble, pero es cierto. Entonces ¿de qué sirve una fiscalía como esa? ¿para qué les sirven los cursos de género, feminismo a las funcionarias? ¿dónde quedó el compromiso con las mujeres? Me pregunto ¿qué lleva a una funcionaria con determinadas características como las que presumimos muchas veces de Ileana Hernández a mimetizarse con el sistema patriarcal?
Pero no es sólo eso, otra funcionaria de la misma dependencia, de profesión psicóloga y cuyo nombre no tengo en este momento, le advierte a la victima que “si no está diciendo la verdad, la policía irá por ella a su casa”. Ante ese panorama insisto ¿para qué queremos las mujeres una dependencia como esa?
Qué puede hacer una pequeña que ha vivido en carne propia el encierro contra su voluntad, la violación sexual, las amenazas de un cura pedófilo, la imposición del poder por el poder en la institución que debe emprender su defensa (para eso les pagan) y que termina por acusarla, responsabilizarla del delito que cometieron en su contra. Una transformación que no espera.
En estos días aciagos, revueltos por un proceso electoral que se torna violento, algo podría suceder, porque la autoridad permite la libertad de un cura enfermo que puede cometer otros incalificables delitos y sucederá sin duda. Esta niña no está sola.
Tanto Ileana Hernández Gómez, fiscal la Atención de Delitos por Violencia de Género contra la Mujer, como la propia Procuradora de Justicia del Estado, Luz María Candelaria Chiñas, deben asumir su responsabilidad, cumplir con lo que dictan las leyes antes de que el río se desborde.

¡ Machos, machos!

Pero todo esto que sucede a las mujeres no es un asunto aislado, si vemos las expresiones de quien todavía gobierna Oaxaca en relación con las mujeres nos da la pauta del escaso que se da a ellas. Un ejemplo claro son las conversaciones –ilegalmente obtenidas por Acción Nacional- entre Ulises Ruiz y Raúl Castellanos (priista-perredista-priista), el empleado o achichintle, como le dijeron en cadena nacional el pasado miércoles.
De que si hay o no hay acuerdos que pretende bloquear a los candidatos y candidatas de oposición en los medios de comunicación ya se habló y mucho, yo sólo voy a decir que el lenguaje machista, sexista y misógino afloró de la boca Ulises Ruiz cuando se refiere en esa conversación a una mujer como “pince vieja”. Si el “jefe de jefes” dice eso, ¿qué podemos esperar de los achichintles?

Pulsaciones Políticas

Por Sara Lovera
A lo largo de la historia de la humanidad no hay nada que genere más adrenalina motora que un entramado de agitación y tumulto, una sacudida profunda de sentimientos, que producen el peligro o el clandestinaje.
En el amor por ejemplo, nada es más convulso que una relación prohibida, secreta, capaz de mantener la mente viva y el cuerpo en forma.
Creo que eso está tras las páginas de las novelas policíacas, de la febril incitación a recorrer un largo trayecto de obstáculos y peligros, hasta llegar a la meta.
Algunos filósofos clásicos o no tan clásicos han definido así los temblores acuciantes del poder y la fascinación por el mando, por el control de otras y otros. El poder pinta un brillo especial en los ojos, estira la piel, mantiene erguida toda la estructura ósea y la corriente sanguínea.
A quienes forman parte de la clase política esto es lo que las y los mantiene con una aparente vitalidad inquebrantable e inalterable, capaz de oscurecer cualquier revés. Vean la cara siempre brillante de Manlio Fabio Beltrones o la sonrisa fantástica del secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, quien se juega todas las cartas frente al bien peinado Enrique Peña Nieto y posa frente a las cámaras con las armas femeninas de la belleza y la buena imagen.
Así los veo en la pantalla de televisión, en el youtube, en los informes de índigo, en las líneas oscuras de un discurso y una diatriba, incluso en el formato más simple de la repetición acrítica de una declaración en una nota de cualquier reportero o reportera.
La clase política vive de sus pulsaciones. El domingo pasado analicé las fotografías varios diarios del Distrito Federal tomadas en el momento de hacer pública la decisión de Minerva Hernández, candidata de la izquierda al gobierno de Tlaxcala, de retirarse y sumar sus votos a los de la panista Adriana Dávila. Se veían así, estrellados de un fulgor de poder los ojos de Jesús Ortega y César Nava, aliados del porvenir para las elecciones del próximo domingo 4 de julio.
Lo mismo podría decirse de otros cuantos aliancistas que tienen como último derrotero hacer caer al Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyas fracturas se reblandecen y rearman, según el tiempo y las necesidades para mantener sus gubernaturas y eliminar a sus opositores.
Esta pulsación política les ha hecho perder todo recato, tanto como la intromisión de Felipe Calderón en las contiendas, capaz de escribir en un desplegado que quién sabe “quién inició esta guerra”, que él declaró a quienes llama enemigos de la patria.
Lo que sucede es que esta revuelta interna de adrenalina constante ha hecho a la clase política insensible y distante frente a quienes pretende mantener bajo su control y poder, además, claro, del botín conocido como presupuestos y bienes materiales y simbólicos. De lo que llaman confianza y fidelidad también llenan sus bolsillos.
Pero no tan febril como los acuerdos en lo oscurito, los abiertos y los que se siguen tejiendo en los cuartos de guerra y entre las asesorías de toda índole antes de la hora en que se abran las casillas para votar. Confían unos y otros en las acciones clandestinas de reparto de despensas, promesas y toda clase de cheques de última hora.
Las elecciones del próximo domingo -en que se repartirán 2 mil 509 cargos, 12 para encabezar gobiernos estatales y 309 para los congresos estatales- se anuncian como la antesala de “la grande” de 2012, son del todo apenas un primer escenario de esta locura por llegar a dominar donde sea, como sea, pero que sea.
Esta jornada comicial es trascendente para la clase política que cierra campañas estruendosas estos días, en que votarán el nada más y nada menos el 75 por ciento de las y los mexicanos que votarán en 2012, es decir 31 millones 683 mil 180 personas.
Nada los detiene. Sus pulsaciones no cesan, el momento de peligro tiene que estar entrelazado en los inconscientes, porque podría haber violencia en Hidalgo, porque pueden cambiar los cálculos en Tlaxcala, porque habrá que armarse de toda clase de chapucerías en Oaxaca, porque en Sinaloa no la tienen bien contada, porque en Zacatecas los hermanos Monreal van por todo, con el PRI y no con el PT; porque habrá que rearmar y disciplinarse en Aguascalientes, lo que menos les importa son los programas y los principios.
La mitad de los votos emitidos serán de las mujeres de esos 14 estados; mujeres que están atemorizadas por el peligro de ser castigadas con cárcel si se interrumpen un embarazo y siguen esperando hospitales materno infantiles para disminuir las muertes maternas y las de sus hijos e hijas; mujeres que siguen esperando respeto a sus derechos a la hora de reclamar la llevada y traída equidad; las que se ocupan de prevenir la construcción de una escuela o el pavimento de un camino; las que acarrean el agua, pero también las que se han quedado en el camino pretendiendo un puesto, aunque sea menor, porque hace tiempo que quieren estar en esa pulsación política que podría mantenerlas erguidas y sonoras -como Elba Esther Gordillo que no parece quebrarse-.
Y mientras la emoción, los acuerdos, la tensión motora del amor clandestino y peligroso se desarrolla, a pesar de las intervenciones telefónicas, las denuncias, los muertos como los del sábado pasado en un municipio de Chiapas, se lucha. Lástima que toda esa adrenalina no se levante contra la injusticia y la desgracia.
El 4 de julio generará miles y miles de líneas ágata en los diarios impresos, millones de palabras sobre hechos fugitivos, mientras la bolsa de mantiene sin explotar y no hay nadie que verifique si algunas de las más de 15 mil escuelas en el país han recibido los recursos necesarios para al menos construir un baño para los y las futuras electoras.
Esto es la política en el México ingobernable, selvático, cruento, de hojas que se desparramen en la estulticia. Bendito 4 de julio que ya está aquí y ahora, para atemperar nuestro fracaso futbolero. Vayámonos a disfrutar un amor prohibido, un clandestinaje.
saralovera@yahoo.com.mx