Mujeres y política
Mujeres de los años treinta
Soledad JARQUÍN EDGAR
Este viernes fueron depositados
en el Panteón San Miguel de la ciudad de Oaxaca las cenizas de quien fuera la
primera abogada oaxaqueña por el Instituto de Ciencias y Artes del Estado
(1944). Me refiero a Celia Ramírez Pérez, quien falleció el 24 de julio pasado en la ciudad de México.
Justamente 68 años después de
haber obtenido el grado de Licenciada en Derecho por el Instituto de Ciencias y
Artes del Estado de Oaxaca.
A Celia Ramírez Pérez, quien
nació el 7 de diciembre de 1916 en Oaxaca, como a miles de mujeres en el mundo,
la cubrió el polvo del olvido y que ha pesar de su ejemplo y trabajo es como si
no hubieran existido. Nada más lejos de la realidad. Sin duda, su ausencia de
apenas unos años desde que por motivos de salud tuvo que trasladarse a la
ciudad de México, hizo que muchas personas se olvidaran de quién fue ella y del
enorme legado que dejó con su vida de lucha permanente, abriéndose paso en el
entonces Instituto donde estudió a finales de los años treinta, es decir, dos
décadas antes de que las mujeres de México fueran de forma masiva a la
universidad en México y tal vez tres décadas antes para el caso de Oaxaca.
Celia Ramírez Pérez a quien
tuve la oportunidad de conocer hace apenas unos tres o cuatro años por la
investigación que entonces hacía para el libro de Mujeres de Oaxaca, tenía una
vida llena de historias, referentes todas de cómo, sin duda, hace unos cuantas
décadas la historia de las mujeres era otra y que mujeres como Celia lograron
que cambiara para que las nuevas generaciones pudieran acceder sin menos
problemas a la educación superior, más allá de las carreras tradicionales:
maestras, enfermeras, secretarias o contadoras; desafortunadamente de eso nada
o casi nada se sabe y menos las nuevas generaciones.
A ella, por decisión propia,
le tocó abrir brecha en lo que sería un camino nada fácil. A diferencia de sus
compañeras, que eran muy pocas por cierto, Celia Ramírez decidió continuar sus
estudios al terminar la preparatoria. Así que se inscribió en la escuela de
leyes del entonces Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca, que en
1955 se convertiría en la Universidad Benito Juárez de Oaxaca.
Su decisión no fue fácil ni
en el principio ni al final, por lo que fue su tesón lo que permitió demostrar
que las mujeres sí podían estudiar carreras universitarias no tradicionales.
No fue fácil, nos decía esta
ejemplar abogada en una entrevista, porque tuvo que soportar las burlas y el
hostigamiento de sus maestros, algunos de los cuales serían “notables hombres
de Oaxaca”, en la pretensión de hacerla desistir de seguir estudiando, porque
aquellas aulas no eran “propias” para una mujer y porque insistían que las
mujeres no necesitaban estudiar porque tampoco necesitaban trabajar, es decir,
ocupar un sitió en el espacio público.
Pero Celia Ramírez Pérez no
se amedrentó y formó parte de un muy reducido grupo, apenas compuesto por cinco
compañeros (Carlos Lira, Antonio Jiménez Galán,
Fernando y Alfredo Castillo, Martín López Rito y Luis Castañeda Guzmán), que al paso del
tiempo no tuvieron mas que aceptar la presencia de Celia Ramírez Pérez, quien
con su tesón y perseverancia se convertiría en la primera mujer en obtener su
título del entonces Instituto como abogada en Oaxaca (25 de julio de 1944) y
más tarde la primera en ocupar el cargo público como agente del Ministerio Público
en la entidad, de igual manera fue ella la primera mujer que irrumpía en las
agencias ministeriales como abogada, rompiendo la “regla” de que esa era una
actividad propia solo para hombres, tanto que alguna ocasión el policía no le
permitía salir de la comisaría si no le enseñaba su carnet, pensando que era
una trabajadora sexual, cuando en realidad ella era la abogada. Sus anécdotas
eran muchas y divertidas vista a la distancia, pero que en ella habrían tenido
efectos dolorosos muchas veces.
No cabe duda, mujeres como
Celia Ramírez Pérez pusieron el ejemplo.
Hoy mismo, la matrícula de la UABJO y de otras instituciones en la misma carrera
de Derecho o Medicina está compuesta en su mayoría por mujeres y, curioso,
muchas de ellas siguen enfrentando hostigamiento y son condicionadas
principalmente por sus maestros, las sin-razones de esas conductas tienen su
raíz en el patriarcado, eso está bien claro, terminar con ese tipo de conductas
dentro de instituciones como la UABJO es una tarea difícil pero no imposible,
es como todo, se necesita voluntad y recursos para lograr el objetivo.
Por eso, reitero, la vida de
Celia Ramírez Pérez debería ser conocida, al menos por las estudiantes de
Derecho y de otras carreras universitarias en Oaxaca. Ella presentó su examen
profesional exactamente 110 años después de que lo hiciera el primer abogado de
la actual Universidad, me refiero a Benito Juárez García, más de cien años de
retraso para las mujeres que hoy mismo siguen buscando los espacios para romper
eso que en el feminismo se llama el “techo de cristal” y que en el ámbito de
“lo público” impide su desarrollo profesional determinado por su condición de
mujeres.
Aún ausente, Celia Ramírez
Pérez sufrió de nueva cuenta el desinterés de las autoridades universitarias,
municipales o del Estado que no se han dado por enteradas de su lamentable
fallecimiento y de su regreso a la tierra de Oaxaca, donde depositaron sus
cenizas, porque como explicó su hija Elisa volvieron a la tierra que ella
siempre amó: Oaxaca, o como diría más tarde Lety su otra hija durante las
exequias: “Chelín no puedo creer que ya no estás con nosotros. Voy a pensar que
como antes, vives aquí en tu Oaxaca”.
Hay mucho que decir de Celia
Ramírez Pérez, una mujer adelantada a su tiempo, que se dio la oportunidad de
ser diferente y romper roles tradicionales, porque ella era diferente a las
otras mujeres, atrevida y controversial; una trasgresora dispuesta a romper los
convencionalismo de la época y que hoy resultarán para algunas personas “cosas
de poca importancia”, pero que entonces tenían otros significados eran
como pecados imperdonables no hacer lo
que establecía el estereotipo. Ella manejaba su propio automóvil, jugaba golf o
baraja hasta muy tarde, incluso, para que sus vecinas no la juzgaran mal
regresaba ya muy temprano a su casa con una canasta simulando que volvía del
mercado, dicen sus hijas que así la recuerdan.
Eso, me recuerda una anécdota
de otra mujer de aquellos años, doña Arcelia Yañiz quien era “mal vista” por
sus vecinos porque invariablemente llegaba de madrugada a su casa como
consecuencia de su trabajo en la redacción del periódico, sus vecinos creían
que era una mujer de la ”vida galante”, decía entre carcajadas en otra
entrevista doña Arcelia Yañiz.
Y fue apenas en marzo de
2010, cuando Celia Ramírez Pérez recibió un reconocimiento del gobierno de la
ciudad que entonces le entregó el título de Ciudadana Distinguida. Fue muy
curioso, pero entonces se sentó junto a una antigua compañera universitaria, Dea
Esperanza Velasco Jiménez, otra extraordinaria mujer, quien no pudo concluir
sus estudios en Oaxaca debido al hostigamiento del que fue objeto por parte de
sus maestros y en cambio se graduó con honores en la Universidad Nacional de
México. Dea y Celia habrían hablado
varias veces sobre quién fue la primera abogada, y sí, efectivamente Dea
Esperanza Velasco Jiménez obtuvo su título universitario en 1943 un año antes
que Celia, sin embargo, la diferencia es que Celia Ramírez quedaría asentada
como la primera abogada titulada del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca y
Dea Jiménez alcanzó ese grado escolar fuera de Oaxaca. Para aclarar, diríamos
que Dea fue abogada titulada antes que Celia, por cosa de meses, pero Celia fue
la primera abogada egresada del Instituto en Oaxaca.
Como haya sido, esa discusión
ya no se dará mas entre dos protagonistas de la historia reciente. Sin duda,
Dea Esperanza y Celia fueron mujeres excepcionales, como lo demuestran sus
historias de vida. Por ejemplo, mientras Dea estudiaba, trabajaba como
secretaria de Lombardo Toledano dirigente de la CTM quien al conocer del
exitoso examen profesional de Dea Esperanza ofreció una comida en los patios de
la CTM. Dea sería una mujer de izquierda que militó en el entonces clandestino
Partido Comunista Mexicano, defendió los derechos de los trabadores y formó
sindicatos en Oaxaca y en otras entidades del país, por decir lo menos de esta
ejemplar mujer nacida en la Villa de Zaachila en 1914.
Ellas y otras mujeres en los
años 30 “abrieron las grandes avenidas” para las nuevas generaciones, dejaron
una enorme enseñanza y a pesar de todo son poco o casi nada valoradas, en
especial por quienes tendrían que empezar a reconocerlas, a homenajearlas en
vida y hacer lo necesario para que algunas calles, plazas, aulas, bibliotecas y
otros espacios lleven sus nombres, como dijo Perla Woolrich Fernández, quien
siendo regidora instituyó el reconocimiento de Ciudadanas Distinguidas en el
año 2006.
Dea Velasco aún vive, lo
mismo que doña Arcelia Yañiz. Pero tan solo en los últimos tres o cuatro años
se han ido otras muy valiosas mujeres como la propia Celia Ramírez Pérez, doña
Gloria Larumbe Reimers, escritora, historiadora y poeta, “una cronista no
reconocida de Oaxaca”, y Emilia Ynés Pereyra Cueva, quien con su preocupación
permanente hizo posible la profesionalización de las educadoras en Oaxaca en
1946.
Se fue “Chelis” como
cariñosamente le llamaban sus hijas a la abogada Celia Ramírez una mujer que yo
definiría como “no convencional”, una mujer a la que no le gustaba estar sola, se
fue satisfecha y cantando “A la orilla de un palmar” de Manuel M. Ponce y aunque
muchas personas no lo saben, sin duda alguna, hemos perdido a una gran mujer.
Celia Ramírez, Dea Velasco y
la médica Helia Olivera Benavides -quien se tituló el 4 de mayo de 1942-,
incluso antes que las abogadas, fueron mujeres ejemplares que nos legaron con
su ejemplo y voluntad de seguir adelante, el derecho a la educación universitaria
en Oaxaca.
Un Ábaco
El ábaco es un instrumento
para enseñar a contar y eso es lo que necesitan las funcionarias como Ileana
Hernández Gómez quien apunta que en Oaxaca (dice el boletín de la Procuraduría
emitido el viernes 8 de noviembre) “62 mujeres han sido muertas de enero a
octubre de 2012…” ¿Han sido muertas? ¿Homicidios dolosos?
Bueno, lo del ábaco es para
que cuenten sin que en el camino de sus cuentas se les pierdan al menos 10 de
los nombres, apellidos, hechos concretos, denunciados y publicados en los
medios de comunicación de Oaxaca, porque el recuento ciudadano que es
hemerográfico indican que no son 62 sino 72 los asesinatos contra mujeres
cometidos en ese lapso. Hernández Gómez siempre está más preocupada por aclarar
las cifras que esos crímenes o por exigir a quien es el responsable de esa tarea, porque ella
no atiende asesinatos, que cumpla.
Luego plantea (el boletín)
que están muy preocupados en la PGJE por lo que “se han dado a la tarea en este
Gobierno de acelerar los procesos de investigación e integrar debidamente las
averiguaciones previas para que estos delitos sean consignados a la brevedad y
alcancen una penalidad acorde a lo que
indica la muerte forzada de una mujer”. ¿Muerte forzada? ¿Por qué tanta
confusión?
Bueno, luego la
Subprocuradora deja en claro que “su misión” fue crecer el porcentaje de
eficiencia en investigación, abatir el rezago y abatir el feminicidio, de antes
y de ahora. Bueno esa más que su misión es su obligación.
Y para ser eficientes, señala
como gran logro que la burocracia de la justicia aumentó y seguirá creciendo
cuando a fin de año se inaugure el centro de justicia y el colmo del cinismo es
que la representante del procurador Jesús López López, quien por cierto estaba
en otros menesteres en la ciudad de México que nada tienen que ver con su tarea
de “procurar justicia”, es que tanta burocracia servirá para generar políticas
públicas adecuadas y acrecentar la conciencia en la juventud para frenar tan
grave delito.
Debo confesar que hasta ahí
llegue del boletín, ya no podía más con las declaraciones, pues de tanta risa
me sangraron las comisuras de la boca, porque luego la titular del IMO, Anabel
López Sánchez, también confiesa sobre otras “grandes misiones” en referencia a
lo que hacen en la Procuraduría para atender “asiduamente” la problemática de la
violencia contra las mujeres, ¿cómo ven? ¿asiduamente? Vaya que me hicieron
reír en un tema tan serio.
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