A Reserva
Noviembre de la No Violencia Contra la Mujer
Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
El 17 de diciembre de
1999, a través de la resolución 54/134, la Asamblea General de la ONU declaró
el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer, una conmemoración previamente establecida por las feministas
latinoamericanas en memoria de las hermanas Patria Mercedes, María Argentina
Minera y Antonia Teresa asesinadas a garrotazos un 25 de noviembre de 1960 por
ordenes del dictador de República Dominicana, Leonidas Trujillo.
La resolución de la ONU
invitaba a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las
organizaciones no gubernamentales a que organicen en ese día actividades
dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto al problema de la
violencia contra las mujeres.
En el marco de esta conmemoración
el año pasado diversas organizaciones civiles y mujeres “totalmente indignadas”
de Oaxaca salieron a la calle a denunciar que en los últimos 10 años se hubieren
registrado 550 asesinatos de mujeres y 95 en el 2011. Asesinatos perpetrados en
el breve periodo del gobierno del cambio.
Después de esa acción ciudadana, se
declaró al 2012 como Año de la no Violencia contra las Mujeres por el gobernador
Gabino Cué Monteagudo, claro que fue solo una declaración mediática, de esas
que se le ocurren al gobernador de Oaxaca en momentos de calentura política,
pues a pesar de ello las mujeres siguen padeciendo la violencia, no nada más la
consabida en los espacios “privados”, también y ante todo resisten el desinterés
del gobierno estatal. Una vez más confirma que eso de decretar “sin ton ni son”
resulta puro engaño, en este caso para infortunio de las oaxaqueñas.
Sí, la inacción, la impunidad, la
prepotencia, la injusticia, la falta de programas serios y oportunidades
reales, se traducen en violencia institucional, dejando al grupo mayoritario de
la población: las mujeres en situación vulnerable frente a la terrible
discriminación, sujetas a una serie de
abusos a sus derechos fundamentales.
La mujer ha protagonizado múltiples
vejaciones que se reproducen en todos los ámbitos sociales, el hecho de su
reciente visibilización-de lo que se han encargado las mujeres, no los
gobiernos- muestra que la situación de dominio patriarcal ha perdurado por
siglos y que solo podrá dar un viraje importante
a través de un cambio cultural significativo, desde la estructura normativa
jurídica pasando por políticas públicas que refieran verdadera voluntad
política, desde su priorización en la agenda pública y una comprometida
planeación que disponga de los recursos necesarios y, por supuesto, con la
disposición que ordene y vigile la debida transversalización con perspectiva de
género.
La violencia hacia las mujeres ha
tenido vigencia milenaria, es resultado de la discriminación múltiple y se encuentra
arraigada en todas las manifestaciones de la cotidianidad humana, en Oaxaca se
ha acrecentado considerando que las mujeres de los pueblos y las comunidades
indígenas conforman un sector de la población en el que los niveles de pobreza
son más profundos y que sus propias actividades y roles atentan contra sus
derechos.
Sin duda las mujeres indígenas de
Oaxaca conforman el sector de la población femenina más lastimado, pues
históricamente han sido discriminadas y afectadas por la pobreza.
La violencia hacia las mujeres
implica para el gobierno estatal solo una oportunidad política para el discurso
mediático y seguramente en los próximos días, estaremos oyéndolo de nuevo, rodeado
de luces y cámaras, otra vez con su retórica vetusta, prometiendo lo que no
tiene agallas o no sabe cómo cumplir. Fuera de cámaras, indiferencia y silencio.
Desde su pronunciamiento de hace
casi un año “por nuestras mujeres” –forma sutil de apropiación- en Oaxaca sigue la violencia en todas sus
expresiones y modalidades, el Estado se hace a un lado en la precaria o nula
prestación de servicios básicos (salud, agua, educación, vivienda) favoreciendo
la feminización de la pobreza.
El marco jurídico de Oaxaca aun
criminaliza el derecho a decidir de las mujeres sobre sus cuerpos sin
pronunciamiento alguno del gobernador que hoy se ostenta como de izquierda
progresista.
Igualmente se obstruye
paradójicamente la iniciativa de reforma integral que el propio gobernador
entregara al legislativo local para modificar las normas penales del estado,
destinadas a sancionar los actos que atenten contra los derechos de las
mujeres. La tipificación del feminicidio y
la violencia obstétrica entre otras disposiciones. Situación que hace
responsable a la falta de consenso político de los poderes aliancistas de la
paz y el progreso de la inacción e impunidad que ha permitido -en lo que va del
año 2012- 70 asesinatos de mujeres, sin
considerar la gravedad jurídica requerida, en la investigación por demás
ineficiente de las instancias de procuración de justicia.
La desarticulación de las
instituciones del estado en materia de prevención han sido poco menos que
nulas, resultan aisladas y sin refrendo las pocas que existen, los recursos
presupuestales en esta materia son insuficiente y en el peor de los casos inexistentes.
La corrupción y la impunidad en las
áreas de justicia hacen que las mujeres
no tengan confianza en las instituciones y la denuncia se disminuye
sustancialmente.
La violencia de género, se
entrecruza con las condiciones marginación social y económica que no encuentra
salida sin programas serios que refuercen las capacidades de las mujeres y
ofrezcan serias alternativas laborales, es necesario que los asuntos de las mujeres
dejen de estar en la escala pública del asistencialismo y solo fomenten el
culto a personalidad de mujeres voluntarias que se apropian del quehacer que le corresponde en estricto derecho al
gobierno y sus instancias.
De hecho, con relación a
los hombres, hay aún en Oaxaca un mayor número de mujeres analfabetas y
monolingües, sus niveles de escolarización son inferiores, y tienen altos
niveles de fecundidad, reportando un alto riesgo de muerte por complicaciones
derivadas del embarazo, parto y puerperio que el gobierno estatal no ha podido
revertir.
En Oaxaca se ha descuidado la acción
de los medios, incluyendo por supuesto los propios medios del gobierno, donde
se siguen socializando imágenes estructuradas en una relación violentamente
jerarquizada. Estos medios no solo son vía de transmisión de discursos, además,
se convierten en factores esenciales para la construcción de una sociedad
violenta.
Señor gobernador, las oaxaqueñas no
tenemos que agradecer ninguna de sus acciones en este año porque simplemente no
las hay.