Mujeres y Política
¿Dónde están?
Soledad
JARQUÍN EDGAR
Una a
una se las llevaron, las desparecieron. Hay carteles con sus rostros, nombres y
teléfonos para llamar si algo supiéramos de ellas…ahí permanecen, se deslavan
por los meses de lluvias, el sol intenso, el viento ocasional. Luego vuelven
sus rostros a los posters que cuelgan de algunas casas, al papel renovado que
sus familias colocan sobre los postes, las cabinas de teléfonos, al entrar en
las plazas comerciales, en algunas escuelas, afuera de un templo católico…ahí
están sus figuras pero ellas siguen ausentes, nadie responde al llamado, nadie
las ha visto en días, en meses y algunas hasta en años.
Me dan
terror sus ausencias, pero más preocupa que se nos haga costumbre mirar esos
rostros de mujeres desaparecidas, me aterra pensar que el dolor de sus familias
no nos alarma y me preocupa que se conviertan en números para las autoridades o
en archivos que de viejos se olviden…me da mucho pánico que su tragedia nos sea
indiferente, que nos olvidemos del dolor de sus familias y su esperanza de
volverlas a ver.
Durante
24 horas de cada día, alguien se pregunta por ellas ¿Dónde estás hija? Y frente
al infinito parecen convertirse en “nada, nadie”, parafraseando el título de
las crónicas que sobre el terremoto de 1985 ocurrido en la ciudad de México recogió
la escritora Elena Poniatowska, quien de esta forma habría garantizado que no
se olvide nunca la dramática realidad de una ciudad devastada.
Así
tendría que ser este “nada, nadie” de las mujeres desaparecidas, debería tener
esa dimensión de nunca olvidar, de no permanecer indiferentes frente a la
tragedia de las familias que hoy velan el regreso y preservan la esperanza de
que las que un día se fueron o se las llevaron por la fuerza y contra su
voluntad, vuelvan, aparezcan.
Son
muchos días de ausencia los que ya se pueden contar entre las mujeres
desaparecidas en los últimos meses o tal vez años en Oaxaca. Me aterra pensar
en un solo día sin una de mis seres queridas, en la incertidumbre letal, la angustia
amenazante, el terror frente al no saber nada…Pero insisto me aterra aún más la
inmovilidad humana frente a este delito que crece y crece y, peor todavía, el
saber que muchos hombres siguen frecuentando los bares de toda clase y
categoría (si pudieran clasificarse así) o que marcan un teléfono para
contratar “servicios sexuales” o que tal vez gustan del cine porno o la compra
de sexo por internet.
La
satisfacción de unos sobre la tragedia de muchas mujeres sometidas a la trata,
a la esclavitud sexual. Hombres que se dicen inocentes o ignorantes porque “no
se dan cuenta” de que con sus actos propician que esta conducta inhumana de
robar la vida de las personas, niñas o mujeres, están propiciando que cada día
se extienda más y más este terrible delito, que nos muestra que hemos
retrocedido siglos como humanidad y lo mucho que hemos perdido las mujeres.
Esta
semana, en el portal SIN EMBARGO.MX leí el artículo de Hirania Luzardo de The
Huffington Post titulado Las niñas y mujeres mexicanas enfrentan dos monstruos:
la violencia, y el crimen organizado (http://www.sinembargo.mx/19-10-2012/402555). Cierto
y por eso me resulta temeraria la actitud que como sociedad asumimos cada vez
que una joven desaparece en Oaxaca, porque intuimos si es que no lo sabemos a
ciencia cierta que estamos frente a un fenómeno del tamaño de ese monstruo que
cita Hirania Luzardo y que antes nos había sido revelado por otras periodistas
y por muy diversas organizaciones.
En la
pagina web de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca,
aparecen un total de 27 personas desaparecidas, de ellas 13 son mujeres que
desaparecieron en Oaxaca, contabilizando el caso de la abogada Paula Moreno
Gómez, quien fue secuestrada el 4 de febrero de 2011.
No está
aún el caso de Monserrat Jessica Franco Chávez, de 19 años de edad,
desaparecida el sábado 13 de octubre, luego de salir de su trabajo en las
calles de J.P. García en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca.
Las ausentes
Aún
está pendiente y sin resolver el caso de Maydelith Sulem Carmona Favián, quien
también habría sido vista por última vez un 25 de noviembre de 2011 en el
centro comercial Plaza Bella.
Y también sin resolver el de Rosario Cecilia Velasco
Caballero, de 23 años, quien desapareció el 8 de julio de 2012, desapareció en
la calle Ruiz Cortines número 100, colonia Guadalupe Victoria, Santa Rosa
Panzacola.
Y sin
resolver el de María del Pilar García
Pina, quien desapareció el día
lunes 28 de mayo de 2012, en la calle de Álvaro Obregón número 17, colonia
Francisco I. Madero, Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca. Sobre este caso hay otros
datos previos publicados en medios de comunicación y es que María del Pilar
habría sido secuestrada el 24 de marzo de 2008 en San Pedro Pochutla.
En la
misma circunstancia la desaparición de Martha
Ivonne Juárez, de16 años, de quien nada se sabe desde el sábado 14 de
abril del 2012 a las 15:00, la última vez que se le vio estaba cerca del
hospital “Aurelio Valdivieso”, en esta ciudad de Oaxaca de Juárez.
En 2011
además de Maydelith Sulem también desaparecieron Lilia del Carmen Martínez Balanzar, de 13 años, los hechos ocurrieron el
31 de diciembre de 2011, en la población de Chahuites, Oaxaca.
En ese año, se registró la
desaparición de Isis Itandehui Canché Barajas y de María de Jesús Pulido
Bajaras, de 25 y 26 años de edad, respectivamente. Nada se sabe de ambas desde
el 18 de enero de 2011. La última vez que fueron vistas estaban en la calle
DIF esquina Prolongación Veracruz, colonia del Castillo, Tuxtepec, Oaxaca.
Magali Pérez Aquino, de 21
años, desapareció el 15 de agosto de 2011, la última vez que se supo de ellas
estaba en Esquipulas, Xoxo.
En 2010, desapareció Jaquelina
Jiménez Jiménez, de 42 años de edad, de ella nada se sabe desde el 22 de enero
de ese año y fue vista la última vez en San Juan Bautista, Cuicatlán.
Hay otros casos reportados en
2006, se trata de Minerva Vera Alvarado de 62 años, quien desapareció el 29 de
abril en Matías Romero y de Mayra Nayeli Santiago Martínez de 21 años, nada se
sabe desde el 31 de marzo de ese año, la última vez que se le vio estaba en la
colonia Buenos Aires, de San Antonio de la Cal, a menos de 15 minutos del
centro de la capital oaxaqueña.
Y algo más lejos, en una
comunidad del distrito de Juxtlahuaca fueron secuestradas las hermanas Daniela
y Virginia Ortiz Ramírez, su caso tampoco ha sido resuelto. Ellas tenían 14 y
20 años respectivamente. De ellas nada se sabe desde el 5 de julio de 2007. Por
cierto, ellas no están en la página de la Procuraduría General de Justicia de
Oaxaca.
Estos son sólo algunos de los
casos. Podría ser una muestra apenas. Solo cuatro de estas 15 mujeres tienen
más de 40 años. Otras cuatro tienen 13, 14, 16 y 19 años, y siete de ellas
tienen entre 20 y 26 años de edad.
También habría que decir que la
capital oaxaqueña y la zona conurbada son hoy por hoy, los sitios más inseguros
para las mujeres: de esta muestra, cinco mujeres desaparecieron en la capital
oaxaqueña; una en Xoxocotlán y otra en San Antonio de la Cal; dos más en la
región del Istmo, Chahuites y Matías Romero; una en Pochutla y una en Pochutla,
dos en Juxtlahuaca.
¿Qué hacemos? Yo me hago esa
pregunta. La exigencia de que las encuentren debe ser permanente ante las
autoridades; pero además no debemos cerrar los ojos ante un problema que se
repite con cierta frecuencia y en ciertos lugares. No cerremos los ojos ante
este grave problema que la verdad me sigue helando el alma, como el feminicidio
que sigue creciendo en Oaxaca. Si de contar se trata llegamos a 159 esta semana
y los diputados siguen aplastando la esperanza de miles de oaxaqueñas de vivir
en una sociedad sin violencia, el mismo colchoncito que adormece al Procurador
de Justicia, Jesús López y al titular de Seguridad Púbica, Marco Tulio López,
un dúo para puras vergüenzas en el año “de la no violencia contra las mujeres”
de Gabino Cué.
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