Celia Ramírez Pérez, una mujer diferente
* Falleció la primera abogada del Intituto Autónomo de
Ciencias y Artes del Estado
Soledad JARQUÍN EDGAR
El próximo 7 de diciembre, Celia
Ramírez Pérez cumpliría 96 años, sin embargo, falleció el 24 de julio en la
ciudad de México. Ella fue la primera abogada egresada del Intituto Autónomo de
Ciencias y Artes del Estado, actual Universidad Autónoma Benito Juárez de
Oaxaca. En su memoria, recupero algunos datos publicados en el libro Mujeres de
Oaxaca, editado en 2011 por el municipio de la capital oaxaqueña.
Celia Ramírez Pérez concluyó sus estudios en 1940 y
presentó el examen profesional en 1944, 110 años antes hizo lo mismo el primer
abogado egresado de esa institución: Benito Pablo Juárez García.
En los años cuarenta no era común que las mujeres fueran
a la universidad, un tanto porque prevalecía la idea que no debían estudiar una carrera universitaria, pues
su “papel” se circunscribía a la familia. A pesar del ambiente hostil, Celia
Ramírez Pérez no claudicó.
Su padre fue Manuel Ramírez Santos, maestro normalista
y regidor en el gobierno de Oaxaca de Juárez, y de su madre Virginia Pérez
Oceguera. El primero era masón, la madre era Protestante. Ella, contra lo que
establecía la regla, trabajó fuera de casa desde muy joven y era una
excepcional jugadora de golf, pasatiempo que disfrutaba en los campos de don
Guillermo Brena, siendo ya abogada del Poder Judicial.
Su paso por las aulas universitarias estuvo plagado de
dificultades por ser mujer, pero nunca estuvo dispuesta a claudicar. Entre sus
compañeros recuerda a Carlos Lira, Antonio Jiménez Galán, Fernando y Alfredo
Castillo, Martín López Rito, Luis Castañeda Guzmán, todos ellos reconocían en
ella buena memoria y dedicación para el estudio, ganándose el apodo de “El
fonografito”.
Celia se casó con el doctor Álvaro Sánchez cuando aún
no se titulaba. A escondidas de su esposo y suegro -que también era médico-
escribió su tesis profesional cuando esperaba a su segundo hijo, para ello
contó con la ayuda de los secretarios del Instituto, Manuel Castro Rivadeneyra
y Refugio Colmenares “Cuquita”, quienes
le ayudaban enviándole libros de la biblioteca.
Sin decir nada a nadie, Celia Ramírez Pérez presentó
su examen profesional un 25 de julio de 1944, el título de Abogado de los
Tribunales de la República fue expedido el 7 de mayo de 1948, siendo director
del Instituto Autónomo de Ciencias y Artes del Estado, el licenciado Heliodoro
Díaz Quintas.
En 1947, la abogada Celia Ramírez Pérez, quedó viuda
con un hijo y una hija, entonces es designada agente del Ministerio Público de
la Procuraduría General de Justcia adscrita al Juzgado Segundo de lo Civil,
siendo este su primer trabajo como abogada.
Como abogada litigante Celia Ramírez fue pionera en
Oaxaca, las personas se desconcertaban con frecuencia, pues no era común que
una mujer ejerciera la abogacía en los años cincuenta, lo que la llevaba a
sitios donde ellas no eran vistas de manera común, como una comisaría.
En una ocasión sus servicios como abogada fueron
requeridos por una conocida suya que en ese tiempo regenteaba la zona roja de
la ciudad, lugar que se conocía como “El Pueblito”, pues un grupo de sus
abonadas había sido remitido a la comisaría. Como ya era noche, Celia se puso
cualquier par de zapatos, un abrigo y sin ver su arreglo
salió apresuradamente. Con el cabello recién pintado y que casualmente era
del mismo color de su abrigo, se presentó en la Comisaría e hizo los trámites
convenientes para que salieran las señoras. Sin embargo, Celia comprobó que la
justicia es “ciega”, cuando al retirarse, el policía de guardia la detuvo
negándole la salida en tanto no le mostrara “su boleta de liberación”.
En la década de los cincuenta fue una de las
fundadoras de la Escuela Secundaria por Cooperación, actualmente escuela
secundaria José Vasconcelos.
En su currículum destacan los cargos de: Directora del
Registro Público de la Propiedad, Directora del Archivo General de Notarías y
Registro Público de la Propiedad, Jueza Segunda Penal, Jueza de lo Familiar,
Jefa del Departamento Jurídico de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito
del Estado, al tiempo que impartía clases en el Instituto Tecnológico de
Oaxaca, hasta su jubilación.
Sus hijas Elisa Sánchez y Leticia Ricárdez consideran
que su madre, Celia Ramírez Pérez, fue una mujer extraordinaria, adelantada a
su tiempo que enfrentó con valor inusitado dificultades impuestas por la el
contexto social del momento.
“Hoy es obligatorio que las mujeres profesionistas
firmen y actúen con su nombre completo, sin atender a su estado
civil. Pero mi madre, Celia Ramírez enviudó poco tiempo después de
presentar su examen profesional. Cuando le fue entregado su título
firmó como Celia Ramírez viuda de Sánchez. Años más tarde,
tramitó la expedición de su cédula profesional que fue emitida recogiendo
los datos de su título. Sin embargo, para entonces, Celia había
contraído matrimonio con el profesor Rafael E. Ricárdez, de modo que el
encabezado de su cédula indica que se trata de Celia Ramírez viuda de
Sánchez, pero al calce se lee la firma Celia R. de Ricárdez”. Por lo
tanto, Celia contaba con dos identidades en la misma cédula profesional debido
a que firmaban según su estado civil.
“Pero no podemos aún dar por terminada esta historia,
años después, estando casada en su tercer matrimonio con el Licenciado Germán
Ortega Torres, hubo de realizar algunas diligencias a efecto de acreditar que
se trataba de la misma persona que ahora firmaba como “Celia Ramírez de
Ortega”, señalan sus hijas.
Desde el año 2002, la abogada Celia Ramírez Pérez
radicaba en la ciudad de México con sus hijas, rodeada de nietos y nietas,
siendo para ellos un ejemplo de vida, una vida “adelantada a su tiempo”, como
decían las compañeras de colegio de sus hijas quienes la admiraban porque era
distinta a otras mujeres de su época.
Hace poco dos años, cuando la entrevistaba para el
texto que escribí para el libro Mujeres de Oaxaca, Celia Ramírez Pérez continúa
preocupándose e indignándose al leer noticias que parecen resultado de la
injusticia social, considera que el estudio y la preparación son elementos
fundamentales para el desarrollo de las mujeres y aseguraba que “la conciencia
de su propia dignidad” es vital para no permitir que se ejerza violencia en
ellas.
En marzo de 2010, la regiduría de Equidad y Género,
precidida entonces por Bárbara García Chávez, le otorgó el reconocimiento de
Ciudadana Distinguida, acto al que acudió acompañada de su numerosa familia.