Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
Dice la teoría que desde el enfoque de
género podemos ver la realidad con claror y percibir las desigualdades entre
mujeres y hombres en un lugar y tiempo determinados. Utilizando esta
herramienta desde sus vertientes operativas nos encontramos con datos
desagregados muy desalentadores en lo que respecta al ejercicio de derechos y
participación de las mujeres en los ámbitos político y económico, considerando
dos premisas fundamentales:
a) El
indicador de la participación de mujeres en puestos públicos de alto nivel en
México es de 8.76
b) En México, 23 de cada 100 hogares se reconoce como jefa
del hogar a una mujer.
Es evidente entonces que estamos muy lejos
del equilibrio en la representación que lo rige el principio de paridad, tanto
en el ámbito de la representación política como en la actividad intelectual,
laboral y profesional, económica y otra actividades humanas.
Sin embargo, la participación de las mujeres
no es lineal, es tan disímbola como injusta. Se desarrolla inequitativamente en
porcentajes desfavorables para ellas.
Mientras las mujeres representan el 41.8%
de la fuerza laboral, muy cerca de la paridad, ellas ganan 22% menos que los
varones; además el 70% de la economía informal está en las mujeres, lo que hace
que el 57% no cuente con acceso a seguridad social, según datos del INMUJERES
con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2011.
En el ámbito político cabe decir que el
padrón nominal tiene el 52% de electoras y en las dos elecciones federales
recientes se registra una votación casi paritaria de mujeres y hombres.
Aún con las últimas reformas legales en
materia electoral en México, sin duda se ha avanzado en relación a las cuotas
de género, logrando mayor participación de las mujeres en puestos de elección
popular, han quedado rezagadas en su participación en los cargos de decisión
política en la administración pública.
En Oaxaca, como la mayoría de las entidades
federativas, las mujeres no aparecen en la designación que realiza el
ejecutivo, lo cual parece una actitud discriminatoria per se si consideramos
que la discriminación se refiere a aquella práctica cotidiana que consiste en
dar un trato desfavorable o de desprecio inmerecido a determinada persona o
grupo de personas.
Reforzando esta reflexión, el Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, ha definido el derecho a la participación
política y el acceso a cargos públicos como: “la facultad en virtud de la cual
las ciudadanas y los ciudadanos
intervienen en forma directa o indirecta en la formación del gobierno del
Estado”.
Si a las mujeres no se les permite o de
facto se restringe esta participación entonces están siendo discriminadas por
el propio Estado.
La participación política como componente
clave de la democracia tiene tres manifestaciones sustanciales:
a) El derecho a votar y a ser elegido o
elegida,
b) El derecho de toda persona a participar
en la dirección de los asuntos
públicos,
y
c) El derecho a tener acceso a la función
pública.
La ausencia de mujeres en la Administración
Pública estatal, nos hace preguntarnos frente a la cacareada democratización
del gobierno si no habrá mujeres capaces en Oaxaca y la única respuesta posible
es “si hay muchas pero casi ninguna al gusto de quien designa o tal vez los
compromisos que existen en el grupo
patriarcal de la político impiden reconocer las capacidades y talentos de las
mujeres oaxaqueñas”.
La importancia de la participación de las
mujeres en la vida democrática de nuestra sociedad, reside en que es un
indicador de cambios profundos y estructurales en la misma, no sólo de
discursos, ya que no son conjuros que posibiliten los cambios que se necesitan
para trascender las desigualdades históricas.
En nuestro Estado las políticas públicas
deben reforzar las libertades democráticas, desde la toma de decisiones,
incluso desde su planeación deben ser ellas las actoras clave del cambio
-refiriendo específicamente a las mujeres-.
Desde otro punto de vista, resultaría verdaderamente
importante la inclusión de mujeres en los espacios de poder de decisión para
una verdadera transformación cultural hacia la igualdad, ya que impulsa modificaciones
en las percepciones subjetivas de las ciudadanas y los ciudadanos.
Es decir, la participación de más mujeres
en estos puestos directivos, en términos simbólicos, construye ydifunden nuevos
modelos de ser mujer, con poder y capacidad de decisión. El mensaje que su
participación envía al ámbito cultural, para ambos géneros, es que compartir y
ejercerel poder no es un hecho aislado, sino que puede ser una práctica
cotidiana, que coadyuvaría eficientemente a revalorar el valor de la igualdad.
Que a una mujer se le reconozca y llegue a un cargo destacado, muestra
la posibilidad del cambio mismo y la superación de los prejuicios.
Las cifras
De las 15 secretarias que conforman el Gabinete Legal, una es mujer.
6.6% de las secretarias están
ocupadas por mujeres.
De las 41 dependencias que conforman el Gabinete Descentralizado, hay 14
funcionarias
34% de las dependencias descentralizadas son dirigidas por mujeres.