A Reserva
A lo que sigue
Bárbara
GARCÍA CHÁVEZ
La
batalla mayor terminó, se utilizaron toda clase de armas mediáticas, desde el
infundio hasta la calumnia dolosa; desde la exacerbación de un pronunciamiento
de campaña hasta la minimización de logros alcanzados en alguna carrera
política de la y los contendientes.
El
desprestigio, la mengua y la descalificación fueron durante meses el pan de
cada día. Los medios masivos de comunicación dieron cuenta de la beligerancia
entre los sujetos de la contienda electoral, convirtiéndose incluso en actores
determinantes del resultado electoral. Las elecciones presidenciales 2012 en
México resultaron, ni duda cabe, un gran negocio estratégicamente planeado por
los grandes consorcios televisivos.
Incluso
los afanes de campaña para desacreditar a Televisa y TV Azteca resultaron enormemente
fructíferos en sus saldos a favor, utilizando mano diestra transformaron los cuestionamientos sociales y
las exigencias de democratización de la información en argumentos proclives a su
causa, primero dando cuenta de los sucesos y movimientos que denunciaban su
inclinación hacia alguno de los candidatos, la muy poca imparcialidad traducida
en carga noticiosa y comentarios afilados que pudieran implicar determinada
influencia frente al público televisivo.
Para
hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y dinero. Frase
elocuente de Napoleón Bonaparte, excelso estratega militar en el tiempo en que
el poder político se lograba ganando guerras más que con acuerdos o prácticas
democráticas; aplicable a la guerra electoral, sus campañas y la disposición de
los millones de pesos que el IFE entrega a cada partido para tal efecto. En
esta elección especialmente el gasto mayor se invirtió en los medios de
comunicación, fundamentalmente los televisivos, lo que es de entender si
consideramos que más del 93 % de las familia mexicanas tiene TV en su casa y
cuando menos le llega la señal abierta de los canales del dupolio televisivo
(Televisa y TVAzteca).
Ahora, incluso
el movimiento universitario “yosoy132” fue
capitalizado magistralmente por los consorcios de comunicación, básicamente por
Televisa, que se camuflajea de sensible a los requerimientos sociales, responde
abriendo espacios “democráticamente” a las voces disidentes, hasta publicar las
manifestaciones que se instalan en las puertas de sus estudios y justifican el
derecho a la información ciudadana, que ellas, las televisoras “garantizan”.
Parafraseando al gran Napoleón Bonaparte: “En las revoluciones hay dos clases
de personas: las que las hacen y las que se aprovechan de ellas”.
Por
supuesto la transmisión del movimiento “yosoy132”
ha sido un buen negocio; la obligación
de informar entra en el estatus del mercado mediático, que aún con las redes
sociales no ha sufrido daño importante, considerando que el uso de las modernas
tecnologías electrónicas llega al 30% de la población y solo 12 millones están en la edad de votar. La mayoría de las y los mexicanos siguen
teniendo en la radio y la televisión, el medio más accesible para informarse.
Las
políticas del mercado neoliberal marcan desde la perspectiva capitalista
hegemónica los requerimientos económicos de las líneas de acciones públicas que
determinan el poder político y sus alianzas; es fundamental para la continuidad
de este modelo económico en el que México está suscrito, la liberalidad de los
medios de comunicación que están a su vez supeditados al control del capital
que subyace globalmente.
Ninguna
de las candidaturas, gane quien gane, se pronunció por modificar los estandartes
económicos neoliberales en los que hasta hoy se encuentra México. Lo que sigue
en nuestro país será igual o cuando menos muy parecido a lo que conocemos. Vale
otra cita genial de Napoleón I: “Es injusto que una generación sea comprometida
por la precedente. Hay que encontrar un medio que preserve a las generaciones venideras
de la avaricia o inhabilidad de las presentes”.
Tal vez
tendríamos que reflexionar si el actual movimiento estudiantil vislumbra la
continuidad de lo que les han dejado y están buscando mecanismos para cambiar
un futuro que no les garantiza ni bienestar ni felicidad, tal vez pasando la
coyuntura electoral tengan más posibilidades de actuar en consecuencia, tal vez
puedan mirar con claridad una realidad obnubilada por un proceso mediáticamente
pervertido, tal vez lo que sigue será una lucha por darse lo que quieren sin
arrastrar lo que quisieron las clases políticas que dejan su plasma vieja y
corrompida.
Hoy
debemos ver hacia adelante, revisar que dejamos y que nos llevamos; por lo
pronto en el contexto de desconfianza a las instituciones electorales, en el
ambiente eufórico e intolerante, en algunos casos hasta violento, habría que
reconocer el papel que juega la casa nacional del conocimiento y la ciencia: la
UNAM; que en palabras de su rector José Narro Robles, destacó la transparencia
y certeza de los resultados que emitirá el PREP la noche del 1 de julio; expuso
que el programa es confiable y dará certeza a la elección; de esta manera
Narro, en el que tienen confianza miles de estudiantes, gente de la académica,
de la ciencia y espero, de la política, da el respaldo a la firma de un pacto
de civilidad, convocado por el IFE, entre los tres candidatos y la candidata a
la Presidencia de la República.
El
rector de la UNAM expresó que “a veces construimos y vivimos prisioneros de
nuestra mitología, que el mito de que cuando el río suena es que agua lleva, nos
hace creer supuestos inexistentes, mientras no se demuestre lo contrario todo queda
dentro de la imaginación”.
La
intervención de la UNAM desarticula cualquier pronunciamiento de ilegalidad o
fraude electoral en el conteo de las cifras que respaldarán la validez de los
votos emitidos, lo que en una primera instancia imprime legalidad al tan
desacreditado y desgastado proceso electoral. Es un paso adelante que mete
freno de mano, a cualquier inspiración bélica conflictual conspirativa o
declarativa, para tranquilidad de una buena parte de la sociedad y ciertamente para
frustrar intenciones mordaces de quien veía propicio el terreno para reyertas
que seguramente serían desarticuladas y con poca fortuna.
Sigue
conservar lo ganado, hacer y fortalecer alianzas, defender lo que nos
corresponde y obligar a que el gobierno, con el rostro que sea, tenga límites y
contrapesos, quitarles los números a las mujeres y hombres, tenemos nombres,
identidad y dignidad.
“Nadie
puede hacernos sentir inferiores sin nuestro consentimiento”. Eleanor Roosevelt