Las armas cortas
Soledad JARQUIN EDGAR
Hace apenas dos años, durante una reunión celebrada en la Universidad de San Diego, California, Estados Unidos, la Red de Acción Internacional contra las Armas Ligeras, conocida como IANSA (por sus siglas en inglés) informó en su boletín que la tasa de homicidios por armas de fuego en México era de 5.11 por cada cien mil habitantes, la estadística correspondía al principio de la década. Hoy el panorama es otro como resultado de la confrontación armada que el gobierno federal, que encabeza Felipe Calderón, hace contra el crimen organizado.
Entre 2006 y 2008, la cancillería mexicana reconoció ante la Organización de las Naciones Unidas que la tasa de homicidios pasó de 5.11 a 11 por cada cien mil habitantes, es decir se duplicó, si se compara con las cifras que daba IANSA apenas uno o dos años antes. Otra estadística ubica a México en el lugar número 25 de una lista de poco más de 100 países entre los cuales se midió la tasa de homicidios, el resultado nos hace pensar en la peligrosidad de este país. Por ejemplo, es uno de los más peligrosos para el ejercicio del periodismo.
La semana pasada, por ejemplo, Sara Lovera explicaba que la guerra contra el narco, ha dejado 30 mil 55 asesinatos de esta guerra interna que vive México, aunque la Secretaría de la Defensa Nacional “reconoce sólo 25 mil 800 casos. De ellas, más de 600 son mujeres dentro de lo que el gobierno federal llama la “guerra contra el crimen organizado”.
Guerra que es una de las razones del incremento de asesinatos, ya que “en países en paz (los asesinatos) pueden ser tan altos, o incluso mucho más altos que en los países en guerra”, lo que ahora está pasando en México, por ejemplo.
Sin embargo, esta terrible y sangrienta confrontación que se gesta en las calles del país no debe hacernos perder de vista que las armas cortas o ligeras son letales dentro del hogar, donde las mujeres se convierten en las principales víctimas y debemos reflexionar sobre el tema ante la proximidad el Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la mujer, que se conmemora cada 25 de noviembre -iniciativa que surgió en la década de los años ochenta en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, como un recordatorio a las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas políticas asesinadas en 1960, por ordenes del dictador de República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo; la conmemoración que la ONU hizo “oficial” en diciembre de 1999-.
Tener armas en casa es una amenaza para la seguridad humana, según estudios realizados por la Red de Acción Internacional contra las Armas Ligeras, que señala que decenas de miles de mujeres son asesinadas cada año y muchas son heridas, violadas, intimidadas y amenazadas.
Los casos concretos están en todo el país, los emblemáticos podrían ser Ciudad Juárez, en el Estado de Chihuahua; el territorio ocupado por la etnia triqui en Oaxaca, o tal vez el paradisiaco Cancún, en Quintana Roo, donde se reportan 500 denuncias de violencia contra mujeres este año: por citar algunos ejemplos, donde las mujeres se llevan la peor parte ante la proliferación de estas armas cortas o ligeras que son, a fin de cuentas, un jugoso negocio que deja miles de millones de pesos a los países que las producen.
La red IANSA, a través de sus investigaciones y estudios, refiere que las armas cortas aumentan 12 veces las posibilidades de una muerte violenta para las mujeres, en comparación con otros medios de violencia. Lo dramático es que en México, este país que dejó de ser pacífico y pacifista, existen 15 millones 500 mil armas de fuego en posesión de ciudadanos, de las cuales 10 millones no están registradas, según datos que dio a conocer la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito este mismo año.
El resultado, es lamentable, más en unos estados del país que en otros, porque los crímenes contra mujeres se cometen todos los días. Por ejemplo, recordaremos la declaración de la ex directora de la Red Nacional de Refugios, Margarita Guillé Tamayo, que ilustra el violento panorama. Guillé Tamayo dio a conocer que cada año son asesinadas dos mil 500 mujeres y niñas por parte de sus parejas o por un familiar. Ahora habría que añadir que el Feminicidio en México tiene un nuevo rubro, considerando que 650 mujeres han sido ejecutadas en “esa guerra que no es nuestra guerra”, sino la guerra de Felipe Calderón contra el llamado crimen organizado. Y es feminicidio porque muchas de esas mujeres son asesinadas por venganzas, por ser las esposas, las madres, las hermanas o las hijas, tanto del bando de la delincuencia organizada como del ejército, recordemos lo sucedido con la familia de un marino en Tabasco.
El gabinete de seguridad, como se dio a conocer la semana pasada, revela que ese nuevo rubro del Feminicidio, es decir, asesinatos de mujeres como resultado de la guerra de Calderón, por venganza o quizá en el fuego cruzado entre elementos de seguridad o del ejército contra el crimen organizado, esas acciones de crueldad y brutalidad que dejan miles de huérfanos, se incrementó este año un 600 por ciento en relación con el anterior.
El problema sí lo estamos viendo en la calle, por ser eso cruel y despiadado, pero también está en el hogar, ahí están las armas y así lo testimoniaron al menos mil 500 mujeres que llegaron a los refugios, como dijo en su momento la entonces directora de la Red Nacional. Ellas, esas mujeres de carne y hueso dijeron que durante la tortura o violencia a la que fueron sometidas por sus parejas, ellos utilizaron armas cortas o ligeras para amenazarlas.
Efectivamente, según IANSA, las armas dentro del hogar no protegen a las mujeres, por el contrario ponen en riesgo sus vidas, es más probable que se utilicen para intimidar o lesionar físicamente a un miembro de la familia, en mayor medida que a las mujeres. En ese sentido, la Red de Acción Internacional contra las Armas Ligereas propone que las armas cortas estén fuera del hogar, en tanto los gobiernos deben evitar la impunidad y por el contrario deben garantizar que los sistemas de justicia penal alienten a las mujeres a reportar la violencia en el hogar, ofrecerles apoyo cuando lo hagan y traten a la violencia doméstica como una ofensa seria, tanto que deja miles de mujeres asesinadas, con lesiones de por vida e incapacitadas.
Hay mucho trabajo para “desarmar” los hogares, considerando que está de por medio un negocio mundial que produce cada año siete millones de armas cortar y largas, que deja ganancias multimillonarias y que pasan de un país a otro con facilidad, pero que para desgracia de quienes habíamos el mundo, deja al mismo tiempo alrededor de mil pérdidas humanas por día y tres mil lesionados cada 24 horas en todo el planeta.