Por Sara Lovera
Las próximas semanas en México arreciará la conmemoración del centenario de la Revolución Mexicana, aquella que perfiló lo que podría ser nuestra identidad nacional; la revuelta que ofreció a mexicanas y mexicanos la posibilidad de vivir en una nación íntegra, capaz de construir una sociedad justa y digna, en igualdad.
La Revolución, cuyo estallido se fechó un 20 de noviembre, es hoy una quimera. Ni paz ni justicia para todas y todos. Menos igualdad. En la que la querella de las mujeres ha sido una constante.
En 1917, se obviaron nuestros derechos políticos reclamados, según dato histórico, desde 1811 en la ciudad de Zacatecas, querella que duró 142 años hasta que un 17 de octubre de 1953, finalmente, se decretó que las mujeres podríamos participar como ciudadanas completas, reconocidas para contribuir en la cosa pública.
Así, todos los octubres y no por las lunas llenas, hermosas y románticas, se convirtió en una fecha significativa. Nuestras madres y nuestras abuelas, nosotras mismas, pensamos que depositar nuestro voto podría resolver las demandas y necesidades propias, voto para contribuir a hacer patente el sueño que un día tuvieron Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin, rusa y alemana, respectivamente, a favor de un mundo democrático y pacífico.
Hoy, sabemos, en un país de más de 30 mil ejecuciones en cuatro años ha dejado 50 mil huérfanos, muestra el atraso en que vivimos y la quimera que parece inalcanzable.
El derecho ciudadano, donde el instante de votar y elegir, se muestra como un espejo opaco, apetecible, pero insuficiente y fugaz y eso obligó a quedarnos en la algarabía exclusiva del memorial. Pero es indiscutible que somos herederas de un nutrido litigio por los derechos femeninos, un constante vaivén de avances y retrocesos. Una permanente posposición de lo que deseamos como democracia genérica, es decir aquella donde desaparezca de la vida cotidiana cualquier indicio de exclusión y discriminación por sexo.
SEÑORA CARNE, SEÑORA DUAL
Este 2010, sin embargo, tenemos mucho que celebrar. El día 20 de octubre será entregada a 26 mujeres, todas con suficientes méritos y capacidades, la Medalla Omecihuatl que desde hace ocho años otorga el Gobierno del Distrito Federal para reconocer la contribución cultural, científica, política y artística. Pero, de manera particular, la feminista; único galardón de esta naturaleza en el país.
Entre ellas las muy destacas universitarias maestras Martha Teresita de Barbieri García y María Gabriela Delgado Ballesteros, ésta última ex directora del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y aquella maestra de varias generaciones de mujeres, universitarias, periodistas e investigadoras feministas de inclinación socialista y comprometida.
Llama la atención que una de las galardonadas será Leticia López Margalli, una de las dos guionistas de ``Las Aparicio'', una serie televisiva producida por Argos Comunicación. Una puesta en escena que rompió todos los estereotipos de las mexicanas.
A través de 120 capítulos llevó a la pantalla chica los temas más debatidos que sobre la vida y la libertad de las mujeres, se logró difundir en forma sencilla, directa, masiva y apasionante. Las Aparicio fue una producción extraordinaria que entre abril y octubre, tocó de manera profunda, llana y didáctica asuntos como el derecho al placer, el lesbianismo, la trasgresión, la trata, el amor no dependiente, la paternidad responsable y la construcción femenina en nuestros tiempos. Dejó en claro que el encuentro amoroso no puede ser marcado por el control y el autoritarismo.
Las Aparicio mostró la vida de tres generaciones de mujeres contemporáneas, urbanas, decididas a tomar las riendas de su vida. La ficción/realidad se construyó alrededor de la viudez femenina y mostró cómo estas viudas comprendieron que para sobrevivir no necesitaron a esos hombres comunes ni a la tradicional familia mexicana, por el contrario, al concluir el 15 de octubre pasado, Las Aparicio se reconciliaron con sus hombres, esos que escogieron y amarán sin renunciar a sí mismas. Algo todavía difícil para la mayoría de las mujeres. Amores maternos y de pareja, sin sacrificio ni entrega, sino en libertad.
Me he detenido Las Aparicio, trasmitida por Cadena 3 (canal 28), porque prácticamente la totalidad de las galardonadas este octubre, alrededor del memorial del voto para las mujeres le apostaron al feminismo como la contribución a liberarse a personalmente y contribuir con su obra y su pensamiento a desarrollar forma de relaciones entre los hombres y las mujeres. A muchas de ellas las conozco y me he beneficiado de sus genialidades.
La serie mostró también cómo es posible otra forma de comunicación y difusión de modelos de mujeres reales que seguramente beneficiadas por el voto, las leyes y este intrincado proceso por hacer entender al mundo que las mujeres debieran ser reconocidas como íntegras, dignas y humanas, es un paso necesario para la democracia y el bien vivir urgente en México.
La medalla Omecihuatl reconoce el aporte, trabajo y la trayectoria tanto de aquellas mujeres que han trabajado por el reconocimiento de los derechos de otras abriendo caminos.
Omecihuatl representa la parte femenina del Dios dual de la creación del Universo, mujer dos, señora de la dualidad, diosa que representa la esencia femenina de la creación en la religión mexica. Entidad que es retomada como un referente para la igualdad entre mujeres y hombres.
Las galardonadas, además de las maestras de Teresita de Barbieri, Gabriela Delgado Ballesteros y Leticia López Margalli, son: Elena Azaola Garrido, María Isabel Belausteguigoitia Rius, Elena Cepeda de León, Alejandra Moreno Toscano, Ana Lourdes Elías Paullada, Paola Milagros Espinosa Sánchez, Julieta Fierro Gossman y Magdalena García Hernández.
Así cómo Marisa Iglesias Aveleyra, Eugenia León Vega, Adela Micha Zaga, Rosa María Mendoza Enciso, Alejandra Moreno Toscano, Regina Orozco Mora, Alondra de la Parra, Martha Patricia Patino Fierro, María Julia Pérez Cervera y Lucia Pérez Fragoso.
Además de María Eugenia Romero Contreras, María Cristina Safa Barraza, Karla Michel Salas Ramírez, María del Pilar Sánchez Rivera, Cecilia Talamante Díaz y María de Lourdes Valenzuela y Gómez Gallardo. Una nota positiva en medio de tanta barbarie.
Esta medalla fue creada por el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y se otorga en el marco del aniversario del Sufragio Femenino en México, que este año cumple 57 años a partir del reconocimiento del derecho al voto de las mujeres.