miércoles, 9 de diciembre de 2015

Violeta


Violeta
Elizabeth CASTRO 

Después de mucho pensar, decidí que la mejor manera de hacerles saber lo que opino acerca de la violencia contra la mujer era a través de Violeta.
Violeta nace como un ejercicio de catarsis, como un grito de indignación, Violeta nace de la necesidad de expresar una realidad que día a día azota a miles de mujeres en el mundo, Violeta expresa, cuenta, cala, denuncia, narra, duele.
Se llama así, Violeta, porque es el tono que la piel arroja días después. Violeta, porque es un sustantivo femenino. Violeta, porque denota una condición, un acontecimiento, una realidad, un algo que desafortunadamente parece inherente a la condición de ser mujer.
Violeta me duele todos los días, pero en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, me atormenta de manera especial, hoy las cifras nos hablan de todas las violetas del mundo y no puedo escribir aquí las cifras, porque me indignan, porque me hacen pensar en los pretextos, en los nunca más, en las promesas y en los juramentos.
Hoy no tengo palabras, hoy me duelen todos los tonos violeta que habitan en la piel de las mujeres, hoy me indignan los gritos ahogados, hoy me escuecen las lágrimas derramadas, hoy me enfurece la complicidad de las autoridades, hoy el silencio me cala. Hoy me duelen los gritos, los golpes, los asesinatos.
Y si, sé que la violencia se manifiesta en diversas formas, pero también sé, que la violencia física trastoca, que no es lo mismo escuchar a una mujer contarte el maltrato psicológico del que ha sido víctima que verle la cara así, violeta.
Violeta.

El reloj da las doce.
Y yo tiemblo.
El reloj anuncia el primer minuto.
Y yo tiemblo.

El reloj no se detiene.
Y yo me sostengo.

Uno, dos, uno más debajo de mis ansias.
Tres, cuatro, uno más en mi cara.
El reloj avanza.

Y no lloro, me mantengo.
Uno más, porque tú mandas.
Dos, tal vez, tres, mejor cuatro, uno más en la espalda.
Diez minutos y mi corazón se calla.
Aquí, en mi boca, porque es canalla.
Aquí, en el costado, porque es resistente y no mata.
Tic, toc… y aún no acabas.
El reloj avanza.

Y no grito y no gimo y no finjo y siento nada.
Estoy tan acostumbrada.

Uno más, por quedarme callada.
Dos, tres, y mi corazón calla.
Aquí, en el piso, así me quieres.
Doblegada.

Te cansas.
Respiras.
Y me sostengo, me pongo de pie y me sostengo.
Me jalas.
Un minuto más.
Ya casi acabas.

Aquí, en mi ombligo, porque soy puta, porque soy fulana.
Aquí, en la costilla, porque te la debo, porque soy nada.
Aquí, en la entrepierna, porque ahí disfruto, porque ahí me gusta.
Arrastrada.

Otro más en la barbilla, porque no soy santa.
Me sostengo, no te miro y te enfadas.
Al final una bofetada.
Te vas.
Me sostengo.

Regresas y me abrazas.
Nunca más, prometes.
Y mi corazón calla.
Tal vez a las doce, tal vez mañana.

Mis ojos vidriosos y llega la calma.
Tal vez al rato, tal vez la próxima semana.
Mi llanto silencioso y tus manos que me callan.


*creo que para algunas personas los términos empleados pueden resultar ofensivos, sin embargo, hago hincapié en el hecho de que son sólo algunos de los adjetivos que acompañan un acto de este tipo, quienes nos golpean buscan siempre denostar nuestra sexualidad y nuestra persona.

Para todas las Violetas del mundo en Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, esperando que algún día la justicia las alcance, nos alcance.


@lyzpc