Violeta
Elizabeth CASTRO
Después de mucho pensar, decidí que la mejor
manera de hacerles saber lo que opino acerca de la violencia contra la mujer
era a través de Violeta.
Violeta nace como un ejercicio de catarsis,
como un grito de indignación, Violeta nace de la necesidad de expresar una
realidad que día a día azota a miles de mujeres en el mundo, Violeta expresa,
cuenta, cala, denuncia, narra, duele.
Se llama así, Violeta, porque es el tono que la
piel arroja días después. Violeta, porque es un sustantivo femenino. Violeta,
porque denota una condición, un acontecimiento, una realidad, un algo que
desafortunadamente parece inherente a la condición de ser mujer.
Violeta me duele todos los días, pero en el Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, me atormenta
de manera especial, hoy las cifras nos hablan de todas las violetas del mundo y
no puedo escribir aquí las cifras, porque me indignan, porque me hacen pensar
en los pretextos, en los nunca más, en las promesas y en los juramentos.
Hoy no tengo palabras, hoy me duelen todos los
tonos violeta que habitan en la piel de las mujeres, hoy me indignan los gritos
ahogados, hoy me escuecen las lágrimas derramadas, hoy me enfurece la
complicidad de las autoridades, hoy el silencio me cala. Hoy me duelen los
gritos, los golpes, los asesinatos.
Y si, sé que la violencia se manifiesta en
diversas formas, pero también sé, que la violencia física trastoca, que no es
lo mismo escuchar a una mujer contarte el maltrato psicológico del que ha sido
víctima que verle la cara así, violeta.
Violeta.
El reloj da las doce.
Y yo tiemblo.
El reloj anuncia el primer minuto.
Y yo tiemblo.
El reloj no se detiene.
Y yo me sostengo.
Uno, dos, uno más debajo de mis ansias.
Tres, cuatro, uno más en mi cara.
El reloj avanza.
Y no lloro, me mantengo.
Uno más, porque tú mandas.
Dos, tal vez, tres, mejor cuatro, uno más en la
espalda.
Diez minutos y mi corazón se calla.
Aquí, en mi boca, porque es canalla.
Aquí, en el costado, porque es resistente y no
mata.
Tic, toc… y aún no acabas.
El reloj avanza.
Y no grito y no gimo y no finjo y siento nada.
Estoy tan acostumbrada.
Uno más, por quedarme callada.
Dos, tres, y mi corazón calla.
Aquí, en el piso, así me quieres.
Doblegada.
Te cansas.
Respiras.
Y me sostengo, me pongo de pie y me sostengo.
Me jalas.
Un minuto más.
Ya casi acabas.
Aquí, en mi ombligo, porque soy puta, porque
soy fulana.
Aquí, en la costilla, porque te la debo, porque
soy nada.
Aquí, en la entrepierna, porque ahí disfruto,
porque ahí me gusta.
Arrastrada.
Otro más en la barbilla, porque no soy santa.
Me sostengo, no te miro y te enfadas.
Al final una bofetada.
Te vas.
Me sostengo.
Regresas y me abrazas.
Nunca más, prometes.
Y mi corazón calla.
Tal vez a las doce, tal vez mañana.
Mis ojos vidriosos y llega la calma.
Tal vez al rato, tal vez la próxima semana.
Mi llanto silencioso y tus manos que me callan.
*creo que para algunas personas los términos
empleados pueden resultar ofensivos, sin embargo, hago hincapié en el hecho de
que son sólo algunos de los adjetivos que acompañan un acto de este tipo,
quienes nos golpean buscan siempre denostar nuestra sexualidad y nuestra
persona.
Para todas las Violetas del mundo en Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, esperando
que algún día la justicia las alcance, nos alcance.
@lyzpc