jueves, 8 de mayo de 2014

¿Yo feminista? Elva Rivera Gómez: Las mujeres como protagonistas de la historia



¿Yo feminista?
Elva Rivera Gómez
Las mujeres como protagonistas de la historia
*La incidencia de la sensibilización no ha impactado la vida de la mayoría de las mujeres, en especial de las adolescentes y jóvenes

Soledad JARQUÍN EDGAR
Elva Rivera Gómez es Doctora en Historia y Estudios Regionales por la Universidad Veracruzana, Maestra en Ciencias Históricas por la Universidad Amistad de los Pueblos, Moscú, Rusia, y tiene estudios de posgrado en Historia de México por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Nació en Oaxaca y desde sus estudios de preparatoria, derivado de los conflictos universitarios que entonces atravesaba Oaxaca, estudió en la Universidad Autónoma de Puebla, hoy Benemérita (BUAP) donde actualmente es profesora investigadora del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras.
Heredera de una tradición ideológica de izquierda que obtuvo a través de su padre Cirilo Rivera Vásquez, quien fuera fundador del Partido Comunista Mexicano en Oaxaca, Elva Rivera Gómez fue becada para estudiar en la entonces Unión Soviética, país en el que vivió durante casi una década, los años de las grandes transformaciones políticas de aquella nación y de gran parte de Europa del Este.
Ingresó al feminismo en dos periodos. El primero fue cuando Daniel Cazés y Marcela Lagarde fundan el Colegio de Antropología Social. Ambos fueron sus maestros. Ahí, Lagarde fundó el Taller de la Mujer. Sin embargo, su contacto con el feminismo no la satisface ni comprende, porque las lecturas y discusiones estaban basados en teóricas anglosajonas y europeas que vivían una situación diferente a la suya, una militante sindicalista y comunista, que además confiesa no percibía la condición social de desigualdad de las mujeres por ser mujeres.
A pesar de ello, recuerda con entusiasmo dos episodios que siempre tendrá en su memoria: el primero ocurrió en 1979 cuando como militante asistió con las sindicalistas universitarias poblanas a la Cámara de Diputados federal para ser testiga de los pronunciamientos del Frente Nacional de Lucha por la Liberación y los Derechos de las Mujeres.
Y un segundo hecho fue el Primer Encuentro sobre la Condición de la Mujer, realizado en marzo de 1980 en el que participaron Alaide Foppa, Marcela Lagarde, Martha Lamas y Franca Basaglia, entre otras importantes teóricas feministas. Hoy recuerda el texto de las memorias, que entre sus primeras páginas contiene una caricatura que advierte: “un fantasma recorre el mundo, el fantasma del feminismo”.
En 1981 viaja a Moscú donde no tiene ningún contacto con el feminismo. Por ejemplo, cita a Alejandra Kolontái, cuyo referente en la Unión Soviética es la de una brillante diplomática y militante del PCUS, pero como feminista no se mencionaba. La razón, explica, fueron los cambios demográficos a raíz de la guerra y la muerte de miles de ellos, favoreciendo la incorporación política de las mujeres. Aunque reconoce que al revisar en retrospectiva hace un balance: ellas se habían incorporado de manera “natural” pero no estaban en la  toma de decisiones del poder central, la URSS era un país donde las mujeres tuvieron una fuerte presencia socioeconómica y política.
El segundo encuentro con el feminismo fue ya de regreso en México, en 1992 ingresó a la UNAM para estudiar la maestría en historia. Entre sus compañeras de viaje, entre la ciudad de Puebla y la capital del país estaban Gloria Tirado Villegas que ya estudiaba el doctorado y María del Carmen García Aguilar quien realizaba estudios de maestría, y asistía al Seminario de Filosofía de la Educación de Graciela Hierro y que terminó por convencerla para asistir a éste. Este espacio y “contacto interdisciplinario me permitió retomar lo que había dejado inconcluso con Marcela Lagarde”.
Encuentro formal curricular
En 1994, la BUAP sufre una reforma curricular profunda, de ahí que como otros profesores fue puesta a disposición; pronto formó parte de un grupo de profesores que  elaboraron el programa de capacitación, el diplomado y después formación de la planta académica que iba a impartir los contenidos de la materia derechos humanos e insertaron, por única vez, los derechos humanos de las mujeres. Este, sostiene Elva Rivera, fue mi encuentro docente curricular con el tema de las mujeres.
Afirma que el conflicto universitario originado con la sucesión rectoral y la crisis de izquierda que encontró a su regreso a México, también afecto al movimiento académico feminista. Por un lado están las alumnas de Marcela Lagarde, que en ese entonces dirigieron el Seminario de Estudios de Género en el Colegio de Antropología Social y por el otro las alumnas de Graciela Hierro en el Centro de Estudios de Género, al que se suma por invitación de la maestra María del Carmen García Aguilar. Esto, añade, la obliga a ser autodidacta, y curricularmente en el curso del Programa  Interdisciplinario de Estudios de la Mujer del Colegio de México y en los seminarios impartidos por el PUEG en el Centro de Estudios de Género, a partir de 1998.
Desde entonces está dedicada a la investigación, formación, capacitación y al trabajo de vinculación con el activismo y con el sector gubernamental. Esto último, propició que dentro de la universidad les pusieran el mote de “feministas institucionales”. Sin embargo, añade, es desde la academia, con las políticas y las activistas, que se logra impulsar la creación del Programa Estatal de la Mujer que más tarde se institucionalizará en el Instituto Poblano de la Mujer (IPM).
Para Elva Rivera Gómez hay un pendiente ¿cómo cruzar su disciplina (la Historia) con el feminismo? De ahí que sigue buscando y preparándose hasta encontrar incluso a grandes maestras como Carmen Ramos Escandón, Julia Tuñón y Ana Lau gracias al Programa Interdisciplinario de Estudios de Género de la UNAM, donde también es alumna de Mercedes Barquet y Martha Torres Falcón, entre otras académicas y feministas. Ellas abrieron la posibilidad para develar el androcentrismo y la invisibilidad de las mujeres en la historia, cómo interpretar las fuentes, que me llevarían a incorporar los temas feministas a mi disciplina.
La integrante del Cuerpo Académico Consolidado de Estudios Históricos, en donde desarrolla la línea de investigación “Género e Historia”, sostiene que a raíz de la creación del IPM fue un ejercicio muy saludable, pero hay un proceso diferente sobre su politización. Se refiere a ello en su tesis doctoral “De la manifestación al aula. Saberes, silencios e inequidades de género en la Universidad Autónoma de Puebla, 1972-2001”.
El cisma del IPM ocurrió a raíz  de la detención de la periodista Lydia Cacho que es llevada por carretera a la ciudad de Puebla desde Quintana  Roo. Este hecho obligó a un sector de las  consejeras  a renunciar en masa, en tanto que la titular del Instituto, la filósofa América Soto, guarda sepulcral silencio; en tanto, que la entonces Senadora Lucero Saldaña sí se pronuncia. Este, dice Elva, fue un momento que marcó al IPM, cuyo proyecto inicial cambió.
Desigualdad de género en la universidad
Por otro lado, en su tesis doctoral analiza lo que sucede con las mujeres (alumnas y académicas) que tuvieron una activa participación en los conflictos estudiantiles y universitarios. El estudio muestra como la mayoría de ellas se incorporan a la institución y a diferencia de ellos no logran las transformaciones laborales académicas, como sí lo hacen los varones.
“Muchos son parejas, militantes de partidos políticos, pero quien tiene la carrera política o académica es el varón y ellas se quedan en segundo plano; las que deciden dedicarse a la academia después de su fase política, se enfrentan a lo que llamamos el “techo de cristal” y demuestro que en el caso de las mujeres no basta con tener una licenciatura, postgrados, a partir del 2000, los reconocimientos establecidos por Conacyt, los perfiles PROMEP o SNI.
Al final, muchas obtuvieron su transformación o definitividad como académicas después de 10 o 15 años, no sólo porque no cubrían los grados sino por la posición política que jugaban sus facultades, la época de los 90 marca un control, corporativismo y una cooptación en la universidad, lo que implicaba ser parte de los juegos políticos de los grupos en turno, algunas de ellas fueron partícipes y otras se mantuvieron al margen.
En sus manos tiene Revolucionarias Somos Todas, un texto colectivo que “nos hace voltear al pasado desde el presente en el que se han desdibujado las utopías y se desvanecen a cada paso algunos sueños que antes guiaban nuestras acciones, nos remite a la historia compartida de las mujeres, una historia signada por la resistencia y la revolución cotidiana, en este sentido, todas somos revolucionarias y también todas somos feministas, como bien se muestra en esta antología”, como dice en la contraportada.
Anuncia que en breve se publicará un nuevo libro conmemorativo al 60 aniversario del voto femenino, en el que se analizan los discursos y la participación política de las mujeres en las seis primeras del siglo XX, en algunos estados de las república, y que en menos de dos años estará cumpliendo un centuria.
De igual forma prepara un texto Dialogando con Alaide Foppa, que será coordinado por la Comité de Guatemala y México (UNAM) con motivo del centenario del natalicio de la escritora y feminista, maestra de varias generaciones en la máxima casa de estudios y a quien escuchó cuando siendo estudiante de preparatoria en aquel Primer Encuentro sobre la Condición de la Mujer.
La doctora Elva Rivera Gómez añade que es importante reconocer que lo que sucede en el centro del país no sucede en otras partes, sin embargo, en muchas cosas se sigue siendo centralista. Por ejemplo, dice durante la formación del Centro de Estudios de Género encontró solo dos centros de documentación y ambos estaban fuera del DF: CIDHAL en Cuernavaca, Morelos, y el Centro de Documentación de la Casa de la Mujer, Rosario Castellanos, en Oaxaca.
Los retrocesos para las mujeres
Las organizaciones no gubernamentales que trabajan los derechos humanos de las mujeres han aportado muchísimo a los estudios dentro de la academia, pero mucha veces la academia no feminista sufre de miopía, sostiene la presidenta de la Red Nacional Licenciaturas en Historia.
Además explica ciertos sectores de la academia se apartaron del activismo, y “utilizaron” los estudios de género con fines exclusivamente académicos, fueron escasas las feministas que continuaron con la academia y la militancia activista, y otros más han utilizando el tema de las mujeres para escalar políticamente fuera de la academia. Estos tres elementos nos permiten hablar de procesos coyunturales que hay que analizar con más profundidad. Un ejemplo concreto es lo sucedido entre los años de 2008 y 2009, cuando se impulsaron las reformas de la ley de la familia, donde fue escasa la participación y pronunciamiento de las académicas, con excepción de las que se asumen y actúan como feministas, la mayoría permaneció al margen, no hubo un reflejo de la conciencia feminista, “se olvidaron del feminismo que les da de comer”.
Como feminista cuestiona a las mujeres de los partidos políticos, de la sociedad civil y de la academia, que han descubierto en la perspectiva de género un “buen negocio”, al crear sus consultorías. Ellas, y ahora ellos, también conocen las reglas del juego, se capacitan en dos o tres cursos de género impartidos por organismos internacionales de gran renombre, con eso se validan y se creen autoridad en la materia. Estos son algunos de los elementos que distorcionan el verdadero objetivo del feminismo.
Otra discusión importante al interior del feminismo, es el hecho de que ciertos sectores de éste no están dispuestas que el tema de las mujeres sea invisibilizado por la categoría de género. El tema son las mujeres e independientemente de la categoría que se analice o esté de moda seguimos siendo las mujeres las protagonistas de la historia y debemos defender no sólo los derechos. También, dice esta estudiosa, hay hombres que se dicen feministas, sin embargo son escasos los que cuentan con una formación sólida y actúan como aliados de las feministas.
En suma,  agrega, hombres y mujeres de ciertos sectores del feminismo académico, son una autoridad en la materia, otros más son “guetos”.
Frente a esa realidad, Rivera Gómez plantea: El problema es para las nuevas generaciones, para las que empiezan, ¿cómo compartir esos saberes, cómo llevar a cabo el relevo y el dialogo intergeneracional? ¿quiénes serán las sucesoras de las pioneras del feminismo académico como Teresita de Barbieri, Elena Urrutia, Marta Lamas, Marcela Lagarde, Graciela Hierro, entre otras? y ¿cuáles son las transformaciones teóricas y futuro del feminismo mexicano?
Además, las nuevas generaciones están descubriendo el mundo que les toca vivir bajo un contexto neoliberal, realidades totalmente distintas a las que tuvimos cuando vivimos en el estado de bienestar o la crisis del estado de bienestar.
Recuerda que el feminismo llegó justo a la academia cuando se gestaba el tránsito de la crisis del estado de bienestar, en la década de los setentas, y el establecimiento del neoliberalismo en los ochenta. “Ni en México ni en Latinoamérica logramos medir ni percibir cuál era el trasfondo de esas políticas, nos quedamos a defender los derechos colectivos y ahora estamos transitando a los derechos individuales con el neoliberalismo.
¿Cómo vamos a defender el derecho a la maternidad voluntaria, a una maternidad deseada, elegida, cuándo hay una contrapropuesta jurídica que no te reconoce en lo colectivo sino en lo individual?
El cuerpo y la sexualidad propiedad privada
Sostiene que ese es el elemento central del neoliberalismo, inspirado en todas esas leyes del siglo XIX y recomienda por ello estudiar el siglo XIX a fin de reconocer todos esos cambios.
“Creíamos superado todo con el estado de bienestar, con los derechos colectivos, ahora lo que observamos es que el cuerpo y la sexualidad siguen siendo un tema de propiedad privada, una opción de sujetos en lo individual y no de sujetos en lo colectivo”.
Y agrega que comprenderlo ahora que estamos en una crisis del neoliberalismo no es fácil, de ahí que sólo ciertos sectores feministas se movilizaran cuando las legislaturas estatales aprobaron frastrac las reformas, tanto que ni la academia lo ha historiado y en general las mujeres jóvenes y maduras no logramos percibir la pérdida de nuestros derechos.
Sobre el futuro del feminismo, como buena historiadora, refiere que este movimiento ingresó a la academia en los años sesenta y ochenta a la UNAM, la UAM y al Colegio de México. A finales de esta década y de los noventa se institucionalizaron algunos centros y programas en universidades estatales, sin embargo, la creación de los postgrados en género es tardía. Prevalece en los centros académicos la misoginia y el androcentrismo, entonces la tarea de sensibilización no ha sido fácil y son apenas unas cuantas instituciones las que ya ofrecen maestrías sobre el tema.
Incluso, INMUJERES en el sexenio pasado introdujo la certificación del Modelo de Equidad de Género en las instituciones de educación superior, y ello ha fortalecido las centros de investigación especializados, así como la apertura de cátedras, diplomados y especializaciones. A raíz del último Plan Nacional de Desarrollo, algunas universidades han incorporado el eje de género a sus Planes de Desarrollo Institucional, lo que no significa que los recursos se utilicen correctamente. En algunas, la certificación ha conducido a la creación de áreas, departamentos y programas de género lo que está bien. En otras se reproducen ferias y se ofrecen conferencias con ponentes y temas que nada tienen que ver con el feminismo o la perspectiva de género al interior de estos centros académicos. Un ejemplo, cita, el curso ofrecido en Veracruz por el ex dirigente del PRI en el DF, Cuauhtémoc Gutiérrez.
Lo que podemos observar es una “mercantilización del género”, tanto por algunas organizaciones no gubernamentales como por instituciones educativas privadas, además de las famosas consultorías que se aprovechan de las metas y objetivos que el país tiene que cumplir en el ámbito internacional, sobre todo en el tema referente a la sensibilización mujeres jóvenes, a la feminización de la pobreza; sin embargo no hay una evaluación y seguimiento de esos programas gubernamentales.
No sabemos cuál es su real y efectiva incidencia, si la hubiera ya habríamos contrarrestado la violencia, ya hubiésemos disminuido el porcentaje de madres adolescentes. Aunado a ello, considera que los dos sexenios panistas llevaron a serios retrocesos en los derechos humanos de las mujeres y ahora estamos pagando las consecuencias.
De igual forma, manifestó que ante gobiernos de derecha o de izquierda con pensamiento conservador la iglesia tiene un poder muy importante sobre el poder político. Un ejemplo lo pudimos observar con (Andrés Manuel) López Obrador como gobernante del Distrito Federal, periodo en el cual la reforma para despenalizar el aborto no avanzó porque no convenía políticamente. La cuestión, entonces, también es de conciencia para el varón, qué quieres para las mujeres de tu país, y eso pocos gobernantes lo logran hacer.
Elva Rivera Gómez sostiene que las reformas que ha habido para el avance de las mujeres más que por voluntad política son realmente respuestas a la presión internacional, lo que se complica aún más si las y los jóvenes no logran percibir cual es el riesgo y los derechos que han perdido.
Feminista de la academia, revela con tristeza que hoy las jóvenes están más preocupadas por reproducir los estereotipos contra los cuales las feministas han luchado durante largo tiempo, “son pocas las mujeres de la sociedad civil y universitarias que logran sensibilizarse y que a partir de ahí dicen no más, lo que significa no dejarse hostigar, violentarse en el aula. Un tema que ahora está siendo investigado desde la academia, el aula, el espacio donde las jóvenes tendrán que librar batallas muy fuertes”.