¿Yo feminista?
Pilar Monterrubio, feminismo sin recetas
* El patriarcado sigue marcando los liderazgos de los
grupos
Soledad JARQUÍN EDGAR
Pilar Monterrubio Viloria es
feminista sin receta. Su estilo es propio e inició cuando tomó una decisión
personal a los 18 años y se apoderó de ella una especie de Eterno Femenino, que
como en la obra de la escritora mexicana Rosario Castellanos, la llevan a tomar la libertad de expresar sus opiniones y
sus propias decisiones, a pesar de los hombres que la han rodeado y de que la
sociedad sostenga, a veces no por escrito, que hay cosas que están prohibidas
para las mujeres.
Es crítica y muy aguda en sus
comentarios. No le gusta que la gente se engañe, pero a la gente tampoco le
gusta que le digan la verdad, condición que le ha costado la antipatía de otras
personas, revela en una conversación periodística que muestra a una mujer
inquieta y emprendedora, una mujer dispuesta a concluir un sueño: escribir
historias de mujeres, las historias cotidianas de esas mujeres, por ello
estudia el cuarto semestre de la licenciatura en Humanidades con especialidad
en Historia. “Volví a la escuela cuando sentí el nido vacío”.
Como el resto de las
entrevistadas para la serie ¿Yo feminista? Pilar Monterrubio Viloria tuvo
rupturas cuando se asumió feminista, la más dolorosa fue con su padre, el
hombre que se esforzó por su salud cuando era pequeña y que incluso mudó a toda
la familia a un clima cálido para que la pequeña Pilar, su princesa, no
sufriera de ninguna dolencia.
Descubrió el feminismo cuando
tenía 18 años, a los 19 años decidió no
usar brasier, su padre no consintió ese acto y en plena cena de navidad le
pidió que dejara la mesa; su hermana Alina se unió a ella y durante horas
lloraron y hablaron sobre por qué las mujeres no podían hacer o dejar de hacer
lo que querían. Pero se empeñó en hacer las cosas a su modo, sufrió entonces la
exclusión de su familia. Molesta por lo que sucedía que optó por cambiar su
nombre y se quitó el apellido de su padre, años después volvería a retomarlo.
En poco tiempo, Pilar decidió
irse de la casa, y para aliviar su dolor se puso a leer todo cuando tenía en
sus manos… “entonces no había internet sino bibliotecas, ahí encontré a Rosario
Castellanos, más tarde a Simone de Beauvoir y otras autoras
que me fueron construyendo como feminista con un sesgo personal”.
La familia es determinante,
sostiene Pilar Monterrubio Viloria, quien como futura historiadora tiene bien
estudiado el árbol genealógico de su ancestros y ancestras. Francisco
Monterrubio es un chozno abuelo que a principios del siglo XIX gobernó Oaxaca.
De ahí viene lo conservador de los Monterrubio cuenta entre risas. Siendo
adolescente, las tías Monterrubio escuchaban a Enrique Guzmán, Pili y Mili y a
Rocío Durcal, en cambio en casa los Viloria la conversaciones eran otras, se
hablaba de comités de base y la música era la trova y otras cosas, y ella
siempre se inclinó por no ser una conservadora, se empeñó en romper las reglas
familiares y en ocasiones las normas establecidas por la sociedad para una
“buena mujer”, su objetivo era ser una mujer completa, disfrutar sus derechos,
tomar sus decisiones y hacer lo que le viniera en gana, y así es hasta la fecha
Pilar Monterrubio.
El feminismo en Oaxaca tiene cerca de 40 años de
haberse iniciado, en lo que se llamó la nueva ola del feminismo, ¿qué dejaron
de hacer las mujeres, en especial las feministas?
Pilar Monterrubio Viloria es
directa y sostiene que las prácticas patriarcales son cotidianas en los grupos
feministas y eso ha contribuido a detener el avance de las mujeres.
“Yo creo que nuestros (de las
feministas) estilos de liderazgo son muy patriarcales. Tiene que ser una
feminista muy estudiada, muy leída, para aplicar un liderazgo sin misoginia,
porque en el fondo somos misóginas”, sostiene seria la entrevistada y apunta
que esa misoginia la ha vivido, porque el patriarcado está en la estructura
mental de las mujeres que por encima de los argumentos ejercen autoridad, poder
y jerarquía.
Afirma que recientemente
experimentó un liderazgo consciente, organizado y respetuoso, lo que le permite
tener elementos para comparar con los liderazgos de algunas mujeres y de
algunas feministas, ello le llevó a concluir que todavía a los grupos de
mujeres hacen falta esos liderazgos que les permitan avanzar, evitar el
desánimo de otras mujeres y los “clásicos” rompimientos.
“Luego me dicen que las
feministas son unas cabronas que quieren parecer ovejitas”, comenta y agrega
que la manera en que los grupos han sido liderados no son los adecuados”. ¿Qué
sucede entonces? Pregunta y contesta: solo hay dos caminos, uno las chavas
imitan el estilo de la líder y otro terminan por irse de los grupos o del
feminismo, “necesitas mucho amor al arte para quedarte y construyes un
liderazgo errado o te quedas solas”.
Pilar Monterrubio Viloria
dice que no siempre ha sido bien aceptada, incluso ha sido rechazada por otras,
la razón es que no es una feminista “comprada con el feminismo”. “Yo sigo
lavando trastes en mi casa, si les digo que hago eso me preguntan si no tengo
dinero paga pagar a alguien para que lo haga, yo digo, sí claro tendría que
pagarle a otra mujer”.
Entre que le falta un
tornillo, como sostiene, se considera rara y nada especial, Pilar ha ido
aprendiendo su propio feminismo, uno que construye todos los días, nada que
tenga que estar “casada” con las ideas marcelalarguescas, girescas o
catoliquescas, “por eso otras feministas prefieren darme la vuelta”. No estoy
casada con ninguna idea, me encanta leer a la antropóloga social Marcela
Lagarde, o veo el trabajo de GIRE o Católicas por el Derecho a Decidir, pero no
podría ser una feminista como ellas ni como muchas otras.
Estoy contenta con mi propio
feminismo porque me ha llevado por caminos maravillosos de mucha construcción,
“soy chida” y eso no le gusta a mucha gente y terminan por rechazarme porque
simple y sencillamente no sigo sus recetas, no hago lo que ellas quieren.
“Llego a la conclusión de que
necesitamos un liderazgo novedoso, vanguardista y emprendedor, lejos de las
actitudes del patriarcado”, porque lo que sucede es que muchas pretenden
imponer sus ideas y sobre todo formas de hacer las cosas, cuando les decimos
que así no se puede, se molestan, pero si decimos las cosas es porque conocemos
a la gente y las costumbres de la gente.
¿Si el feminismo no es una receta sino que tú vas haciendo tu feminismo como lo defines entonces?
¿Si el feminismo no es una receta sino que tú vas haciendo tu feminismo como lo defines entonces?
Mi definición es una practica
cotidiana hasta contigo misma, que pasa por la espiritualidad, por hacer las
compras, por ser sororal, es cotidiano, no hay manera de cubrirte en las
cobijas y decir esta noche dejo de ser feminista. Es algo que tiene que ver
contigo misma, por dentro, lo más difícil para una feminista es ser congruente.
Y hay muchas más incongruentes que congruentes. Y de las congruentes aprendo
cada día, apunta Pilar Monterrubio.
Si tuvieras que convocar a una reunión de feministas,
congruentes e incongruentes, ¿qué les dirías?
Sí, así sería de congruentes
e incongruentes porque no creo que existan cosas puras. Y tenemos que reconocer
que el feminismo se construye en la academia, no es posible un feminismo
vaciado sólo en el activismo, “a huevo” tenemos que estudiar y parte de nuestro
ser feminista es la congruencia con el estudio”.
Explica que la teoría
feminista está mucho más adelante que el activismo y, por otra parte, el
activismo se ha quedado en gestiones. Sí es importante la política pública,
añade, pero en sí misma no tiene manera de mecanizarse sino es a través de una
metodología y aprendes a ser metódica cuando tienes claro lo que quieres, y de
dónde tomas los elementos para construir otra cosa, por eso necesitamos
regresar a la escuela, a los libros o a los círculos de estudios. “Hay que leer
a las feministas desde sus fuentes sería muy interesante, a través de los
elementos cibernéticos-electrónicos”.
Sin embargo, afirma que el
problema está en los orígenes. El feminismo fue muy fuerte dentro de los
partidos políticos, como el ex PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores)
donde había visiones distintas entre los intelectuales y los no intelectuales,
división que parece heredamos las feministas y hay una separación real entre
las académicas y las activistas, y ahora una tercera sección la conforman las
burócratas del género separadas por formación e intereses.
¿Entonces si se trata de
estudiar qué lecturas recomendarías a las nuevas generaciones?
Que empiecen con Rosario Castellanos,
Simone de Beauvoir y después a Marcela Lagarde y Estela Serret, pero que no
dejen de leer La historia de las mujeres de George Duby y Michell Perrot.
¿Se ha hecho algo para que
haya una nueva generación de feministas en Oaxaca?
¡Claro! Estamos trabajando,
somos referencia dejamos trabajo, camino, en todos los sitios donde estuvimos
en las universidades, con las mujeres sindicalistas, con los partidos políticos
como el Partido Mexicano Socialista y con la Unión Nacional de Campesinos,
Agricultores y Productores de Café, con las cafetaleras, en el Partido Mexicano
Socialista y el Partido de la Revolución Democrática.
Cierto, a veces vamos juntas,
yo por ser como soy caminé más sola. Incluso, pensé que las demás no lo veían
así, pero alguien me comentó que me admiraba por eso, porque me habían visto
como un barco navegando sola, Eso es un halago para mi y agrego que si voy sola
en ese mar lleno de barcos grandes y de tiburones, señala entre risas.
Tengo
pendientes personales, quiero volver a la radio con un programa sobre
psicoanálisis femenino y feminista. Necesitamos sanar nuestras vidas, todas
tenemos un lado oscuro que tiene que ver con nuestras relaciones patriarcales o
con nuestras madres, es decir, trabajar nuestro ser interno, conciliar lo
doméstico con lo público, sólo así podemos seguir adelante.
¿Tiene futuro el feminismo?
Sí, el futuro que tiene es el
que nosotras le podamos dar, necesitamos chambear desde ya. Regresar a los
círculos de lectura, a los conversatorios… el problema es que las feministas
estamos siempre muy ocupadas. Pero el futuro será el que nosotras le podamos
imprimir y con ello abrir nuestras casas feministas.
Pilar Monterrubio Viloria
sostiene su felicidad está en tomar sus propias decisiones y hacer lo que le
gusta convencional o no convencional, incluso, tomó la decisión de tener una
novia, pero no funcionó –dice- porque siempre habrá en alguna una carga mayor
de testosterona y la relación se vuelve parecida a lo que se vive en una pareja
heterosexual ¿entonces de qué se trata?, dice entre risas.
¿Te han dicho que te falta un tornillo?
Sí claro, porque expreso lo
que siento, y me doy como soy, la gente está acostumbrada a mentirse, una a
otra persona se mienten para sobrellevar una relación y eso conmigo no
funciona, entonces piensan que estoy bastante loca.
En 2015, Pilar Monterrubio
podría terminar su carrera como licenciada en Humanidades y especialidad en
Historia. Entonces se pondrá a escribir las historias cotidianas de las mujeres
que conoce, por lo pronto seguirá vendiendo lo que sabe hacer talleres sobre
género y en terapia constelar, que le permiten vivir bien y seguirá navegando
sola entre grandes barcos y tiburones, pero no le teme a las olas altas, sabe
que su camino es seguro.