viernes, 14 de septiembre de 2012



Para recordar en este día de las y los locutores 
Siguen sin justicia
Teresa Bautista y Felícitas Martínez


Por Soledad Jarquín Edgar

Abril de 2008.- “Algunas personas piensan que somos muy jóvenes para saber… deberían saber que somos muy jóvenes para morir…

La frase grabada por Felicitas Martínez Sánchez y Teresa Bautista Flores para el 94.9 de FM, “La Voz que Rompe el Silencio”, Radio Copala, fue un presagio. El spot era una súplica que sus asesinos no escucharon y desde algún lugar jalaron el gatillo de una “cuerno de chivo” el 7 de abril pasado (2008).

San Juan Copala tiene una calma aparente, una calma verdadera desde hace poco más de un año para las autoridades del llamado municipio autónomo. “Antes desde donde te pararas eras blanco de un tiroteo”.

Enclavado en una región montañosa difícil, a más de dos mil metros de altura donde las nubes confundidas con neblina parecen tocar las tierras del occidente de Oaxaca, San Juan Copala es municipio autónomo desde enero de 2007, donde los contrastes son coloridos como el conjunto rojo quemado que hacen cientos de mujeres cuando están juntas, bajo la sombra del edificio municipal color verde claro o la fachada azul del tempo del santo patrono “Tata Chú”.

Todo en contraste permanente con los estragos que muestra el abandono, con las diferencias que crean la confusión, la información diversa… pero en algo hay coincidencia. Todos y todas quieren justicia.

Las mujeres –dicen las propias triquis-- se han convertido en el nuevo blanco de la violencia. Ahí estaba la advertencia del spot radiofónico grabado por Teresa y Felícitas. A los casos de violación, despojo y desaparición de mujeres en el territorio de las comunidades del Movimiento de Unificación de Lucha Triqui (MULT) se suma el asesinato de Teresa y Felícitas, también de “ese mismo lado”, sólo que ellas eran integrantes del municipio autónomo de San Juan Copala.

Se habla de venganzas familiares, se habla de un añejo conflicto político, se habla de división entre los pueblos triquis provocado por los partidos y organizaciones políticas, pese a todo hay llamados de las autoridades del municipio autónomo y de un grupo de mujeres triquis --que no pertenecen a San Juan Copala-- para que investiguen y haya justicia.

Pero no hay investigaciones en el caso de las hermanas Daniela y Virginia Ortiz Ramírez, desaparecidas el 5 de julio de 2007, hace más de nueve meses,  ni “los agentes de la Procuraduría General de Justicia del estado han preguntado en San Juan Copala” sobre Felícitas y Teresa, reporteras y locutoras asesinadas hace ya casi dos semanas el 7 de abril de 2008.

AMENAZAS PARA SILENCIAR 

Una pequeña casa de madera y lámina alberga a espaldas del palacio municipal la estación “La Voz que Rompe el Silencio”, Radio Copala, desde ahí, Jorge Albino, su coordinador, advierte que las familias de las dos locutoras y reporteras, así como del oficial del registro civil herido en el mismo atentado (Faustino Vásquez Martínez) han recibido “amenazas, parece que ellas (las familias) no van a hacer declaraciones”.
Luego, frente a Arturo Peach, de la Quinta Visitaduría de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, acusa:

El gobierno, sin dar nombres, ha ofrecido recursos económicos y otras cosillas que los pueden ayudar por allí. Parece que estamos viviendo otro Zongolica, “(el gobierno) lo primero que hace es ofrecer algo a las familias para que no digan nada y después comprueban que no hay nada. Lo pueden usar como un crimen que no era en contra de ellas por ser reporteras, pueden decir que no era un atentado a la libertad de expresión comunitaria, (dirán) que no haya culpables, que se quede sin nada”.

Un invitado de la prensa bromea: dirán después que murieron de gastritis.
Jorge Albino señala que existen autores intelectuales y materiales del crimen de las dos locutoras y periodistas, señala otra vez al Partido de Unificación Popular (PUP) quien sostiene es el brazo ejecutor, el grupo paramilitar del MULT, todos financiados por el partido oficial y el gobierno.

(El atentado) viene del gobierno federal que no quiere que los proyectos de radio comunitaria funcionen. Viene del gobierno estatal que no está de acuerdo con que el proyecto del municipio autónomo crezca “que la autonomía sirva”, porque sostiene más adelante la gente tomará conciencia, podrá decidir por su cuenta.

MIEDO Y DOLOR

Junto a Albino están Bernabé y Rodolfo, los dos jóvenes triquis que ahora están al frente de La Voz que Rompe el Silencio. Bernabé toma un papel y trata de leer, se esfuerza pero la voz se le va, parece que huye de su garganta donde se le atoran las palabras, como las lágrimas que se esfuerza porque no se le escapen. Dirá que tiene rabia, coraje y que como todos los demás también quiere justicia.

Bernabé indica que junto con Rodolfo, a pesar de las amenazas y las advertencias, retomarán el trabajo de Felícitas y Teresa de difundir los derechos de las mujeres, la participación política, social y cultural, la autonomía de los pueblos Triquis, “los temas fundamentales de las compañeras”.

Tanto Bernabé como Rodolfo –añade Albino-- han recibió amenazas. Ellos no confirman la versión.

Aunque sabemos que en Oaxaca no hay justicia seguiremos exigiendo justicia, no vamos a permitir que la radio se calle, al contrario, promete cobijado por sus compañeros de la Red de Radio Comunitarias del Sureste de México, como  Miguel Antonio Vásquez Vargas y Horario Martínez Cortés, que viajaron desde San Francisco del Mar, y Lucía Antonia de Radio Ayuk, que llegó desde la región Mixe y que más tarde reiniciaron juntos las transmisiones de La Voz que Rompe el Silencio.


TESTIMONIO DE GREGORIA

Bajo la sombra del corredor del edificio que alberga el palacio municipal del municipio autónomo, Gregoria Agustina, abuela de Felícitas, muestra el huipil de su nieta, que llevaba puesto el 7 de abril pasado. Ahí entre el tejido rojo de algodón están cinco orificios, las huellas de la violencia.

De lado, los padres de Faustino enseñan la ropa teñida por el color oporto de la sangre seca que derramó su hijo hospitalizado aún en la ciudad de Oaxaca.

Gregoria, que mide 1.30 de estatura, apenas si puede con el huipil y con la profunda tristeza que revelan sus ojos. Su nieta fue asesinada y su rostro revela algo que no entiende cómo pasó, cuando puede se lleva la mano izquierda a la boca, se toca los ojos para quitarse las lágrimas, su llano es apenas perceptible.

“Ella no le decía nada de la radio, de su trabajo”, explica el secretario municipal Macario García Merino, quien hace de traductor, mientras todas las mujeres rodean a la anciana y a los padres de Faustino.

Laura, hermana de Felícitas, tiene 15 años. Junto con Felícitas entraron a Radio Copala, “pero ella siguió, se metió más”, dice orgullosa y al mismo tiempo muestra enojo porque la radio le quitó a su hermana.

Ahora en la casa no sólo le falta “algo”, le falta la compañera, la hermana, sino que a sus 15 años –dice-- se le carga el quehacer, porque ella tiene que cuidar de sus hermanos, echar tortillas e ir a la escuela, como quería Felícitas y como ella misma quiere, pues desea ser maestra, aunque ahora no sabe si podrá hacerlo.

Aunque desearía sustituir a Felícitas en la Radio, Laura tiene que pensarlo pues sus hermanos podrían no querer y la verdad es que ahora tiene miedo de salir de Copala.

Felícitas vivía con su hermana y dos hermanos, así como su papá Tiburcio, en la calle de Benito Juárez, en casa de la abuelita Gregoria. Desde que Fabiola, su madre, murió, ahora será Laura de 15 años quien hará frente a los quehaceres y la comida porque “la abuelita Gregoria ya está muy cansada”, dice con resignación.


**Parte de un trabajo que fue realizado en abril de 2008  para Las Caracolas de El Imparcial y para la agencia cimacnoticias para la cual trabajaba entonces.