Palabra
de Antígona
¿Qué
significa el regreso del PRI?
Por Sara Lovera
El 1 de julio en México hubo
un gran avance para la izquierda mexicana, la socialdemocráta. Hay que
aquilatarlo para continuar. Pero este avance no proporcionó el triunfo presidencial
que una vez más, la quinta desde 1988, parece un impulso infranqueable, porque sería
el poder real que podría cambiar el rumbo de México.
Hay que hilar muy fino para entender lo que ha pasado: en 2012
los votos para Andrés Manuel López Obrador con el conteo preliminar indican que
se obtuvieron más de un millón por
encima de lo ganado en 2006; que él y Morena, su movimiento, consiguieron
muchos votos, y también a ello contribuyó con más de 3 millones el Distrito
Federal, en ese acuerdo coherente con el
jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, el más liberal del conjunto, amasijo, mezcla,
embrollo, mixtura de esa entreverada realidad de la llamada izquierda nacional.
Casi 16 millones de votos que la maquinaria
conservadora, del cártel priista y su aliado el Partido Acción Nacional no
pueden ocultar. No será mayoría el Partido Revolucionario Institucional (PRI)
en el Congreso como anunciaban los agoreros interesados. Y eso es una vuelta a
aquellos días en que el partido de Estado perdió el control de las cámaras. ¿Ya
se olvidó?
Los avances en votos duros y
maduros de la diáspora progresista se expresaron con fuerza en Guerrero,
Oaxaca, Tabasco, Estado de México,
Morelos, Veracruz, Puebla y nuevas fuerzas emergentes en Colima,
Michoacán, Zacatecas, además de miles de
poblados, ciudades y municipios, y destacadamente el triunfo en dos de los
conjuntos mayúsculos del país: Ciudad Netza e Ixtapalapa, no puede
desconocerse.
Eso molesta a sus
detractores, quisieran borrar del mapa a esta fuerza reconstruída, que hoy
podemos afirmarlo, derrotó a Felipe Calderón enviando a su partido, el
gobernante en los últimos 12 años, al tercer lugar electoral. Acotó a Enrique
Peña Nieto que sabe muy bien que sólo cuenta con el 22 por ciento del
electorado, del cual hay que restar a los obligados, los votos comprados, los
enajenados al poder, los miedosos que no se mueven si no se les ofrece algo. Agregar
a los que una podría definir como indiferentes a su supuesto liderazgo.
Y digo para la izquierda,
una fuerza reconstruida, porque si bien es resultado de
la marcha tenaz de AMLO por el país durante 6 años, donde sumó a seguidores
incondicionales, a dirigentes partidarios que se disciplinaron y a otros, que
se fueron sumando a pesar de diferencias, enconos, incluso, a opositores a su
candidatura. Reconstruir ese amasijo, mezcla, embrollo, mixtura de unos y
otras, de varios y variados, no fue algo sencillo.
A pesar de todo AMLO volvió
acercarse al poder verdadero y tiene que reflexionar sobre ello. Hace seis años
el escenario era uno muy distinto. Como sucedió en 1988. Porque además de todo
el aparato diverso de la izquierda hay millones de votantes que decidieron
votar a esa izquierda, a veces muy desprestigiada.
Hace seis años se operó un
fraude fenomenal, pero se inició una marcha en sentido contrario, que llevó al
Partido de la Revolución Democrática (PRD) a una condición tal, que sin esa
fuera la izquierda electoral no se hubieran conseguido más de cinco o siete
millones de votos. Hay que saberlo.
¿No alcanzó la voluntad de cambio?
No, no alcanzó, porque la indignación de miles y miles de mexicanos no forma
una sola corriente ni un partido. Es una mexicanidad contradictoria, inasible y
dispersa.
Por ejemplo el Frente
Progresista, armado con sigilo, casi como un trabajo de orfebrería, no recogió
demandas fundamentales como las de las mujeres, la comunidad gay, pero tampoco
tuvo una respuesta contundente frente a la violencia desatada por Felipe
Calderón, no entendió coherentemente lo que un día mujeres de izquierda
definieron como emergencia nacional. Y no se ocupó de formar a la gente, solo
la incentivó a la protesta, sin suficientes herramientas. Los partidos del
frente progresista, unos de membrete, otros de intereses, abandonaron sus áreas
de capacitación y desperdiciaron la urgente y necesaria etapa de resistencia
creativa.
¿Y qué ayudó a la izquierda?
El dolor. Ese que encabeza Javier Cicilia, el de la muerte y la injusticia. Las
voces de madres y padres que han sido acuchillados por la desgracia. La
tremenda impunidad que nutre inmensos campos y ríos de este país. La sangre de
las y los mexicanos. La protesta campesina e indígena que grita contra las
grandes empresas que se toman sus tierras; sus cosechas, su trabajo.
¿Y qué más? Tarde para la
coyuntura, pero amplia y refrescante, la respuesta de un nutrido, millonario
grupo juvenil, que todavía este 1 de julio salió a las calles para protestar,
para decir que continúa, que sabe bien de qué se trata y cómo está construida
la pantalla televisiva, la de los monopolios. Esa fuerza juvenil que se va
conformando poco a poco -su vida apenas comienza- como una fibra potente de pronóstico reservado.
Y qué ayudó al partido, ese
viejo, el de Estado, que durante 70 años tuvo el poder total. Entre otros
factores los medios de comunicación multimedia -con diarios, revistas, radios,
televisión y portales en internet- con
fuerza y dinero, realizaron una intensa
campaña a favor del candidato del pasado, Enrique Peña Nieto ¿eso no dirigió el
voto? y las encuestas que coordinadamente insistieron, meses y días
continuados, en que era siempre el puntero, el favorito. Que nunca reconoció
aunque si lo estudió, cómo se iba conformando la fuerza alrededor de AMLO ¿Alguién
duda que eso no influyó? Es moralmente inaceptable, pero es imposible como
alegato jurídico.
A ello hay que sumar otros
actores, contribuyentes a ungir el pasado. Ahí están adocenados antiguos analistas y críticos contratados por el
monopolio televisivo, verdaderos cómplices del espectáculo. ¿Cómo franquear
tamaña montaña?
¿Ya lo olvidaron? Hace 6
años, en colaboración con las izquierdas en el Congreso se echó a la basura la
iniciativa más ambiciosa para hacer cambios legislativos que hubieran roto el
control de medios que son la palanca
del capital y los intereses contrarios a
la justicia y la educación mexicanas. Y entonces no estaban estos jóvenes
críticos, que han despertado, que han puesto el dedo en la llaga. No estaba el
pueblo de México exigiendo medios decentes y democráticos.
Se ha podido documentar cómo
el que se ungirá contra toda nuestra inteligencia en la casa presidencial, pactó
con las televisoras. Ello puede probarse, es un asunto fundamental en los
tiempos por venir. Los medios se
dedicaron horas y horas de trasmisión multimedia a denostar a AMLO, que
efectivamente estaba en las márgenes, tejiendo un partido paralelo a todas las
izquierdas llamado MORENA.
A las televisoras se unieron
personas que eran decentes y ahora comparten alegremente con los peores
testaferros del pasado.
Me duele el estómago cuando miro cómo aparece Denisse Dresser con
Leo Zuckerman, Elenita Poniatowska con Joaquín López Dóriga, a Emilio Álvarez
Icaza con Brozo, el peor de los payasos misóginos de México y otros, muchos y
muchas, diversa fuerza, que se emocionan y de este modo avalan a Televisa. ¿No
lo han pensado?
Habría que decir, además, que
a pesar de todo ello, en 2012 la izquierda y su amasijo es la segunda fuerza
electoral. Que habrá dos nuevos gobiernos de la social democracia en Tabasco y
Morelos; que la ciudad de México y su asamblea se ratificó, que en el DF se
ganaron 14 delegaciones; que gobernar Netzhualcóyotl en el Estado de México, el
municipio mas grande del país queda en sus manos; que gobierna Guerrero y
Oaxaca, que los esfuerzos de toda esa mixtura tendrá una buena bancada en el
Congreso, que tiene enormes tribunas para discutir, para reflexionar, para
profundizar y armarse de nuevo, en una resistencia que, si es inteligente,
coherente, capaz, podría influir en cambios importantes para el país.
¿Dónde empezar? Pues es la
rueda de siempre. Recuerdo muy bien a Cuauhtémoc Cárdenas expoliado, burlado en
1988 llamando a construir el PRD, a
pesar de que hubiera podido llamar a las armas. Él, paradigma de la democracia,
no hizo mal las cuentas. Lo que pasó en el camino hay que hacerse cargo de
ello, es que muchas riendas de este proceso fueron tomadas por toda clase de
oportunistas y débiles, que con presupuesto, son capaces de vender su alma al
diablo. Y hay millones decentes, coherentes, que si creen en sus postulados. No
olvidarlo es responsabilidad de todas y todos en este momento histórico.
¿Qué pasará? Me atrevo a
decir que no lo sé con certeza. Pienso que la dirigencia, empezando por AMLO,
necesita una larga cruzada de autocrítica, de reorganización, de formación y
capacitación, de distribución de recursos simbólicos y materiales.
A Miguel Ángel Mancera que se
ungirá como jefe de la Ciudad de México le toca limpiar su entorno y fortalecer
las políticas públicas iniciadas. Podría impulsar y desarrollar la televisora
que abandonó Marcelo Ebrard, junto con la radio; que puede limpiar de
oportunistas zonas como Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc; que puede influir para
hacer de la educación pública un nuevo sistema en la ciudad de México y pactar
con los nuevos gobiernos socialdemócratas, como una de las oportunidades para
destruir el edificio de corrupción que es el Sindicato de Maestros.
También, desde la Ciudad de
México, empujar la igualdad social, la igualdad entre hombres y mujeres, sin
demagogia y sin enfrentamientos personales, reconstruir el Instituto de las
Mujeres, sin miramientos; el de la juventud,
empujar la profesionalización en la Asamblea de Representantes,
propiciar responsablemente, en una palabra, el crecimiento y desarrollo del
bastión democrático más importante de México. ¿Es pedir la utopía? tal vez.
No es tiempo de depresión
masiva sino de algo distinto. Claro, cada uno y cada una, a menos que ya se
sienta acomodado en los resquicios de los triunfos electorales y los presupuestos,
se ponga a trabajar y hacer política en los tiempos por venir. Casi 16 millones
de mexicanos lo exigen. Convertir esa fuerza en una contraloría y una estación
de vigilancia a Enrique Peña Nieto será fundamental.
Pedirle cuentas a las
empresas encuestadoras que aliadas con los medios de comunicación le mintieron
sistemáticamente a la población mexicana. Leer la Constitución y vigilar que se
ponga en práctica.
De todo este momento, celebro
que AMLO vaya a recoger todas las denuncias, las lleve al tribunal electoral,
discuta ¿ya se nos olvidó que esa fue una táctica permanente del Partido Acción
Nacional cuando era un partido decente? Bueno, esta vía permitirá develar
muchas cosas. ¿Pero cómo documentar la compra de votos y consciencias? ¿Cómo
mostrar, si existe, la manipulación de votos en la jornada? ¿No tenían
vigilantes en todo el país? Si hay razones, tendrán que salir, que mostrarse. Y
retomar, todo lo que sea necesariro.
¿Peña Nieto? Está blindado
hasta por sus correligionarios. Llega con una votación limitada, con
diferencias en votos muy pequeñas en muchas entidades y, además, con la más
grande de las oposiciones: las que son morales e históricas: el juicio de la
juventud y de un inmenso grupo de la inteligencia nacional. El rechazo
militante de las universidades, de los centros científicos, de los hombres y
mujeres que piensan en este país. Es hora de estar levantados y levandadas.
saralovera@yahoo.com.mx